Si ciñe una corona de laurel sobre sus sienes y riza un poco su barba poblada, verá convertido a Matteo Salvini en el mismísimo Lucio Aurelio Cómodo Antonio, Cómodo, el último emperador de la dinastía Antonina (aquel ególatra que se sabía por encima de cualquier institución pública y se comparaba a sí mismo con el propio Hércules).
Y a él también le ha pasado.
Ha eclipsado a toda personalidad del Gobierno italiano, presidente incluido, a sus socios del Movimiento 5 Estrellas (partido más votado en las elecciones de 2018 en Italia), al presidente de la República, a cualquier otro ministro del gabinete. Italia toda ha sido Matteo Salvini, el libertador, el César.
Matteo Salvini ha gobernado Italia de facto y desde Twitter, técnica cada vez más empleada por estos políticos mediocres que se entronizan en las encuestas a base de lanzar mensajes que llegan al corazón mismo del ‘pueblo llano’.
‘Los italianos primero’ (¿le suena?): he aquí el leitmotiv de su discurso ramplón, inmerso en la infrapolítica, sin otra estrategia que la de remover las tripas y adormecer las conciencias de las clases más desfavorecidas entre las que, como en España, ha cundido la especie de que todo negro, todo migrante, ha venido aquí para quitarnos el trabajo. ¿Qué importa la vida de un centenar de negros pereciendo en un barco, frente a la inmensa campaña mediática que supone negarles la entrada al país bajo la gran idea-fuerza ‘los italianos primero’?
Las clases más pudientes encantadas, claro, porque ese liberalismo feroz implica una política fiscal ausente de presión recaudatoria, o sea, supone enriquecerse y un Estado carente de servicios públicos que supone enriquecerse aún más.
Así que ¿quién pierde? Si los poderosos se frotan las manos y se descojonan de la falacia del sujeto y las desclasadas clases no favorecidas enfebrecen ante el grito no menos falaz de ‘tú antes que nadie’ ¿quién pierde?
¡Twitter! ¡Twitter! ¡Twitter! ¡Cómodo! ¡Cómodo! ¡Cómodo!
En olor de multitudes digitales, Mateo Salvini, cabalgando las olas sobre su moto acuática, mojito en ristre, como un verdadero chulo de playa, alza los brazos y extiende la mano (derecha) sobre su pueblo. ¡Aclamadme! ¡Amadme y seréis recompensados! ¡Votadme y aun lo seréis más!
Pero el sentido común es previo a todos los demás sentidos, también al sentido político y al tacticismo de la oportunidad. Y el sentido de la responsabilidad alcanza también a los que, pretendidamente antisistema (M5S), se enfrentan al destino de un país y a la amenaza de ese populismo extremo de consecuencias todavía no probadas. Italia no quiere césares. El mundo no necesita césares, ni trumps, ni salvinis que vengan a salvarlo (valga la redundancia). El mundo solo necesita cordura y, como hay quien lo sabe, los italianos de bien (más acostumbrados al pacto que los españoles, como está quedando de manifiesto en las últimas semanas) negocian y acuerdan. Salvini está fuera. El emperador se ha quedado compuesto y sin novia después de que los socialdemócratas italianos sumaran con el M5S, se sentaran en la misma mesa y decidieran poner coto a las intenciones megalómanas de un sujeto sin escrúpulos que pretendía, solo, alzarse con el poder omnímodo del emperador de Roma.
Y ahora brama. Grita. Se revuelve. Convoca a la revuelta. Pero está fuera.
El hombre que, él solo, ha puesto en jaque las políticas migratorias europeas, que se ha saltado todas las reglas de la mano de los personajes más siniestros del viejo continente, el que ha conseguido resucitar el fascismo más clásico en un país que ya lo creía enterrado, ha visto fracasar su moción de censura y truncarse su ambición de unas nuevas elecciones que lo llevaran a lo más alto de la política italiana, alentado por las encuestas que le prometían repetir los resultados de las pasadas Europeas.
Es solo una tregua, porque en Twitter triunfan las propuestas que tocan la fibra sensible de ese ‘pueblo llano’ que está hasta los cojones de la vieja política. Y en las urnas, después, triunfa Twitter. Así que es solo una tregua.
Habrá que pensárselo. Los mensajes ultrapopulistas están en boga: menos Estado, menos impuestos, más libertad para los mercados (no confundir con la libertad para las personas), más cierre de las fronteras para repartirnos todo entre nosotros…
Responda solo a una pregunta: ¿quién pagará por los servicios públicos cuando ya no sean públicos?
O a dos: ¿quién es ese ‘nosotros’?
(A ver si al final ese ‘todo’ se lo van a repartir entre ellos.)
Salvini uno mas de los muchos politicos que se creen emperadores, en España solo tenemos que tirar de memoria , y ver a un señor bajito con bigote que se estiraba en la foto de las Azores, pues eso, uno mas, pero al amigo Salvini le ha salido mal la jugada se a precipitado y adelantado a su reinado no esperó a que le colocaran la corona para ser emperador omnipotente y claro se fue a la mierda, pero eso esta bien para eso vale la democracia, ahora nosotros debemos decidir si a nuestro Salvini con coletas se le da un repaso y se le ponen las pilas, por que es un poco corto de vista no supo ver la oferta de julio pero visto lo visto ahora podria valer, pues NO cada tiempo tiene su oportunidad.
buen domingo y mañana a currar.
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ahh y a la pregunta de quien pagara los servicios publicos, muy facil, LOS MISMOS.
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Tengo la impresión de que cuando dices ‘LOS MISMOS’ te refieres a ti y a mí, como a todos nosotros… Lo malo es que en su condición de NO PÚBLICOS (o sea, no universales y no gratuitos) el precio va a ser imposible de asumir y, como a los americanos, nuestra salud durará lo que tarde en agotarse el importe que asegure nuestra póliza.
(Por cierto, cuando te referías a un señor bajito con bigote pensé que estabas hablando de Franco, sin recordar que más recientemente hemos tenido otro).
Y, sí. Ese tiempo ha pasado. La oferta de Sánchez ya no está en pie. Ahora toca esperar a que la cordura que han demostrado los italianos se contagie vía golfo de León al resto del arco mediterráneo y no nos veamos votando otra vez en noviembre.
Evitar ‘salvinis’ que nos salven la patria es prioridad absoluta este septiembre.
Un abrazo, Juan Carlos. Lo de mañana a trabajar… ¡no lo dirás por mí!
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No termino de entender estas milongas de la patria, la bandera, el himno e incluso el rey, hablar de fidelidad de españolismos mientras anuncian la «rebaja fiscal del siglo» Curiosamente esas enofmes rebajas fiscales no se reflejan en las nóminas.
Un dato relevante hace un año medio kilo de carne picada de Mercadona costaba dos eutos; ahora cuesta 2,40. Parece poco pero es un 20% de incremento en un artículo, por lo barato, muy consumido. Ahora con la crisis alimentatia quizás baje. Enganchando el tema, cual tren de mercancías, suprimamos servicios como los controles alimentatios de la Junta de Andalucía. Esa falta dd control le lleva ahorrado a la región tres pensionistas y tres futuros parados, como inicio de gestión no está mal, da sentido a la auto felicitación del Consejero de Sanidad y la corroboración de su presidente presumiendo de que están haciendo escuela.
Serán la versión moderna de la peste megra.
Siguiendo la misma linea (fiscal) cada vez cobra mas sentido el uso de las armas en EEUU, bien para uso contra uno mismo, cuando se agota la póliza, como contra terceros, cuando lo que se agota es la salud mental que provoca tanto liberslismo de: ya te espabilaràs (tu solo).
Las palabras sociedad y solidaridad, en teoría tan unidas, no son sinónimos de Salvini y sus cointelectuales.
80 años de la II Gerra mundial. Parece que fué ayer u hoy..
Una aclaración a mi, como símbolo patrio me representa mucho mejor la guitarra ESPAÑOLA, ese invento que tocaba Andres Segovia y que en cualquier lugar del mundo en cada segundo está haciendo felíz a alguien.
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Una vez más, completamente de acuerdo.
Seguro que una guitarra le hace sentir a cualquiera más español que mil banderas o mil himnos (con o sin la letra de la señora aquella).
Esta suerte de populismo liberal ya veremos a dónde nos lleva. La caída de los ingresos ya supimos dónde dio con nuestros huesos durante la crisis aún no superada y fue en los recortes más brutales que ha conocido nuestra democracia ya madura. Esperemos que la caída del ingreso que prevé la flamante presidenta de Madrid no nos juegue otra mala pasada: la ausencia de Estado no es buena para nadie, salvo que hagamos en efecto buena la disminución de pensionistas y futuros parados. La ausencia de Estado mata, la disminución del Estado mata… a los que más necesitan del Estado: a los otros no.
Un fuerte abrazo, amigo Javier. Atentos a septiembre… nos dará que hablar, seguro.
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