Notre Dame

En la madrugada del 25 de agosto de 1988 se iniciaba el incendio que, prácticamente, acabaría con el bario lisboeta de El Chiado y gran parte del de La Baixa. La vieja Lisboa lloró durante años.

En abril de 2003 la Biblioteca Nacional de Bagdad fue víctima de los bombardeos y el saqueo de sus fondos hasta perder más de un millón de libros. La memoria de Mesopotamia, cuna de la civilización que conocemos, desapareció entre cenizas ante la mirada impasible de los soldados norteamericanos que custodiaban la ciudad.

En mayo de 2015 la milicia terrorista de Estado Islámico arrasó Palmira, en Siria, icono de la multiculturalidad, que fuera capital del imperio que le dio su nombre durante el reinado de Zenobia en la segunda mitad del siglo III. Trípoli y su población todavía están bajo las balas.

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Este lunes ha ardido la Catedral de Notre Dame, en la isla de la Cité, mismo centro de París, ante la mirada impotente de quienes por allí pasaban y a pesar del trabajo del cuerpo de bomberos de la ciudad que se afanó en su tarea apenas minutos después de que diera comienzo el desastre.

Y así, poco a poco, nos vamos quedando solos. Huérfanos de nuestra historia, del conocimiento, de los rastros que nos cuentan de dónde venimos, cómo fuimos, qué explica nuestra sociedad (si es que esto se puede explicar de forma alguna).

Notre Dame se empezó a construir hace casi mil años y, como dijera Victor Hugo sobre París, pertenece al género humano. Igual que pertenecen al género humano los viejos barrios de las ciudades, los vestigios de las civilizaciones que nos preceden o los libros. Miles de años del relato de quienes somos se desvanecen en apenas unas horas y con ellos se desdibuja un poco nuestra condición humana.

A lo mejor solo un poco, o muy poco. Aun así, ver cómo se venía abajo la aguja de la Catedral, más allá del culto al que esté consagrada, fue como ver caer un poco de la humanidad sobre las cenizas del tiempo.

Nos lo merezcamos o no, tenemos que querernos más. Al fin y al cabo somos más frágiles de lo que nos parece: hasta esos pilares que nos trascienden, que nos trasmiten la serenidad de lo que permanece, se pueden convertir en humo.

Tenemos que querernos más: la humanidad no tiene más amparo que la humanidad misma.

El dibujo es de mi hermana Maripepa.

13 respuestas a “Notre Dame

  1. Hace un rato he visto una foto de una playa repleta de gente y con todo el suelo lleno de basura. En el pié de foto ponia: la huella del ser mas peligroso del planeta.
    Parece ser que los Pirineos tienen la misma densidad de micro plasticos que cualquier mar u océano.
    Eso nos afecta a todos, una catedral ardiendo que visitaban 13 millones de personas, cobrando la visita, un pingüie negocio, es un mal menor. Mas con la insultante rapidez con la que se ha ofrecido una cantidad insultante de dinero para restaurarla.
    Seamos demagógicos sin complejos, con la posibilidad de un 60% de desgravación fiscal.
    Ayer sábado estuve viendo Los Miserables. .no se porqué el lunes, inmediatamente al enterarme del incendio, fué lo primero que me vino a la cabeza.
    El Cristo de Velázquez que hay en el Prado fué un encargo real para un convento que habia en el barrio de Malasaña de Madrid, donde al parecer, el rey acudía a solazarse con una o varias monjas, pues el convento tenia una bien ganada fama de promiscuidad y el Cristo fue una especie de acto de contriccion producido por un engaño urdido por las monjas para que no fuera tanto a joder…literalmente..
    Asi se crea cultura.
    Los cementerios están llenos de personas imprescindibles y alguna que otra catedral, es ley de vida. En el pueblo de mi madre en Burgos, hay una iglesia pequeña, humilde, con una puerta gótica que tecuerda a la de Notre Dame. Esa ya se puede caer que da igual. Mas demagogia sin complejos..es domingo de resurrección. . a ver que pasa…

    Feliz dia…

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    1. No ha habido sorpresas: ha resucitado.

      No discutiré contigo el hecho de que sean infinitamente más importantes las personas que las catedrales, aunque sea ley de vida que las personas mueran y las catedrales no tanto.

      Tampoco discutiré que hay más dramas que el incendio de una catedral (hoy en Sry Lanka están pasando cosas muchísimo peores), ni que la Iglesia estuviera lucrándose con el negocio de Notre Dame.

      Tampoco voy a discutir que la condición humana es la que es y que a nuestros grandes benefactores les mueven más las tripas las piedras que las personas… Ya lo sé.

      Pero que la humanidad pierda Notre Dame, en sí mismo, es un drama universal. No es demagogia. Esas piedras eran de todos aunque las explotaran solo unos pocos. Y en gran parte ya no están.

      Un abrazo, Javier. Muchísimas gracias por tu punto de vista. Y… cuida mucho de la iglesia del pueblo de tu madre: Seguramente también es de todos.

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  2. Una pena cuando se pierde una joya arquitectónica de un inmenso valor , una desgracia causada por cualquier accidente aparentemente sin importancia se convierte en una catástrofe con esas tragedias perdemos todos, aunque algunos se vallan a la playa, pero la vida sigue y al igual la misma rutina.
    El jorobado el más perjudicado.

    Buen domingo fresco y lluvioso.

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    1. El bueno del jorobado ya no podrá esconderse entre los maderos de las cerchas de la vieja techumbre y ahora la reconstruirán con panel sándwich, que no es lo mismo.

      Es verdad, la vida sigue. Esto aparentemente no nos va a afectar en nada. Y también es verdad, como decía Javier, que hay dramas mucho más terribles.

      Yo, sin embargo, me siento un poco más huérfano.

      Un abrazo, amigo. ¡¡Gracias!!

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  3. Seguro que no debemos olvidar tantas injusticias: Yemen, Somalia, Sri Lanka, los migrates de tanto países, las muertes en el Mediterráneo,…. Seguro que esa vergüenza nos perseguirá. Pero cuando pasa un hecho como lo de Notre Dame, por acción, por desidia, cálculo u omisión, también algo se rompe, porque, al fin, también eso somos nosotros o, mejor dicho, por eso, también, somos nosotros.

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    1. Intento separar esta catástrofe de otras peores y más grandes, porque, en sí misma, me parece catastrófica.

      Lo que la rodea también es fatal: la falta de empatía de los seres humanos con la humanidad lo es. Lo es que se recauden cientos de millones en apenas unas horas para este drama, mientras que para otros de naturaleza igualmente catastrófica pero que tienen que ver con los seres humanos, la respuesta es infinitamente peor…

      Pero, tal como dices, cuando pasa algo como esto se rompe algo que también es importante. Por eso mismo: porque nosotros somos también por eso.

      Gracias por decirlo tan bien.

      Un abrazo muy fuerte, José Ricardo.

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  4. Tengo sentimientos encontrados.
    Una catástrofe sin duda, probablemente aumentada por obra y gracia del directo, signo de nuestro tiempo. Pero imposible no comparar las reacciones con casos similares como los que nombras. Imposible no comparar su importancia en función de la geografía. Imposible no comparar su impacto, principalmente sentimental en tanto que elemento histórico y cultural, con las catástrofes medioambientales a las que asistimos a diario y que poco a poco degradan nuestra casa (el planeta) poniendo incluso en riesgo nuestra propia subsistencia sin que nos escandalicemos. Y me lleva a reflexionar en como habrá afectado la cosa a cualquier abuelete de cualquier pueblecito que ni sabe de la existencia de esa catedral.
    En fin, que tengo sentimientos encontrados ante el accidente y sobretodo ante las reacciones.
    Saludos.

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    1. Supongo que algo muy similar nos pasa a todos.

      Y nos desespera ver lo fácil que resulta a la Catedral de Notre Dame conseguir los fondos necesarios para sus reconstrucción y lo difícil (cuando no imposible) que resulta reunirlos para fines infinitamente más humanitarios…

      Pero, independientemente de las circunstancias que rodean a todos estos acontecimientos, a pesar de que haya una infinidad de personas que ignoren hasta qué punto les afectan estas desapariciones a ellos y a las generaciones venideras, la desaparición de la Catedral de París es un drama en sí mismo. Y el que haya otros aún mayores, no le resta un ápice al dramatismo. Y que los ricos del mundo estén dispuestos a sufragar su reconstrucción y no a subvenir gastos de muchísima mayor importancia, no le quita ni un poco del dolor que produce ver desaparecer la Historia.

      No podemos criticar que los ricos quieran pagar la reconstrucción de Notre Dame. Debemos criticar que no se mueva su conciencia ante otras catástrofes…

      Para mí, el incendio del lunes pasado resultó desolador. Y cada uno de los demás dramas a los que asistimos, también. No los comparo.

      Muchísimas gracias por tu comentario, José. Esperamos verte más por aquí, ayudando a todos los que somos a hacer criterio sobre las cosas que importan.

      Un abrazo.

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