¡Y es que los pobres arden tan bien!

Mire a su alrededor. Todavía no tiene claro si la tele de 50’’ que se compró a plazos en El Corte Inglés es demasiado grande para el salón. La vitrina no, la vitrina es perfecta. En la habitación más cercana al sillón donde se descalza cuando vuelve del trabajo duermen los pequeños. A la niña la pusieron en el otro cuarto y acaban de instalarle una habitación de jovencita, porque ya va para quince.

Ahora imagínese que todo está en llamas. Sí, también los niños.

¿Acojona?

Hacinar a una muchedumbre de personas que no tienen nada en una torre de veinticuatro pisos y forrarla de poliuretano no es una buena idea.

Ciertamente no sé a quién se le ocurrió, ni si las normas técnicas que regulan la construcción por aquel imperio lo permiten o no, ni cuánto dinero se ahorraron, pero no es una buena idea.

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Theresa May no ha tenido valor para enfrentarse a las víctimas hasta el sábado. La Reina sí fue enseguida, a esta le importa un huevo. La premier ha puesto cinco millones de libras para echar una mano a los damnificados. Había escrito que “para lavar su conciencia” pero lo he borrado, no creo que su conciencia se haya estremecido lo más mínimo, lo sustituyo por “para lavar su imagen”. Va a impulsar una investigación. Muy seria.

El primer cadáver identificado, el de un refugiado sirio que vino a morir al primer mundo porque en el suyo se moría fatal. ¡Qué puto despropósito! Las crónicas cuentan que los musulmanes fueron los primeros en ponerse a las tareas de rescate, porque andaban de cena de Ramadán y les pilló despiertos en la madrugada. La Sexta decía que pudo haber sido la nevera de un taxista etíope. Computados cincuenta y ocho muertos a la hora de cerrar este texto. Desaparecidos hasta cien. Quizás nunca se lleguen a identificar todas las víctimas, dice la policía.

La cosa es que el edificio quedó esquelético en treinta minutos y lo vimos en directo, que las personas tiraban a sus hijos por las ventanas gritando para que alguien los cogiera al caer… antes de caer. ¿Usted se lo imagina? Pero es que todo está en llamas ¿no cambiaría una muerte segura por otra casi segura? Todo es en treinta minutos.

¡Qué imbéciles! Nos habíamos creído que lo primero eran las personas. ¡Pero qué imbéciles!

Las prioridades presupuestarias no pasan por la dignidad de las personas. Muchísimo menos si tienen apellidos raros o facciones poco comunes en esta latitud. Entonces muchísimo menos.

Y si hay que forrar un edificio de veinticuatro plantas de poliuretano, lo forramos. En realidad lo que arde no es el poliuretano. Lo que arde son los pobres.

El dibujo de la torre Grenfell calcinada es de mi hermana Maripepa.

15 respuestas a “¡Y es que los pobres arden tan bien!

  1. Como siempre el que paga es el pobre, la ley de edificacion para los bloque de pobres es muy simple, detectores de humo ,NO sensores de calor, NO instalacion de medidas antiincendios, NO total si ese edificio es para gente que no se lo puede permitir si tenemos un incendio no pasa nada, ahora si es una torre de edificio para altos ejecutivos todos los materiales empleados son como minimo de 2 horas de resistencia al fuego lo cual facilita la evacuacion y solo tendrian daños materiales, pero son pobres que se conformen con esos edificios por que se les garantiza una muerte rapida.

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    1. Y pasan por ser países del primer mundo.

      Parece que el tercer mundo va con el tercermundista se desplace este a dónde se desplace. Las colonias de pobres pertenecen al tercer mundo aunque estén en la ciudad más próspera del viejo continente. Y el concepto de pobre se agranda: ya acoge también a los inmigrantes, a los refugiados…

      Da vergüenza ajena que sea eso que precisamente pagamos todos lo que se hace sin ningún cuidado y sin ningún respeto. Debe haber mucho crecimiento del gasto en defensa…

      Gracias, Juan Carlos. Un puto drama.

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    1. Muchas gracias, Charo.

      La indignación crece a medida que se van conociendo más datos. Lástima que lo único que sepamos hacer sea contarlo y sufrir la impotencia de no poder, ni de lejos, acercarnos al problema.

      Al menos, lo vamos contando. Alguien se dará cuenta de que, al menos, nos damos cuenta.

      Un besazo.

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  2. Pues yo creo que este desastre tiene nombre y apellidos. Tú, como secretario de ayuntamiento, sabes que esas licencias las da un ingeniero o arquitecto municipal, bajo su responsabilidad, y la del concejal de turno. Sobre ellos nada se ha hablado. Como siempre, escabullendo el bulto y hablando de otra cosa.
    Un desastre.
    La culpa la tienen los Sirios que, como no se pueden enterrar en su pais, vienen aquí a morir para que les demos sepultura.
    Madre mia !!!!

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    1. Y un constructor que abarata costes y un alcalde que aquilata presupuestos y una comunidad a la que le importa un huevo todo aquello que no considera inmediatamente suyo…

      Estoy contigo una vez más. La culpa la tienen los sirios. ¿A quién se le ocurre ser pobre y huir de las bombas?

      De verdad que todo este asunto de los refugiados me pone muy nervioso.

      Por si tienes curiosidad, lee esta noticia en el 20 Minutos y verás la catadura moral de algunos comentarios. Es bochornoso.

      Un abrazo, Pepe. Tenemos una tertulia pendiente…

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    1. Pues a esto parece que es lo que llamamos utopía.

      Lástima que el nivel de lo utópico esté ya tan bajo. Garantizar una vida digna a las personas no debería ser una aspiración, sino la obligación primera de un gobierno, de una nación, de una organización supranacional, de un municipio de 60 habitantes y de todo dios.

      Pero no estamos en estas. Y nos va bien. Porque solo se mueren masivamente los pobres. Solo decir «los pobres» ya me da un escalofrío. Da vergüenza hasta reconocer que hay una categoría humana inferior. Y que no importe que se muera da una cosa que no sé como se llama.

      No es prioritario.

      Esos cinco millones para lavar imágenes es infinitamente menos de lo que costaría garantizar el derecho a una vida digna a todos. Es barato. Es muy barato lavar en este juego macabro en el que utilizamos materiales prohibidos para revestir las viviendas de los que no importa que ardan. (Hoy las noticias decían que, en efecto, el poliuretano no está permitido en la construcción en casi ningún lado, tampoco en Europa).

      Estoy acojonado. ¿Cuándo dejaré de importar yo también?

      Un beso fuerte, Javier. Gracias por seguir este montón de reflexiones pesimistas.

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  3. Cierto, lo triste, quiero decir, lo trágico si no criminal, es que para cierta «ética» presupuestaria pública los cinco millones de gasto no los justifican inquilinos con escasos recursos, votantes irrelevantes si llegan a ello, pero sí salvar la imagen del responsable político negligente, o la mala gestión de los poderes financieros y todo eso que llaman estabilidad económica.

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    1. Lo hemos fiado todo a esa llamada estabilidad económica que solo parece tranquilizar a mercados y mercaderes. Todo.

      Ya está. Ya tenemos estabilidad económica. El IBEX 35 está en paz, la prima de riesgo es irrelevante, crecemos. Sobre todo en desigualdad, en desesperanza, en insolidaridad… Hemos depauperado tanto a las clases no pudientes (o sea a todos menos a ellos) que ya no tiene arreglo. Ahora no sabemos cuántas torres han forrado con materiales prohibidos, cuántos estamos en riesgo de muerte inminente y seguimos yendo a las fábricas por las mañanas a llenar de producción su cuenta de resultados.

      ¡Qué cansancio, amigo Julián! ¡Qué puto cansancio!.

      Un abrazo enorme. Gracias por venir.

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  4. No me quedan palabras y más sabiendo que estás desgracias se siguen repitiendo en distintas formas . Cuando no se queman dejamos que se ahoguen. Si esta claro que su esperanza de vida es mucho más corta , incluso en nuestro mundo.
    Maldita estadística que permite la muerte como dato fiable.

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    1. Reflexionando sobre esto me doy cuenta de que el tercer mundo no es geográfico, que está en el ADN de las personas que lo llevan allá donde van, porque aquí, en el primero, les fabricamos el suyo, a su imagen y semejanza, para que se sientan como en casa. Les refinamos un poco la muerte, porque es muerte selectiva y los dejamos morir igualmente… si es que los dejamos llegar hasta aquí. A algunos los dejamos que se mueran un poco antes. En el mar, que ensucian menos.

      No sé si me gusta este tiempo en el que nos hemos hecho mayores. No sé si me gusta lo que están dejando para nosotros. No sé si me gusta lo que van a dejar que dejemos para nuestros hijos.

      O a lo mejor sí lo sé. NO ME GUSTA.

      Pietro, esto va mal. Los mercados se revelaron contra el estado del bienestar porque descubrieron que su crecimiento no era tan abultado si se gastaba tanto en tonterías. Y han ganado. No era un sueño imposible. Solo era poco rentable… no costoso, solo poco rentable para sus aspiraciones de crecimiento.

      Me agota, me avergüenza, me llena de rabia. Y no voy a hacer nada para que cambie.

      Gracias, Pietro. Esto va mal. Pero sigamos contándolo, aunque sea por aquí.

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  5. Muy bueno, tío. Nada que añadir ni que objetar. Pondrán alguna calle en la ciudad para conmemorar lo sucedido, prometerán que las casas no volverán a forrarse de tan inflamable elemento, darán unas propinillas a quienes sus pérdidas no pueden pagarse con dinero y ya está. Hablemos del brexit.

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    1. Calle del poliuretano inflamable. Y una leyenda: A los héroes que murieron defendiendo un estilo de vida que no llegaron a conocer nunca.

      Seguramente plantarán unos árboles o algo y cada junio una orquesta de cámara interpretará una obra de William Lawes, que la música barroca va muy bien para estas cosas…

      Venga, va: hablemos del brexit…

      ¡Gracias Luisita! Me encanta verte por aquí, aunque sea con motivo de este asunto tan macabro.

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