Núñez Feijóo había jugado sus cartas demasiado fuerte. Tenía prisa por triunfar, seguramente, porque sabía que solo había una oportunidad para él.
Sánchez adelantó las elecciones por sorpresa temiendo un verano de infierno y un otoño atronador.
Feijóo soltó por su boquita todo lo que un candidato puede soltar, sin ocuparse un minuto de dar a conocer el proyecto de país que tenía en la cabeza o, mejor dicho, sin preocuparse un minuto de formar en su cabeza un proyecto de país, porque la idea de España que Feijóo tiene en la cabeza es tan vieja como el pollo que sus correligionarios aún exhiben en las banderas cuando la ocasión se lo permite.
Feijóo hacía ver que se sentía triunfador, que se sabía presidente. Se hacía llamar en público presidente Feijóo y preparaba apariciones con La Moncloa de fondo de imagen para que ninguno tuviéramos ninguna duda de cuál sería el resultado.
Trucaron encuestas, falsearon la opinión pública, mintieron a sabiendas y soltaron un mensaje, solo uno: derogar el sanchismo.

No significaba nada, ni falta que hacía. Feijóo solo tenía una oportunidad y tenía que poner toda la carne en el asador. Ganaba o se iba.
Y no ganó.
Vaya…
Imposible recoger velas a estas alturas.
Mueve a risa oírle hablar. Que gobierne la lista más votada solo cuando la lista más votada es la suya es una exigencia que solamente un imbécil puede mantener en pie. Reconocer ahora al PSOE como un partido de Estado da cierto pudor. Buscar votos para su investidura entre los diputados socialistas de Castilla-La Mancha suena a reeditar el ‘tamayazo’ de Esperanza Aguirre que, incomprensiblemente, el pueblo de Madrid le perdonó. Aunque nada se parece a escuchar los arrebatos de Cuca Gamarra.
Feijóo está vencido. Amortizado. Lo sabe. Se le han caído del gesto los aires de patricio que exhibía en los actos de campaña. Las cuentas no le han salido porque la cosa, por más que intente que no lo parezca, no iba de ganar, sino de sumar lo suficiente. Y no lo suma.
Su último recurso (consolado por el escaño que ha conseguido en Madrid en el recuento del voto extranjero) es la repetición de las elecciones. Lo suyo no puede estropearse más. En el peor de los casos volver a perder, pero también podría ganar aunque las expectativas ya son muy lejanas. Escondido en el independentismo catalán, confiado en que las exigencias serán inaceptables y en que, si las aceptan, el ruido que podría hacer durante los próximos años sería ensordecedor.
Pero no será el ruido de Núñez Feijóo.
La batalla ya está en marcha y la estrategia ya flota en el ambiente.
El Partido Popular no buscará sereno un líder capaz de armar una alternativa de Estado con un programa de gobierno que haga pensar a la ciudadanía en un modelo de sociedad creíble. El Partido Popular se lanzará con toda la rabia y su candidatura más hostil a bramar contra lo establecido, a poner en duda las instituciones, a bloquear todo aquello que sea capaz de bloquear, a ensuciar el nombre del Estado en los despachos europeos, a rebuscar entre la basura con qué mancharlo todo, mientras ensalza las virtudes de los gobiernos que haya conseguido, sin mayoría, apoyado por la resurrección del franquismo que ha tomado forma de partido político y se ha adentrado en las instituciones con menos fuerza de la esperada.
Feijóo ya no estará, el breve.
Estará el mismo Partido Popular reafirmado en su manera de deshacer la política. No conocen otro modo. España o la sociedad o el interés público, les importan un huevo.
Después ganarán. Y lo romperán todo.
Solo se trata de que sea mucho después.
El dibujo es de mi hermana Maripepa
Yo no estoy tan seguro, que si repetimos no vallamos a dar más escaños a Feijoo, no lo tengo claro, repetír las elecciones sería un duro golpe a la ciudadanía y seguro que de ese golpe saldríamos perjudicados todos, espero que los acuerdos nos lleven a buen puerto por que de lo contrario sería la leche, ?cuantos cambiarían el Voto? No creo que muchos pero si creo que muchos no irían a votar, y no serían los de la derecha precisamente , espero resultados positivos en las negociaciones.
Buen domingo
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Unas nuevas elecciones suponen un riesgo elevado. Esa posible abstención no sería de la derecha, como bien dices.
Conseguir el sí de Puigdemont (necesario después del escrutinio del CERA) sin prometerle cosas que no se podrían cumplir, es muy difícil.
Rufián está enfadado con sus resultados, igual que Aitor Esteban.
El panorama no es fácil. Pero Sánchez parece que lo quiere conseguir… Veamos, veamos.
Esperemos esos resultados positivos en las negociaciones, sí.
UN ABRAZO
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Bueno… Pasó el domingo electoral, la resaca y el enrumbao. Parece que Feijóo va camino del museo de cera, el de Madrid, en Colón, por cierto.
Ayer creo que andaba haciendo cucamonas a Puigi. Eso se llama desesperación y lo demás tonterías.
Hay un pequeño detalle, Sánchez ha arrasado en Cataluña, no está Puigi para decir eso del «conflicto catalán» muy alto. Y Feijóo tirándole los trastos a Puigi tampoco ayuda a ninguno de los dos.
Los argumentos que mantenían uno y otro se les han quedado un poco descafeinados.
Escuché a un político catalán del PP ofrecerle a Illa la presidencia de Cataluña a cambio de la presidencia de España. Un monólogo corto pero gracioso, ha vuelto el club de la comèdia.
No creo que sean tan insensatos de repetir las elecciones. Ya sabemos que pasa en esos casos. Que apechuguen con lo que hay, los equivocados no son los votantes; algunos quizás, siento vergüenza de ser madrileño; que el trànsfuga ese haya conseguido escaño me da bastante asco.
Yo no era partidario de adelantar elecciones, más bien de alargarlas, a ver qué tribunal tenía «ous» de decirle al presidente cuando pensaba disolver el Congreso, unos pájaros que llevan cinco años agarrados al sillón ilegalmente.
Un burofax a Feijóo conminandole a dar su lista de candidatos al CGPJ en tres días y si no… entender que renuncian. Al parecer hacer caso omiso de la Constitución no tiene castigo.
De todas maneras si hubiera que repetir elecciones no debieran permitir que repitieran candidaturas. No hay como una espada de Dàmocles para que la gente espabile, se dedique a trabajar y no decir tantas chorradas.
Feliz domingo, abrazos.
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Movilizar a la izquierda ya sabemos que no es tan fácil. Movilizada una vez, quién sabe si se conseguiría de nuevo.
No sería yo el que aconsejara repetir. No le daría a Feijóo ninguna oportunidad de volver al cuadrilátero. Ya sabemos quién es (ya lo intuíamos algunos, ahora lo sabemos todos) y hasta qué punto el ridículo de carecer de líder perjudica seriamente la salud de los partidos políticos.
Desesperado, implorando a Page un tamayazo, flirteando con Puigdemont… para evitar una vuelta a Galicia sin galones y la suerte de Casado, el pobre,
La deslealtad institucional no ha tenido premio en esta ocasión, el juego sucio no ha funcionado: las cuentas no salen. España no parece querer la resurrección del franquismo y lo ha dicho. La política no quiere tontos al frente, también parecen haber dicho eso las urnas, o eso quiero yo leer a pesar de ser la fuerza más votada.
Ganar en democracia tiene su qué. Y Feijóo ya ha perdido.
GRACIAS, AMIGO
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No pinta nada bien todo esto.
No pinta bien porque no se trata solo de ganar, como quien está jugando un partido, sino del proyecto de país que queremos y eso es cosa seria, hay que gobernar durante cuatro largos años, hay que tomar medidas, hay que aprobar leyes, hay que manejar recursos, hay un país que arreglar y el escenario es terrible. Nada sorprendente, al menos para mí, pero terrible.
Llevamos mucho tiempo instalados en una exagerada, casi irracional polarización que impide que se muevan los votos que al final deciden, los de aquellos que no tienen tan claras las cosas como las tenemos quienes sabemos en qué bando estamos.
Quienes sabemos en qué bando estamos no somos capaces de verlo con la objetividad necesaria. Intento ponerme en los zapatos de los otros, de quienes no tienen tan claro qué bando conviene, los capaces de cambiar su voto, los que deciden al final y sólo consigo imaginar hastío: ¿otra vez a votar? ¿otra vez que no se ponen de acuerdo? ¿más bronca? ¡anda ya!
Ahí estoy de acuerdo con Moraleda y, muy probablemente, lo está cualquiera: subirá la abstención y no será la de derechas si se repiten elecciones.
Conclusión, ya lo habéis dicho: la única solución es que Pedro Sánchez consiga los pactos necesarios para ser investido. Se están frotando las manos aquellos que han provocado el batacazo del 28M, el adelanto de las elecciones y la “victoria” del PP.
Este gobierno de coalición, tan débil en principio, tan fuerte y atrevido en su transcurso, ha hecho muchas cosas buenas, muchas, pero ha tenido que ceder donde más duele, al menos donde más les duele a esos capaces de cambiar su voto, no tan comprometidos con una determinada idea, incapaces de entender o asimilar ciertas negociaciones, ciertas cesiones, por mucho que les expliques su necesidad. En definitiva, con culpa o sin ella, con razón o sin ella, no han conseguido en cuatro años unir a una mayoría. Y de eso se trata.
En esa polarización tan empatada pescan a gusto nacionalistas e independentistas y eso duele.
Conseguir hacer entender que ahí está la esencia del parlamentarismo, que debatir, negociar y acordar (ceder, en todo acuerdo hay cesión, si no, no es acuerdo, es imposición) es DEMOCRACIA es tarea tan difícil que en las presentes circunstancias se me antoja imposible. Tendría que surgir un líder, mejor líderes, con una capacidad de convencimiento a la altura de las más grandes figuras de la historia de la política. No los veo. Más bien veo todo lo contrario, un discurso muy pobre.
¡Puigdemont … tela! Ese tontín cobardón, engañado por Artur Mas para hacer de cabeza de turco, un huido de la Justicia que se ha paseado por Europa despotricando su paranoia sobre el opresor Estado español tiene ahora la llave de la gobernabilidad en España. Tócate las narices. ¿Cómo podemos esperar que aquellos que deciden lo entiendan?
¿Hasta dónde está dispuesto a llegar Pedro Sánchez? ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar el PSOE? ¿Hasta dónde está dispuesta a llega la Izquierda? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar a nosotros?
Lo peor de todo: la alternativa, la derecha, esa derecha española tan rancia, tan, tan a la derecha, franquista, gris, fanática, triste, reaccionaria, retrógrada, FACHA, muy facha.
Si no fuera así, este sería el momento de pedir a los dos principales partidos un acuerdo entre ellos, un proyecto de puntos comunes, de objetivos compartidos. Como diría Jesulín: en dos palabras, IM POSIBLE.
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In pozible e in dezeable, desde mi punto de vista.
Seguramente es mi propio sectarismo, pero esa polarización, ese ruido imposible de soportar y que tanto hastío producen en las personas no cercanas a la política (de las que abusan con mensajes indecentes) no se deben a otra cosas que a la forma zafia y sin proyecto que tiene la derecha de este país de intentar alcanzar el poder.
Se ha hablado mucho de ello, pero negarse a renovar el Poder Judicial a sabiendas, para proteger los intereses oscuros de las mafias en las que se han constituido, es motivo suficiente, más que suficiente, para apartarlos de la política. Tanta indignidad produce hastío, sí, lo produce. Y no sería yo el que recomendara llegar a acuerdos a estas alturas, cuando el Partido Popular solo los ha alcanzado estando en el poder y los ha roto al quedar en la oposición (justicia, Eta, educación, Seguridad Social, pensiones…).
Es insoportable tanta inmundicia política.
Por alguna razón que no alcanzo a comprender, la ciudadanía se ha acostumbrado a esa manera de hacer y celebra cuando al fin gobiernan, porque cesa el ruido. Y el ruido cesa porque la izquierda tiene una forma muy otra de estar en la oposición. El PSOE es un partido de Estado. El PP es una reunión de oportunistas con intereses económicos dispuesta a todo para colmarlos.
No me los creo. Lo siento, no me los creo.
La derecha española tiene que abandonar el franquismo económico en el que está instalada y diferenciarse de él. Tiene que buscar un liderazgo sereno con vocación de Estado y abandonar las cavernas en las que la instaló Aznar. Y, hasta tanto, todo va a ser muy difícil.
No hay puntos comunes, no hay objetivos compartidos. La derecha no los tiene. Sus intenciones son otras… y son demasiado oscuras para compartirlas.
Un abrazo fuete, amigo sin mote. Gracias por tu reflexión.
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Totalmente de acuerdo. Se te olvida que comienzo el último párrafo con ·si no fuera así …·
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Es verdad, sí. Hablabas de ese otro Partido Popular. Ese que tantísima falta haría a España.
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