Españas

Las elecciones autonómicas celebradas hace un par de domingos en Galiza y Euskadi dan noticia de cosas.

El asunto no es menor, nada menor, a pesar de que la actualidad, tan rabiosa, haya relegado a un segundo plano una verdad que parece que no se puede discutir: el nacionalismo ha arrasado en las dos comunidades autónomas que estaban en liza.

En la España mesetaria (no sé cómo llamar al conjunto de territorios que no hacen gala de más identitarismo que el español) todavía no hemos aprendido que eso que conocemos como ‘nacionalismos’ configura el ADN de los territorios con sentimiento identitario y marca definitivamente su forma de entender la política y el modo de aproximarse a ella que tienen las personas a través de las urnas.

La cuarta mayoría absoluta de Feijóo no es sino prueba de cuanto digo: Manuel Fraga (un señor muy listo y muy de derechas) supo impregnar al PPdeG de ese barniz gallegista. Es el voto nacionalista de derechas que con tintes más exacerbados recolectaba Convergéncia i Unió y con el punto independentista ya conocido acopiaba y acopia el Partido Nacionalista Vasco. Andalucía, el otro gran territorio provisto de rasgos identitarios definidos aunque hablen castellano, no necesitó de un partido andalucista (aunque lo tuvo) porque, siendo un pueblo de voto mayoritariamente de izquierdas y siendo González y Guerra del mismo Sevilla, tuvieron suficiente con el PSOE para manifestar su entidad nacional durante décadas y no precisaron (como en Galiza) de otra organización nacionalista que representara sus señas.

Ahora habría que distinguir entre nacionalismo e independentismo, pero vale lo dicho hasta aquí para entender que la derecha nacionalista, en sus diferentes modalidades, se ha llevado al agua los dos gatos.

El enorme aviso para navegantes que se ha producido, ha venido a advertir de su vejez a la ‘nueva política’. ¡Cuidado!, han dicho las urnas: ustedes prometían cosas que no han pasado y para tener más de lo mismo ya había lo suficiente. Podemos no solo no ha rentabilizado su presencia en el Gobierno, sino que ha pagado una factura sensacional por su estrategia en estos territorios. Cinco secretarios generales en cinco años en Galiza, dan a los gallegos pistas suficientes como para pensárselo, o para hacerse la pregunta ¿vosotros de qué coño vais? Y el ‘impacto cero’ de sus políticas en Euskadi las suficientes como para dejar su representación en la mitad. No han aportado nada, a pesar de la pintoresca opinión de Monedero que atribuye el éxito de Bildu y BNG a la ‘podemización’ experimentada por ambas fuerzas. No es así: los votos de Podemos, disueltas como azucarillos Izquierda Unida y las mareas en las que se apoyaron, se han ido precisamente a esa izquierda nacionalista, la del sentimiento identitario (este sí independentista), que no ha necesitado ‘podemizarse’ para hacer comprender al electorado que son ellos quienes representan esa ideología en su país. Ellos, Bildu y BNG, son los otros vencedores, porque se han hecho definitivamente presentes como grandes partidos de la oposición. El hiperpersonalismo de Pablo Iglesias no extiende su manto a todas las Españas; se queda ahí donde no existe esa izquierda y las urnas buscan opciones más escoradas que la que ofrece el PSOE, ahí dónde solo el nacionalismo españolista es el enemigo a batir.

De Ciudadanos poco que decir: el partido se amortizó sin más el día que Mariano Rajoy (el grande) decidió aguantar el chaparrón de la moción de censura en lugar de convocar las elecciones generales (que hubiera ganado de calle Rivera) que sabía que significaban la extinción del PP.

¿Y qué hace un diputado de Vox por Álava en el Eusko Legebiltzarra (Parlamento Vasco)? Pues… ni puta idea. Ni sé qué pinta, ni sé cómo ha llegado hasta ahí, más allá de comprender que es el resultado de la asignación de escaños de acuerdo con la regla d’Hont. El PP divide su fuerza por la mitad, al igual que Podemos, y sus diputados se los reparten casi proporcionalmente EAJ-PNV y EH Bildu, otro que se queda el PSOE y, ¡oh prodigio!, otro para Vox.

A Pablo Casado no le ha funcionado nada de lo que ha ensayado. Su estrategia ha sido fuertemente corregida por un Feijóo cuya cuarta mayoría absoluta es mucho más que una cuarta victoria. Es la única de un gobernante autonómico del PP y esto incrementa su poder como el barón más fuerte del PP, amén de reabrir el debate sobre su desembarco en la política nacional. Feijóo ha ganado disimulando las siglas del partido en su propaganda electoral, con un discurso infinitamente más moderado que el de su jefe y obviándolo lo más posible en los actos de campaña. Se enfrentaba más a Casado que al BNG, a pesar de que los dos peleaban por el voto nacional. El diseño de la campaña en Euskadi no ha sido menos castigado: la imposición de un candidato del sector más duro y la alianza con Ciudadanos le ha costado un tercio de la representación parlamentaria. Sus votos, de irse a algún lado, se están yendo a Vox, receptor involuntario del hartazgo de los vaivenes entre derecha y ultraderecha. Vox ve poco a poco como la política de la irracionalidad populista de ultra derecha triunfa en un sector cada vez más abultado de la población, debilitando únicamente al PP, desde el punto de vista político, a la sociedad, desde el punto de vista moral y al Estado, desde el punto de vista institucional.

Y ¿el PSOE? El Partido Socialista no ha sabido concitar en sus filas el sentimiento identitario que triunfa en Catalunya, en Galiza, en Euskadi. Y gobierna en España haciéndose cargo de la mayor crisis social y económica que ha asolado el país desde le Guerra Civil. Con todo, se ha mantenido más que dignamente en las dos comunidades históricas e, incluso, ha arañado un diputado en el Parlamento Vasco, suponemos que procedente de antiguos votantes de Podemos que no se fueran a EH Bildu. Una pequeña disminución en votos en Galiza no ha tenido coste en escaños.

¿Contentos? ¡Pues claro! (Los socialistas, digo)

20200726_010304La machaconería de acoso y derribo practicada por la derecha española contra el Gobierno de coalición no ha supuesto desgaste alguno para el PSOE que, antes al contrario, revalida su posición en territorios altísimamente influidos por el sentimiento nacionalista que tratamos de describir.

Y Sánchez… se fuma un puro y empieza a acariciar, supongo, el adelanto electoral. No le ha podido ir mejor.

El dibujo es de mi hermana Maripepa

5 respuestas a “Españas

  1. Yo no soy capaz de entender la politica actual, no entiendo como se puede votar los extremos, los nacionalistas tienen el arma de sentirse orgulloso de su tierra y eso bien utilizado te da la cuarta mayoria, eso lo puedo entender, pero que señores de izquierdas esten apoyando al señor Iglesias despues de ver todo lo contrario que predicaba, eso no lo puedo entender, los señores del pp el mismo caso con Abascal ¿pero no saben que interes tiene el señor Abascal? el mismo que pablo iglesias, imitan a el famoso cuco ponen los huevos en el nido del pp-psoe y se intentan hacer dueños del cotarro, nos va a ir muy mal mientras no pensemos que su estrategia es la de divide y venceras, y si los dejamos al final lo consiguen, y luego ahh.

    nos van a obligar a recordar a señores como Fraga , Carrillo y Gonzalez, y mal estaria la cosa si los echaramos de menos, habriamos perdido erl sentido comun.

    Buen domingo caluroso.

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    1. Parece que la realidad te va dando la razón, al menos en lo que se refiere a Podemos (desde luego no respecto a Vox, que crece y crece).

      En estas dos comunidades, Podemos se ha metido una hostia morrocotuda, seguramente porque su electorado se ha dado cuenta de eso mismo que dices.

      Pero Abascal sigue triunfando y ocupando cada vez más espacios. Es el mismo fenómeno que ya se daba en toda Europa y que en España llega con su poquito de retraso: el avance de la ultraderecha populista, que parece que no tiene fin.

      Yo no es que eche de menos a estos tres que dices; era otra España y otro Parlamento, pero, joder… ¡eran buenos! (cada uno en lo suyo) y ahora de eso no nos queda.

      Seguiremos atentos a como evoluciona esto. Sánchez debe estar encantado de haberse conocido… ya veremos si no se confía y adelanta las elecciones a la vista de lo que ha pasado.

      Un abrazo, amigo. Lo dicho, buen domingo ¡caluroso!

      GRACIAS

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  2. Como me pesan los nacionalismos, entiendo los intereses regionales o autonómicos, aunque con la sanidad estan montando un merengue importante. Desde mi perspectiva profesional creo que copiar lo bueno de el de al lado me parece sano y práctico. Hay incluso quien le pone nombres: colaboración, coordinación.
    Pero creo que los gobiernos autonómicos gastan demasiado ego. Para mi gusto los únicos que funcionan como un Gobierno Autonómico eficiente es Valencia, la Rioja, Navarra y el Pais Vasco.

    Lógico que Podemos se la pegara en Galicia y el País Vasco, les estaban esperando, el espectáculo que han dado en Galicia es declarar a voz en grito: vamos a cagarla pero bien. Aparte la que liaron en la Rioja y no tener la inteligencia de impedir que se repitieran las generales.
    Ya de el «regalo» que nos hizo en Madrid, pues todo suma. Yo pienso que al PSOE no se le puede dajar solo que nos hace una «felipada»; para mí es doble culpa. Entiendo que todo el mundo le arrea a Iglesias y eso hace que se enroque. Quién no ha tocado un caracol para ver como se mete en su cascarón, pero el caracol se encoge y se hace mas pequeño. Y ese caracol u otro nos hace falta. Yo quiero dudar a la hora de votar.

    Mas convocatorias de elecciones no por favor. Vamos a ver si salimos vivos dr esta y somos capaces de llevar la legislatura a buen fin.

    Hoy las paellas se hacen con solo ponerlas al sol. Tarda cinco minutos mas pero ahorras energía

    Feliz domingo.

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    1. Creía que te había contestado y resulta que no le debí dar a «enviar». Y mi madre, que me controla estas cosas desde su confinamiento voluntario, no ha estado lo suficientemente atenta… en fin PERDÓN.

      La verdad es que yo estoy encantado de no dudar a la hora de emitir mi voto. Me siento ideolóicamente vinculado a una opción política, el PSOE, esté o no de acuerdo con la dirección del momento. Mi voto es de izquierdas y, por más que me expliquen que el PSOE es de derechas, cuando miro a la derecha de verdad me doy cuenta de la inmensa distancia que nos separa. Sin embargo, cuando miro a su izquierda, soy incapaz de creerme los caudillismos populistas de Iglesias y otros. Me gustaban Cayo Lara y Llamazares, Anguita, pero jamás los consideré una opción de gobierno, supongo que en tanto en cuanto tampoco ellos se lo consideraron nunca. Así que no dudo. Voto. Me encuentro mucho mejor representado por Sánchez de lo que lo estaría por Casado.

      Siento esta opinión solo para avanzar mis intenciones y comentaba que Sánchez debe estar considerado volver a pedirme el voto porque las cosas no pueden estar yéndole mejor.

      La derecha no para de hacer el ridículo y los socios de Gobierno no pueden estar rentabilizando con más torpeza lo mucho bueno que están haciendo.

      Un partido a mi justa medida no lo habrá (habría 40 millones de ellos), así que si me tengo que volver a ver en la tesitura, ya sé lo que haré. Si hay coalición de izquierdas, sabré vivir con ello, aunque haya que plegarse a las voluntades de quienes han demostrado tener mucho pero en este último proceso.

      Tendremos que aprender de ellos y, ante la duda, mejor de los de izquierdas.

      Un abrazo, Javier. Gracias por tu reflexión. Como cada domingo, aunque sea ya jueves.

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