La convención

Pablo Casado, el pobre, buscaba innovar con esa convención nacional ambulante que ha diseminado su ridículo por media geografía española.

Las cosas, pobre, no han podido salirle peor.

No sé cuál es el momento en el que un dirigente político con dignidad (no digo que sea el caso de Pablo Casado, el pobre) debe abandonar el cargo y repetir la célebre frase regia de “Lo siento; me he equivocado; no volverá a ocurrir”. Lo que sí sé es que hay algunos trances que invitan claramente a hacerlo y la convención esta le ha brindado una docena larga de ellos.

Si Casado, el pobre, dice por ejemplo «Lo que queremos hacer es tomar los buenos ejemplos de gestión. Los buenos ejemplos, siempre basados en unos principios y unos valores compartidos» refiriéndose a Nicolas Sarkozy y al día siguiente al tal Sarkozy lo enchiqueran por corrupto, es un buen momento: Lo siento; me he equivocado; pero no se preocupen que yo ya me iba.

Esto fue en Santiago de Compostela, pero aún le esperaba a Casado, el pobre, Valladolid, donde el mítico Alejo Vidal-Quadras (fundador de Vox, por mentar solo una seña) arremetió contra el estado de las autonomías asegurando que “cuesta reponerse al estupor que produce semejante ceguera», cuando escucha a destacados dirigentes populares referirse a la cuestión como un historia de éxito.

En Sevilla le esperaba Aznar. ¡Aznar! Principio y fin de la maldad, origen y razón de cuanto de asqueroso tiene hoy la política española, vino a Sevilla a darle un espaldarazo a su hijo político, Pablo Casado, el pobre, pero no pudo evitar sumarse a Isabel Díaz Ayuso, la hija política de Esperanza Aguirre que, durante su estancia en Nueva York vendiéndole a los medios españoles (los americanos no estaban) las bondades de Madrid, inició una batalla contra el indigenismo y contra el papa que nos llenó de alborozo. Aznar, con ese tonillo entre insolente y sabiondo que impulsa irremediablemente al bofetón, cargó contra el papa de Roma, contra el presidente Andrés Manuel López Obrador y contra el sursum corda, abonando la tesis de Ayuso de que “indigenismo es comunismo” y de que los españoles fuimos a la conquista de Las Indias a llevar la libertad. Tal nivel de idiocia es difícil combatirlo con palabras, así que Casado, el pobre, asintió y se sumó.

Mario Vargas Llosa, que es ciudadano hispano-peruano y premio Nobel de Literatura, no perdió tampoco la oportunidad de ridiculizar al partido con el que simpatiza desde siempre, a pesar de su momentáneo transfuguismo pseudocentrista hacia el Ciudadanos de Albert Rivera o la UPyD  de Rosa Díez. El autor de “La ciudad y los perros” se apeó con el aserto de que lo importante no es tener libertad o no a la hora de votar, sino votar bien. ¡Votar bien! No libremente, sino bien. Acojonante. El magnetismo del Partido Popular conduce a la melancolía: su capacidad para lo imbécil convierte a la estulticia a las mentes más brillantes. Y ahí tienen a Mario Vargas Llosa asegurando sin ruborizarse que la democracia no existe y que, votando bien (esto es, a la derecha reaccionaria mejor que a cualquier derecha que pudiera aspirar a un espacio más centrado) se evitarán los países pagar caros sus errores.

El PP nos regala más satisfacciones que la Santa Madre Iglesia.

Con todo, Pablo Casado, el pobre, no necesita de nadie para poner en ridículo a su organización y a sí mismo en evidencia. Hoy, en Cartagena ha insistido en propagar el bulo infame de que el PSOE no apoyo el voto femenino en sesión del día 1 de octubre de 1931, celebrada por las Cortes Constituyentes de la II República Española. Las redes han ardido llamándole de todo. Adriana Lastra le ha recordado en un tuit que 83 de los 161 votos a favor de la iniciativa procedían del PSOE. Recordemos que la cosa se ventiló a favor con 121 votos en contra procedentes en su mayoría (no se lo van a creer) del centro derecha. Pero Pablo Casado, el pobre, entre el analfabetismo funcional y el pillaje institucional con el que ejerce la oposición, sigue insistiendo, sin duda, pensando que si lo dice muchas veces la sociedad terminará por reprochar el PSOE lo que en realidad hizo posible.

Creyendo y tal

Y mañana ¡Valencia! La patria chica de la difunta Barberà y de los políticamente difuntos Francisco Camps y Eduardo Zaplana a quienes tanto deben (¡y tanto!) las arcas del partido y sobre los que levitará, elíptico, un sentido homenaje.

No correrán los fórmula 1 por el circuito urbano convertido en espacio para el chabolismo, ni atracarán en el lujoso Club Náutico  los flamantes veleros de la Copa América. Pablo Casado estará únicamente flanqueado por sus incondicionales, sin ninguna idea, reafirmando un liderazgo que solo puede ser suyo.

Porque ¿de quién si no?

El dibujo es de mi hermana Maripepa


8 respuestas a “La convención

  1. si nos entretiene como si fuese un bufon de la corte, pero ahí está con sus seguidores de derechas y por desgracia algunos de izquierdas, creando la mentira politica con tal de llevarse el gato al agua, y seguir viviendo a costa de el resto de los mortales, yo propondria aprender de otras paises y celebrar una segunda vuelta en la que se limpia la era antes de que sea tarde y la union de estos señores nos vuelvan a joder el sistema Español logicamente para los que nos toca trabajar y aportar para que ellos vivan a cuerpo de Rey. (Nunca mejor dicho si tomamos como referencia a nuestro Emerito).

    Vamos a darle una pensada a lo de la segunda vuelta.

    buen domingo

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    1. Al menos el que gobierna lo hace con comodidad y se pueden sacar proyectos adelante. Pero… ¡cuidado! igual salen más votantes de derechas que de izquierdas y esto les permite gobernar sin freno, en plan Aznar…

      No hay sistema perfecto.

      Lo que pasa es que este es un verdadero coñazo.

      GRACIAS, JUAN CARLOS

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  2. Ha sido memorable : acercar el circo a los ciudadanos. Ya teníamos claro las miserias de la política pero, hasta ahora, sólo podíamos verla por la tele o el móvil, pero esto de que te lleven la estulticia a casa es para patentarlo.
    Es la nueva forma de hacer política, a saber: un señor, quiero creer que demenciado, oponiendo libertad a voto libre; un señor cavernoso, torpedeando la política exterior, un payaso, poniendo en cuestión el futuro de las pensiones cuando ha sido el el que las ha vaciado ; un adivino poniendo como modelo al que está apunto de penar por sus tropelías….
    Y como no había números bastantes, una trapecista que, en mitad del espectáculo, se da cuenta que la única que está en el trapecio es ella y, por último, un coro de miserables que quieren cantarle a la cara a un buen número de ciudadanos que no, que lo suyo así lo ha querido dios y son, no se engañen unos «disminuidos»…
    Lo dicho, todo un espectáculo, penoso y triste pero espectáculo.

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    1. Es casi como lo de Cumbre Vieja: lamentas profundamente las consecuencias devastadoras, pero disfrutas del espectáculo de la naturaleza embravecida.

      ¡Cómicos! En gira.

      Ahora recuerdo a Fernando Fernán Gómez en El viaje a ninguna parte, declamando su «Señoriiiitooo» y veo claramente a Pablo Casado, el pobre, dándole la contraparte.

      Da como pudor ¿no?

      Un abrazo enorme.

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  3. Buenos días, este Pablo Casado, el pobre, no es el mismo que dijo que este PP no tenía nada que ver con el anterior y que vendían la sede de la calle Génova para desvincularse del pasado? Pues huele mucho a naftalina.
    Buen domingo, un abrazo

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  4. Tienes mucha razón: La convención nacional ambulante del PP ha hecho el ridículo en sus planteamientos, en sus invitados y… en todo.

    Respecto a la gilipollez del ¡votar bien! Solo es comparable a la que rebuznó Pedro Sánchez cuando dijo que se había vacunado del Covid a los españoles sin preguntarles a quién votaban (no recuerdo leerte analizando esta aportación tan interesante a la democracia).

    Estarás de acuerdo conmigo en que cada vez hay más políticos gilipollas diciendo gilipolleces (normalmente, de derechas).

    Un abrazo amigo Justo.

    .

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    1. Qué extraña inclinación tenes, amigo Lorenzo, a reprocharme que escriba sobre lo que yo quiero en vez de sobre lo que quieres tú. Me pregunto si no sería mejor que editaras tu propio blog y hablaras en él de tus propios temas.

      Pero entrando en el fondo del asunto, crees que todas las gilipolleces que pueda decir Pedro Sánchez lo quitan un ápice de filofascismo a las manifestaciones de Vargas Llosa sobre el voto en libertad o de José María Aznar sobre el indigenismo?

      Pues por eso lo digo.

      Abrazos y abrazos.

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