Pensaba por aquí

(O en tres)

De las varias Españas sobre las que habitamos, hay una, la España de la política, que se debate en una de las mayores crisis institucionales que se recuerdan.

En realidad la crisis no es tanta: un caso de corrupción (grande, cabrón) muy bien manejado por la oposición y la judicatura que lo han convertido en inconmensurable a pesar de tener medidas comprensibles.

Otro país, uno que no transitamos los simples mortales aun dentro de nuestras fronteras, se viste de satén y grandeza de España para repartir oropel y dignidades con motivo de la heroica gesta de cumplir otro Borbón diez años ciñendo la corona del reino.

Ducados y marquesados… Bueno, no: solo marquesados. Los ducados se ve que están reservados para presidentes del Gobierno y cosas así: el duque de Suárez… no sé si el de Aznar se llegó a conceder… el de González no se dio porque el buen hombre renunció a ello. Y no tengo por cierto que veamos un duque de Sánchez, según está el patio.

Lo que he comprendido, sin embargo, es que se los inventa el rey. Y luego los hace hereditarios o no, según le dé o no la gana. No están solo los clásicos estos que ya nos suenan de las revistas del corazón, como el de Alba, el de Casa Fuerte… El de Luz y Paz (a la magnífica Luz Casal), por ejemplo, se lo ha inventado (bien cursi, por cierto) este rey. Y lo ha hecho hereditario, así que tendremos vástagos o vástagas (forma no válida gramaticalmente habladno), una dinastía, que padecerá con cierto pudor el bordado en la camisa de la corona marquesil con tal título como el de Luz y Paz… que para chica no queda mal, pero para chico va a ser una agonía, ya se lo digo yo al futuro marqués.

Pienso ahora yo en la marquesa de Gamarra y se me saltan las lágrimas.

Yo mismo me pediría el marquesado de Cobo Calleja, con Grandeza de Parla, y propondría al tal Cerdán para marqués de Chistorra.

El de Ayuso, si llegara, sería un ducado, ya lo vaticino, reservado a lo más grande: ¡eterna gloria a la duquesa de Madrid y de la Luz y de la Libertad, con grandeza de España dentro de España! Y hereditario, por si pudiera la ducal pareja dar a la patria defraudadorcitos de alcurnia.

Y de lo humano a lo divino.

Porque a estos mundos paralelos que parecen discurrir a nuestro alrededor, se suma ahora el de la Santa Madre Iglesia, que se acerca a la esfera mortal con su camisita, su alzacuellos y su canesú, a través de la presencia corpórea de monseñor Argüello.

Monseñor Argüello no fue elegido cardenal elector por el papa Francisco, así que se perdió el cáterin de la Capilla Sixtina, que no debe estar nada mal. Y justa correspondencia se unió a Abascal en la fundación Pablo VI para disfrutar de las mieles de la ultraderecha en la presentación de un libro de Quintana Paz. Claro, no tardó en comparecer ante los medios para exigir la convocatoria de elecciones bajo la premisa de que la corrupción es una cosa muy fea la practique quién la practique.

Es verdad que se le olvidó manifestarse ante los casos de corrupción protagonizados por el Partido Popular, pero debo reconocer que a mí mismo siempre me parecen justos los penaltis que le pitan al Real Madrid y, a sensu contrario, siempre bramo contra los que le pitan al Atleti por injustos, inconvenientes, y porque el árbitro está comprado.

Este cura fascista venido a presidente de la Conferencia Episcopal ¿no merecería al menos un señorío? Bien es posible que ni para conde ni para barón le alcance el mérito, pero ¿no le cabría en la sotana el Señorío de la Bondad Infinita del Fascismo Cristiano y la Luz y la Paz, puestos a inventarnos títulos nobiliarios?

Cierto es que podríamos resumir este post con aquel aserto popular que reza ‘éramos pocos y pario la abuela’. Tan cierto como que estoy hasta los huevos de abuelas que vienen a parir justo cuando saben que más daño hacen.

Y no lo digo por el rey, que el hombre juega a ser rey como le dejan, ajeno -como le toca- al mundo en el que vive (haber pedido susto). Más bien me refiero al puto cura este que se cuela en la vida de los hombres y muerde la mano que le subvenciona el IBI y la existencia en la esperanza de que otro se la pague mejor.

Suum cuique, señor cura. Demasiado que callar para intentar dar lecciones.

El dibujo es de mi hermana Maripepa