Parece una broma, pero los datos son demoledores (bucear en la demoscopia siempre conduce a la melancolía).
800.000 personas, de menos de 45 años (77,1%*), varones (78,6), que viven fuera de las grandes ciudades (el 77,4% están censados en municipios entre 10.000 y 400.000 habitantes, con más presencia en la costa de Andalucía, Alicante, Baleares y Canarias), 800.000 personas, decía, han votado por construir una cárcel muy grande para meter a Pedro Sánchez, por ‘más muros y menos moros’ y por recibir asesoramiento de coroneles jubilados del Ejército español para que la población canaria se defienda del inminente ataque de Marruecos.

Se les acabó la fiesta. A los moros, no sé si a los coroneles y a Pedro Sánchez. A todos los políticos menos a Isabel Díaz Ayuso. A los de las paguitas, a los ‘panchitos’ y, en general, a todo el que se oponga a un verdadero régimen ‘democrático’, al dictado (valga la redundancia) de otro indigente intelectual de los varios que ya pueblan el panorama político y mediático.
Y ¿por qué 800.000 indocumentados optan por la antipolítica?
¿Quién ha conseguido convencernos de que este es un país invivible, donde los poderosos se comen los cuarenta millones de pollos que se consumen, mientras los descamisados nos quitamos prácticamente el hambre a hostias?
No deja de ser meritorio, porque en este país nuestro se vive razonablemente bien: abundan los usuarios de móvil de última generación y apenas se ven coches de más de 10 años circulando por nuestras carreteras, a pesar de que la edad media de nuestro parque automovilístico ronda los 14. La renta per cápita de los españoles ocupa el lugar 17 de los 43 estudiados en Europa con unos dignos 14.636 €/año, que no son para tirar cohetes, pero que dan para que la mayoría de los españoles nos defendamos dignamente a partir del día 20 de cada mes.
Y, sin embargo, el catastrofismo se ha apoderado de una parte importantísima de la población, segura como está de que vamos de cabeza a un infierno de corralitos del que solo Milei nos podrá redimir. Meritorio, insisto, pensar que solo la antipolítica de la que hacen bandera los predicadores del apocalipsis resolverá de un plumazo el problema de la vivienda (quizás nos estaría cantando otro gallo si las anas botellas de España no les hubieran vendido las viviendas sociales a los fondos buitre que gestionaban sus hijos) o de la precariedad laboral, ello sin destrozar los grandes servicios públicos de los que, de momento, podemos seguir orgullosos, como la sanidad (de la educación luego hablamos), el sistema público de pensiones o la red de protección con la que cuentan nuestras clases más desfavorecidas.
Más muros y menos moros y resuelto el problema.
Y eso en España, que en Europa la cosa, si cabe, pinta aún peor: que Alemania recupere el apellido de la Alemania Nazi tiene su qué. Que en Francia vaya a gobernar la ultraderecha de Le Pen, también. Que el eje franco-alemán, motor de Europa, se vuelva antieuropeísta… tiene su qué. Que en Chipre un tik toker ausente de ideología (para qué hablar de programa) haya conseguido el 20% de los sufragios y su escaño, convirtiéndose en la tercera fuerza más votada, habla de cosas. Y que a eso le llamemos democracia… habla de cosas: ¡al fin se escuchará la voz del pueblo! (Y ¿qué pasará cuando descubramos que no tenía nada que decir?)
Así que, por poner racionalidad en este absurdo en el que estamos instalados, no tendremos más remedio que acudir al manoseado asunto del relato.
Y fíjese: mientras el votante de Se Acabó la Fiesta se sitúa entre los menores de 45 años, el del PSOE está en la franja de entre los 65 y los 74 y solo un 14,1% de los jóvenes de entre 18 y 24 años optan por los socialistas.
En el conjunto de Europa, el voto de los jóvenes a la extrema derecha crece en los cinco mayores países de la UE: Francia, Alemania, Italia, España y Polonia.
Allí dónde se me quiere escuchar (que, ahora que lo pienso, es en casi ningún sitio) vengo diciendo en tono lastimero que el discurso de la socialdemocracia ha muerto. Que el discurso de la sociedad del bienestar está caducado. Que a las generaciones que vienen empujando les importa un huevo que los abuelos estén viviendo en el mejor de los mundos (y así es) o que la red de protección de la que disfrutamos sea de las más sólidas del planeta. ¿Por qué? Porque lo dan por amortizado. Porque eso ya es así y no vislumbran (Ensayo sobre la ceguera, de la señora esta, Sara Mago, que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1998; léase; se consigue por 5,50 de segunda mano en Google) que nada de ello se pueda caer.
Porque nos enfrentamos a los retos de la inteligencia artificial con un sistema educativo empeñado en que nuestros hijos se aprendan de memoria la lista de los reyes godos (desde Ataúlfo a Rodrigo) y se ha negado (¡se ha negado!) a que la educación para la ciudadanía, la educación para la ciencia, la educación para la información, la educación para entender el mundo de la familia, la educación para entender el mundo, en suma, forme parte del currículo escolar. Porque nuestros jóvenes se encuentran sin herramientas para digerir la ingente cantidad de información viciada que pasa por su Smartphone, único canal por el que se mantienen en contacto con su mundo exterior.
Y así hemos hecho del socialismo una cosa de viejos y dejado a la juventud en las revolucionarias manos de Santiago Abascal y Alvise Pérez, que ellos sí que tienen la voz y la palabra y la supuesta valentía que el pueblo necesita para resurgir de las cenizas.
¿De qué coño de cenizas?
De esas que se han inventado y han convertido en verdad a base de repetirlas por todos los canales a su alcance.
España ni está destruida ni está arrasada. Se lo han inventado porque no pueden soportar que el país avance con un proyecto progresista. Y el invento funciona y gana cada vez más adeptos entre las generaciones más jóvenes, las llamadas a dirigir España y Europa. Esos jóvenes ya no se sienten representados por el caduco discurso de la socialdemocracia.
Y ahí están las cenizas que abonan el crecimiento de la ultraderecha: las cenizas de una izquierda instalada en el siglo pasado. Las cenizas de una izquierda que agoniza.
*Todos los datos demoscópicos tienen como fuente diversas encuestas del CIS. Los que hacen referencia a SALF son muy provisionales: se extraen de la última encuesta preelectoral del 9J, pendientes de confirmar por las postelectorales que se realicen.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.
Que cosas si nos paramos a pensar y echar la memoria un poco atras veremos que los dos elemnetos que se quieren cargar España por su propio interes, que no nos vendan la moto que llevan a españa en el corazon por que es mentira utilizan a España para engordar sus bolsillos, a ver santiago abascal un señor que estuvo viviendo del cuento toda su vida amparado por el PP con un chiringuito montado, cuando se acaba el chiringuito que malo es el PP y voy y me pongo en contra ala a defender españa que la estan jodiendo.
El señor Alvise de 34 años trabajo puesto de trabajo que se le reconoce NINGUNO de que ha vivido hasta ahora de chupar politica con diecinueve añitos de 2009 a 2012 asesor politico en upyd, de 2012 a 2017 5 años de vagancia o chupando de algun otro lado, de 2017 a 2019 ciudadanos y seguimos chupando , ahora ciudadanos ha muerto y copio de Abascal y a seguir chupando y ahora yo me pregunto ¿ como puede existir tanto tonto ? ¿ 800.000? pero no nos damos cuenta que solo viene a vivir del cuento, lo mismo que su profesor Abascal ,pues si una pena pero asi vamos derechos a la ecatombe, y se acabó la fiesta y al proximo golpe se acabara españa .
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Son currículos brillantes ambos, no cabe duda. De personas comprometidas con el bienestar de los españoles, de capacidades intelectuales extraordinarias… Pero han encontrado el tic, y el tic es el odio.
Se gana mucho votante propagando odio. Muchos más que hablando de progreso o de libertades individuales… Esa partida ya nos la han ganado.
Tendremos que hacernos mirar nuestro propio discurso, porque así, a pelo, se nos llevan de calle… 800.000 ya lo han visto claro. Por no hablar de los de Vox, que se consolida ya como tercera fuerza política…
Nos van ganando.
Un abrazo, amigo
Gracias!!
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No son cenizas, son cenizos. Todos los análisis realizados ésta semana sobre las elecciones han obviado, tú también, 18.111.070 personas con derecho a voto, no se molestaron en acercarse al colegio electoral. Más del 50%. Súmale 250.000 nulos o en blanco. También puedes sumar los votos de Alvise, cuya única utilidad es proporcionarle aforamiento, que falta le hace, y un suculento sueldo Nescafé.
Luego ves a personajes «socialistas» como Page en TV13 o la charlotada de Sumar y te dan ganas de formar parte de ese más del 50% que se queda en casa.
El problema de la «izquierda» es el «que hay de lo mío» puedes vivir en Madrid votar a Díaz Ayuso y de repente encontrarte que CVC o Blackstone te quiere desahuciar para explotar tu vivienda arrendada como piso turístico. Entonces te vuelves de izquierdas y solidario porque «es una vergüenza lo que te están haciendo»
Eso no hay política ni político que lo remedie. El que te llama rojo de mierda y ves que su status social está por debajo del tuyo. Cobra paguitas o subvenciones, te late decirle: payaso renuncia a todo lo conseguido por los rojos de mierda, trabaja 18/7 por vales que te dé el patrón solo canjeable en su tienda de comestibles. Renuncia a tener una jubilación digna, trabaja hasta que te extingas. Hay que ser muy bobo para votar, si votas, lo mismo que los que te suben la hipoteca con el más tóxico y abyecto afán de codicia. Hay más tontos que ventanas, no hay más que mirar los resultados electorales.
Alvise es hijo de un concejal del PP de Marbella. «Fiesta» no le falta visto lo visto (menos los jueces) de su alcaldesa.
PP va a resultar que significa Parentesco Papá.
Feliz domingo, abrazos.
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Tienes toda la razón.
Tenemos dramáticamente asumido que la idea de Europa no levanta pasiones y nos hemos acostumbrado a niveles de abstención inasumibles.
En lo demás también. La solidez intelectual parece que quiebra con alguna facilidad cuando los intereses personales se entrometen. Y del avance que ha experimentado la sociedad gracias a las políticas de izquierda ya se dan por amortizados y se consideran más que suficientes… no se trata de volver, se trata de parar, que nos parecemos demasiado los unos y los otros y eso hay que frenarlo.
Una sociedad que retrocede. Ante eso estamos… Y da mucho miedo pensarlo.
Gracias, amigo
Un abrazo enorme
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Y me reía yo del “Se acabó la fiesta”, me parecía una broma. Qué ingenuo soy, incapaz de ver lo que tengo delante de mis narices.
Por ahí me consuelo pensando que eso sólo sirve para que, como dice Moraleda, viva un pillo más, al fin y al cabo la representación obtenida es mínima. No deja de preocupar lo que supone (tanto tonto votando) pero aún no tiene peso y confío en que así siga siendo. Esto, claro está, mirándolo de forma aislada, fijándonos en ese “partido” como tal, sin relacionarlo con el movimiento general que se está produciendo.
Ahí está el problema y ahí acaba el consuelo, en que no lo podemos ver aisladamente, está dentro y forma parte de esta estúpida y maliciosa corriente que va ocupando un espacio tan grande ya en Europa y el mundo que empieza a dar miedo.
¿Vuelve el fascismo? Increíble pero sí, ahí está. En Italia gobierna una seguidora de Mussolini, en Francia Macron se ve abocado a convocar elecciones como le ocurrió a Pedro Sánchez tras las autonómicas, en la mismísima Alemania rebrotan los nazis (no se autodenominan así porque está prohibido pero todo el mundo lo sabe), en España resurgen los franquistas, Trump volverá, en Argentina hacen presidente a un loco que va anunciando recortes motosierra en mano, los escandinavos dan marcha atrás (ya exprimieron a los inmigrantes, ahora toca echarlos), Polonia, Hungría, Países Bajos …
¿Qué les pasa a los jóvenes? A los jóvenes les pasa que son unos ignorantes y no tienen la más mínima preocupación por dejar de serlo. Les pasa que no saben lo que es el fascismo, que no distinguen siquiera entre la derecha y la izquierda, como para hablarles de socialdemocracia o liberalismo, como para hablarles de progresistas, liberales, conservadores, como para explicarles … nada. Ponen cara de aburridos y vuelven a lo suyo: su futuro. Lógico, son jóvenes, no van a estar preocupados por el pasado, están preocupados por el futuro y así, entre tal preocupación y tanta ignorancia, resulta fácil lanzarles cuatro eslóganoes que serán la solución a todos sus problemas. Les pasa que son incapaces de entender la complejidad del mundo y la dificultad de encontrar soluciones a los problemas de éste. Lo más fácil es buscar culpables, lo sean o no, y acabar con ellos, odiarlos y echarlos.
Hemos pasado de desalambrar a levantar muros y todo ello en una sola generación.
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Andan en otras claves, amigo.
Y nuestro viejo discurso ya no les aporta nada.
El voto revolucionario se ha vuelto de ultra derecha, del mismo modo que en nuestro momento fue de izquierda.
¿Más intelectualizado? ¿Más cerebral? ¿Más politizado? ¡Sin duda! Pero con el mismo valor electoral.
Sigue siendo lícito luchar contra la intolerancia, siguen estando en la picota problemas como la precariedad laboral, el acceso a la vivienda o la inmigración (legal o ilegal, que eso a la derecha le importa un huevo). Y la izquierda sigue sin dar respuesta plena a ninguna de las tres cosas.
¿Justifica eso un voto a la ultraderecha? ¿Un voto antisistema? Pues… seguramente sí. Nadie se da cuenta claramente de que la derecha agravará cualquiera de los tres problemas hasta el infinito. Hasta aquí solo importa castigar a quien no los ha resuelto.
Y así es la política.
¿Alvise? El oportunismo hecho verdad incontestable. Y cientos de miles haciéndole el caldo gordo. Un motivo más para pensar que algo no estamos haciendo bien.
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No entiendo el insulto.
No creo que se trate de que el obrero que vota a la derecha sea tonto, quizá se trate de ideología. La prueba es que hay muchos empresarios y personas con altos ingresos que votan a la izquierda. Y no pienso que estos sean tontos, sino que su ideología les obliga a ese voto. Ideología que, en la mayoría de los casos, a un lado y a otro, supuestamente les hace votar en contra de sus intereses económicos (por lo del “obrero”, incluso de aquellos que están subidos al carro de vivir sin trabajar), como si fueran borregos.
No entiendo ese insulto. Creo que todas las opciones son respetables. El que está a favor de la república y el que está en contra de las autonomías, el que esta a favor del aborto y el que está en contra, el que quiere una inmigración controlada y el que desea abrir las fronteras a todo el mundo.
Que cada uno defienda sus respetables opiniones y que sea el pueblo quien muestre su acuerdo con unas opciones u otras.
Creo que era Sánchez el que le decía a Rajoy que era una “máquina de crear independentistas” y no se da cuenta de que él es una “maquina de crear votantes de ultraderecha”.
Hasta el mismo Page lo dice. No se puede amnistiar a unos delincuentes por 7 votos. No vamos a hablar de cuestiones políticas, de si soy único o tengo la sangre mas pura que el resto de los mortales, simplemente de la malversación y de todo el dinero robado en aras del independentismo (por ejemplo: el caso Pujol). Y ahora la “financiación singular” de ese paraíso singular en la tierra y en el universo, que es Cataluña.
Sánchez, el pastor, seguirá alimentando una derecha extrema y adelgazando, poco a poco, el voto de izquierdas mientras alimenta al independentismo fascista vistiéndolo de progresismo.
Un abrazo.
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Pues perdóname pero tonto es lo más suave que se me ocurre. Anda que si me llego a explayar …
«Y no pienso que estos sean tontos, sino que su ideología les obliga a ese voto». Esto debe de tener una letra pequeña o un segundo sentido que yo no capto o son tontos de remate. supongo que requiere explicaciones. Cierto que, como dijo aquél, las ideologías son cárceles de las ideas y que, ante la imposibilidad de que haya tantos partidos como ciudadanos, nos vemos a veces obligados a tragar algunas cosas que no nos gustan del partido al que decidimos votar, del paquete de ideas, porque en paquetes vienen, pero esto es algo muy distinto a participar de una ideología.
Según la RAE, tonto/a es, dicho de una persona: falta o escasa de entendimiento o de razón.
Yo oigo hablar a Alvise y me resulta inevitable calificar de tonto a quien lo vota. Lo siento. No veo ideología por ningún sitio, no veo razones, solo veo oportunismo y, además, del peor, del que se nutre del odio y el rechazo, del que busca en la basura, en la miseria, del que sólo tira de tripas, del que usa el engaño, la mentira, sabedor de la ignorancia de quienes pretenden que lo voten, conocedor de sus debilidades, de su falta de entendimiento.
Pero no te preocupes mucho, igual que él tiene derecho a presentar su candidatura (aunque sólo lo haga buscando su impunidad, me temo) y quienes lo apoyan tienen derecho a votarle, yo tengo derecho a considerarlos faltos de entendimiento y razones, o sea, tontos.
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¡Más tonto que un obrero de derechas!
Un clásico del pensamiento de izquierda con base en una verdad incontestable en su momento: no legislarán para ti, no moverán un dedo por ti, no protegerán tus intereses, sino los suyos. Y, de verdad, son otros.
Insultar, lo que se dice insultar, no es la expresión. Mas bien se trata de poner de manifiesto la incongruencia de que aquellos proletarios (cuando existieron) cayeran hasta tal punto en las redes clientelares de sus patronos que hasta votaran a sus representantes a cambio de un trozo más de pan o de un trozo menos de miseria.
¿Esté vigente hoy? Pues tal vez no. Tal vez el obrero (¿queda alguien que se sienta obrero?) está más cabreado por las concesiones a Catalunya que por el hecho de que la legislación popular abaratara su despido hasta dejarlo en nada. Y está en su derecho, claro que lo está. No necesita que nadie se lo conceda.
Y… ¿Alvise? Pues nada, a votar a Alvise, que eso si que da cuenta de una inteligencia superior.
Alvise ya lo sabe. Y va a vivir de eso muy bien. Muy bien.
¡Gracias, Lorenzo! Siempre aportas.
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Mucho mejor contestación que la mía y lo agradezco, por mí mismo y por Lorenzo.
En ningún momento tuve intención de insultar a nadie pero, como así lo entendió Lorenzo, pido disculpas.
Me quedo, porque me gusta, con ese «poner de manifiesto una incongruencia». Lo que pasa es que es de mucho nivel para mí y no se me ocurrió. Y aunque no me parece tan grave lo de «tonto», reitero mis disculpas.
Sólo atiendo esto los domingos pero viendo mi «metedura de pata» he vuelto hoy, un lunes, a mirar.
Saludos a todos los que piensan por aquí, piensen lo que piensen.
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