Pensaba por aquí

Los acontecimientos de estos días nos mueven a definir este tiempo como un verdadero cambio de era, más allá de una simple era de cambios.

El fallecimiento de la reina de Inglaterra, Elizabeth Alexandra Mary (Londres, 21 de abril de 1926-Castillo de Balmoral, 8 de septiembre de 2022, que he oído en algún noticiero que también fue mi madre, a pesar de que yo con la mía voy teniendo más que suficiente) y la dimisión de Toni Cantó (de este no se sabe que yo lo haya debido sentir padre mío o de mis hermanas y hermano), la dimisión de Cantó, decía, como director de la Oficina del Español, marcan un cambio de paradigma planetario del que ni usted ni yo nos vamos a poder hurtar.

El riesgo de desintegración del Reino Unido, sumado a la hipotética desaparición de la Oficina del Español (la Oficina del Español era él y nunca mejor dicho) corre una tupida cortina de humo sobre acontecimientos como la guerra energética que hemos comprendido que se camufla tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia o la cara dura del dicharachero Núñez Feijóo, del que también hemos comprendido un par de cosas, inventando una nueva estratagema para seguir controlando (¡tramposos!) el Consejo General del Poder Judicial.

En mi inocencia secular, andaba yo atento a estas menudencias cuando los medios de comunicación del planeta me abrieron los ojos a verdades de tal profundidad que, de repente, se difuminaron de entre mis preocupaciones aquellas que me habían tenido en tensión en los últimos días: ¿a quién le importa, pensé, que el Partido Popular siga trampeando con la opinión pública, convenciéndonos (intentándolo) de que la legitimidad de un gobierno es directamente proporcional a su mayor condición de fascista y de que, por ende, Unidas Podemos no puede participar en la renovación de los órganos constitucionales del Estado, porque carecen de la legitimidad que el fascio les confiere? ¡Se ha muerto Isabel II, por Dios! ¿Es acaso lícito pensar que esta panda de mafiosillos lo que realmente quiere es controlar por la puerta de atrás (Ignacio Cosidó dixit) la Sala Segunda del Tribunal Supremo y que por eso van camino de consentir cuatro años de caducidad del órgano de gobierno de los jueces? ¿Es que no nos damos cuenta de que Toni Cantó ha dejado la Oficina del Español? ¿Debemos seguir hablando sobre el hecho de que saben que esta posición de irresponsabilidad la pueden mantener porque no les cuesta ni un solo voto en las condiciones de polarización que han logrado en el país?

Hablemos de lo que realmente importa, como la presidenta de la comunidad de Madrid, siempre atenta a los acontecimientos esenciales para la sociedad y como alta representante en España de la Mancomunidad de Naciones (la  Commonwealth, para entendernos), que ha decretado tres días de luto oficial por el doble acontecimiento. Intuyo que vitorear el nuevo rey de Inglaterra en el día de su coronación valdrá a los madrileños por lo menos otros tres. Es eso o se ha confundido con el Canal del mismo nombre y ha pensado en las ventas de agua mineral que ello comportaría… ¡Viva Isabel Díaz Ayuso!

Andaba yo ajeno, ya lo ven, al deceso de la monarca o la dimisión del actor. En mis tribulaciones sobre lo razonable que resultaría que el pueblo español, en quien reside la soberanía que ejerce a través de las Cortes Generales, armonizase a todos los poderes del Estado, incluyendo al Judicial, pensando en que el acceso a la judicatura no inviste a quienes lo consiguen de un aura celestial que los excluye de la obligación de someterse a los postulados de la democracia.

Pensaba, incluso, en esto de la guerra energética que se ha iniciado en Europa y que es una verdadera guerra mundial de la que saldremos derrotados (no la ganarán ni Putin ni Zelenski) los que no alcancemos a satisfacer el hambre de los poderosos que nos atacan a enormes bocados en el precio del bienestar.

No, no. No. No. Centrémonos: la reina de Inglaterra,  Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Jamaica, Bahamas, Belice, Granada, Papúa Nueva Guinea, Islas  Salomón, Tuvalu, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda y San Cristóbal y Nieves, ha muerto. Viva el rey de Inglaterra,  Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Jamaica, Bahamas, Belice, Granada, Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón, Tuvalu, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda y San Cristóbal y Nieves.

Y viva Toni Cantó, que muerto no es que esté, pero continúa su viaje hacia el conservadurismo irracional en su nuevo proyecto profesional en un medio de comunicación adscrito a la extrema derecha española (Vox y El Yunque).

Entre tanto, el estamento judicial más rancio, a los pechos de la derecha más reaccionaria, continua boicoteando la democracia española. El precio del bienestar se multiplica hasta quedarse con todo. Pero eso ¿a quién le importa?

¡Larga vida al rey de Papúa! (Le va a hacer falta)

El dibujo es de mi hermana Maripepa.

Puedes oírlo aquí