Cosas que importan

Otras veces eran los estudiantes los que con sus protestas, manifestaciones, algaradas, influían o intentaban influir en el devenir de los pueblos, condicionaban las decisiones políticas, impulsaban los avances. La sociedad, como individuo universal, los respetaba, los escuchaba, los alentaba, se solidarizaba con sus reivindicaciones.

Las protestas estudiantiles conformaron el mayo francés y la resistencia antifranquista no organizada, por ejemplo. Chicos barbudos, leídos, intransigentes, dueños de una verdad que estaban dispuestos a defender contra viento y marea.

Hoy se crece más despacio.

Los estudiantes se nos antojan niños sin opinión a los que escuchan mamás y papás en su reivindicación sempiterna sobre la paga del domingo. A lo sumo, se los ve en las manifestaciones organizadas contra las reformas del sistema educativo que, como han sido tantas y tan nefastas en su conjunto, les han dado repetidas ocasiones para manifestar su protesta. Y poco más.

Quienes toman las calles ahora son los ‘indepes’, los chalecos amarillos, los empleados de grandes empresas en procesos de regulación de empleo, los españoles muy españoles que claman por su dios, por su patria, por su rey. Los estudiantes o no están o vienen con papá y mama vestiditos de domingo.

Sin embargo (¡oh prodigo!) están. Y sin embargo (como hubiera dicho Galileo), se mueven.

Les importa aparentemente un huevo el aforamiento de los cargos públicos o la inversión en I+D+I; no les preocupan las cifras de crecimiento económico ni que este sea negativo; no reaccionan ante la reforma del mercado laboral, ante el derrumbe del sistema de pensiones, ni ante la regresión social que parece pretender algún sector de la política.

Les importa el futuro. El de verdad. Les importa el planeta.

img-20190316-wa0012.jpg

El 15 de marzo de este 2019 los estudiantes del mundo entero han tomado las calles. No ha hecho falta, como antes tampoco la hacía, la convocatoria de las organizaciones sindicales o políticas, gubernamentales o no. Ha sido con la única llamada de una niña de 16 más bien flacucha, para gritar algo tan sencillo, tan drástico: ‘ni un grado más; ni una especie menos’.

Luego se harán mayores y las cifras del paro o el precio de la vivienda de alquiler se convertirán en su obsesión. Ahora son solo estudiantes, viven en casa al abrigo amable del entorno familiar y su compromiso no es ni con la patria ni con el entorno inmediato de su vecindario. Su compromiso es infinitamente más agónico: es con la tierra.

‘Ni un grado más; ni una especie menos’.

Hagan algo de una vez gritan: el planeta se muere, no hay plan(eta) ‘b’ y ellos, al parecer solo ellos, lo saben.

Los estudiantes han vuelto a la calle. La cosa tiene arreglo.

 

El dibujo es de mi hermana Maripepa.

4 respuestas a “Cosas que importan

  1. Yo siempre he tenido claro que la solucion es la gente joven chicas y chicos que hartos de ver como dilapidamos nuestro pais alzan la voz para que nuestros gobernantes sean capaces de rectificar o de los demas se lo hagamos ver en el unico sitio que es efectivo en las urnas y como bien dicen su prioridad es salvar la tierra ojala lo consigan y los demas los apoyemos para que sea posible.

    buen domingo caluroso

    Le gusta a 1 persona

    1. La verdad es que yo tenía muy pocas esperanzas puestas en el compromiso de los jóvenes hasta este día 15.

      Es cierto que en las dos últimas grandes manifestaciones del 8M, han sido chicos y sobre todo chicas muy jóvenes las promotoras, organizadoras y participantes masivamente pero, con todo, esta última del viernes me ha parecido realmente esperanzadora.

      Volvamos a confiar en nuestros jóvenes. Parece la única salvación… ¡si es que esto hay quién lo salve!

      Gracias, Juan Carlos. Fortísimo abrazo.

      Me gusta

  2. Esperanza siempre, pues siempre en cualquier momento puede estallar la insurgencia. Pero, al menos en mi caso, siempre cercano al movimiento ecologista, con mucho recelo. Vi muchos intentos de muchas cosas que acabaron en nada. Habrá que ver en qué se sustancia, cuánto hay de fondo y cuánto de marketing de algunos medios. Estos chicos crecerán y alguien les dirá: «es el mercado, amigos». Y a otros los invitarán a «cañas por España» (a los nuestros al menos) para que solo piensen en gilipolleces.
    Cuidar el planeta y tomar medidas contra el cambio climático a nivel mundial, desde mi punto de vista, pasa por dos imprescindibles; parar nuestro crecimiento demográfico y desacelerar la economía. Creo que todas las élites lo saben, pero prefieren no hacer nada al respecto, porque si le dices eso al pueblo no te votan. Y así seguimos, como un tren acelerado que sabe que el puente al que se dirige está roto. Frenar traería consecuencias, así que ya caeremos al río. Luego que se salve el que pueda. Deseando equivocarme.
    Saludos.

    Le gusta a 1 persona

    1. Completamente de acuerdo contigo.

      Hemos visto generaciones y generaciones de jóvenes que al crecer han ‘comprendido’, se han acomodado, comprado su piso, su coche, su gran televisor… Lo llamábamos ‘aburgesarse’. Es verdad.

      Pero es que, hasta aquí, ni siquiera los habíamos visto ‘inconformistas’ en su juventud, revelarse contra nada que no tuviera que ver con la fiesta del próximo sábado si la autoridad osaba prohibir el botellón.

      Estoy completamente de acuerdo en que frenar el cambio climático exige tomar decisiones que nadie parece ir a tomar, por impopulares, precisamente, para esta sociedad aburguesada que no está dispuesta a renunciar a nada.

      Aún así, es un soplo de esperanza fresca ver que esta generación se tira a la calle en demanda de esto tan elemental, con tanta fuerza, con tanta ‘globalidad’.

      Yo también espero que te equivoques. Aunque mucho me temo que estés, fatalmente, en lo cierto.

      Un fuerte abrazo. Gracias por aportarnos tu reflexión, José.

      Me gusta

Deja un comentario