Un pederasta bajo la sotana

Desde que mi inteligencia desdeñó toda creencia en seres sobrenaturales, extracorpóreos, dotados de atributos universales (bondad universal, maldad universal, omnisciencia…), me he preguntado alguna vez sobre la diferencia entre un clérigo y una persona que no lo es, entre una monja y una profesora de instituto, entre un obispo y un administrador de fincas.

No puedo hacer esta comparación entre miembros de culturas religiosas diferentes de la católica pues, siendo yo nacido en España en los años 60, me ha tocado participar de esta y de ninguna otra más, ello porque, como es sabido, la religión única y verdadera es aquella que se practica en el lugar en dónde naces y todas las demás no.

Uno, por su formación y por la tendencia ideológica que profesa y en que milita, tiende a pensar que aquella diferencia es ninguna, pues hombres y mujeres todos participamos de la misma condición de ser humano y la absoluta igualdad entre ellos es irrenunciable. Dejamos aquí al margen los condicionantes anatómicos que el género impone primero y los económicos que clase social propicia después, a pesar de que esa conciencia de clase esté desaparecida para mayor gloria de las más altas, que tanto celebran que todos hayamos creído pertenecer a estas.

Deberíamos concluir, pues, que la diferencia entre una monja y un profesor de instituto es realmente ninguna, excepción hecha de las obligaciones que impone la consagración de las primeras a la vida conventual (tan distintas de las que impone la docencia pura y dura), consecuencia de la militancia en una organización de formato medieval que discrimina a las mujeres sin ningún pudor, las aísla del mundo dejándolas en una posición tan duramente cercana al tratamiento sectario y les impide el acceso a la práctica totalidad del oficio religioso.

Mas ya ha advertido el Papa (anteayer) que ‘todo feminismo termina siendo un machismo con falda’, así que abandonaré la línea expositiva de la discriminación por razón de género, por no verme yo obligado a depilarme las piernas mañana para salir de casa, al pasar esta oración al participio activo.

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Los varones que se consagran al Dios de la cristiandad tienen, sin embargo (como en la vida), diferente trato. Ellos no solo se diferencian de ellas en que pueden impartir los sacramentos, ascender en el escalafón, disfrutar de riqueza y boato y vestirse de rojo con capelo y puntillas. Ellos pueden, además, incurrir abiertamente en según qué delitos arriesgándose, a lo más, a un traslado de parroquia. Pueden encubrir los delitos de sus iguales y, cuando se trata de abusos, violaciones a menores, incluso les da algún punto. Hay que ver lo práctico que resulta a estos sujetos lo del secreto de confesión.

(Siempre me ha chocado que la disciplina de la Santa Madre Iglesia fuera tanto más inflexible con los curas comunistas que con los curas pederastas, y que la protección que ofrece a su membresía no operase en ese primer supuesto, siendo lícita su persecución en cualquier circunstancia.)

Y esta licencia para delinquir diferencia a los clérigos no solo de sus iguales féminas (aunque aquí el término ‘iguales’ mueva a risa), sino del resto de la humanidad.

Así, si se descubre a un docente (por continuar con el ejemplo) abusando de sus alumnos, se le viene, como de suyo, el mundo encima y todo el peso de la Ley cae sobre su persona que se verá obligada a cumplir condena, abandonar su profesión y cargar con el estigma para el resto de sus días.

Sin embargo, el tratamiento de idénticas conductas (en este caso perpetradas de modo universal y continuado) por parte de la clerecía está dando lugar en estos días a una sesuda reunión vaticana, presidida por Su Santidad, en la que casi doscientos hombres de Dios y una mujer, provenientes de todas las partes del mundo, estudian medidas para combatirlas (o no), repudiarlas (o no), denunciarlas a las autoridades estatales (o no).

En este bendito foro (la cosa no es que dé risa, es que sería para descojonarse si no fuera porque se trata de lo que se trata) el cardenal O’Malley (lo sé, lo sé, sí, el de Boston) ha propuesto nada más y nada menos que ‘tolerancia cero a la pederastia’ en todas las diócesis del mundo. Y lo grande, lo más grande, es que el asunto se está discutiendo esta mañana de sábado, mientras escribo atónito estas letras, porque la curia no parece estar del todo de acuerdo con tan radical medida. Queda así de manifiesto que príncipes de la Iglesia opinan que la tolerancia a la pederastia debe ser distinta de cero, esto es, debe tener valor. La pederastia, en suma, se debe tolerar en alguna media, opinan estas personas de moral execrable.

Desolado, concluyo que no, que no todos los hombres somos iguales, ni siquiera ante la Ley. Que los hombres (subrayo hombres) de la Iglesia tienen derecho, siempre según la propia Iglesia, a no ser tratados como los seglares ante la comisión de delitos tan deleznables como este sobre el que tratamos. Que por abusar de menores o violar a niños o a niñas no se juzga igualmente a unos que a otros.

Desolado, digo, en nombre de las decenas de miles de víctimas, porque este es un derecho que yo no quiero para nada.

El dibujo es de mi hermana Maripepa.

8 respuestas a “Un pederasta bajo la sotana

  1. Con la iglesia hemos topado amigo Sancho, no puedes comparar los delitos de un cualquiera con los del clero son delitos santos, no quiero con mi comentario herir la sensibilidad de algún lector de la entrada de hoy , no creo en estos seguidores De la Iglesia, simplemente por que son personas normales ( no los pederastas) pregunto? E que se diferencia un cura e un profesor de autoescuela, fontanero , agricultor o hasta me atreveria a decir secretario municipal a lo que voy los curas hombres las monjas mujeres , bueno p? Por que no puede tener una ida como otro cualquiera? Se podría casar con mujer o con hombre y seguir siendo curas o monjas , seguro que tendríamos menos pederastas y ahora voy con la ley el pederasta cura , fontanero o herrero tienen que tener el mismo tratamiento leña al mono y que paguen todo el año que producen a jóvenes indefensos, me voy a reservar lapenaqueyo les pondría

    Seguro que hoy tendre muchas faltas estoy escribiendo desde el teléfono y las teclas son muy pequeñas para mis dedos.

    Buen domingo y os dejo que voy a misa de 10

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    1. No sé, no sé, pero creo que hoy tampoco nos vamos a encontrar en misa de 10…

      Y contra violación… ¡castración! cantábamos de más jóvenes (ahora ya sabemos que eso no se puede decir en alto, aunque se piense un poco).

      La verdad es que estoy un tanto escandalizado por lo tibia de la actitud de los 190 curas que andan reunidos en el Vaticano. Los pobres no creen en la tolerancia cero… ¡que insulto a la inteligencia de los seres humanos! Que comprensivos se han vuelto con los pecados de la carne esta cuadrilla de hipócritas…

      En fin, para quien crea que es una cosa muy difícil, baste recordar lo firmes que su pusieron (y lo efectivos que fueron) cuando contra lo que tocaba luchar era contra la teología de la liberación.

      Tanta laxitud me hace sospechar si todos todos (los 190) estarán libres de pecado, porque la primera piedra no parece que la vayan a tirar.

      Un abrazo, amigo. Atentos a las resoluciones que anuncien esta tarde. Pero contra la violación…

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  2. He leido el articulo tres veces, no hay por donde pillarlo.
    Quiero decir que estoy de acuerdo al cien por cien y que mas se puede decir.
    Solo discrepo en algo que me ha tocado la fibra (óptica). Has comparado un Administrador de Fincaa con un obispo. No.. un Administrador tiene un poco de obispo un poco de monja y un poco de Profesor de Instituto. Y un montón de cosas mas. Lo se bien, trabajé treinta años en su Colegio Profesional.
    Ten cuidado tanto «o no» es sintoma de comenzar a cuestiinarte todo mas que Koprotnik, en casa Pedrito.
    Yo no ae para que ha reunido a todos, será quizás parar mirarles a los ojos, si es por eso no ha hecho otra cosa.
    Eso de que: » lo que dice el Papa va a misa» parece ser que no funciona cuándo a los de púrpura les afecta a sus «cataplines» .
    Yo no sé que tienen que discutir tan sesudamente. El que la hace que la pague delante de un juez y punto. Y que le caiga encima toda la Ley.
    Ahora mismo acabo de escuchar en la radio que en el caso de abuso de menores la iglesia debe ayudar al abusado. Para mi mejor que se estén quietos y que dejen a los profesionales, la justicia y los padres. Mejor que no la lien mas que bastante han hecho.
    Pues nada feliz domingo primaveral.

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    1. También completamente de acuerdo.

      No sé si la Iglesia está en posición moral de ayudar al violado-abusado-agredido, pero es una forma muy cómoda de intentar ‘reparar el daño causado’. Coincido plenamente en que el daño causado lo debe determinar la Justicia y no el agresor, siendo que la Historia ya ha demostrado sobradamente que el agresor es la Iglesia.

      Lo mejor, quitarse de en medio. Y cuánto mejor aún si, ya que ella no se quita, fuera el Estado el que la hiciera desaparecer de una puta vez.

      Harto de los desmanes de la Santa Madre Iglesia… como un buen administrador de fincas.

      Un abrazo, amigo. Muchísimas gracias por dejarnos tu opinión.

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  3. Suscribo tu artículo, Justo. Solamente una apostilla. Siendo tremendos los abusos, quizás lo que más sobrecoge, lo que los hace más atroces, es el encubrimiento. La acción de unos pederastas, al fin un número finito, atajable si se quiere por la vía judicial, pero como atajas el encubrimiento de toda una organización, el mirar para otro lado, el premiar, como a Maciel, el ningunear a las víctimas, todo en nombre de preservar privilegios, de una liturgia vieja y corrupta.

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    1. Es verdad.

      Falta el terror de los niños, el abuso consciente, la mentira, el hacer daño a propósito, el encubrimiento cómplice, el asco, el silencio, el ninguneo, la impotencia…

      Falta describir el empoderamiento viciado de una casta corrupta que protege sus intereses opacos ante víctimas que claman inútilmente una justicia que a estas horas ya sabemos que no han conseguido.

      Hemos escuchado avergonzados al jefe de la cosa diciendo palabras y palabras que no aportan nada después de la pomposa reunión de los hombres de Dios. Así que no solo tienes razón, sino que la vas a tener por mucho más tiempo. Quizás otros veinte siglos de abusos. O quizás pase algo antes que nos libre de esta pesadilla de los dioses.

      ¡Qué hartura, amigo! ¡Qué puta hartura de privilegios innombrables!

      Un abrazo enorme. ¡Gracias!

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