El hombre que nunca se equivocaba.

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Pero no es que nunca se equivocara, es que se recuerda a sí mismo como el Gran Hacedor. No es que no se equivocara él, es que se equivocaron todos los demás. Y lo siente. Lo siente “por ellos y por el daño que han podido causar”.

Así se despacha el presidente Aznar en una reciente entrevista en la Cadena Ser. Con un par.

“No existe política más acertada que la Atlántica desde la II Guerra Mundial”. “Es (la política atlantista) la historia de la libertad, la historia de la prosperidad, la historia de la expansión de la democracia en el mundo del bienestar; el mundo de la seguridad está vinculado a toda la política atlántica; ser partícipe de esa política atlántica es lo mejor que pude hacer; sigue siendo la más interesante para España.” Porque Aznar no tiene que pedir disculpas por aquella foto de los tres de Las Azores (de la que ya se han arrepentido públicamente los otros dos), sino al contrario:

“No voy a pedir disculpas por defender el interés nacional de España. Lo he dicho muchas veces y lo repito ahora: el interés nacional de España pasaba por no dejar a los Estados Unidos solos en esa situación, por no abandonar la política atlántica. Me acompañaron esa decisión dieciocho países europeos y por lo tanto no voy a pedir disculpas por eso. No hubo errores”. Porque las armas de destrucción masiva, si bien no estaban, se las esperaba. Y él lo sabe.

Y reflexiona sobre Cataluña con la autoridad de quién propuso a Jordi Pujol formar parte de su gobierno, enumerando con rotundidad los acontecimientos: “Uno, un golpe de Estado; dos, una intervención del Rey muy importante; tres, una reacción espectacular de la nación española; cuatro, una agrupación de fuerzas constitucionalistas; quinto, una intervención legítima del Gobierno; sexto, una acción de la justicia, que no es poca cosa, en poco tiempo.  Todo esto parte fundamentalmente, tiene su origen, en que hemos sufrido un golpe de Estado”. Porque todo lo que sucede es ajeno a él mismo, porque nadie avivó aquellas ascuas y mucho menos él mismo. Así que no se equivocó mientras se convertía en la mayor fábrica de independentistas que ha nutrido jamás el separatismo catalán. De hecho recuerda con arrobo el pacto del Majestic con el que declaró unilateralmente concluso el desarrollo del estado de las autonomías. No se equivocó cuando dijo hasta aquí hemos llegado y todo lo demás será malo para España. “Yo dije públicamente: hemos completado el Estado de las autonomías. A partir de este momento todo lo que se quiera ir más allá va a ser discutir sobre la autodeterminación”.

Aznar no se equivocó al nombrar a Rodrigo Rato vicepresidente del Gobierno; se equivocó el buen Rodrigo al hacer cosas que no debía. No se equivocó invitando a Rafael Correa a la boda (¡y qué boda!) de su hija, porque no le invitó él. No se equivocó al consentir que su partido se financiara irregularmente, porque ¡cómo iba a ocuparse él de asuntos de orden tan doméstico!

Aznar, el presidente cuya liberalización del suelo provocó la mayor burbuja inmobiliaria que ha visto España, que bloqueó el desarrollo autonómico cercenando cualquier intento de modificación de los estatutos de autonomía por los que ya se clamaba en los territorios (polvo del que vienen estos lodos), el que malvendió la mayor parte de las empresas públicas rentables que había en el país, el que presidió un partido financiado en “B” gran parte de cuyos altos cargos están ahora procesados o condenados por corrupción, el que desvió hacia el eje atlántico su política exterior convirtiendo a España en blanco preferente del terrorismo de origen islamista, ese, sigue encantado de haberse conocido.

O quizás no tanto. A lo mejor en ese permanente afán por reivindicarse a sí mismo que sólo él practica, se esconde un oscuro complejo de señor bajito, mediocre y tirando a feo (a pesar de los fornidos abdominales que mostró en alguna foto tomada al descuido), que no consiguió el premio Carlomagno, ni la medalla del Congreso de los EE.UU. Que vivió tras la estela de grandes personajes en su entorno familiar, en su mundo político, en Europa, en España. A lo mejor el diagnóstico clínico de un buen psicólogo nos desvelaba alguna patología que más nos hubiera valido que se tratara mientras sacaba a relucir lo peor de cada ciudadano y exacerbaba las diferencias entre los “españoles de bien” y todos los demás (entre los que lamentablemente me incluyo).  No puedo olvidar aquella despedida suya en el Congreso de los Diputados cuando se disponía a dejar la Presidencia del Gobierno por voluntad propia tras el fin de su segundo mandato y se dirigió únicamente a los parlamentarios de bien: A los de su bancada.

¡… Tanta ruindad!

El dibujo es de mi hermana Maripepa.

13 respuestas a “El hombre que nunca se equivocaba.

  1. Aznar solo se equivocó en una cosa: se equivocó de pais. Iba para líder mesiánico y se quedó en lider persiánico.
    Si hubiera nacido en otro pais y otra época hubiera tenido estatuas montado a caballo, con una espada desafiando al viento y una capa arrebolada.
    Pero tuvo la mala suerte de nacer en España.
    Aquí no reconocemos la gallardía de sus actos y lo intrépido de su figura….. o si. Recordemos que su señora fué Alcaldesa de la capital del Reino por el mérito de edtar casada con su marido y que sus actos casi superaron la sin razón de este.
    Aunque lo mas triste es pensar que, seguramente, volvería a ser presidente de volverse a presentar.
    ¡¡ Pais!!!

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    1. ¡Ni lo mientes…! Volvería.

      Es curioso que sean personajes de esta catadura los que se suelan llevar los gatos al agua. Él mismo y su propia señora (aunque esta nunca ganó unas elecciones) representan una parte bien negra de la democracia española. Y ahí lo tienes, orgulloso de su gestión y, seguramente, uno de los políticos mejor valorados por su público.

      Resulta curioso que jamás hable bien del que fue su partido (ellos sí que se equivocan) y que en plenas elecciones catalanas solo se le ocurra hablar bien de Albert Rivera que, como él mismo recuerda, tiene más votos allá que el PP.

      En fin, doctores tiene la Iglesia. Si hubiera nacido en otro país… ¡Ojalá hubiera nacido en otro país!

      Un abrazo, Pepe. Gracias por venir a glosar con nosotros esta figura «esencial» de nuestra historia reciente.

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  2. ademas de no equivocarse era PERFECTO y muy habilidoso haber que ser humano es capaz de hablar sin mover el labio superior , de magia , como todo lo que rodea a ese pequeño gran hombre que le susurraba a los burros ( por que a los caballos no alcanzaba) deberiamos estarle agradecido en vez de criticarlo por su buena labor que hizo en defensa de españa en el conflicto americano, y ademas el no tiene por que saber si sus colegas del pp son corruptos de eso el no se encargaba , ya vale de echarle las culpas a la mierda del niño,menos mal que era pequeño que si llega a medir 2 metros nos hace de bailar aun mas en la cuerda floja , este señor con frase permanente cuando estaba en la oposicion «vayase señor gonzalez» .
    vamos a dejarlo descansar en paz ( no lo tomeis por lo malo ) con sus clases y sus asesorias con las que ahora es feliz.

    buenos dias

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    1. ¡Váyase, señor González! ¡Rodrigo y yo operaremos el milagro!

      … Y lo operaron… ¡Vaya que si lo operaron!

      A eso de «no lo sé, yo no me ocupaba», se le llama comunmente «hacer una infanta», pero a él le funciona maravillosamente bien, por lo que se ve.

      En fin, yo le dejaría descansar en paz. Estoy dispuesto a hacerlo en cuanto él me deje descansar a mí y deje de hablar de sí mismo como de la cuarta persona de la Santísima Trinidad.

      Lo siento: No lo soporto.

      ¡Gracias, Juan Carlos! Veo que coincidimos en la apreciación. Ahora, cazar… ¡no cazas!

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  3. Una gran estupidez, genera un gran ego y el ego de Jose Maria es infinito , según el ahora se dedica a la inteligencia artificial, con un poco de suerte igual le pueden hacer un trasplante y se da cuenta de lo que realmente a hecho y como le ven los que no son del P.p. Además casi todo lo que gana ahora se lo gasta en financiar a las Faes, para darse la razón a sí mismo.
    A mi me parece muy enternecedor, es como un abuelito o un catalán contando la historia como le viene bien y diciendo tu no has pasado una guerra, nadie le hace caso igualico que a Felipe Gonzalez.

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    1. Jarrones chinos… Este, en concreto, jarroncito chino.

      Mi tío Rafael (que era un hombre sabio) decía que el Juicio Final va a consistir en que los tontos se van a dar cuenta de que lo son… ¡Y entonces vendrá el crujir de dientes!

      Este se paga una organización para poder discursear y los medios de comunicación le siguen dando bola. Cómo me gustaría estar presente en ese juicio final, cuando de verdad se vea con los ojos que le miro yo.

      En fin, un sujeto despreciable al que su gran estupidez ha generado un gran ego.

      Insoportable…

      Un abrazo Miguel Ángel. Fuerte. Nos vemos pronto.

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    1. Yo ya quisiera… ¡Es que no puedo!

      Es que me irrita… Ya sé que el problema es mío, que podría, simplemente, cambiar la emisora y escuchar Cadena 100, pero ¡no puedo!

      De todas maneras voy a intentar hacerte caso y, simplemente, jugar a que ya pasó… Es lo más higiénico, lo sé. Pero no prometo nada.

      ¡Gracias Mitin! En serio, me lo voy a tomar como propósito para el año próximo. Un abrazo enorme.

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  4. ¿Os lo imagináis bajo palio? ¿0 montando en Babieca señalando hierático un horizonte que sólo él ve? ¿No se os remueven las carnes?
    Claro que los dioses y héroes son así. Nada hubiera sido igual sin él. Un señor bajito, con bigotito fascistoide, que los hados pusieron a disposición de un país y una sociedad perdida a la que debía señalarle el rumbo: el de las penurias, el de la división, el de la injusticia, en suma el del ridículi, en suma un país a su imagen y semejanza.
    Y lo peor, para muchos, el mejor de los presidentes. Da ganas de llorar.

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    1. Eso de la división me llama poderosísimamente la atención.

      Es difícil ponerlo en pie tantos años después, pero este tipo sacó lo peor de cada uno de nosotros, resucitó la imagen de las dos españas, que ya parecía superada, separó a los españoles de bien de los otros y, sin ningún pudor, declaró en público que gobernaba para los unos y no para los otros…

      Sorprende que para muchos (por cierto, muchos) sea el mejor presidente de la democracia. Ya sé que cada uno piensa lo que piensa y que nadie es quién para juzgar tal cosa, pero ¿qué verían en ese tiempo? ¿y qué ven ahora, con la perspectiva de haber visto su partido convertido en el más corrupto de Europa?

      ¿La «autoridad» con la que se producía? Esa que le llevó a definir a ETA como «movimiento del liberación del pueblo vasco…?

      No sé… no lo entiendo.

      En fin, «cosas veredes». Él seguirá en su tronito y nosotros asombrándonos de su capacidad para seguir convenciendo a tantos.

      Gracias, José Ricardo. Un abrazo enorme. Vamos a hacerle caso a Mitin y a hacer como que no lo hemos oído.

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  5. Lo desbarató todo. Lo manchó todo. Creó odio. Se burló de todo y de todos. Todo a su alrededor se convirtió en basura. Nos llevó a la ruina. Se metió donde ningún español se quiso meter y lo pagamos bien caro. Y, nos los lo vais a creer, pero he llegado a escuchar en varias ocasiones que ha sido el mejor presidente de la democracia española. Ahí es “na”. El mejor gestor económico de un país. Bueno… pues eso.

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    1. El milagro económico.

      Lo hemos oído, sí. El gran Rodrigo Rato. Su equipo de ministros… Oreja, Rajoy, Tocino, en fin ocho años (sobre todo cuatro) en los que solo recuerdo ese odio. Esa forma de gobernar para los suyos, aquella Ley de Educación… Esa soberbia cretina en sus discursos. El desprecio a todo lo que no dominaba. Lo dicho. El mejor presidente de la democracia.

      Él lo sigue creyendo. Y desprecia a los suyos porque les falta eso que a él le sobraba (huevos, supongo). Su nuevo fetiche: Albert Ribera. A ver por dónde nos sale.

      Gracias, Luisa. Nos gustaría pensar que todo ha terminado, pero ya veremos. Un beso muy grande.

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