No pactarás

El panorama político no puede estar más enrarecido. Ni más entretenido.

La fuerza de los hechos nos ha demostrado que la palabra dada no tiene por qué tener una fecha de caducidad superior a un día, y que la vigencia de los principios políticos (sobre todo en las organizaciones políticas sin principios) no alcanza para mucho más allá de un mes. Hemos llegado a interiorizar que esto no es ni bueno ni malo, que simplemente es verdad.

Y lo hemos asumido sin acuerdo previo, sin debate social. Se ha colado de rondón en nuestra cultura política; ni bueno ni malo: solo verdad.

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Si siempre fue verdad, por poner un ejemplo, aquello de que la política hace extraños compañeros de cama, Ciudadanos ha hecho de este aserto su leitmotiv. Insisto, hemos hecho el ejercicio colectivo de comprender al pobre Rivera y convenir que no importa que se desvele como un hombre de la extrema derecha compartiendo la almohada con Abascal. Ello aunque esa imagen quede tan lejos de aquella otra de limpio joven demócrata que nos presentaba desnudito cuando era más pequeño. Igualmente hemos comprendido que, aquello de que venía a regenerar el país (él solo) y que jamás, jamás, se acercaría a un partido que tuviera a uno solo de sus miembros imputado (hoy investigado) en sus filas, no era más que una bravuconada de juventud, una de esas cosillas que se dicen cuando se te calienta la boca y aún eres pequeño para frenar tu incontinencia verbal. Una bravuconada que no empece en absoluto, claro, su vocación de pactar con el PP de Madrid, aunque este atasque por sí solo los juzgados de la plaza de Castilla.

Lo grande es que ¡oh prodigio! lo hemos asumido sin más, sin más análisis, sin más discusión, solo a fuerza de colarnos sus inconsistencias intelectuales en el comedor de casa vía telediarios. ¿Palabra dada? ¿Principios políticos? ¡Naderías!

Los vaivenes del PP, ora ultraderecha, ora derechita cobarde, ora otra vez ultra, pasan más desapercibidos porque su propia locuacidad ya nos advertía de Pablo Casado (el pobre) que era un hombre sin palabra ni principios (también sin cultura política, ni de la otra, pero ese es asunto distinto). Nada esperábamos de él. Ahora está acojonado y no sale al balcón de Génova por si alguien se da cuenta del hostión que se ha metido en los dos procesos electorales en los que ha abanderado a su formación, pero el hermanamiento con Vox le viene de suyo: en definitiva cuña de la misma madera, que no es que encajen bien (siempre se dijo que no había cuña peor), pero hacen que la estrategia se comprenda sin problema. La necesidad de conservar la silla de la quinta planta justifica por sí misma las tropelías que está cometiendo su formación en el Ayuntamiento de Madrid. Eso sí, es tan poco inteligente (nadie esperaba sorpresas en ese sentido) que está poniendo en juego los acuerdos en la comunidad autónoma.

Vox no. En el nombre de Vox siempre se dice lo mismo. El problema es lo que se dice, pero nunca engañan. Son quienes son y vienen a lo que vienen. Lógico parece que no se dejen ningunear por quienes necesitan sus apoyos y los pretenden conseguir a hurtadillas, sin que se vea, sin que se note, sin que traspase… No, no: yo te doy mi apoyo, pero tú me haces concejal o consejero, te haces la foto conmigo y quitas ese banderón gay de la fachada del Ayuntamiento, que para banderas ya está la de España. En suma, mariconadas las justas, que aquí estamos nosotros para contenerlas. Con un par.

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El asunto Pablo Iglesias… El asunto Pablo Iglesias es que ha sido como más suavecito. Más el resultado de una metamorfosis kafkiana que de una inconsistencia intelectual. Como no puede ser de otra manera, a Pablo Iglesias el sillón no le importa nada (¡!). Nada (¿?). Lo que le importa es el concepto, el programa. No es que esté dispuesto a favorecer un adelanto electoral porque le quieren dejar sin su carguito, no. No es eso. Es que al no ser él mismo ministro de España, ¿quién podrá garantizar un Gobierno de progreso en el país? ¿Quién? ¿Qué votante de izquierdas comprenderá jamás que Pedro Sánchez se atreva a intentar regir en solitario los destinos patrios sin el recto sostén de Podemos, verdadero guardián de las esencias de la izquierda? ¿A quién quieren engañar con esto del gobierno de colaboración? No. No es el ministerio lo que ocupa a Pablo Iglesias, otrora autonombrado vicepresidente y ministro del interior con mando en plaza sobre el Centro Nacional de Inteligencia y la televisión pública. A Pablo lo que le importa es el concepto. Y, oye, también: también lo hemos dado por bueno y no nos partimos de risa cuando lo escuchamos en su lloriqueo falsamente humilde, asegurando no creer posible que Sánchez se equivoque tanto como para forzar unas nuevas elecciones, con el disgusto que él se llevaría (y lo mal que le dan las encuestas). ¿Alguien podría pensar que lo que en realidad le pasa a Pablo Iglesias es que mucho se teme que, o consigue algo de Sánchez (un ministerio mismo), o se lo zampan vivo? ¡No! Claro que no.

La cosa es que de pactar ni hablamos. Pedro Sánchez se ve fuerte (además de guapo) y con suficiente cuajo como para gobernar el solo. Lástima que, además de cuajo, que eso ya ha demostrado que sí tiene, no le acompañen también una docenita más de diputados que le permitieran comparecer a una investidura en el Congreso con un poco más de solvencia.

Las tres formaciones de extrema derecha tienen más facilidad para llegar a acuerdos (o para fingirlos) si esto les vale un número suficiente de fichas en el juego del poder. No solo para pactar o simular pactos: también para vetar y, lo que es aún más grande, para juzgar la categoría política de los socios que se buscan los demás. Ellos pueden perder y gobernar si la aritmética les da y ya no llaman a eso ‘gobierno de perdedores’ como hacen sin pudor ninguno cuando la izquierda hace lo propio, lo llaman ‘el inicio de la reconquista’.

Pero la izquierda no sabe. No sabe. No sabe.

¿Hay quien lo entienda?

Los dibujos son de mi hermana Maripepa. Como ayer se durmió sin hacer los deberes había aprovechado uno de Rivera, más antiguo, muy adecuado para la ocasión. Pero ya tenemos el de hoy.

7 respuestas a “No pactarás

  1. Veo que comienzas tu entrada dandole pistas a la iglesia para nombrar un nuevo mandamiento » NO PACTARAS Y MENOS CON EL PSOE» la palabra ya no cuenta, tenemos un dicho muy utilizado en politica y en cualquier ambito que dice » como no soy rio me vuelvo» pues eso,sobre rRivera lo comente en muchas ocasiones es un encantador de serpientes que esta manjando muchas cestas a la vez y alguna le va a morder y como no tenga preparado el antidoto lue puede costar la muerte (politica claro) Casado y el pp un barco que va a la deriba ( de eso de barcos entiendes mas que yo) y se agarra a cualquer puerto a cualquier isla a cualquier arrecife aunque no tenga faro, pero no se pongan nerviosos señores de Vox que todavia no han transcurrido los 20 dias para nombrar las concejalias.

    con pablo iglesias estamos muy equivocados y no sabemos ver la relidad de sus intenciones, su unica intencion es a costa de lo que sea favorecer los intereses de todos los Españoles dejando se la piel en ello aunque tenga con desgana de sentarse en un sillon de ministro, algo que aborrece pero si es por el bien de España lo que haga falta.

    Buen domingo.

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    1. ¡Lo veo! Lo veo… Si es por el bien de España, el sacrificado de Pablo Iglesias aceptará incluso un cargo de ministro, por más que deteste el boato y la pompa.

      Al mandamiento, ciertamente, le falta el predicado. ¿Con quién no hay que pactar? ¡Pues con el PSOE! Complemento directo.

      Pero creo que no hace falta que la Iglesia lo promulgue… Ya se han ocupado los próceres de la derecha de dejarlo por escrito.

      Y mucho menos con Sánchez, que les debe parecer la misma encarnación del Mal. ¿A quien se le ocurre subir a 900 euros el salario mínimo sino a un hijo de Belcebú?

      Se han equivocado… Y solo espero que les salga mal (aunque no apostaré por ello…)

      ¡Gracias, Juan Carlos! Un abrazo fuerte.

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  2. Me parece una mamarrachada de principio a fin, con todos los respetos y que atropella, la más simple lógica. Pero cada uno se engaña como quiere, los hay que llevan hablando de un paraíso más de 2000 años.

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  3. Me gusta jugar al póker on line. Sin dinero, con los garbanzos de toda la vida. Poker Texas Hold’em por supuesto.
    Jugar sin dinero es mas complicado, si pierdes, salvo la honrilla no pierdes nada. Eso hace que los jugadores apuesten mas a lo loco. A veces pierdes manos que sabes que si realmente estuvieran «los garbanzos» los de verdad, los de comer, el otro jugador se habría comportado de forma mas prudente.
    A estos políticos que les permitimos todo como niños mal criados que les vamos a pedir. Si hacen eso, juegan con nuestros garbanzos no con los suyos. Para que van a «foldear» (tirarse). Ellos quieren llegar hasta la última carta (river) porque les sale gratis. Ya pagamos nosotros.
    Decir que la ambición en política es justa es ir ya por mal camino. Yo no creo que la ambición case bien con el codo con codo y el trabajar para el bien común.
    Te has dejado pasar un detalle genial, una entrevista que le hicieron al candidato a la CAM de Ciudadanos.. Se llama Aguado, el apellido le va que ni pintado. Dijo dos palabras en una entrevista que le hicieron en la Ser. Dijo: EL QUE
    El contexto fué el siguiente: el dice que Angel Gabilondo, en un ejercicio de responsabilidad, debería abstenerse con todo su grupo. Entonces la periodista, con toda su lógica, le pregunta: entonces cree que Ciudadanos debe también abstenerse en la investidura de Sanchez en el Congreso. La respuesta del aguado este es esa: EL QUE, para a continuación ponerse a explicar porqué lo que acaba de razonar para la CAM no sirve…Sanchez se da lengua con terroristas y separatistas. .y UP claro.. entonces como ellos van a votar eso. Así con toda su cara. Ese «el que» está al mas alto nivel cospedaliano.
    Luego tienes que ver las subidas de sueldos de alcaldes concejales y puestos de libre designación. Verás que la política al final es comer todos los días cigalas de tronco con guarnición de carabineros y llegar a fin de mes con el sueldo íntegro tal como llegó la transferencia. En esos niveles por supuesto. Que panolis hay en todas partes

    Feliz y fresquito domingo.
    No es una ola de calor, ni cambio climático, es que se han quejado porque el agua de las piscinas estaba muy fría aún y han puesto la calefacción a tope para que se calienten.

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    1. Bien traído el ejemplo de los garbanzos. De los garbanzos de los demás, claro, porque los propios garbanzos se cuidan de otra manera.

      Hacer política es, en efecto, algo muy parecido a administrar garbanzos ajenos, con los que juegas a voluntad y los que mucho lamentas perder, si es el caso, pero que arriesgas sabiendo siempre que los tuyos, los que realmente te importan, están a salvo.

      Deberías poner todos tus garbanzos en mi cocido, porque los de enfrente no saben cocinar. O… saca tus garbanzos del menú y deja que los míos llenen la mesa para que solo yo decida los platos en estos próximos años.

      Todo el mundo parece tener todos los argumentos (hasta el de Cs de la Comunitat Valenciana) para defender que su menú es el único.

      Y el juego no tiene riesgos: la carne que se está poniendo en el asador es la de los que no estamos invitados a la mesa. Y nos dejarán lo que les sobre de su juego de niños.

      Lo jodido es recordar que hemos sido nosotros los que hemos elegido a los jugadores. Por eso juegan en nuestro nombre y se creen (se saben) con derecho a ello.

      Gracias, amigo.

      Un fuerte abrazo.

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