El momento de rasgarnos las vestiduras está pasado.
Los riesgos del acuerdo de investidura con Carles Puigdemont eran obvios y los asumimos todos. Al menos, los asumimos quienes los asumimos. Y lo fue de buena fe. El precio era la amnistía de los delitos cometidos con ocasión del procés y la continuación de unas conversaciones que tendieran a un referéndum de autodeterminación, para unos, a un encaje constitucional de Catalunya en el conjunto de España en el que todos pudiéramos sentirnos cómodos, para los otros.
También sabíamos que Puigdemont lidera un partido político heredero de las vergüenzas de Convergència Democràtica de Catalunya que se llama Junts per Catalunya cuya única voz parece ser la suya. Y sabíamos que se trata de una formación política sustancialmente derechista, abonada por los intereses de las grandes familias de la burguesía catalana y tocada de una suerte de corrupción intestina que Pasquall Maragall bautizó como la malaltia del tres per cent. De hecho, desde la parte no catalana de España, siempre nos preguntamos qué coño tendrían en común partidos como Esqerra Republicana de Catalunya (aunque jamás he comprendido una izquierda nacionalista) o la CUP, para construir juntos la idea de un país separado de España. En qué coño de país estarían pensando quienes defienden ideologías tan diametralmente opuestas.
Seguramente por eso nunca supimos de qué Cataluya lliure nos hablaban quienes abogaban por un país independiente. Solo sabemos que no sería ecologista, que no sería feminista, y ahora sabemos que tampoco sería solidario, si tratamos de intuir el modelo de Estado en el que Junts está basando su separación de España.
Y no es que de pronto me entren dudas.
Se ha visto con claridad que Carles Puigdemont se puede alinear igualmente con sus socios naturales, la derecha y la extrema derecha (sus propuestas de gestión de la inmigración avalan su cercanía a Vox), o con su bandera de conveniencia, el bloque progresista (porque no parece que Vox estuviera muy muy dispuesto a continuar adelante con la Ley de Amnistía por la que tanto ha luchado). Se le ha visto flirtear en público con el líder del Partido Popular Europeo (PPE), Manfred Weber, sobre la posibilidad de una moción de censura contra Sánchez, alineado con el Partido Popular español, si se dieran ciertas circunstancias (como la nada menor de que dejaran de tratarlo como a un terrorista). No es un líder de progreso, no lo es. Y entendemos, también con claridad, que mejor sujeto al bloque progresista (del que obviamente no forma parte) que en connivencia con el conservador legislando en contra de los derechos individuales por los que tanto hemos luchado todos los demás.
La cosa es que el chiquete se ha venido arriba y ha decidido hacer valer su papel de primera vedette en el espectáculo en que se ha convertido la escena política nacional. Ninguna sorpresa. Necesita empezar a ganar desde hoy mismo las elecciones de 2025 y mostrar a la derecha catalana su condición de hombre muy de derechas, para que no lo dejen solo en esos comicios que teme volver a perder. Así exige al PSOE que le permita hacer pública su xenofobia gestionando las competencias de inmigración y permitiendo endurecerlas hasta la ignominia en una tierra en la que, por lo demás, ni siquiera gobierna.
Las competencias en materia de inmigración son exclusivas del Estado, solo se puede ‘delegar’ la gestión, pero a Carles Puigdemont le parece suficiente con eso para demostrar quién es y marcar diferencias. Aún más, claro, si con eso consigue hacer pública y notoria su capacidad de extorsionar al Gobierno y lucir esa sonrisa sardónica de suficiencia que solo pueden esbozar quienes, realmente, tienen alguna sartén por el mango.

Difícil equilibrio.
En el entendido de que no se trata de demostrar quién la tiene más larga, Sánchez va cediendo y haciendo ceder al Gobierno de España ante las extorsiones de un sujeto al que España, su ciudadanía y su dignidad, le importan un carajo pero atesora siete de los votos que vuelcan del sí al no las decisiones del Congreso de los Diputados (¡bendita democracia parlamentaria!).
Solo siete de ellos. Podemos (que ya no son Unidas) tiene otros cinco y ya ha demostrado para qué los quiere, pero esa será otra historia.
Elecciones catalanas 2025. Atentos a esta clave. Si el Partit dels Socialistes de Catalunya las gana y los independentistas desaparecen del Govern de la Generalitat (nada es imposible a la vista de los resultados de Salvador Illa en las últimas Generales), Sánchez se coronará emperador y el ‘asunto catalán’ se resolverá sin enfrentamiento entre hermanos. Seguramente tendrá que convocar elecciones generales en ese mismo momento, pero las expectativas serán muy otras para el progresismo. Si, por el contrario, triunfa la estrategia de extorsión de Puigdemont (piénsese que al extorsionador en cuestión no le quedan muchas más alternativas), Sánchez se tendrá que ir. La derecha junto con la extrema derecha gobernarán en España, el ‘asunto catalán’ tomará un derrotero muy distinto, Puigdemont irá a la cárcel (lo sé, lo sé, apetece) y nosotros a la melancolía.
Es un equilibrio inestable. Pero antes de bramar contra las decisiones (más que discutibles) del Gobierno, trate de analizar el panorama en su conjunto. Está lleno de aristas. Un error de estrategia en un contexto tan crítico nos puede dejar en las manos nada deseables de quienes solo derogan.
No hay soluciones fáciles a problemas complejos. Y este panorama es complejo de cojones.
El dibujo es de mi hermana Maripepa
Buenos días
Aquí ya no hay guión, es un reality y como tal quien mejor lo juegue, gana. Y los espectadores a observar el show bochornoso.
Con pocas o ninguna opción, tendremos que votar, al fascismo o al que da espectáculo aunque critiquemos con razón a este.
Quien da más?
Un abrazo 🤗
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Se ve que sí… ahora al que dé más… Ya no más servicios ni más derechos: al que dé más espectáculo.
A ver hasta dónde nos lleva esta situación. El bochorno ya lo hemos alcanzado. ¿Lo siguiente?
Un beso fuerte Pacix. GRACIAS
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Bueno, desde julio de 2023 ese pastelero de peinado imposible tiene apariencia de vedette, otorgado mayoritariamente por los medios de información, que por otra parte, necesitan material para sus tertulias y mierdas.
Apariencia porque el Pugi a raíz de largarse en el maletero de un coche, no cae muy bien en su tierra. Esa es su rémora, también qué, al lado progresista le puede apretar el cuello, sí, pero no puede dejarle sin oxígeno.
No sé si será verdad o no, pero lo del control de fronteras tiene pinta del mismo paripé que la proclamación de la República Catalana durante siete segundos.
Los resultados de Illa en Cataluña, la desaparición de la Cup, es una espada de Damocles que los partidos nacionalistas catalanes tienen sobre su cabeza. La CUP desapareció del Congreso y tienen la impresión que Junts e incluso ERC están puestos en fila, por ese orden, en la trituradora de las urnas que tanto reclamaban. Ahora mismo y con los números en la mano, los nacionalistas no se atreverían a convocar un referèndum. En España no manda la derecha, no habría piolines, sinergia necesaria que les facilitaría, amablemente, el Rajoy de turno para mover a los catalanes a votar a favor de la separación.
Sigo pensando que ERC, con Junqueras a la cabeza, sacó la pajita mas corta, le tocó comerse el marrón y respirar el sano aire de la sierra de Madrid.
Ver la cara de Junqueras en esa foto en la que estaban cantando els segadors era todo un poema. Ya sabia que Pugui se había ganado el maletero.
Ya veremos, en las elecciones europeas, como queda Junts, poca tarta para muchos comensales en Cataluña.
Por otra parte esa mala costumbre de nuestros principales partidos de meter leyes Ombudsman puede que sirvan para mayorías absolutas como la de Díaz Ayuso, cuando tienes que negociar con múltiples intereses ese invento no funciona. Y sí, Podemos hizo lo que calcularon que no haría, votar en contra, pero la medida del aumento del subsidio no entra en vigor hasta junio y es una medida temporal que decae en dos fases. Quien diga que Podemos perjudicó a los parados está vendiendo humo o peor, gas metano. Tienen tiempo de sobra para negociar y volver a presentarlo. En ésta ocasión, a mí parecer, la líder de Sumar se empachó de soberbia. Tendrá que volver a esa norma no escrita, en el ambiente laboral hay compañeros, no necesariamente amigos, los amigos forman parte de tú vida particular no de la laboral. Hay que saber distinguir la diferencia, está claro que Podemos y Sumar amigos no son, pero compañeros de trabajo sí. Su obligación es colaborar, en éste caso Sumar no lo hizo y cabreó a su socio el PSOE, que por otra parte también la cagó buscando los votos de Feijóo. Sigue empeñándose en convertir al PP en un partido de Estado. Y el PP si es de estado será de los estados de WhatsApp, los jueces lo catalogaron como una mafia estructurada para delinquir, como Feijóo reconoció a Alsina según sus propuestas, que afortunadamente para su partido, tumbaron el miércoles. Hubiera sido gracioso que ilegalizaran al PP por corrupción, tres sentencias firmes y las que les quedan.
Resumiendo yo no veo tan peligroso a Pugi, a pesar del peinado raro a la japonesa, no se va a hacer el harakiri, no va de esa cuerda.
Ahora vienen las gallegas, ganará la derecha, gracias a la izquierda, como siempre.
Feliz domingo, abrazos.
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Comparto tu análisis.
Dos momentos cruciales para adivinar el futuro: europeas y catalanas. El futuro seguramente ya está escrito. Esto solo nos dará pistas de por dónde irá… pero nos dará esas pistas.
Este señor del pelucón, al que, no sé por qué, siempre he imaginado con bóxer de nylon estampado de cervatillos, hará todo el daño que pueda… lo que pasa es que podrá hacer poco daño.
Al menos, eso espero…
GRACIAS OTRA VEZ
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