Pensaba por aquí

Lo de que no se puede uno acostar con niños (más allá de lo que la Iglesia Católica ha institucionalizado como una inconveniencia) es un hecho cierto. Está empíricamente comprobado: te levantas mojado.

Meado, en concreto.

Trupm y Musk están muy enfadados. Muy enfadados. Tú que si me arruinas con tus políticas arancelarias sin sentido, tú que ya no me vales pa’na’, que no me sirves con lealtad, tú que se te ha olvidado que mandas lo que mandas porque yo te he puesto ahí, tú que aquí quién me ha puesto han sido mis huevos morenos (¿naranjas?) y tú que tus huevos morenos (¿naranjas?) no haberlos restregado por las redes de tu amigo el pederasta, el caso es que entre tanta lindeza vamos a ver por dónde sale el sol, porque estos dos niños, to’enfadados, con tal de hacerse pupa son capaces de sabe Dios qué barbaridades. Dos ególatras enfermos de dinero (iba a escribir de poder, pero creo que es lo mismo) viendo a ver quién la tiene más larga en un tablero de juego que abarca el globo terráqueo. Acabarán meados, sin duda. Y veremos hasta dónde alcanza la meada si no adquiere proporciones de DANA maligna.

Otro chiquitín, hablado de DANA, el tal Mazón, que ha ensuciado a todo su partido de pis rancio (que no hay que acostarse con niños, que lo venimos diciendo) y al que, colmo del esperpento, vamos a ver hoy mismo danzado por las calles de Madrid pidiendo que dimita otro. ¡Otro! ¡Que él por qué va a dimitir! ¿No se le llenan los ojos de lágrimas? ¿No le da como ternurita?

Ya le vale también al PSOE este de nuestras entretelas. Sánchez parece que se ha acostado con todos los niños de España. Que si el Aldama, que si la Leire esta de la llave de grifa más grande del mundo, que si el amigo de Koldo, que si el tito Berni, que si el ministro Ábalos, que si la Delcy Rodríguez… todos tienen su chorrito de pipí que escanciar sobre la sonrisa indeleble del presidente. Y la derechona tiene lista la bombona de meados infecciosos presta para añadir al chorro que se acerque al presidente y convertirlo mar arbolada (en la escala de Douglas*) con olas de nueve metros de pis maloliente que estrellar contra la Moncloa, con razón o sin ella.

La chiqueta esta de Madrid es otra niña con la que no acostarse. No lo digo por su noviete, pobre, que para ser una persona particular le han ido los negocios magníficamente bien hasta que lo han pillado defraudándolo todo. Lo digo por los bochornos que le hace pasar al bobalicón de su jefe de filas, que este viernes ha experimentado en propia carne el bofetón de nacionalismo españolista del que el PP lleva intentando esconderse desde su refundación allá por los últimos años ochenta del siglo pasado emergiendo de los restos de Alianza Popular.

Si por ser españolista no pasa nada, mujer. Es como lo de mear en la piscina: ¿quién no se ha meado alguna vez en la piscina? Lo que conviene evitar es orinarse desde el trampolín, porque entonces la cosa queda como más notoria.

A ver si se lo explico: usted puede ser todo lo de derechas que quiera y puede ignorar hasta el punto que le dé la real gana la diversidad de este país nuestro, lleno de murcianos, vascos, extremeños y gallegos que, reconozcámoslo, se parecen lo justo entre sí. Lo que no puede es aspirar al Gobierno de España no reconociendo más españolidad que la madrileña… primero porque es una gilipollez, pero es que, además, no existe. Y andaba yo todo orgulloso de mi patria chica pensando en que el hecho diferencial de la tierra de Madrid era, precisamente, la ausencia de hecho diferencial, que uno podía ser madrileño de pura cepa y haber nacido allá donde su madre hubiera tenido a bien parirlo y que amalgamaba Madrid a todo tipo de bicho viviente ofreciendo la riqueza, to’junta, de todo lo diverso que se daba cita por sus calles.

Y un clavel reventón bajo el pañuelo que cubre la testa de la presidenta (la cubre entera) ha dado al traste con todas mis convicciones.

Otro presidente (el del PP) meado por acostarse con niñas, aunque también a este se lo mean desde varios flancos.

Otras veces vivíamos los monstruos que produce la política con la quietud (la intensidad también) que permitían los tiempos en los que se iban produciendo. Era como uno cada cinco años… Un empresario pegando a un ministro vestido de Superman, un director de la Guardia Civil agazapado en Laos, Amedo y Domínguez, un par de empresarios corruptos pagándole la boda a la hija del presidente, uno vestido de cura irrumpiendo en la casa de otro del PP para robarle los datos del ordenador… qué sé yo.

Pero es que ahora, con el cerebro ya reblandecido por el efecto del «brain rot» que produce el exceso de información irrelevante, cada telediario se vive con la tensión del thriller psicológico más perturbador: personajes imposibles se entremezclan en situaciones inverosímiles que alguien grabó clandestinamente con un móvil (al menos el comisario Villarejo lo hacía con grabadora profesional y en cintas, no en MP3) y ofreció a Cuarto Milenio como primicia mundial… ¡Dios! ¡Cuidado con los niños! Guárdelos de la pantalla del televisor (de TikTok no los podrá guardar).

Y sobre todo, no se acueste cerca: se levantará meado.

*La escala de Douglas se utiliza para clasificar el estado del mar basándose en la altura relativa de las olas. Con previsión de mar arbolada (grado 7 de 9 y olas enormes) yo no saldría del puerto.

Y el dibujo es de mi hermana Maripepa.