Metamorfosis urbana.

Si usted piensa en un alcalde con “a” grande de los que han pasado por España desde la democracia y tiene edad suficiente para recordarlo, probablemente se le vendrá enseguida a la cabeza Enrique Tierno Galván.

Si en un ejercicio de estos de asociación rápida de palabras le dicen “Ana Botella”, probablemente lo primero que se le ocurra sea “bochorno”.

El alcalde, la alcaldesa, de una gran ciudad es una persona singular, que adquiere con el bastón de mando una responsabilidad tan enorme como la de hacer de la ciudad un espacio amable para los vecinos, un proyecto en el que creer. Solo se le exige un requisito: tener un modelo de convivencia en la cabeza. Una idea de qué quiere hacer de la urbe en los cuatro años que tiene por delante para gobernarla. Qué hacer de la urbe, no en la urbe, que eso se nos puede ocurrir a cualquiera.

El ámbito rural tiene otros requerimientos. El alcalde, la alcaldesa, de un pequeño municipio tiene la misma responsabilidad, pero ha de acopiar más requisitos: el conocimiento directo de la ciudadanía, la comprensión de los sistemas de abastecimiento de agua o alumbrado público, la capacidad de gestionar en directo a los empleados municipales. Esta es otra cuestión. Muy otra. Da para otra reflexión.

Enrique Tierno Galván era politólogo, sociólogo y filósofo. Era bonachón, gran comunicador y comprendedor de la idiosincrasia madrileña, cuyo hecho diferencial consiste en la ausencia de hecho diferencial. Y no gestionaba. No gestionaba. Pensaba. Y muy bien. Por detrás tenía una compleja organización política liderada por Juan Barranco, de quién ignoramos si tenía  o no un modelo de ciudad en la cabeza porque el rato que fue alcalde, a la muerte de Tierno, no dejó opción y después nunca supo ganar unas elecciones en Madrid. Gestionaba. Barranco y la enorme organización política en la que se apoyaba gestionaban. Tierno Galván tenía un modelo de convivencia en la cabeza y transformó Madrid en un momento crucial de la historia de España.

Pascual Maragall fue el gran alcalde de Barcelona. Otro gran hombre, su hermano Ernest, se ocupaba de la cocina del consistorio, a la cabeza de la organización que tenía por oficio el de dar salida a aquello que se dieron en llamar las “maragalladas”. Siempre de habló de las maragalladas en tono peyorativo cuando, en realidad, eran las ocurrencias de un hombre genial que, cuando hablaba de Barcelona, hablaba del arco mediterráneo y de la implicación de la ciudad en su contexto geo-político-económico. Del papel de la ciudad en el ambicioso círculo de las grandes ciudades de Europa, al que Barcelona pertenece por derecho propio. Maragall transformó Barcelona hasta ponerla en los puestos de cabeza de esa red y la puso mirando al Mediterráneo.

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Alcaldesa, vara en ristre, intentando imaginar qué hacer.

Manuela Carmena es, en mi opinión, una de las políticas más serias, formadas, inteligentes, capaces, del panorama español, ya busquemos en el ámbito municipal, autonómico o estatal.

¿Por qué, entonces, el único gran proyecto del que tenemos noticia en Madrid es la minoración de la deuda? ¿Por qué no conocemos su modelo de ciudad más allá del incremento del gasto social o el empeño por la calidad del aire (ambos fantásticos)? ¿Por qué la única gran infraestructura de la que estamos hablando es una tibia remodelación de la Gran Vía? ¿Por qué no se emplea el dinero presupuestado más que en un 60%, si es que se llega? La gran pregunta es: ¿quién dirige la ciudad mientras Manuela Carmena la imagina y la diseña?

¿Qué está sucediendo con esas fantásticas figuras políticas nacidas del empuje de la gente, como Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, de la que solo conocemos su lucha por ordenar el turismo en la ciudad (enorme, por cierto) y por remunicipalizar servicios públicos entregados a manos privadas por anteriores corporaciones? ¿No parece poco?

¿En quién se apoyan? ¿Quién, además de los votantes en los próximos comicios, tutela sus movimientos? ¿Quién aconseja sus decisiones, les ayuda a formar criterio sobre los grandes problemas urbanos? ¿Quién está diseñando la metamorfosis de las ciudades? Se producirá de todos modos, pero sin concierto aparente y, desde luego, sin beneficio para las personas que la habitan, si alguien no la ordena. Porque casi todo lo que pasa solo pasa para mal y en beneficio de muy pocos. Y todo el vacío que deja la política, que piensa en todos, lo ocupan otros con objetivos bastante más concretos y no siempre confesables.

Transparencia, honestidad, cercanía, credibilidad, son atributos de la política. Siempre debieron acompañar a la política y la “nueva política” los reivindica, abandera y ejemplifica. Pero no son la política.

Reducir la deuda seguramente importa muchísimo en términos macroeconómicos. En Bruselas deben estar encantados con nosotros. Pero no mejora un ápice la vida de las personas. Es un ejercicio de responsabilidad, sin duda, pero no es la aspiración de los ciudadanos, no es aquello que ilusionó a los votantes para dar un vuelco en el gobierno de sus ciudades. Falta el diseño de las políticas y la gestión de las cosas públicas. El tedioso ejercicio de convertir las ocurrencias en ideas y las ideas en proyectos tangibles que los ciudadanos valoren a pesar de las incomodidades que se producen por la ejecución de las obras.

La metamorfosis urbana se imagina desde el pensamiento político. La gestión de lo público materializa, hace verdad las ideas. El proyecto de ciudad ilusiona, convence, se interioriza por sus habitantes que se sienten identificados con lo que está sucediendo en sus calles. Y ahora no está.

El dibujo es de mi hermana Maripepa.

13 respuestas a “Metamorfosis urbana.

  1. Cuando se confirmó que Ana Botella era Alcaldesa de Madrid, pensé: ¡qué bien yo puedo ser director científico de la Nasa.! Mientras me paguen, a mi que me echen un galgo.
    Eso debió pensar Ana Botella. Mientras le paguen y salga en la tele, será feliz. Total entre pelu y pelu no tenía gran cosa que hacer.
    Ser Alcalde de pueblo es de las cosas mas bonitas que se puede ser. Trabajar para mejorar tu pueblo es un privilegio. Que tus amigos, familiares y conocidos puedan vivir un poquito mejor en su pueblo es estupendo. Hacer las fiestas, mejorar los servicios del Ayuntamiento ( los de mear y, sobre todo, los otros) proponer una mejor organización, ayudar a quien lo necesita y tu sabes que lo necesita de verdad, (Que esa es otra de la que daría para un tema solo, los que se aprovechan de los servicios sociales, autenticos profesionales y sacan una pasta por la cara, de los que yo conozco unos cuantos) en fin trabajar y que se note lo que haces en el día a día de tus vecinos.
    Lo de Madrid y Barcelona me parece demasiado complejo como para que me resulte atrayente.
    Sin embargo diré que entre una ocurrencia y una idea que se puede llevar a cabo y resulta eficaz, económicamente, práctica y que dure en el tiempo, hay un trecho.
    A seguir pensando !!!
    (No olvides lo de la mala utilización de los servicios sociales y sus recursos, que de eso sabes un rato. )

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    1. Son deportes distintos, aunque la ley no lo sepa y trate de la misma forma a un municipio con un millón de habitantes que a otro con ciento cuarenta vecinos.

      Aún así, y aunque se jueguen en campos diferentes, la liga es la misma: Servicios públicos, idea de municipio, espacios compartidos, redes en las que integrarse… La liga es la misma.

      Coincido contigo en que ser alcalde de tu pueblo es de los mayores honores que se pueden conceder a una persona, eso sí, con vocación de servicio público, que van quedando menos. Lo malo es, en esto como en todo, que cada vez es más difícil encontrar a personas con la formación y las ganas que hacen falta para una dedicación tan exigente. La formación política es rarísima ya: la desinformación a la que estamos sometidos y la falta de interés en ella de los partidos, hacen que haya que buscar con lupa a la gente con criterio formado y con capacidad para irlo formando a medida que avanzan los acontecimientos.

      El asunto de los servicios sociales es verdad que da para reflexión aparte. Abusones y consentidores de abusos, políticas viejas y con poca dotación… También hablaremos de ello.

      Un abrazo, Pepe. Seguimos, ¡seguimos!

      Muchísimas gracias.

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  2. Filosofía y política, que buen cóctel para una transformación. La fuerza de las ideas frente a lo groserías de lo logros. La capacidad de creer o de hacer creer que podemos ser más, de que el compromiso de todos nos puede hacer alcanzar metas colectivas frente al asfalto, a la foto de la inauguración, o a la economía.
    Pensar y creer frente a hacer y poder ( en sus dos acepciones). ¿Por qué y quién ha querido que sean excluyente?

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    1. Hacer es muy complicado. En la Administración pública todavía más, sujeta como está a tanta rigidez contractual y, en general, en toda su actividad. Pero lo verdaderamente difícil es idear. Para eso es para lo que hacen falta genios.

      Lo malo es que, por muchas ideas que tenga, por genial que sea la persona que está llamada a regir los designios de la colectividad, o te sabes rodear de un equipo de hacedores o estás jodido.

      Yo pensaba que para esto valían los partidos políticos. Pero ya dudo hasta de esto. Quiero decir que hace falta una estructura muy grande para gobernar, muy bien engrasada, muy experimentada (lo sé, lo sé, la experiencia se adquiere), muy coordinada y muy alineada entorno a unos objetivos muy definidos.

      Y ahí es dónde yo veía coincidir el pensar y creer con el hacer y conseguir al que te referías. Nadie se ha atrevido a decir abiertamente que sean excluyentes… pero nadie se empeña en hacerlos coincidir. Otra cosa es que alguien sí haya querido que lo sean. Y lo ha conseguido.

      Un abrazo, Ricardo. Gracias por ayudarnos a entender este mundo tan raro.

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  3. Probablemente has dado la clave en el artículo, hoy casi cada concejal quiere ser Pascual o Tierno y, en general, se olvidan de la necesidad de que haya Ernest y Barrancos. Cada concejal lanza sus ideas a los cuatro vientos, divergentes con la de la concejalía de al lado, y más en gobiernos en coalición, pero se echa de menos una visión común y esas ideas sin un desarrollo y una ejecución se quedan en meras ocurrencias.
    Si todo es pendular, habrá que esperar. SI no… yo que sé
    PD. Toda generalización es mala, empezando por esta.

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    1. Toda generalización es mala, pero esta se acerca mucho a lo que, en mi opinión, está pasando en las ciudades en España.

      Aquella guerra sin cuartel a los «reinos de taifas» que se construían dentro de las administraciones públicas de toda naturaleza, en los que cada jefecito hacía y deshacía sin importarle un pimiento los objetivos de la organización en su conjunto, parece que la hemos perdido. Y ahora cada taifa gobierna su cachito con soberanía plena y sin que, en este caso el alcalde, tenga verdadera autoridad sobre sus concejales ni estos obedezcan a un proyecto colectivo.

      Parecen ser diez ayuntamientos dentro de cada Ayuntamiento, como si la movilidad no tuviera que ver nada con la cultura o los deportes con las infraestructuras de la ciudad o con el transporte público. Cada uno a por su titular en la prensa o a tuitear su idea genial y propia… y desconectada.

      Debe ser muy difícil ser alcalde así. Y debe ser muy muy difícil intentar poner en marcha un proyecto colectivo. Y todo se hace aburrido, de carril, rutinario.

      ¡Gracias Mitin! No arreglamos nada pero, por lo menos, nos damos cuenta de que no estamos solos… Hay más que piensan en esta clave. Aunque no sean muchísimos.

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  4. Tengo la impresión de cada vez quedan menos Genios, sobre todo menos con vocación por el servicio público. Los que quedan trabajan para Google por 10 veces, o 100, lo que ganarían en política, y si a alguno le sobrará la pasta y quisiera intentarlo, ya se encargará quién manda de verdad de que fracase cuanto antes. En realidad la felicidad de la plebe no parece nada rentable. Menos para Google, estos prestan un gran servicio público, gratis y se hinchan a ganar dinero. A ver si le ponen nombre a un asistente de voz y lo ponemos como alcalde.

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    1. Desde luego lo haría mejor que Álvarez del Manzano, por poner como ejemplo a una de estas amebas que ha puesto el PP a gobernar Madrid.

      No sé de cuánto hay más, si de los pocos genios que nos van quedando o de lo mucho que ponen los que mandan de verdad por que no asomen la cabeza por ningún lado.

      No sé si la atonía general de las cosas, encubierta por el muchísimo ruido que hace la política que nos ha tocado vivir, es consecuencia de una aguda estrategia de los que mandan de verdad o es que realmente estamos tan escasos de ideas que nadie puede poner el acento en ninguna.

      O sea, que no sé nada. De nada… Pero pero todo esto que sucede no nos lleva a ningún sitio más que al aburrimiento, al acomodamiento, a conformarnos con que no pase nada, mientras, al menos, nos dejen transitar por nuestro barrio, aparcar más o menos cerca de casa, beber agua del grifo, coger el autobús. No mola. No mola nada. Pero aquí seguimos.

      Gracias, Javier. Un beso fuerte.

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  5. Hoy se me pasó el tiempo en contestarte a este acertado comentario sobre los alcaldes pasados y presentes , Ana botella muy maja la señora pero la colocaron de alcaldesa para colocarle un buen sueldo y así seguir la familia Aznar llevándose el dinero a cambio de nada yo la hubiese querido ver de alcaldesa en mi pueblo sin cobrar nada de nada y dedicándole muchas horas en defensa de los intereses de sus ciudadanos.
    Es verdad las leyes para los alcaldes son las mismas para Barcelona que para mi pueblo la Ada Colau trabaja bastante menos que el de mi pueblo y gana muchísimo más puesto que el de mi pueblo solo cobra con el orgullo y satisfacción de haber cumplido con los ciudadanos , cuando un vecino le agradece cualquier gestión realizada se siente mejor pagado que ninguno de ellos , claro es vocación de ayudar a los suyos no tiene intereses económicos ni televisivos .
    Un saludo

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    1. Vayamos por partes…

      ¿Hay peluquería en tu pueblo? ¿Cómo va entonces Ana Botella a ser alcaldesa de allá?

      Los Aznar nos jugaron una buena a los españoles y me temo que aún nos la siguen jugando en segunda generación, pero eso ya lo sabremos. Esas grandes alcaldías tienen mucho jugo que sacar para quién sabe sacarlo, a cambio de no tocarle los cojones a los poderes fácticos de las ciudades que gobiernan. Grandes ciudades, cero ideas. Cero proyectos vividos en las últimas décadas, excepción hecha de esos urbanísticos que generan tantos y tantos y tantos beneficios en todos los órdenes menos en el bienestar de los ciudadanos.

      No es lo mismo que ser alcalde de tu pueblo. Ni de lejos. Ni se parece. Pero… veremos cuanto dura y veremos, cuando se harte, como encontramos uno que lo sustituya. Ya hablaremos de eso, de los alcaldes de pueblo. Ya veremos cómo conseguimos que todos los pueblos rellenen sus listas electorales para el próximo turno. Son ocho mil. Y no sé si tenemos ocho mil sujetos dispuestos a cobrar cero euros a cambio de poner fama y fortuna en riesgo. Por más que la gratitud de los convecinos sea un pago en especia que satisfaga.

      Un abrazo, Juan Carlos. Ya sospechaba que no te pasarías… Gracias por encontrar el hueco.

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  6. El político, sea genio o no (aunque mejor si lo es) necesita de una estructura y organización política en la q apoyarse. Entre otras cosas para dedicarse a hacer aquello que ha imaginado (en el caso de que lo haya imaginado. Y me pongo envel mejor de los casos. Pienso en uno/a bueno/a). Sin esa estructura no puede hacer nada. Y esa estructura, esa organización, ese apoyo o soporte q le permite gobernar no existe. Los partidos suelen ser (se han convertido) en maquinarias para el torpedo y la destrucción o el derroque del que brilla, del que despunta.. y el que tiene alguna idea dedica más tiempo y esfuerzo a intentar sobrevivir entre los suyos q a llevarla a la práctica…y así nos va el pelo. O así lo veo yo…

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    1. ¡Pues da un miedo…!

      ¿Qué hemos podido hacer tan mal para que el servicio público se haya quedado tan lejos del objetivo de la política? Se ha hecho verdad que el enemigo es el del propio partido y que el del otro es solo el contrincante. ¡Bufff!

      Y, una vez que hemos caído tan bajo, ¿qué hacemos con el gobierno de las cosas públicas? Las ciudades, los pueblos, las provincias, los estados… ¿quedan ya huérfanos de la inteligencia de los hombres buenos que diseñen el futuro? ¿De verdad no da miedo?

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    2. ¡Pues da un miedo…!

      ¿Qué hemos podido hacer tan mal para que el servicio público se haya quedado tan lejos del objetivo de la política? Se ha hecho verdad aquello de que el enemigo es el del propio partido y que el del otro es solo el contrincante. ¡Bufff!

      Y, una vez que hemos caído tan bajo, ¿qué hacemos con el gobierno de las cosas públicas? Las ciudades, los pueblos, las provincias, los estados… ¿quedan ya huérfanos de la inteligencia de los hombres, de las mujeres, que diseñen el futuro? ¿De verdad no da miedo?

      Todas las energías se consumen internamente en las organizaciones, donde las hay y, donde no las hay, en fuegos artificiales que no conducen a ningún lado. Nosotros ni siquiera estamos en la ecuación, más allá de las meras estrategias electorales.

      Definitivamente, acojona.

      Un beso muy grande, Olga. Gracias por venir.

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