Donald Trump parece idiota.
A veces uno lee por ahí que no lo es y que esto de hacer con los aranceles lo que le sale de los cojones obedece a una estrategia muy bien estudiada, defendida por algunos economistas de muchísimo prestigio (cuyos nombres no me atrevo a escribir por miedo a hacerlo con faltas de ortografía).
Sostienen, o eso leo, que después de meternos el susto en el cuerpo con tarifas del 25% y después de que todos los países anden besándole el culo (…que no sé yo), Trump habrá hecho grande América otra vez y se mostrará magnánimo con los que ya considerará sus súbditos, perdonándoles una parte suculenta del gravamen.
Así que esta tregua de 90 días o esta nueva decisión de excluir los teléfonos y los ordenadores de la masacre arancelaria, no obedecen a la brutal caída de la bolsa estadounidense, ni a la de los bonos del Tesoro o de la deuda pública (de la que China es uno de los grandes tenedores), sino a esa estrategia no escrita (ni habrá quien la escriba) que sus colaboradores más cercanos esgrimen para justificar los vaivenes presidenciales.
La tontería de los teléfonos y de los ordenadores con la que nos desayunamos ayer, claro, no se debe a que la inmensa mayoría de sus componentes se fabriquen en Asia… es parte de su estrategia. Así lo tenía previsto desde el principio, se ve.
La cosa va de hegemonía.
No sabemos bien bien qué significa, pero debe querer decir algo similar a ser el que manda. El que posee la moneda de referencia en las transacciones comerciales, el que vela por la seguridad de los estados (socios) del mundo, el que asegura o trata de asegurar el respeto por los derechos humanos de cualquier ciudadano allá donde se encuentre (aunque sea mejor si es blanco y cristiano, por poner dos datos).
Esta hegemonía se fraguó con el fin de la I Gran Guerra (EEUU se impuso al liderazgo del imperio británico) y se consolidó después de la Segunda, tras la que se diseñó un orden económico mundial que ahora se desvanece.
¿Por qué?
Buff… La caída del Muro, el fracaso de la globalización que tanto se aplaudió en un principio, el declive industrial, el encarecimiento de las exportaciones y el aumento de las importaciones… la balanza comercial… qué se yo… Todo ello aderezado con el advenimiento de una moral dudosa y de prácticas altamente sospechosas por parte de los nuevos grandes (enormes) magnates tecnológicos.
Y ahora ¿puede este intento errático de Donald Trump reconquistar la confianza del orden mundial?

¿Es eso? ¿O, efectivamente, es idiota y le basta con experimentar el efímero placer de que los países le besen el culo?
Podría suceder que, de una u otra manera, los países o los continentes (organizados en esa geometría variable tan en uso para la toma de las grandes decisiones que nunca sirven para nada), sintiendo a la gran potencia como una plutocracia infame dispuesta a hacer sufrir a sus súbditos para su propio engrandecimiento, se hicieran fuertes, buscasen otras alianzas, mirasen hacia otros mercados. Incluso decidieran consolidar su independencia moral, militar, económica, estratégica… no contra el plutócrata (que también), sino sin el plutócrata.
Peligrosa apuesta la de Trump, si es que aquello era una apuesta y no la ensoñación de un megalómano enfermo de sí mismo, dispuesto a dominar la Tierra exhibiendo las Tablas Arancelarias como si se tratara de un Moisés anaranjado bajado del Monte del Capitolio.
Y estábamos en estas divagaciones (un tanto extraterrestres) cuando apareció Miriam Nogueras (la portavoz de Puigdemont en el Congreso de los Diputados) contándole a los españoles que, de todo aquello, el 25% tenía que ser para Cataluña.
¡Oh perdición! Otra indepe que no se ha enterado de nada, dispuesta a sacar tajada (en euros, creo) de la que se nos viene encima.
Y ¡oh prodigio! Ahí estaba Feijóo, al quite, con la mirada limpia (sin gafas, quiero decir), dispuesto a saltar al cuello de Sánchez desdiciéndose de cualquier asomo de pacto nacional por la Europa que se intenta construir. A hacer saltar por los aires cualquier negociación, cualquier acuerdo, cualquier indicio de hacerse pasar por un hombre de Estado, en el equilibrio inestable de que no parezca que apoyan los aranceles de Trump o su esquiva política militar, haciendo a la vez el máximo daño posible al Gobierno. De España… de Europa… pues ya hablaremos.
Pequeños, pequeños, pequeños… Al cabo, pequeños. Pequeño Feijóo, ínfima Nogueras: cuanto peor para mí mejor (para mí que para ti mejor que es peor mi beneficio político —o algo así—, que hubiera dicho MpuntoRajoy).
Y no se lo va a creer: ¿sabe que ha exigido, con toda sobriedad, Miguel Tellado ante la estupidez de Junts?
En efecto: Elecciones. Sí, otra vez.
Entre tanto, Pablo Iglesias armaba un crowdfunding para renovar la taberna Garibaldi, que se le ha quedado pequeña en su lucha por la libertad…
¿No es enternecedor?
El dibujo es de mi hermana Maripepa.
No es el señor tramp no es que sea solo idiota es que es malo muy malo, subo aranceles y no me doy cuenta que perjudico a mis primos, pues los bajo segun que y a quien perjudique, ahora se los subo a los chinos que son muchos, ahora detengo por un tiempo a europa , que ya tengo alli a mi primo abascal que me defiende.
La verdad es que este loco que ahora esta jodiendo la la mayoria de sus votantes (les esta bien empleado) nos puede joder y mucho en la querra comercial que esta montando, si solo queda en eso.
Hablar de Feijo bufon de la corte no interesa , estos momentos tenmos algo que si es realmente preocupante, pero no pierde nada o si en poner palos a la rueda, y seguir erre que erre con la dimision o adelantos de elecciones sin llegar a enterarse que posiblemente en estos momento en unas nuevas eleciones se lo coma Abascal.
Por cierta la taberna de Pablo Iglesias , un antro de mala muerte que ni se compara a las tas de la antiguedad, cai por alli sin esperalo y la verdad no me gusto nada, ademas estando alli llego el, saludando a los asistentes y en persona vale mucho menos que en la television.
buen domingo de Ramos
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Yo aún no he tenido el gusto… Pero ¡ya me gustaría saludar en persona al gran Pablo!
Seguro que baja a la tierra de cuando en cuando para dejarse ver entre los seres humanos.
A Feijóo le llegará el momento de comprender hasta qué punto ha hecho el ridículo con esa oposición de mierda. Será cuando su propio partido lo releve después de no haber conseguido NADA.
Lo de Trump es más complejo: un necio de esa naturaleza jamás llega a verse a sí mismo con los ojos de los demás… Él jamás se dará cuenta de nada porque solo al perder las elecciones, ya comprendió que todo era un complot contra él: lo de este no tiene solución. Y tampoco nadie pretende buscarla.
En fin, este va a ser un mal año para haber dejado de fumar…
¡Un abrazo! GRACIAS
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