Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra.

Así se despedía cada noche Michael Caine de los niños del orfanato que regentaba en “Las normas de la casa de la sidra”. Peliculón.

Y eso hemos hecho de nuestros niños los papás. Verdaderos príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra.

De nuestros niños, porque las niñas hacen ballet o natación sincronizada y de eso prácticamente no se habla en casa.

Pero nuestros príncipes juegan fútbol. Y eso sí que es un motivo de orgullo paterno.

Puede que el entrenador sea imbécil y lo haya puesto de defensa, pero ya comprenderá que el verdadero Neymar del equipo, el Lewandowski real, no es otro más que el nene. Ahora bien, una cosa es que el míster no se entere bien, y otra muy distinta que el hijoputa del árbitro —un héroe de 18 o 20 que dedica sus domingos a pitar partidos poniendo en juego su integridad física—, le señale un penalti injusto (será injusto de todos modos) o le saque una tarjeta roja (que también será indefectiblemente injusta). Ah, no, no. Entonces, a hostias. O que el delantero del equipo rival, que ni juega al fútbol ni tiene idea de lo que vale un peine, le meta una patada en su espinillita tierna. Entonces… a hostias también.

Porque ¿a qué vamos los papás a los partidos de los nenes? Pues ¡a qué va a ser! A protegerlos de todo mal. A que sepan que lo pueden todo y que, lo que no pueden, aquí está papá para que lo puedan también. Que solo ellos tienen la razón y la verdad. Que son los príncipes de la casa, los reyes de Nueva Inglaterra (y del mambo).

Y papá está dispuesto a todo. A-to-do.

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Unos papás que están trasladando el espectáculo a la grada.

Incluso a dar el más patético de los ejemplos liándose a mamporros con el papá del otro niño, con el árbitro o con el sursum corda. A demostrar que puede ser tan animal como el que más, que es el puto amo y que defenderá sus razones con los puños, con los dientes, como cuando Urk era el jefe de la tribu porque tenía el garrote más grande que los demás.

Es el homo defensorus, el homo aquí estoy yo con dos cojones dispuesto a matar para que el nene brille. Es el homo necius. Papás y eventualmente mamás, integrantes de un clan cavernario, ridículo y peligroso que se despierta los domingos a la hora del partido y de alguna forma milagrosa vuelve a la hora del té al siglo XXI sin avergonzarse de haber recorrido ciento sesenta y cinco mil años de involución en su intelecto. Y los hijos, orgullosos de sus papás, repetirán el modelo cuando sean ellos los que lleven al partido a sus lebreles. Y las niñas a ballet.

A lo mejor para entonces, estos espectáculos de macho hispánicus están tan penados como contar chistes de Carrero Blanco (más de un año de prisión y siete de inhabilitación a una tuitera por la cosa de los chistes de Carrero: un ejemplo de virtud). Y entonces todos estos hombretones, mujeronas, estarán entre rejas y los niños podrán vivir una vida digna, alejados de las demostraciones de sabiduría de sus papás y sin que nadie se líe a hostias con nadie en su nombre.

Amigo papá, querida mamá, vaya al gimnasio, monte en bici, descargue su adrenalina mal consumida contra Zapatero como hacemos todos, pero no monte estos líos. Al menos no en nombre de su hijo. ¿No ve que alguien se puede dar cuenta de que es usted quien realmente es?

Y el dibujo de los papás incívicos es de mi hermana Maripepa.

25 respuestas a “Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra.

    1. ¡…Pues mira que uno intenta decirlo claro!

      De todas formas daría igual, aunque me entendieran no podrían reprimir al primate que llevan dentro. Sobre todo si el equipo del niño va perdiendo. Imagínate ¡perder un partido a los nueve años!

      ¡Gracias por venir, Chelines!

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  1. Efectivamente, eso es dar ejemplo a los niños. Ejemplo de lo que no se debe hacer, que, efectivamente, es lo que harán los niños de mayores. De tal garrote, tal pistola en el futuro.
    Recuerdo que una vez me difo mi amigo JR, al que conoció el sutor de este espacio, que el jugaba al rugbi y siempre terminaban los partidos invitando a una taza de té al equipo rival. Ese es un deporte de hombres y de personas. ¡ que cunda el ejemplo!!

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    1. Es lo bueno de que las cosas no se masifiquen. Aunque el porcentaje de animales debe ser alto, por lo que se ve, en los deportes menos masificados tiene que haber menos, por puras matemáticas.

      Parece que todos los ejemplos que cunden son los otros, los que no hay que seguir. ¿Qué nos pasará a las personas humanas por la cabeza cuando entramos en un campo de fútbol? (Sobre todo si juegan nuestros niños…)

      Gracias Pepe. A ver si alguien nos lee y se avergüenza un poquitín.

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  2. Muy cierto, la violencia en el fútbol empaña la claridad del deporte , deporte es sinónimo de hábitos saludables , que por desgracia en algunas ocasiones no tanto por qué te puede tocar un puñetazo o un revolcón por los suelos ,pero ? Por qué ? Por qué a mí niño le han entrado con fuerza lo mismo que él hizo en la jugada anterior , pero ahora se ve de diferente manera en la primera era un tío con dos cojones y en la siguiente ese nene es un cabron insulto muy frecuente en las gradas .

    Bajo mi punto de vista las normas del fútbol las pondría que todo aquel jugador agresivo se le expulsara ,de esa forma se llegaría a poder disfrutar de este deporte tan saludable y entretenido .

    Ah y para los padres ver lecciones de buen comportamiento.

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    1. ¡Pues claro! Lo de tu niño no es una falta, es una entrada viril. Las faltas son las que le hacen a él, que es un bendito de Dios…

      No entiendo por qué se es tan permisivo con esas actitudes. Aunque un equipo dio un ejemplo fantástico retirándose de la competición al padecer un espectáculo de estos.

      Esto parece muy fácil: a los señores que pegan no les permite la entrada en los campos. Lo que pasa es que necesitaríamos un guardia civil por cada papá… Y no hay tantos.

      Un abrazo enorme, Juan Carlos. ¡Gracias!

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  3. Cuanta razón tienes, vergonzoso
    A una de mis hijas de pequeña, le dio por jugar al baloncesto y el equipo era buenecillo, podían ganar partidos por 164 / 3, si…. si, pero lo más bonito de todo era contemplar atónito como los padres cafres del equipo ultraganador, el de mi hija, gritaban, bramaban, berreaban como absorbidos/poseídos por las fuerzas del mal…. les decían a sus hijas más… más canastas pero por sus rostros enrojecidos, sus ojos enrojecidos, la vena gorda, parecían pedir sangre…. no pedían más canastas, pedían SANGRE, a mí que no entiendo, se me ocurrió sugerir, puesto que vamos ganando de 400, por qué no permitimos al equipo contrario de crías inocentes ya sin autoestima dejar que metan unas canastas, o que al menos toquen un poquito el balón… bueno me dieron dos hostias con la mirada. Sentí vergüenza de esos padres/madres tranfigurados en monstruos asesinos de película mala… qué pena de niñas las unas y las otras, las unas huestes cabalgando sobre los restos de guerreros humillados, maltrechos, presas del pánico, la impotencia… las otras solo eran las que estaban bajo los caballista…. buen deporte si señores, buena ética, mejores enseñanzas…. la madre que los pario!!!

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    1. ¿Qué nos pasará que nos transformamos en una cosa distinta de personas humanas cuando nuestros hijos o hijas compiten?

      Parece que nos vaya algo en ello… Porque esa competitividad no es de los chicos ¡es nuestra! Somos los mayores los que queremos ver la sangre del contrario en el campo.

      No alcanzo a entenderlo ni poco ni mucho.

      ¡Dejarse meter una canasta! Eso debe ser algo así como perder la honra, qué se yo. La generosidad no entra en nuestras prioridades. Lo que les enseñamos es a ganar ¡A GANAR! Y, si fuera posible, humillando…

      Va a ser que no tenemos la cabeza tan bien amueblada como nos creemos. Y la prioridad es transmitir a nuestros hijos todos esas taras, para que de mayores «no se dejen avasallar» por cualquiera.

      Panda de tarados somos…

      ¡Gracias, hermanito! Un beso fuerte.

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  4. Hace poco escuché que cuando Clifford Luyk entrenaba a los infantiles del Madrid, tenía a los padres aleccionados de forma que parecía que solo les faltaba el misal mientras veían el partido.
    Lo ideal sería que el sentido común de cada uno nos hiciera entender que son 20 niños o niñas jugando a la pelota y que lo mejor que podemos hacer los papás es dejarlos en paz, a ver si así conseguimos que se diviertan en vez de intentar satisfacer las espectativas de papá. Pero como ya nos ha quedado claro que no debemos sobrestimar al género humano, tendrán que ser los clubes los que protejan a los niños de los sinvergüenzas de sus padres.

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    1. Joder… a ti te debe ir fatal… Ahora que me acuerdo, nunca fui a verte a un partido (hazte cargo, no te sacaban nunca). Y nunca quise maltratar a tu entrenador por no sacarte. Así que debiste sentirte un niño desamparado, envidioso de los demás, que tenían ahí a su papá dispuesto a todo.

      ¡Cuántas cosas entiendo de repente!

      No cejes, no sigas mi ejemplo: Al campo con Javierito a romperte la cara con el que le mire mal, sea padre, madre, árbitro o compañero de colegio… ¡No sea que tengan razón ellos y les vaya mejor la vida que a nosotros!

      ¡Gracias, Javier! Y no hagas caso: Tampoco nos va tan mal.

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      1. Mal padre! Acabé ganándome la titularidad en lateral derecho. Es verdad que por incomparecencia del titular… Y también que creo que aún conservamos el récord de menos victorias en una temporada, 2, pero titular!
        No te preocupes por mí desamparo, ya teníamos nosotros nuestra razón doble de padres entregados a la causa.

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  5. Y sobre la violencia, de las abuelas en los parques infantiles, si le tocan al nieto? Eso sí que un ejemplo, de salvajismo étnico. Y ni siquiera hay competitividad ,vale con tu niño,le ha echado tierra al mio en el uniforme de la guarde y hay un cisma que no las separan ni una compañía de antidisturbios, el espíritu protector a la progenie lo llevamos en el cortex.
    Un placer como siempre leerte y ver que todavía queda gente normal.

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    1. Esto debió ser siempre así, supongo.

      No es que nos hayamos vuelto todos locos de repente, sino que llevamos en el cortex ese espíritu protector.

      La verdad es que me tranquiliza un poco pensar que no es cosa de la postverdad, ni del estado del bienestar este que tan raros (en vez de tan solidarios) nos ha vuelto.

      Solo que… Con todo lo que ha evolucionado el pensamiento (o eso quiero pensar yo) ¿Cómo es posible que reacciones tan primitivas sigan tan presentes, tan a flor de piel? ¿Cómo es posible que con el coñazo que nos han dado con lo de que está mal pegar, escupir, meter el dedo en el ojo, todo se nos olvide en cuanto tenemos una excusa para saltárnoslo?

      Y, claro, ¿qué mejor excusa que la protección de la progenie…?

      Tienes razón, lo llevamos grabado más allá de lo que puede reprimir la razón de las cosas. No tiene arreglo.

      Gracias, Miguel Ángel. Pero me has dejado jodido: No tiene arreglo.

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  6. No os preocupéis al final lo lograremos. Ya hemos construido una sociedad miserable, insolidaria y egocéntrica y ahora, dando una vuelta de tuerca más, acabaremos con la felicidad, no negándoles el futuro, que para eso ya nos las pintamos solos, si no para arruinarles hasta sus juegos. En vez de ir a hacer amigos, a reirse de las victorias y las derrotas, a aprender valores y todas esas minucias,pues nos dedicamos a trasladar nuestras neuras y frustraciones y, eso sí, a arruinarles el sábado o el domingo (quizás los dos) y ,además, el resto de la semana, porque, la verdad, hace falta tiempo para explicarse a uno mismo y a los demás que «aquello» ¡joder, era tu padre!

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    1. ¿Con qué cara irá el nene después a la escuela?

      ¿Orgulloso de la clase de hombre que es papá y mirando a los demás por encima del hombro en actitud «el que tenga dos huevos que me ponga la mano encima? O ¿avergonzado porque «aquello… ¡joder, era tu padre!»?

      A lo mejor, de tan niños, todavía sin haber votado y eso, aún sus cabecitas vírgenes se avergüenzan. O a lo mejor, aun vírgenes, ya apuntan maneras y se quedan tan panchos con el acontecimiento…

      De todo habrá.

      A nosotros nos debe bastar con arruinarles sábado y domingo haciéndoles padecer toda la mierda que llevamos acumulada en la cabeza. Del resto de la semana que se ocupen ellos como puedan.

      Tienes toda la puta razón: Ya hemos conseguido esa sociedad miserable que describes. ¡Vamos a por la felicidad! Al menos a por la de los más próximos, que con esa sí podemos.

      ¡Y que se jodan!

      Gracias, José Ricardo. Un abrazo fuerte.

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  7. El otro día, en una larga conversación, le explicaba a Manuel (6 años) que el carnet de oadres se llama la patria potestad (juro que venía a cuento…que no es que yo vaya torturando al chiquillo con lecciones sobre la patria potetad). Y hoy al leer tu post me ha venido a la mente la imagen de un niño avergonzado diciéndole al Juez: « Oiga sr. Juez…y no podría Vd quitarle a mi padre la potria potestad?»
    Buenísimo tu post, Tico. Besos!!

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    1. ¡Jajajajajajajaja!

      No estaría mal… Amonestación: «Peligra su carné de padre. Está usted dando a su hijo un espectáculo bochornoso»

      Aceptado que la cosa no es para tanto, pero nunca he entendido bien por qué la patria potestad es un valor tan protegido, aun a costa de la salud (mental y física) de los niños. ¡Lo que cuesta separar a los críos de según qué cafres!

      Esto igual no es para retirarle el carné, ahora que un par de puntitos o tres… ¡Esos caían!

      ¡No se lo digas a Manuel! Que luego los niños nunca sabes por dónde van a salir.

      Un besazo primita. Gracias por venir.

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  8. Los medios de comunicación! Os habeis olvidado todos de los medios de comunicación, manipulación y control de nuestras vidas!
    ¿A caso pueden ser felices, todos aquellos de ustedes que no tengan el brillo en el pelo de CR7, los bonitos peinados de Messi, o las espectaculares señoras de cualquiera de ellos? Los telediarios abriendo las noticias con los niños/futbolistas llegando al curro(entrenar) a eso de las 10 de la mañana en un ferrari, como poco.
    No es solo el sueño de los hijos. Es el sueño de los padres, que fustrados en su fracaso ven una segunda oportunidad en la vida de sus hijos.
    Tengo un hijo que juega al futbol desde los 5 años, y pronto cumplirá 20, y he paseado por todos los campos de fútbol de mi tierra, y algunas colindantes, y desgraciadamente he visto de todo; padres del mismo equipo peleandose por que su hijo que es un rompebotas, no le pasa al mio que es casi como Segio Ramos. He visto a niños cambiados de colegio, por que juega en el equipo de otro barrio, y lo peor… he visto como un padre castigaba a su pequeño por haberse atrevido a fallar un penalti.
    Les aseguro que se pierden lo mejor; enseñarles a perder, enseñarles a ganar, porque enseñarles solo a ser monstruos debe ser aburrido y deprimente. Ademas de miserable.

    Buen lunes

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    1. Aburrido, deprimente y miserable.

      Esto de proyectarnos en los hijos debería estar más protegido. Pero claro, ¡qué brillo en el pelo! ¡Qué horas de entrar al curro! ¡Qué cochazos! ¡Qué señoras!…

      ¿Cómo no voy yo a querer ser también el papá de Neymar y abrir un par de telediarios todos los años?

      Aquí hay de todo. Desde el espíritu de protección de la progenia del que hablaba Miguel Ángel, hasta este afán de superación proyectado que nos comentas tú, pasando por la clase de personajes a la que nos referimos todos, que no parecen ser un ejemplo de civilidad.

      Lo que no hay es deportividad, sentido común y comprensión de lo que es y debe ser la infancia.

      Buffff ¡Qué panorama!

      Gracias, Petra. Un abrazo.

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  9. Que conste que no es por ponerme quisquilloso, pero creo en la culpabilidad es de los padres. Pegarse defendiendo a tu hijo está muy bien, debes enseñarle principios y valores, para que entienda la titularidad que tanto se merece.
    La verdadera culpa es por no saber elegir el deporte del pequeño, pudiendo elegir por ejemplo, patinaje artístico, donde no encontrará quien discuta, ni tan siquiera quien le reciba, pese a ser campeón del mundo.
    Mucho mejor, que haga salto de altura, podrá ser medallista a una avanzada edad para el deporte de élite como Ruth Beitia y además no solo te defenderá tu padre, si eres Almirante y saltas por encima de una azotea, tendrás el privilegio de que te defienda, hasta la mismísima Audiencia Nacional, Deportes hay muchos, así es que padres, elegir bien, que luego se hacen futbolistas y te toca pegarte con cualquier padre o con quien te haga un busto como el de Cristiano en el aeropuerto de Madeira.

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  10. Acabas de dar con la clave del debate.

    Es simplemente cuestión de saber elegir. Hala, hala, todos al fútbol… Pues no. Patinaje artístico (que no te ve ni Dios), salto de tapia (que no tiene edad), caída de helicóptero (que si vas bien acompañado es más que seguro), Helioesquí (este sí que me pone a mí)… ¡Pues no hay deportes! Y… ¡hala! Todos al fútbol.

    Asunto resuelto: Sufrido papá, abandone la algarabía de los estadios: se le va a ir la vida en ello. Esquíe en Baqueira… como un Rey.

    ¡Un abrazo, David! ¡Gracias!

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