Johnson & Johnson’s

Dear Boris

Espero que al recibo de la presente te encuentres sereno, en el cargo y con salud en lo que quepa. Por aquí todos bien, a Dios gracias.

En España lamentamos mucho la persecución a la que te están sometiendo los medios y las redes, porque ya sabes que en esta tierra valoramos mucho a los transgresores y a los borrachines y votamos masivamente a las señoras que invitan a cañas, aunque cada uno (como en tus fiestas) se tenga que pagar las suyas.

Ya sabes, por tus experiencias como periodista y como premier, que los pueblos son desagradecidos y valoran lo que valoran (¿qué coño valorarán los pueblos?): lo mismo que te entronizan por cachondo mental, luego te reprochan un par o tres fiestecillas y unas cuantas mentirijillas de nada con eso de que no eran fiestones sino reuniones de trabajo que se fueron de las manos.

¿Qué querrían? ¿Que salieras a la palestra a confesarte como una beata entonando el mea culpa y contando que mientras se celebraban las honras fúnebres por el duque de Edimburgo (un filonazi, al cabo) y la Gran Bretaña soportaba un durísimo confinamiento, tú estabas celebrando en la intimidad la magnífica gestión del Brexit? ¡Insensatos!

No me explico que la ciudadanía, cegada por la envidia insana, no comprenda que no todos podemos ser lo mismo. Es igual, pensamos por aquí, que lo de Djokovic: ¡Por el amor de Dios! ¿Es que vamos a ser todos iguales? ¡Es el número uno del mundo! Pues podrá decidir él si se vacuna o no y a quién tiene el gusto de contagiar de lo suyo. ¿O es que vamos a obligar a vacunarse, también, al número uno del mundo? ¡Por favor!

Boris Johnson en una reunión de trabajo

Todos te admiramos mucho y fantaseamos con envidia (de la sana) sobre las fiestas del número 10 de Downing Street. De la misma manera deploramos la torpe actitud del Gobierno de Australia y del tuyo mismo, por la falta evidente de empatía que muestran con las circunstancias desiguales que suponen vuestros casos.

No es, con diferencia, lo que sucede con el ministro de aquí, este de Consumo, que se atreve a decir que la carne de animales maltratados en granjas de ganadería intensiva es de peor calidad que la de los animales criados, mismamente, en libertad. No puede ser lo mismo, porque el tontorrón lo dice en serio y decir la verdad, así en público, es de una falta de imaginación rayana en lo intolerable para un político, se ve.

No es igual, no puede ser igual.

Te cuento esta anécdota del ministro porque Novak, este comunista y tú mismo, sois los tres nombres propios de los que esta semana anda hablando todo el mundo por aquí, ya ves querido Boris, con qué diferentes proyecciones y consecuencias: tú grande entre los grandes (Trump, Bolsonaro, Orbán, Ayuso…), Djokovik un deportista de élite, un número uno y Garzón ¡un comunista!, todos en el mismo saco. Exigiéndole a unos ¡que su comportamiento sea ejemplar! y al otro que mienta aunque sea a sabiendas no vaya a cabrear a alguien.

Menos mal que el mundo aún te tiene y que, dando muestras de tu austeridad, nos enseñas a llevar cada uno su botella a los wine-time Fridays y a no pretender que las pague la teta del Estado, como hacen siempre. Menos mal que Novak Djokovic nos enseña que no todos somos iguales y que los número uno tienen patente de corso para campar por sus respetos por el orbe de la tierra. Menos mal.

Para insensatos, ya tenemos aquí a un ministrillo comunista diciendo lo que piensa.

No decaigas, Boris. Desde mi modestísima aportación a tu causa, te animo a seguir dando viva fe de que cada pueblo o nación, al fin era cierto, tiene el gobierno que se merece(*).

Sin otro particular que desearte lo mejor en este oscuro trance, ¡hasta la victoria siempre!, quedo tuyo afectísimo tu seguro servidor.

Y ponme a los pies de tu señora.

(Luego ya nos levantamos los dos y nos tomamos otra.)

(*) Joseph de Maistre (1753-1821). André Malraux (1901-1976), le corrigió un par de siglos después y dijo «…no es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen». Lo digo por si explica algo.

Y el dibujo es de mi hermana Maripepa.


5 respuestas a “Johnson & Johnson’s

  1. Esta visto que elegimos a los politicos que despues nos desgobiernan, por lo simpaticos y graciosos que se ponen en elecciones, el que tiene mejor pico ( no el de picar) se lleva el gato al agua y no me refiero al de la trece , los ejemplos estan mas que claro como bien dices Trump, Bolsonaro, Orbán, Ayuso… claro nos agrada que nos regalen el oido ( esta expresion es de pueblo ) y los votamos, pero no pasa nada asi estamos entretenidos, trabajo para la prensa incluso hasta la del corazon por si alguien se tira a alguien en fin lo normal en esta sociedad, no nos quejemos y apoyemos a la defensa del señor Boris pues ya, hasta en reuniones de trabajo nos critican.

    del numero 1 del tenis no hay nada que decir, tiene que tener inmunidad sea de lo que sea , no queramos compararle con un alcaldillo de pueblo, por Dios que desfachatez este señor debe de tener por ley hasta derecho de pernada como existia antiguamente con la realeza, no nos queramos comparar, Australia le esta echando un par de eso, y ahora pregunto ¿ si eso ocurre en España que habria pasado?.

    Buen domingo pastoral con las visita del episcopus.

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    1. ¡Santo cielo! Un epíscopus en tu propio pueblo… ¡cuidado con los niños!

      ¡Cuánto lamento no tener ocasión de pasar por allí a besar el anillo incorrupto de su ilustrísima!

      Otro año será.

      (O no)

      Esto de votar imbéciles (cambiando de tercio) no es una buena cosa de cara al medio plazo, ya se ha demostrado. ¿Por qué la gente seguirá empeñada en ponerlos a mandar?

      Me recuerda al asunto del Chiquilicuatre en Eurovisión, lo de enviar a un bobo, solo que en aquella ocasión solo nos jugábamos quedar, como siempre, en el penúltimo lugar.

      Y lo del tenista, con su guasa. Los tipos que se saben referentes de una parte importante de la sociedad, y que tanto dinero ganan por ello, negándose a comportarse como personas responsables… duro. Aplausos al Gobierno de la isla: deportado.

      Y del ministro… ni hablamos. Demasiado cerdo malcriado en la mesa.

      Abrazo enorme. Recuerda: ¡los niños!

      GRACIAS

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  2. A la hora que escribo esto el tenista con sus raquetas está caminito de Serbia para no volver a aparecer por Australia en tres años.
    Tres jueces de su Tribunal Federal le han dado una patada por unanimidad sentenciando: Nole tu actitud negacionista es dañino para la sociedad, carril y tira «pa» Serbia. Joder que envidia, igualito que nuestro CGPJ y nuestro Tribunal Constitucional que tienen la misma enfermedad que Boris y Nole, autoestima por privilegios. Se lo acabo oír a Juan José Millás y eso va a misa.
    Ayer, un periodista que hizo amistad con Boris en su época de periodista lanza bulos en Bruselas, coincidió con el en un aeropuerto, al abrir la maleta vió que llevaba un montón de trajes raya diplomática carísimos, pero los llevaba hechos un gurruño, que diría mi madre. Al decirle que era una pena y que se iban a estropear le dijo Boris, para eso está el mayordomo, para plancharlos. No necesita más comentarios.
    Tienes razón en el título del artículo, es muy acertado, quizás los ciudadanos sufrimos una especie de morfing. Que nuestra sociedad soporte personajes como Teodoro García Egea, Pablo Casado (hace un rato he vuelto a verle con la chaquetilla de cocinero, el chuletón, la sonrisa falsa enseña dientes profiden y el remate de la plancha sin fuego.
    Que la sociedad soporte esto sin inmutarse, Juan José Millás los comparava con los personajes del payaso listo el «dato» Teo y el payaso tonto, Casado, que se mimetiza con sus barones y baronesa. Arrastrando con ellos unos cuantos del PSOE, tan cegados también por su autoestima, término muy sobrevalorado, producto de acostumbrarse a tener demasiados privilegios. García Page, mezclando peces con tamaño y ganado se ha puesto a su misma altura de imbecilidad. Ayer escuché a un patrón de pesca de cerco, la competencia desleal que les hace las piscifactorías y la «lubina de ración» donde el tamaño no importa, con la lubina salvaje donde importa y mucho; forma parte de la sostenibilidad.
    Sobre Garzón, ésta semana he llegado a escuchar que un ministro no puede decir la verdad, así en crudo. Subdirectora de un periódico que no ha parado de mentir desde el 11M. Por lo menos en lo que se refiere a mentiras son auténticos expertos.
    Aún no me he enterado bien, a fe que lo he intentado, si la polémica iba sobre el formato de explotación de la ganadería o usar dos términos casi iguales en inglés; poorer quality o poor quality.
    No es que nos tomen por imbéciles, nos volvemos tan imbéciles como ellos, somos víctimas de esevmorfing político. Se nos pone cara de García Egea, Moreno Bonilla o García Page.
    Ésto no es una isla, ni para alguna cosa, como esa entelequia social llamada justicia, como Australia.
    Abrazos, feliz domingo.

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    1. Escuché el podcast del mayordomo y aún me puede el dolor de barriga de reír a costa del exquisito Johnson, sí. Un ejemplo de humildad y vida ascética, vamos, lo que se quiere de un primer ministro.

      Está bien ese paralelismo entre privilegios y gilipollez. Si es de Millás, aún mejor, claro. Lo cierto es que misteriosamente coinciden una cosa y la otra: a lo mejor hay que plantearse una de I+D+i para conseguir una vacuna y colocársela a todo aquél que vaya a conseguir subir un par de peldaños en su escala de valores, por si acaso.

      En definitiva: cierto: no es que nos tomen por tontos. Es que somos gilipollas.

      Y lo saben.

      UN ABRAZO FUERTE, AMIGO

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