¡Educación!

No es que ande yo clamando (que también) porque la derecha se reconvenga y deje de tirar coces contra todo lo que se menea, sea hombre, mujer o pájaro, siempre que pueda perjudicar los destinos patrios ahora que andan en manos del PSOE. No es eso.

Es que se ha presentado en sociedad el proyecto de la nueva Ley de Educación y este país vuelve a tener la oportunidad de lograr un Pacto de Estado en torno al asunto de más importancia que, en la práctica, se puede debatir.

El proyecto ya está en manos de los grupos parlamentarios y de las grandes asociaciones de madres y padres de alumnos que, como era de esperar, lo han recibido con desigual aplauso.

Un poco de memoria: Desde 1970 hasta nuestros días, se han sucedido SIETE leyes, que hubieran podido ser ocho si la llegada de Zapatero al poder en 2004 no hubiera abortado la entrada en vigor de la que en 2002 redactó el Gobierno de Aznar. La última vez que el Estado estuvo a punto de lograr un Pacto Educativo que conformase a todos los sectores implicados y terminara con el desconcierto en las aulas que produce la volatilidad de esta regulación, fue de la mano del ministro Gabilondo (Ángel) durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, pacto que De Cospedal (María Dolores) recientemente fulminada de las filas populares por un quítame-allá-esas-conversaciones con el tal Villarejo, se encargó de dinamitar. No lo hizo fracasar por la mala calidad del texto o del acuerdo, sino porque la cercanía de las elecciones de 2011 hicieron aconsejable no darle aquella baza a las izquierdas con tal de no poner en riesgo la mayoría absoluta que finalmente obtuvo el Partido Popular. La educación, lo que se dice la educación, a esta señora (y al partido en cuyo nombre actuaba) le importaba un huevo.

Para demostrarlo, apareció el ministro Wert, el nefasto Wert que, sin encomendarse a Dios ni al Diablo, impuso a la comunidad educativa una de las leyes que más contestación han provocado en la historia de España. Tan tan tan mala, que a estas alturas todavía no ha habido acuerdo para implantarla del todo y tiene algunas prescripciones no incorporadas a la praxis académica, tales como las reválidas, por poner un ejemplo.

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Ahora, la ministra Celaá lanza un nuevo proyecto de ley orgánica que quita la Religión de las aulas, incorpora la Educación para la Ciudadanía (con un nombre más moderno), ordena los criterios de admisión en los centros, homologa los currículos para que el final de la enseñanza obligatoria converja en la misma titulación académica. Una apuesta para revertir los recortes que introdujo el PP, por la educación pública, por la no discriminación y la igualdad en el acceso a los centros, por el papel de la comunidad educativa incluso en la elección de los directores.

Ciudadanos ya ha dicho que es un insulto a la inteligencia (como si todos fueran hijos de la mismísma ‘Ley Wert’. Podemos, de momento, o no sabe o no contesta. Y el PP debe estar acopiando todo tipo de armamento, mejor cuanto más pesado, para preservar la insultante intromisión de la Iglesia en las escuelas, para proteger la cuenta de resultados de los muchos negocios educativos que florecieron al amparo de su regulación, para asegurar que sus hijos y solo sus hijos tengan acceso a esa instrucción de calidad que permitirá que continúen ocupando el lugar de preeminencia que ellos y solo ellos deben jugar en la economía, en las finanzas, en la industria, en la gran empresa, en la Administración, en la sociedad.

Un país en el que el fracaso escolar está cifrado en el 30% del alumnado, o sea, en el que uno de cada tres niños está repitiendo curso o simplemente se la ha pegado, no se puede permitir el lujo de que los partidos políticos se llamen a andanas cuando se planea la negociación de un pacto por la educación. Sacar la Religión de las aulas (al menos convertirla en no obligatoria y no evaluable) no puede enfurecer a la CONCAPA por muy católicos que sean, olvidando que nos encontramos en un país aconfesional; imponer la asignatura de Valores Éticos en un mundo en el que la violencia machista se cobra tantas víctimas, no puede volver loca a la derecha; la recuperación de principios como el de igualdad, el de no segregación, el de democratización de los centros, no se puede discutir sin ruborizarse. Pero, sobre todo, negarse a un acuerdo para no darle ‘puntos’ al partido que lo propone, aunque este sea el PSOE, es un lujo que este país nuestro no se puede permitir.

Una ley educativa por gobierno, ni es la manera, ni hay país que lo soporte sin sufrir las consecuencias desastrosas que en el nuestro padecemos.

Más allá de lo que está pasando en la Justicia, que no es manco, más allá de las grabaciones de Villarejo, más allá de la oportunidad electoral de ganar dos puntos porcentuales en la intención de voto, la obligación de los partidos políticos es alcanzar un acuerdo que ponga la Educación donde tiene que estar, que es, en mi opinión, por encima de todo.

Suerte, ministra Celaá. Necesitamos mucho que la tenga.

El dibujo es de mi hermana Maripepa.

12 respuestas a “¡Educación!

  1. en la educacion la religion debe ser libre aquellas personas que quieran tomar clase de religion lo veo perfecto, pero las que no se les `puede obligar.
    bajo mi punto de vista tenemos mucho donde debatir para solucionar los numerosos problemas que nos afectan a la ciudadania, y no quiero que nadie se ofenda la religion para mi no lo es
    centremonos todos los partidos en solucionar lo importante y despues tocamos otros puntos, claro el de la religion es un punto muy importante para criticar y utilizarlo politicamente estos señores de la mano en el pecho en misa y las senoras con peineta en las procesiones, debe ser que como tienen tantos «pecados» les reconforta el golpe en el pecho y salen mas liberados, y asi pueden encargar espiar a personas pero la conciencia se les queda tranquila, repito no tengo nada en contra de la religion pero que no me la impongan.

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    1. La religión mejor en las iglesias. Y las clases de judo, en el gimnasio, las de violín en el conservatorio y así…

      ¿Cómo podemos sostener que estamos en un país aconfesional, cuando cedemos al Obispado plazas de docentes y obligamos a nuestros escolares a examinarse de semejante asignatura?

      La señora esta de la peineta, que entre golpe de pecho y golpe de pecho desbarató el acuerdo con Ángel Gabilondo y después se dedicó a encargar dossieres a diestro y siniestro lo sabe muy bien: Ni una baza al PSOE. Y sus ministros del Opus a imponer leyes a la sociedad sin ningún pudor.

      En fin, tengo pocas esperanzas en que el actual PP, más a la derecha que en tiempos de Aznar, tenga la más mínima voluntad de acordar nada.

      No les preocupa lo más mínimo la educación: La de los suyos está a salvo porque la pueden pagar y la de los demás no es su problema. La cambian por mantener los privilegios de la Iglesia y los negocios de sus protegidos.

      Y así nos luce el pelo.

      Un abrazo fuerte, Juan Carlos. ¡Gracias!

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  2. Y donde los contenidos sean igual para Todos ,veraz para todos. Que todos los padres tengan derecho a elegir el centro donde quieran formar a sus hijos. Justo, lo siento ,por desgracia no pasará.

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    1. No. No pasará. Yo también lo pienso.

      Pero ¿no sería todo un lujo? ¿No se lo deberíamos exigir a nuestra clase política de una vez? ¿No tendremos ya derecho a una Ley Educativa (así, con mayúsculas) decente y duradera?

      ¡Quimeras…!

      ¡Gracias, Chelines! Un beso fuerte.

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  3. Pues si, yo fui repetidor en el maravilloso e ínclito Instituto Cervantes de Madrid, con su verja, apoyo de tantos puestos de El Rastro. Cuarenta y dos alumnos por clase. Como para no repetir; sobre todo si estabas del veinte para abajo ya eras «carne de cañón» , nos llamábamos por el número.
    Era técnico en segundas oportunidades, vamos de examinarme en Septiembre.
    Las leyes ayudan pero sin medios son inútiles. Para mi Gabilondo fue un ministro que supuraba espíritu académico. Alguien que habría hecho mucho bien a muchas generaciones.
    A todos, cuando nos conceden el novel en nuestro discurso recordamos aquel maestro que nos motivó. Yo creo que por la vida de mi generación pasó algún maestro de la Institución Libre de Enseñanza, pero iban con las manos atadas y amordazados.
    Si recuerdo un profe de academia para repartidores., el era estudiante de filosofía y me enseñó latín. Me enseñó en dos meses lo que no había aprendido en dos años. Me dió para hacer mi exámen y el de dos compañeros
    Con el tiempo y veinte años dando clase me ha dado para entender que cualquiera puede aprender, solo necesita la persona adecuada y un poco de atención cómplice.
    Feliz domingo

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    1. Un buen maestro… ‘la satisfacción de volver a casa con una lección bien sabida’. Supongo que a todos nos ha pasado, a pesar de los pesares.

      Reivindicar al docente como pieza clave, formarlos como se forma a un ingeniero y poner a su disposición los medios necesarios para que hagan su trabajo…

      ¡Qué grande sería una sociedad bien formada…! y qué pequeña una clase política que no le da importancia.

      Al fin y al cabo, es el futuro. Pero es un futuro que trasciende a los cuatro años a los que alcanza la visión de un político mediocre. Así que… No sucederá.

      Un abrazo, amigo Javier. Gracias por dejarnos tu reflexión cada semana.

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    1. ¡Desde luego!

      Consultar a los docentes es crítico. Y no tengo ninguna duda de que una ley que no esté consensuada con el sector está llamada al fracaso.

      A parte de la «CONSULTA PÚBLICA PREVIA SOBRE UN ANTEPROYECTO DE LEY ORGÁNICA DE MODIFICACIÓN DE LA ACTUAL LEY DE EDUCACIÓN» que ha estado expuesta hasta ayer, todas las organizaciones que forman parte de la llamada ‘comunidad educativa’ están llamadas por el Ministerio a hacer todo tipo de aportación. Es imprescindible contar con ese consenso y la actual ministra -espero- no caerá en el error de hacer caso omiso.

      Muchas gracias, Pedro. ¿Participarás? ¡Un abrazo!

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  4. Se presenta el prollecto de una nuheva leí de educación, creo ke la quinta leí de educación socialista en poco más de 25 años, espero ke sea definitiba y realmente sirba para helevar el nyvel de las ahulas.

    Parece que el PSOE continúa dando pasos hacia una verdadera sociedad de izquierdas: la religión va a salir de las aulas. ¡Por fin! Solo espero que la nueva asignatura, creo que se llamará “valores cívicos y éticos”, no se convierta en la catequesis de una nueva doctrina.

    De todas formas, hasta que no lo vea no me creeré que los crucifijos vayan a salir de las aulas porque a pesar de que media España es de izquierdas, renegando de la religión y la iglesia, la gran mayoría de los padres continúan apuntando a sus hijos a religión en las aulas, al bautizo, a la comunión, a la boda…

    Es curioso que los postulados de la religión Católica sean tan de izquierdas y la izquierda de este país reniegue tanto de la Iglesia. Quizá sea porque la Iglesia lleva veinte siglos con el “haz lo que yo diga pero no lo que yo haga” (los partidos de derechas, especialmente al PP, llevan la frase en el ADN).

    Sin embargo, hay que recordar que en muchas ocasiones también a los partidos de la izquierda les pasa lo mismo que a la iglesia con relación a sus respectivas doctrinas: sus postulados están llenos de justicia, de igualdad social, de amor al prójimo, de valores morales… y luego no los cumplen.

    Lo digo porque la educación privada no es exclusiva de la derecha, hay muchos dirigentes de izquierdas que han estudiado en colegios privados y que llevan a sus hijos a la privada para “…que continúen ocupando el lugar de preeminencia que también ellos saben jugar en la economía, en las finanzas, en la industria, en la gran empresa, en la Administración y en la sociedad”. Por ejemplo: Zapatero, Bono, Manuel Marín, Rubalcaba, Montilla, Pedro Sánchez, etc, etc, etc…, además, creo que muy a menudo han estudiado en colegios de curas.

    Justo, también quería aprovechar para comentarte algo sobre lo que escribiste el pasado 28 de octubre “Preguntas difíciles”. Me hice todas esas preguntas que formulabas y llegué a la conclusión de que yo también soy de izquierdas.

    …Y te aseguro que si tuviera la suficiente pasta para no ser temeroso del futuro, por ejemplo para acudir sin problemas a la sanidad privada en el caso del derrumbe de la sanidad pública, para que mis hijos pudiesen vivir mejor que yo aunque no encontrasen un trabajo digno o para poder llenar de gasoil sin problemas el depósito de un Mercedes de alta gama, sería aún más de izquierdas. Mucho más.

    Un abrazo.

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    1. Querido Lorenzo:

      A pesar del cuidado cinismo que practicas (dicho sea en estrictos términos filosóficos), ya te avanzo que si tu preocupación es poder llenar de gasoil un Mercedes de alta gama, no debes preocuparte demasiado por tu condición de hombre de izquierdas.

      Los recelos que te plantea el nuevo proyecto de Ley de Educación son los mismos que a todos. A mí, en concreto, lo que más me preocupa es que se apruebe con consenso político y de la comunidad educativa suficiente como para que nos dure más de 5 años y asegurar que un nuevo Gobierno de signo distinto no se tome como primera tarea derogarla, cambiarla.

      Independientemente de lo que haga la gente en su casa con sus hijos, sus comuniones, sus bodas y sus bautizos, creo que sería altísimamente conveniente que los curas salieran de las aulas. Se puede no estar de acuerdo con esto (el PP y sus ministros del Opus Dei, sin ir más lejos, no lo están) pero es difícilmente discutible desde un pensamiento mínimamente progresista.

      Respecto de las escuelas a las que han ido nuestros políticos… Lorenzo, por lo más grande… Mira a ver cómo era la educación en el tiempo y en el territorio en el que cada uno de ellos iban al cole. A lo mejor descubres que no se pueden comparar las cosas que no son comparables. Te recuerdo que el Seminario era una de las pocas salidas que la gente con pocos posibles tenían para que sus hijos pudieran estudiar. Y no estoy muy seguro de que eso descalifique concretamente a nadie.

      La sandiad pública no se va a derrumbar. Ni siquiera el PP lo ha conseguido. Pierde cuidado, no tienes que hacerte de izquierdas.

      Un fuerte abrazo, amigo. Ya sabes que me encanta no estar de acuerdo contigo.

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