Sobre el género de las personas y su derecho a elegirlo

No es tan sencillo. Si tienes cola eres chico. Si tienes chocho, chica. Ya está. Pero no es tan sencillo.

El lenguaje es machista. Siempre lo fue. Chocho suena feísimo y cola es, a la vez, elegante y festivo. (¡Qué enormidad!)

La asociación pestilente Hazte Oír lo resolvió con vulva. Pene y vulva. Y lo redujo a esto: vulva, chica; pene, chico. Pero no es tan sencillo.

Ahora viene el género, de difícil definición y de imposible comprensión para quien anda con la cabeza cerrada a todo aquello que no le enseñaron en las patéticas clases de Religión que recibimos en nuestra igualmente patética educación cristiana.

Pero vayamos por partes: Cuando un senador de Vox se empeña en llamar señora presidente a quien es la presidenta de la Cámara Alta, demuestra, además de su tozudez machista, su incultura proverbial. La voz ‘presidenta’ está registrada en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española desde 1803, por más que la terminación ‘ente’/’ante’ (el que es) se configure en la composición del término como el participio activo del verbo ser. O sea, que la actitud de este senador (el que sena) solo alcanza a poner de manifiesto su profunda estupidez. Debe comprenderse que los participios activos de los verbos latinos pasaron al español como participios y se emplean solo en los adjetivos (denigrante sería uno bien aplicable al caso que nos ocupa, indigente intelectual, otro). Si, a continuación, propone que el Día Internacional de la Mujer sea sustituido por el Día Nacional de las Víctimas por el Coronavirus, entonces está todo claro, porque une a su indigencia intelectual su mala fe pública al intentar con ello minimizar la lucha feminista y, a la vez, culpabilizar al Gobierno de España (por autorizar aquella manifestación en 2020) de las miles de muertes acaecidas como consecuencia de la pandemia. Da un poco de asco, pero es lo que hay.

Continuemos. Si está claro que la presidenta del Senado de España es una señora, y que el frutero que despacha en el mercadillo de Ciudad Real es un señor (de imposible confusión), convive con esta realidad el concepto de género, que viene a complicarlo todo un poco.

El género es un constructo social. (Lo escribo así, ’constructo’, para poner en evidencia mi sofisticada capacidad de lenguaje y advertir que lo que sigue está vedado a quien cerró su mente a toda realidad que no fuera capaz de tocar con sus manos o escuchar con sus orejas, tales como los agujeros de gusano, el sonido de las partículas subatómicas, o la discoincidencia entre el sexo de una persona y el género con el que esta se siente identificada.)

Cuando Simone de Beauvoir escribió ‘No se nace mujer, se llega a serlo’, no se estaba refiriendo a que el chocho se desarrolla con el tiempo, sino a que el género se va construyendo con las convenciones sociales que condicionan a uno y otro sexo. Y, llegado el caso, sucede y no es nada infrecuente, que una persona que ha nacido con cola (un varón, para entendernos) se sienta más identificada con la condición de mujer que con la de hombre y puede ser que decida convertirse en una más, renunciando a su condición biológica y asumiendo aquella otra, o viceversa. Y ¿qué pasa? Absolutamente nada: Se cambia de sexo. La ley lo protege. Se llaman ‘personas transgénero’.

Y aquí viene el lío. ¿Cuándo? ¿Bajo qué condiciones? ¿Así, por la cara?

El borrador de proyecto de ley trans propuesto por Unidas Podemos y liderado por la ministra de Igualdad, Irene Montero, que estudia el Gobierno, dice que sí, que por la cara. Sin más trámite que la declaración de voluntad y desde los ¡doce años! (16 para no venir en compañía de mamá y papá).

Y el colectivo feminista se desespera: es más una afrenta a la lucha por conseguir la verdadera igualdad entre géneros (si ahora venimos a descubrir que el sexo no importa), que consolidar derechos para el conjunto de las personas.

Nada que objetar sobre la despatologización que supone de la transexualidad y mucho menos sobre el sufrimiento de las personas transexuales que pretende evitar, especialmente en las más jóvenes. Nada que objetar sobre aspectos trascendentales que viene a corregir de la vigente Ley Orgánica para la igualdad efectiva de mujeres y hombres (de 2007) que se ha desvelado insuficiente en supuestos relevantes en sus 14 años de vida.

La decisión de cambiar de sexo no puede depender, sin embargo, de la sola confusión de un púber en plena revolución hormonal. Tiene que precisar de requisitos que la doten de firmeza, más allá del simple acto de pasar por el Registro Civil, dar los buenos días y ordenar, armado de una simple declaración de voluntad, que donde pone Mercedes anoten Kevin Cosme, que esta semana se siente un machote. Porque el sexo sí importa. Porque la lucha centenaria por reivindicar la igualdad de géneros (entendidos así, como las circunstancias que socialmente se han construido en favor de uno y en contra del otro) importa y no puede soslayarse de un plumazo eligiéndolo a voluntad sin contar con la garantía científica de que tu sexo y tu género no coinciden (más allá de las turbulencias hormonales de la adolescencia) y sin contar con la garantía jurídica que tal alteración registral precisa. Porque las consecuencias jurídicas de la decisión no son menores en la lucha contra la violencia machista, por ejemplo, o en la protección de los espacios de derechos de la mujer que hemos conseguido tras décadas de pelea.

Con todo, garantizar avances, consolidar derechos, maximizar los recursos disponibles para proteger la calidad de vida de las personas en todos los órdenes, frente a las posiciones trogloditas de quienes insisten en llamar señora presidente a su presidenta, es siempre una buena noticia. Y la ley trans, cuando sea verdad, lo será también. Lo será con independencia de las diferencias de criterio sobre el feminismo que se puedan plantear (y se plantean) entre los partidos socios de la coalición de Gobierno.

El dibujo es de mi hermana Maripepa.


9 respuestas a “Sobre el género de las personas y su derecho a elegirlo

  1. Pues creo que volvemos a coincidir, totalmente de acuerdo, nuestra religion nos dice que eso es una barbarie que se va encontra del cuerpo que Dios nos ha dado a hombres y mujeres, por eso les sale la vena del machismo,del mismo modo que en las filas feministas pretenden llamar a las mujeres pilotos de coches o motos,PILOTAS , tambien deberan llamar a los ciclistas,CICLISTOS , pero bueno eso tiene poca importancia segun quien lo diga, lo que si es importante reconocer que la ley trans es acertada una persona GAY no se hace nace con esa condicion , pero volvemos a la vena del machismo ¿un transexual no se puede cambiar de sexo si realmente su cuerpo es de distinta forma por que nace con pene? ( ves que yo no soy tan claro) eso el machista lo ve fatal , sin embargo si una señora o señor nace mas feo que tildo se cambia hasta las cejas si es necesario y todo perfecto, para que esa persona se sienta bien consigo misma, ahí no hay machismo esa persona no puede estar mirandose al espejo y sufriendo cada dia ¿ ahí no tiene nada que decir la iglesia? ( esto de la estetica esta muy bien visto por la yet set) que normalmento son los usuarios de esta TRANSformacion que estan totalmente a favor los machistas y los no machistas

    el cambio de los transexuales deberia estar recogido en la sanidad publica.

    Buen domingo.

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    1. ¡Bien, coño, bien!

      Facilitemos.

      Tan simple como eso, Ampliar derechos, reconocer realidades que están y abrir las puertas para que convivan con la normalidad de todos los demás. Evitar el sufrimiento de los que son diferentes,

      Facilitar. Con todos los recursos, con la sanidad, con la educación, con el empleo… Esta es la cosa.

      Un abrazo fuerte.

      GRACIAS

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  2. Vaya tela!!! Debate complicado, sobre todo para la izquierda. Si se quiere, incluso, por lo que esta saliendo en los medios de comunicación, debate muy técnico y de mucha profundidad, en la que se no se si opinar, como profano, no es un atrevimiento.
    Sin duda habrá que partir de aquella Ley del 2007 de Zapatero, ley pionera en el mundo que consistía en autorizar el cambio de nombre y de sexo de aquellas personas que no se identificaban con el que se le había asignado al nacer y sin necesidad de haber pasado por una reasignación quirúrgica de sexo. La condición era que debía existir un informe psicológico diagnosticando la llamada ‘disforia de género’, además de acreditar que se había seguido algún tipo de tratamiento en este sentido durante al menos dos años. Aun así, el gran cambio llegó en 2018, cuando la OMS dejó de considerar la transexualidad como una patología, lo que abrió la puerta a que el colectivo reclamara la eliminación del informe médico para cambiar el sexo en términos legales.
    Hasta aquí todo bien. Bueno para mí, quiero decir que hasta aquí lo entiendo bien, pero claro, las leyes conforman derechos. Así, esta ley pone sobre la mesa el concepto de autodeterminación del género. El género, como bien dices, es la construcción social del sexo, es decir, la forma (y los estereotipos) en la que la sociedad define a los hombres y a las mujeres, independientemente de sus genitales. Este nueva Ley, de salir adelante, permitiría que cualquier persona pueda acudir a un registro civil y cambie su sexo en el DNI aunque mantenga su genitalidad, su aspecto físico y el nombre dado al nacer. Y, con ello, la adquisición de los derechos que implica ser hombre o mujer, lo que para los contrarios al borrador afectaría directamente a la legislación específica, como la Ley de Igualdad o la de Violencia de Género, y a otros ámbitos como el del deporte. Seguro que tiene matices y regulación, pero, dicho así, a mi juicio, machista seguro, es, por lo menos, para mirarlo con detenimiento.
    Seguramente en una sociedad en la que todas las personas pudieran ejercer todos sus derechos en pie de igualdad y los acentos no estuvieran puestos ya, por ejemplo, en la brecha de género porque no existiera, y si en la pobreza energética o en la igualdad de las personas en el acceso a bienes o servicio, esta discusión sería menos enconada, pero no es así.
    Pasamos de intentar abolir el género como fuente de discriminación, a poner el género como determinante. Ese es el debate.
    He pasado en unos días de no saber apenas nada, bueno si que es muy complejo el tema, y que cuando eso se plantea en personas jóvenes (por mi oficio) es más complejo aún – la no comprensión y el no acompañamiento en la toma de decisiones de un joven o una joven por su familia, puede ser motivo de desamparo y de tutela por la administración, con los problemas y desgarros que todo esto produce a todas las partes- a que hablemos de la identidad de género, el género fluido, el no binarismo, o de la teoría Queer. El que a muy temprana edad se empiecen con la medicación (el borrador plantea que se puedan empezar a usar bloqueadores hormonales desde el inicio de la pubertad para evitar el desarrollo de los pechos o de la barba) francamente no me deja tranquilo. Sin duda, serán mis micro y macro machismos.
    Un abrazo

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    1. El complejísimo paso por la pubertad de niñas y niños deja abiertas demasiadas dudas. La otra gran duda, el abuso que pueda cometerse en fraude de ley al cambiar el sexo ‘registral’, no es mi mayor preocupación, porque considero (es aventurar) que sería solo testimonial).

      Estoy completamente a favor de la despatologización de la transexualidad, como ya hizo la OMS, completamente. Pero me desasosiega pensar en según qué clase de ‘manifestación de la voluntad’ y en el grado de madurez de quien la ejerza. Los chicos, las chicas de 16… en fin, ya ves… un puto mar de dudas.

      El tema de las familias no hace sino sumergirme aún más en ese mar. Familias, como en botica, de todas clases conocemos. Tú más que yo, desde luego. Pero de todas clases.

      Una pizca más de seguridad jurídica y bienvenida la ley que hará iguales a los que, sin duda, son iguales.

      GRACIAS, AMIGO. Muchísimas gracias por tu reflexión.

      ¡Un besazo!

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  3. Y de toda la vida también hay los del género tonto, como ese diputado de vox hablando del football femenino que dijo a los hechos me consumó…refiriéndose a la diferencia de fuerza entre un futbolista y una futbolista..
    Me imagino que quería,decir a los hechos me remito, pero le jugo una mala pasada su subconsciente y dijo consumo, porque en realidad le consume ver que una mujer pueda ser deportista, entre otras cosas,.
    No son trogloditas, estos sabían buscarse las castañas, son masa cerebral sin conexiones neuronales…pobres!

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    1. Está claro que eso de la bipolaridad de los géneros es un mito: junto al masculino, el femenino y otros de corte sexual, están el género tonto y otros pocos, fuera, pero también dentro de las cámaras legislativas… también dentro… ¡A los hechos me consumo!

      El género bobo existe. A lo mejor esta Ley que prepara el Gobierno debería contemplarlo. Y también sin demasiadas exigencias científicas para demostrarlo… basta la evidencia.

      Un beso fuerte

      GRACIAS

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