El terror del diablo rojo

El cristo de Wall Street (2007/2008), no lo generó el social-comunismo, tampoco el Brexit, ni la guerra de Ucrania. La tremenda inflación que vivimos parece más bien cosa de los mercados, como así el disparo mundial del precio de los carburantes y la energía. La subida de los intereses que es consecuencia de todo ello beneficia a los bancos y a nadie más. Los asaltos a los congresos de EE.UU. y Colombia provienen del conservadurismo populista extremo y del abuso de poder de que vienen ejerciendo quienes lo representan.

Y ¿de verdad que a quien tenemos que temer es al comunismo?

De lo de Stalin ya me acuerdo pero, tanto advertirnos de los peligros del social-comunismo que nos amenaza y ¿de verdad las prácticas socialdemócratas al uso en estos tiempos (antigüillas por lo demás) son tan de temer?

¿No le da más miedo la caída de las banderas LGTBI+ de los ayuntamientos gobernados por estos que tanto nos asustan con el diablo rojo?

El miedo al comunismo da risa.

El miedo a la mediocridad no tanta.

El miedo a la imbecilidad… ese sí que es miedo.

¿No le da más miedo que la polémica sea si la violencia es machista o intrafamiliar?

¿No le da más miedo el discurso xenófobo, homófobo, retrógrado?

Ya no hay más diablos rojos. Que no le asusten. Hay neoliberales apestillados a su statu quo, derechistas nostálgicos intentando regresar a su orden y su ley, ultracatólicos inmorales intentando imponer reglas de conducta que repugnan a la inteligencia. Pero diablos rojos ya no hay.

De las palabras a los hechos. Del discurso del retroceso al retroceso mismo. Eso estamos viviendo en estas semanas de incertidumbre. Y no es el comunismo quien lo provoca.

La Italia de Meloni agiganta el miedo. El Gobierno de la ultraconservadora hermana de Italia ha ordenado a los ayuntamientos (allí son estos los encargados de anotar los nacimientos) dejar de inscribir a los hijos de parejas del mismo sexo. Al hilo de esta decisión monstruosa, la Fiscalía de Padua ha enviado ya instrucciones para eliminar del registro a la madre no gestante en los casos de parejas lesbianas, modificando las actas de nacimiento desde el año 2017 y eliminando así el derecho de niños y niñas a tener dos mamás. A la mierda la ley italiana de uniones civiles de 2016: el ministro de Relaciones Parlamentarias ya ha sentenciado que el matrimonio es solo entre un hombre y una mujer. Con dos cojones.

Despojadas de sus derechos las madres no gestantes, recoger a los niños del colegio, decidir sobre sus tratamientos médicos o continuar siendo mamá fallecida la madre biológica, se convierte en imposible.

Hasta aquí hemos vivido en España con la tranquilidad de que el dontancredismo de nuestra derecha desde el advenimiento de la democracia (antes Alianza y hoy Partido Popular), le ha hecho permanecer impertérrita frente los avances sociales conseguidos por el centro y la izquierda, a pesar del tremendo riesgo que se hartaron en denunciar mientras las leyes se forjaban. Así sucedió con la Ley del Divorcio de la UCD (1981) contra la que se desgañitaron vivos y que, una vez vigente, abrazaron con tanta pasión que casi no queda un señor de derechas unido en santo matrimonio, ello abanderados por el mítico Álvarez Cascos que se la aprendió tan bien que no ha dejado de usarla hasta nuestros días.

Sucedió también a buen seguro con la del aborto, ratificada recientemente por el Tribunal Constitucional desestimando el recurso del PP, aunque no consten datos de cuantos papás y mamás de misa de una y pésame Señor han evitado el engorroso viaje a Londres con su nena, haciendo uso de los derechos que les otorgaba la vituperadísima Ley, para deshacerse del bombo que algún malnacido le había hecho, sin duda, en contra de su voluntad.

Y sucede cada día con la de Matrimonio Igualitario, votada en contra y también recurrida ante los tribunales de Justicia, de la que el propio diputado Maroto hizo uso meses después de aprobarse invitando a su boda gay al mismísimo Mariano Rajoy (que lo bailó como lo bailó).

Hasta aquí, decía, porque la derecha que se cierne ya está descolgando las banderas arcoíris de los balcones desde los que gobierna.

La derecha que se cierne sobre nuestras instituciones no peca de dontancredismo. No.

Así que veremos si ya a partir de estos días el diablo no va a ser el rojo.

Ahora el diablo es azul. Azul marino, como aquellas camisas. 

El dibujo es de mi hermana Maripepa.


7 respuestas a “El terror del diablo rojo

  1. Hoy tambien de acuerdo pero por desgracia hasta que no saquemos una vacuna que nos proteja de ese virus que nos inoculan no se de que manera , para anular la mente de gente de izquierdas hasta llegar al punto de que esos mismos voten a la ultraderecha, lo tenemos jodido, sin vacuna no hay cordura, yo insisto mucho en eso del virus pvox 22 por que no hay una explicacion logica, por que analicemos las cuentas en estas ultimas elecciones municipales han votado aprox. 35 millones de españoles de ellos 13 millones estan en pobreza ( que no deberian apoyar al que los va a condenar) un 15 de los votantes se declaran no heteros 5,25 millones, ( que viendo lo que se les viene encima , no lo quiero ni pensar lo de la vuelta al armario) digo yo que los restantes se repartiran entre las distintas formaciones politicas 16,75 millones , pues no me salen las cuentas alguien se esta flagelando sin ser semana santa, todas aquellas personas de derechas que han elegido abortar por sus motivos, ¿que haran cuando lo prohiban? a si ir a Londres que para eso tienen pasta.

    totalmente convencido de la inoculacion o hipnotismo masoca.

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    1. Las cuentas, efectivamente, conducen a la melancolía.

      No hace mucho leía en no sé qué encuesta que un 15% del voto socialista se había ido a la derecha o a la ultraderecha en las pasadas elecciones locales y autonómicas y que el mismo porcentaje se mantendría en las generales de julio: es un virus, no hay ninguna duda. Porque pasar de la izquierda a esta derecha nuestra (que no es cualquier derecha) sin otro motivo aparente que los pactos que se han tenido que hacer para garantizar un Gobierno de progreso, no puede ser sino consecuencia de una enfermedad que, por cierto, parece muy contagiosa.

      Si nunca pensamos que los principios de una persona comprometida con la sociedad de la que es parte, pudiera, de repente, cambiar el sentido de su ideología, de sus principios, queda claro que nos equivocamos.

      Se puede. Pero es una enfermedad.

      Un abrazo, amigo. Las cuentas son terribles.

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  2. Camisa azul con el yugo y las flechas bordado en rojo y, por supuesto, el correaje con la pistolera.
    Escuché a Abascal diciendo que el no celebraba el orgullo porque es heterosexual. Menudo mentiroso.
    Todo aquello de yo tenía un camarada entre todos el mejor… es de lo más maricón que he oído nunca. Eso me dice mi fino instinto heterosexual.
    Que es el racismo, un producto de la ignorancia. El racismo se cura viajando.
    Xenofòbia, Homofòbia, ésto es distinto, se alimenta de odio y qué es el odio: es sinónimo de hostilidad, resentimiento, rencor, lo cual genera un sentimiento de profunda enemistad y rechazo que conduce a desear el mal hacia una persona o el deseo de enfrentamiento con la misma.
    Y porqué se generan esos sentimientos, racionalmente el hecho de ser heterosexual no es una razón para odiar al gay, sentimental y sexualmente caminan por diferentes vías.
    Que genera ese odio, tengo una teoría, la envidia es lo que alimenta ese odio. Pero no tiene ningún sentido que una persona heterosexual envidie a una gay. Cual puede ser la razón, no es heterosexual, no se acepta, vive metido en un armario muy diferente al de un gay que sí se acepta pero se esconde por motivos profesionales o sociales.
    El armario de éstos es blindado y tiene combinación. Las personas trans y travestis saben mucho de éstas personas.
    También, por supuesto, éste odio se alimenta por motivos políticos, ignorancia abunda y WhatsApp hace estragos entre la gente joven y los consumidores de Susana y Ana Rosa.
    Un ejemplo: Feijóo diciendo que va a suprimir el impuesto a los ricos en el Hormiguero y el público aplaudiendo. El que debería haber aplaudido es el único rico que había allí, Pablo Motos.
    La única forma de combatir todo eso es implicarse, afear conductas, eso te convierte en borde y desagradable.
    Decía Pedro Sánchez que tenía amigos a los que el discurso de Irene Montero les incomodaba. Creo que Sánchez y sus amigos tienen un problema. Aún no se han enterado de qué va eso de avances en derechos humanos y de qué significa ese orgullo y la bandera que abarca TODOS los colores.
    Feliz domingo, abrazos.

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    1. Camisa azul… pensé que no tendríamos que volver a recordarla. Pero aquí está.

      Con todos sus complementos bordados y con toda la caverna mediática a favor. Un enemigo grande tiene esta razón que tratamos de alumbrar…

      Si le gente ordinaria aplaude cuando se anuncia la derogación del impuesto a las grandes fortunas, estamos en un problema. De esto no hay duda. Pero tampoco ayuda que los amigos de Sánchez (y él mismo) miren con desconfianza los avances sociales…

      Esto va de izquierda. Y eso es ideología. ¿Alguien se apunta?

      ¡Un abrazo enorme!

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  3. Mariano Rajoy o M. Rajoy, alias Marianico el corto (no por estatura ni por la gracia que tenía sino por lo otro que queda), era especialista en hacer el don Tancredo, su filosofía de vida es no hacer nada. Es gallego … y otro gallego viene.

    Si ya desde entonces se le tachaba desde la rama más dura, la de la marquesa, de blandito y después salió a la palestra el megalómano quejándose indignado de la derechita cobarde y después vimos como los extremistas del PP, capitaneados por la Cospe y el muchacho, se regocijaban por haber tumbado al discurso menos duro de Soraya Sáenz de Santamaría, no podemos ahora sorprendernos. Esto no se ha cocido en dos días, esto viene de lejos, esto se veía venir, los más extremistas del PP se han ido creciendo, han ido apostando por un discurso cada vez más claro, sin miedo a decir lo que hace solo una década conducía inevitablemente a la pérdida de votos. Los más extremistas del PP están en el PP y están en VOX, no son distintos, no son otros. Si ya acertaba el Coletas (cómo lo echo de menos) cuando llamaba a Ciudadanos “la filial naranja del PP”, acertaríamos ahora hablando de la filial verde (aunque el color les va fatal, engaña mucho, debe de ser un verde sucio).

    Las conquistas sociales surgen de la izquierda, siempre, pero no se consolidan ni se hacen efectivas hasta que la derecha las asume. Hemos creído que estaban asumidas y nos hemos equivocado. Cuidado hemos de tener en no hacer el don Tancredo nosotros. Hay que seguir luchando. Habremos de denunciarlo, de advertirlo, habremos de convencer de mirar al futuro, habremos de hacer entender que en el camino habrá tropiezos. Ya lo dije la semana pasada y hoy lo dice también Javier: esto nos pondrá en el punto de mira de algunos, nos traerá enemigos, discusiones, broncas (es su estilo). Pero no hacerlo sería hacer el don Tancredo.

    La única esperanza es llamar la atención sobre lo que ya está ocurriendo y lo que vendrá, la única esperanza es que la gente, la más dormida, se dé cuenta de ello. No dejemos solo a Pedro Sánchez, que se está desgañitando de plató en plató, de estudio en estudio, de programa en programa de tv, de emisora en emisora de radio. Muy solo lo veo.

    La oportunidad nos la da el rival, como siempre ocurre en política, con los acuerdos que se van conociendo y que nos van dejando claro lo dicho: son los mismos. Que no nos engañen, no nos traguemos el discursito de que el PP es un partido de Estado. Ese Estado no es el que llevamos medio siglo construyendo. Es el anterior.

    Animo, aún se puede.

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