Finalmente lo consiguieron.
No parecía fácil, porque no pasaba este país nuestro por ser especialmente racista. Pero lo han conseguido.
El Centro de Investigaciones Sociológicas ya pone la inmigración como primera de las preocupaciones de los españoles.
Quiero suponer que no podría ser de otra manera: la campaña mediática y por redes sociales está siendo tremenda y el asunto de las migraciones se ha convertido en clave de las políticas europeas.
No de la acción política, eso parece estar prorrogado. Del ideario de las organizaciones que se dan cita en el Parlamento y de su manera de organizarse entre grupos de derechas, fascistas y muy fascistas.

Nuestras derechas, la fascista y la muy fascista, siguen sin dar muestras de inteligencia. La una porque se suma al carro de la otra con tal de arañarle unos votos. La otra porque, con más solidez, viene manteniendo la identificación de inmigración con barbarie sin que, por más datos que se le ofrezcan, den su brazo (derecho) a torcer un milímetro.
Y, ciertamente, no importan los datos. Del mismo modo y por la misma razón que la verdad no importa.
Seguiremos pensando que los inmigrantes han colapsado nuestra sanidad pública aunque sepamos a ciencia cierta que es mentira. Seguiremos afirmando que dejan pasar antes a los negros que a los españoles, aunque esto no haya sucedido jamás. Seguiremos odiando a los menores que se cuelan dentro de nuestras fronteras sin papá y sin mamá, aunque las estadísticas de la Policía demuestren una y otra vez que no son la fuente de la delincuencia en España.
¿Para qué sirve?
No alcanzo a comprender.
Entiendo para qué sirve hablar de okupas todo el rato. Haber convencido a la ciudadanía de que el cajón de su ropa interior está en riesgo de cambiar de usuario y un malencarado puede adueñarse de sus calcetines sin más solución que una batalla legal de años (mentira cochina, pero bueno), vale para que las compañías de seguros cobren más caras sus primas so pretexto de incorporar a su contrato la cláusula ‘anti-okupación’ (a pesar de que garantiza lo que ya garantizan los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado). Vale para que las empresas de seguridad se hinchen a poner alarmas, igualmente con aviso a policía (como si usted no pudiera llamarla). Y, sobre todo, vale para crear una conciencia cívica que justifique una legislación que haga más sencillo a banca y grandes tenedores (de viviendas) el desalojo de estas viviendas en las que no mora nadie (que estas sí se okupan) y que tanto dinero les cuesta recuperar.
Es dinero. Se entiende muy bien. Da un poco de asquete, pero se entiende muy bien.
La guerra contra la inmigración encaja mucho peor en la inteligencia colectiva.
En realidad este problema de la inmigración no es un problema para la ciudadanía. Poquísimos tienen noticia concreta de malhechores, de episodios violentos, de revueltas callejeras, que tengan como protagonistas a personas migrantes. Haberlas haylas, claro que las hay, como las hay entre vascos con ocho apellidos o madrileños que se sienten españoles dentro de España. Pero se las tienen que inventar a base de bulos y fakes para que el volumen sea suficiente como para convertirse en la primera preocupación de los españoles.
Ciertamente es un problema acogerlos y acomodarlos con dignidad, es un problema distribuirlos y poner en marcha políticas de integración suficientes, eficaces, útiles. Pero no es ni su problema ni el mío, sino el problema de instituciones nacionales y europeas que se han desvelado incapaces de buscar soluciones más allá de las que propone el Gobierno de Italia que, por vergonzantes, no importa repetir.
Solo el tonto de Feijóo que se las ha creído todas.
¿Para qué sirve?
No se sabe. No sé si es para ganar elecciones abanderando el odio, para que la sociedad consienta que se los exprima indignamente en determinadas explotaciones agrarias o en el servicio doméstico, o simplemente, para enorgullecernos de la diferencia.
Esa diferencia de hombres y mujeres blancos y educados que, al ponerla de manifiesto, nos convierte en basura.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.
No creo que colapsen ningun hospital, y no todos vienen a delinquir, España necesita mucha mano de obra que ellos nos proporcionan, pero si creo que deberia ser mas regulado, y que realmente contribuyan a solucionar el problema del trabajo sin que nadie los explote , lo que no veo bien es que muchos vienen a vivir del cuento y a aprovecharse de las normas de España eso no lo veo, tenemos que ser solidarios que nadie se quede sin los derechos basicos pero a cambio deben prestar unos servicios que compensen lo que reciben y hay muchas maneras de poder hacerlo si hay interes, para eso deben estar los gobiernos, porque por culpa de esos que vienen a vivir del cuento pagan los demas y eso es lo que hay que evitar, esos menores que llegan a la aventura por que vienen huyendo de la miseria tienen que ser educados con las miras de que tienen que vivfr en su mayoria de edad de su trabajo como cada quisqui no dejar que se acomoden a una vida de holgazaneria y vivir del cuento, por que eso traera fatales consecuencias.
Buen domingo.
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Jugarse la vida en el mar para venir a delinquir o a vivir del cuento no parece que sea lo que estas personas hagan.
Se juegan la vida en el mar buscando un futuro digno, para sí y para los suyos y, para eso, se ponen en manos de mafias terribles que solo ellos saben cómo cojones funcionan.
El contrato en origen se lleva intentando mucho tiempo y el contrato este rotativo que se ha inventado Sánchez a lo mejor también es solución (que a mí no me lo parece).
Lo que está claro es que si las mafias los dejan en una patera cerca de la costa española (italiana, griega…) y después nadie más se ocupa, ellos tendrán que buscarse las artes para comer. No es a lo que vienen… es a lo que los conducimos.
Nuestra legislación es muy protectora de los derechos humanos, no hay deportaciones en caliente y, desde luego, no los mandamos a ningún país sin regulación como hace Meloni y quiere hacer Feijóo.
Eso ¿es bueno o malo? Es buenísimo. A pesar de que el esfuerzo solidario debe ser mayor y las soluciones gubernamentales más sólidas y más rápidas.
En este momento me avergüenzo de la disputa de las comunidades autónomas y la posición de la derecha española por quitarse a menores de encima.
Son negros, sí, pero son menores.
Un abrazo, amigo. GRACIAS
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Muy bien !
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¡Gracias, amigo!
¡Muy contento de saber de ti!
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