Haber tenido pacificado a un Borbón durante dos décadas me parecía a mí motivo más que suficiente para un Nobel. ¿El de la Paz? ¿El de Medicina? Cualquiera de los dos habría sido adecuado.
Andaba yo recordando a Nelson Mandela (1993), a la Cruz Roja Internacional (1917, 1944, 1963), a Juan Manuel Santos (2016) que fue el gran pacificador de Colombia después de una guerra civil de más de cincuenta años. Recordé también el otorgado al Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, que lo recibió en el 2020.
Quizás me parecía algo desproporcionado lo de Corinna Larsen pero cuál no sería mi sorpresa al salir de mi error y comprobar con estupor que no era esa Corinna sino otra, María Corina Machado, a la que el Comité Noruego del Nobel ha considerado -según reza la definición oficial del galardón- “la persona que ha hecho el mejor trabajo o la mayor cantidad de contribuciones para la fraternidad entre los países, la supresión o reducción de ejércitos, así como la participación y promoción de congresos de paz y derechos humanos” durante 2024.

¡Vaya!
En mi basta incultura había tenido yo a María Corina Machado por una opositora férrea al régimen de Nicolás Maduro, represaliada y obligada a la clandestinidad por uno de los sátrapas que aún operan en el siglo XXI. Pero ya está.
Se diría que el Comité Noruego del Nobel olvida que en Venezuela hay muchos seguidores de Maduro, lo que extraña solo hasta que uno comprueba que en Estados Unidos puede ganar Donald Trump o en Madrid Isabel Díaz Ayuso, dos exponentes vivos de que la voluntad de los pueblos arroja sorpresas que a algunos nos resultan difíciles de comprender.
Es decir: quien a juicio de uno no es más que un imbécil/una imbécil puede ganar unas elecciones sin que el Comité Noruego del Nobel corrija los resultados de la voluntad popular, por más que el resto del mundo tenga en cuestión los que obtuvo Maduro en las últimas elecciones venezolanas.
Bien es verdad que tampoco apreciamos grandes contribuciones a la paz mundial por parte de Barack Obama (2009) y que son meritorios los esfuerzos de Machado (2025) al aglutinar a toda la oposición a Maduro por su derecha, algo poco común en América Latina, pero ¿el Nobel?
Baste, para justificar mi zozobra, recordar que la feroz opositora ha dedicado su premio al mismísimo Donald Trump, su referente intelectual por lo que se ve, a quién no sé si habrá bastado este premio de consolación para saciar su ego del tamaño de Montana y Nuevo México.
En este caso, sin ánimo de corregir al consagrado Comité y solo por aportar mi humilde granito de arena, hubiera yo propuesto que el premio fuera ex aequo y que la galardonada lo hubiera compartido a pachas con nuestra IDA, cuyos méritos por la defensa de la libertad, en la comprensión de que el sanchismo mantiene en la opresión y el ostracismo a los pueblos de España y su lucha por la vida de los concebidos no nacidos (la de las mamás tiene otro qué), ha concitado a toda la oposición al Gobierno progresista por su derecha, como María Corina, siendo en sí misma la conjunción del PP, Vox, la extinta Fuerza Nueva y la vieja Falange Española y de las JONS (de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, por sus siglas en castellano), que si en América Latina esto resulta un logro, en la patria de los españoles es obrar un milagro.
Abundar en esta reflexión nos conduce a dudas más profundas sobre una institución cuasi incontestada como es la de los premios Nobel.
No es ocioso recordar que el tal Alfred Nobel inventó la dinamita y dedicó su vida, entre otras cosas, a la creación y fabricación masiva de cañones y otros artefactos de matar, por lo que incorporar en su testamento a la creación de los premios de Física, Química, Medicina y Literatura, el de la Paz, parecería más una forma de tranquilizar su conciencia que de buscar entre quienes realmente hacen o han hecho por la paz mundial.
Mahatma Gandhi nunca recibió el Premio Nobel de la Paz. María Corina Machado ya lo tiene.
El dibujo es de mi hermana Maripepa
Bueno la otra Corina quizás pudiese haber sido candidata al nobel, estuvo bastante tiempo consolando a nuestro rey, para liberarlo del estrés de ser la máxima figura de España y eso desgasta mucho y el consuelo y medicina que le daba Corina también es de premio nobel, Ayuso pues no, no es igual , cierto que en momentos de pandemia consoló a muchos trabajadores abriendo bares para que la relajación del personal fuese mayor, pero creo que eso no cuenta para ese premio, espero que para la próxima vez piensen en la posibilidad de dármelo a mi porque lo nuestro también tiene su aquel, pero me da que no me van a poner en la lista.
buen domingo
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No, no… Tenlo por seguro.
A los de la vida cotidiana no nos miran demasiado. Los pueblos, los desvelos, las obras sin dinero, las facturas del alumbrado público, asegurar que las fiestas lleguen a todos, o los regalos de navidad, proveer por que en ningún hogar haya penuria… no puntúa.
Hacerle oposición a Maduro es otra cosa.
Y yo… pues ¡estoy de acuerdo!
Un abrazo, amigo. Otro año sin Nobel.
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1973: Henry Kissinger, Le Duc Tho (Le Duc Tho rechazó el premio)
Se llevó el premio el mayor jardinero de dictadura que en el mundo ha existido. Con ese «compañero» seguro que Corina está encantada. Esos señores suecos, hartos de vodka, se les pasó darle el Nobel a Guaidó, el que estafó a Trump. Y hablando del ruin de Roma, seguramente, como no le podían dar el premio al tronco, que podía haber producido una cascada de devoluciones, se lo han dado a una rama. La imagen de Netanyahu dando a Trump su petición del premio Nobel pasa de patético a otro indecente y miserable nivel.
No obstante, en el marcador de los premios Nobel de la paz la extrema derecha gana por goleada.
Mira que tenían la oportunidad de darle el Nobel a los 20.000 niños muertos en Palestina. Pero eso es irse a lo fácil y «demagógico» es mejor dárselo a una tipa que ni ha contribuido en nada a la paz ni lo hará. Uno de sus méritos es intentar provocar un golpe de estado del ejército. Y todos sabemos como acaba eso. Mientras Trump sigue asesinando impunemente a la supuesta competencia (narcos) de su propio ejército, policía y agencias gubernamentales que conforman a EEUU como un narco estado desde hace décadas.
Asi está el mundo, hipocresia geopolítica. Hoy queda ver pasar a la cabra, escuchar a la cuadrilla del tío del atracador de gasolinera llamar hijo de puta al Presidente de Gobierno, que este año tiene una serie enorme de motivos para llamar hijos de puta pero a otros: Andalucia, Castilla y León, Valencia, Madrid, Cantabria y su lanzamiento de artefactos explosivos a la sede del PSOE. Pero ya sabemos lo que hay.
Feliz semana, abrazos.
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Lo cierto es que uno podría acabar hasta los huevos y dando su voto a Abascal para que gobiernen con salud y nos dejen en paz a la gente de bien. Podría dárselo a Albise Pérez, pero eso sería tirarlo.
¡Estos noruegos y sus veleidades!
Si el poder les corresponde por derecho divino ¿quiénes somos nosotros para arrebatárselo?
Después, digo yo, el letargo acabará. Y los jovencitos que ahora se inclinan ante Vox entenderán que, con tanta gilipollez, la han liado parda.
Entre tanto, paciencia. Kit de supervivencia y paciencia. Un par de libros, un par de litros de cosas espirituosas y dejar pasar el tiempo.
Suena a rendición… lo sé. Pero ¿te quedan ganas?
UN ABRAZO ENORME, AMIGO
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Justo, antes muerta que sencilla. Imagina si le dieras el voto a botox ibas a pasar cuatro años guapos, como poco.
En cuanto a los jóvenes… la estupidez es mas difícil de curar que un cáncer de páncreas.
Abrazos.
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