De sabios y todólogos

Hay que andar atento porque son muy escurridizos. Me refiero, claro está, a los sabios. Los otros abundan.

Los sabios son pocos y no se les nota. Es muy importante estar muy despierto por si te encuentras con uno: no son tantas las ocasiones. Con los todólogos no. A estos se les ve de lejos y es tan frecuente encontrarlos que casi estorban un poco.

En este tiempo que viene, en que veremos rufianes de todos los órdenes —con sus aplaudidores— y tertulianos de todas las cadenas —también con sus aplaudidores— opinando sobre lo más grande; ahora que se ha hecho patente en España la profunda crisis que vive la socialdemocracia y que estamos a punto de vivir las que serán —y las habrá— sus consecuencias, es más importante que nunca ayudarse a hacer criterio por quien realmente lo tenga. Y no es tan sencillo pararse a analizar, con el furor de los ofendidos hirviendo por las esquinas.

Lo sabios parecen personas normales, escuchan, se entiende todo lo que dicen porque hablan con las palabras de la gente, no quieren demostrar nada y están en permanente disposición de aprender, incluso de uno mismo (aunque tan poca cosa tenga que enseñar).

Sospeche de grandilocuencias y exhibiciones dialécticas. Intuya que si alguien tiene la necesidad de demostrar cuánto sabe de todo, puede resultar que no sepa tanto de nada. Y luego es un chasco.

Esta es actitud más propia de todólogos, pequeños seres abyectos habituales en las tertulias televisivas que inundan de palabras la conversación, sea esta de la naturaleza que sea, y de todo saben y de todo

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Un sabio que estaba leyendo un libro.

opinan y de todo dan lecciones. Son fáciles de localizar porque se pisan en las conversaciones y no dicen nada que realmente merezca la pena. Sorprende, cuando la casualidad hace que estén hablado de algo de lo que uno entiende, la cantidad de barbaridades que sueltan por esa boquita.

Algún proverbio (casi seguro oriental) reza: Corrige a un sabio y lo harás más sabio; corrige a un imbécil y lo harás tu enemigo. A mí me lo contó un amigo de Ciudad Real y lo corroboré escuchando una ¿conversación? entre Inda y Marhuenda.

Si uno está delante de un sabio de los de verdad es posible que ni se entere. Sabrá estar en cualquier conversación y no pretenderá encandilar a su auditorio con elevadas formas de lenguaje y expresión. Y ¡tragedia!: habrá perdido la oportunidad de aprender cosas.

Es imprescindible poner la mente a trabajar con espíritu discernidor. Hay que distinguir entre los unos y los otros, gastar muy poco tiempo en escuchar idiotas y buscar el conocimiento allá donde pueda esconderse. Porque está. Y cuando aparece, abrir mucho las orejas, preguntar, absorber, contrastar la opinión que uno mismo tiene sobre las cosas que le importan y luego contarlo: ¡Estuve con un sabio! No le importe reconocer que había uno que sabía más que usted.

Piense que, de todos modos —para bien o para mal—, sus amigos ya saben lo listo que es.

El dibujo es de mi hermana Maripepa.

15 respuestas a “De sabios y todólogos

  1. Muchas gracias por compartir tan «sabia» reflexión. El tiempo es oro como para ver esos shows de los que todo lo saben. Lo bonito de verdad es tener el privilegis de estar con los sabios auténticos, los que no dejarías nunca de escuchar y aprender, los que siempre quieren seguir aprendiendo. Afortunad@s quienes se rodean de ellos. Permítanme que me incluya entre l@s afortunad@s.

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  2. Seguramente el gran problema es que se nos ha perdido el respeto. Hemos pasado de ser seres pensantes a audiencia manipulable. A más audiencia más alboroto, no importa lo que se dice solo el ruido que se hace y nosotros a consumir. A consumir palabras como el que consume comida basura. Al final no pasará como s los jóvenes obesos, tendremos una esperanza de vida-intelectual o inteligente- mucho menor que la de nuestros padres.

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    1. En esta ceremonia sencilla pero cordial me declaro obeso intelectual.

      De régimen me impongo abandonar a Ferreras, Prisa, Ctxt, Público…

      Gracias, Ricardo. Difícil…

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  3. Estamos en un mundo en el que soltar un exabrupto mayor significa generar una admiraciónra mayor. No importa en ninguna medida el razonamiento y el respeto por el pensamiento ajeno. Solo hay un pensamiento para cada uno de ellos, el suyo. Lo demás debe ser destruido y ridiculizado para asegurarse el seguimiento de sus infalibles proclamas. La educación arma potente contra el pensamiento único, no parece que interese ser recuperada. Pobre sociedad la nuestra.

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    1. Tanta pobreza ambiente nos obliga a ser muuuuy cuidadosos al elegir los referentes, no solo en público, también en privado. Echando un vistazo a nuestros grupos de whatsapp se ve cada gilipollez… Creo que me voy a salir de unos pocos.

      Gracias, Daniel!

      Ahora tengo un rato para sentarme en el ordenador y releo tu comentario -el otro venía del móvil en peores condiciones-. Estoy completamente de acuerdo contigo, también, en un aspecto que antes había pasado por alto. La necesidad que tienen estos que saben tan poco de resultar notables y mantener sus audiencias intactas. Es verdad, la resuelven a base de exabruptos que a cualquier persona sensata harían estremecer. Y esto es tanto así que nos hemos acostumbrado a ellos y ya nos parecen normales. Hasta cómicos. Y lo son… cómicos. Por cuánto mueve a risa escuchar tanta idiotez en gente tan bien parecida.

      En fin, otra vez gracias por contárnoslo aquí y hacernos pensar otro poco.

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  4. Si lo que vas a decir, no es mas bello que el silencio no lo vayas a decir!! Manolo García.
    Verdaderamente estamos llenos de sabios que nos perdonan la vida cuando hablan o toman decisiones.
    Quizá es mas sabio el que sabe escuchar que el que no para de hablar.
    Últimamente hemos oido muchas clases magistrales y pocas reflexiones, en voz alta, sobre aconteceres que todos conocemos.
    También he de decir que, acudiendo a otra entrada de este lugar de pensamiento, hemos dado mas importancia a las razones políticas o de inetreses, que a hablar de valores, integridad y forma de estar en la vida. Tres cuedtiones fundamentales para los sabios. Unidos a la humildad y reconocimiento al hecho de estar siempre aprendiendo.
    No se si me explico, porque últimamente estoy decepcionado y un tanto desilusionado.
    Lo que quiero decir es que algunas de las personas mas sabias que conozco, son autenticos desconocidos. Y muchas personas que deciden el futuro de todos nosotros ( político y de opinión) son auténticas albarcas.
    Pensaba por aquí.

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    1. Claro, Pepe. Son auténticos desconocidos. Son sabios. No necesitan la notoriedad. Los otros sí.

      Es verdad que últimamente estamos escuchando demasiadas cosas y es verdad que las muchísimas fuentes de información con las que ahora contamos -gran cosa, qué duda cabe- no ayudan bien a distinguir de quién vale la pena escucharlas y de quién no, salvo algunas nociones elementales como, por ejemplo, no poner Tele-5 por aburrida que sea la tarde.

      Pero creo que con poco interés que pongas en reconocerlo, lo reconoces.

      También coincido contigo en que las personas que dirigen nuestro futuro político, y las que crean la opinión publicada -bien distinta de la pública, que ni dios la comprende, ni la conoce, ni siquiera la intuye, por más que se empeñen en hablar en su nombre- son auténticas albarcas, como bien dices.

      Y ahora ¿qué hacemos?

      Una niña de 12 se ha muerto de un coma etílico y su padre ya había avisado a las autoridades de que la cría tenía esa tendencia. Esto es noticia. ¿El qué? ¿Las medidas que se están tomando para que tal brutalidad se pueda evitar? ¿La consternación de las autoridades encargadas de prevenir y evitar esas conductas? No. La noticia es que una cría de 12 ha fallecido de un coma etílico. Los opinadores están callados, los todólogos no dicen nada. Los sabios, seguramente, están hablando de ello con criterio y con propuestas sensatas. Pero nadie sabe que son sabios. Nadie les va a escuchar. Y otra niña de 12 (u otras 10) habrán estado ingresadas este sábado en distintos servicios de urgencias sin que la opinión publicada se haya hecho eco del particular.

      Nada. No podemos hacer nada. Escucharnos. Descubrir a los sabios y escucharnos.

      Gracias por pasarte por aquí a contárnoslo. Y ese desánimo… a lo mejor sólo es síntoma de que tú, de mayor, también vas a ser un sabio.

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  5. Buen tema que sólo me atrevo a glosar. Es cierto que los verdaderos sabios, aunque a menudo no se les entienda a la primera, se descubren por sus breves asertos:

    Hubo uno que dijo «e=mc2», otro aquello de «yo soy yo y mis circunstancias», un francés afirmó «pienso, luego existo», incluso un político abulense al que admiro que dicen que apenas leía y algunos tratan ahora de apropiarse sostuvo que «el futuro no está escrito, porque sólo el pueblo puede escribirlo». Y todos ellos plasmaron tan concisas palabras en obras extraordinarias.

    Respecto a los «todólogos», aquello que les atribuyó con inmerecida belleza el poeta Alberti y cantó el trovador Paco Ibáñez;

    Manifiestos, escritos, comentario, discursos
    humaredas perdidas, neblinas espantadas
    que dolor de papeles que ha de llevar el viento
    que tristeza de tinta que ha de borrar el agua
    Las palabras entonces no sirven, son palabras…

    Como no lo soy me rodeo de sabios, entre los que te incluyo, y espero así que se entienda.

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  6. ¡Qué bien leer a Alberti en este sitio!

    Gracias por traérnoslo.

    Amigo Julián (se nota por la última afirmación que, realmente, somos amigos):

    Este tiempo está lleno de esos -todólogos-, de esto precisamente hablamos, y lleno también de los otros -sabios-. Lo malo es que a estos últimos no se les escucha porque, como bien decía Daniel, no profieren exabruptos con los que encandilar a sus audiencias. Decía Pilar unos cuantos comentarios más arriba que se encontraba, como tú, entre las personas que sabían rodearse de ellos. Esa creo que es la clave: reconocerlos.

    Vamos a poder hacer muy poco por eliminar de nuestras vidas (y de nuestros comedores) a todos los necios que se hacen pasar por sabios, pero sí podemos insistir en reconocer a los que realmente lo son e, incluso, en desenmascarar a los que no lo son e invitar a nuestras amistades a hacerles poco o ningún caso.

    Molaría que algún día la opinión pública coincidiera con la publicada. Le sería mucho más fácil tomar decisiones a quienes tienen que finalmente tomarlas, si es que a alguien le importara realmente qué es lo que piensa la gente y no solo los bobos que les rodean y convencen de lo buenísimos que son.

    Gracias por estar aquí también esta semana.

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  7. Leyendo tu articulo, sobre sabios y todologos, se me ha venido a la mente una cosilla que me contaba mi madre cuando era pequeña, y saliamos a tomar el fresco a la calle con las vecinas.
    Cuando ya recogiamos las sillas, ella siempre me decía que no hiciera caso a todo lo que aquella algarabía de cotorras traía y llevaba, de los cotilleos y noticias que ellas manejaban.
    Efectivamente, me enseño a agrandar los oídos cuando algo merece ser escuchado y a ser capaz de volverme sorda como una tapia ante las riadas de sandeces que nos arroyan. En estos tiempos en los que hemos sustituido las noches de verano por las redes sociales, y se han multiplicado los todólogos, no solo en las trepidantes tertulias televisivas, sino también dando voz a la masa que se empeña en saber, opinar, imponer, insultar, etc, etc, etc, a todo lo que se mueve, he llegado a alcanzar un desarrollo de impermeabilización que ha agudizado mi detector de personas interesantes a varios kilómetros a la redonda. Hablan, casi siempre sin levantar la voz, muchos de ellos prácticamente susurrando, con palabras sencillas y asequibles a cualquier oido. Suelen pasar desapercibidas y muy pocas de ellas ostentan cargos de responsabilidad real sobre el funcionamiento de nuestra organización social, porque no son depredadores, sino pensadores.
    Tengo la suerte, no de conocer a muchas de estas personas, sino de que ellas me conozcan a mi, por que de ese modo puedo acudir a beber de sus fuentes para saciar las mis continuas necesidad de ampliación de miras. Aún así me siguen pareciendo muy pocas.

    A veces cuando me acuerdo de aquellos consejos de mi madre, me da la sensación de que ella estudio en Hogwarts, y nunca nos lo dijo.

    Sigue dándonos motivos para que no se nos oxide la máquina de pensar.

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    1. ¡Ay Petra! …Las madres.

      Casi todas sabias (las de la generación de las nuestras al menos), capaces de interpretar un Burda (que manda muchísimos huevos) y cuidar del cocido a la vez que charlan con las vecinas de las cosas de la vida. Capaces de soportar a según qué padres y de hacerlos parecer seres casi pensantes. ¡Esas madres!

      Lo hizo bien la tuya ayudándote a desarrollar ese radar de cosas que importan que tan caro es adquirir después solo por un acto de la voluntad.

      Enhorabuena. Dinos quienes son. Nos aprovecharemos todos.

      Y muchísimas gracias por pensarlo con nosotros.

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