Porque no son pillines.
Son corruptos de los de verdad.
Es esta sociedad nuestra de la recomendación, del enchufe, del contacto ese que te cuela en una lista de espera, que te salta el turno, es esta sociedad nuestra, decía, la que vive ahora la desconsideración cívica más insultante que hemos padecido en mucho tiempo.
Nosotros no lo ocultamos. Nos complace. Nos encanta favorecer en secreto a los nuestros. Nos enorgullece tener amigos poderosos que hacen trampa por nosotros porque nos hace sentir importantes. Lo sé, lo sé, nos decimos, hice mal; y esa sonrisa de complacencia dice todo lo demás.
Lo contamos en la cola del pan, como un secreto inconfesable que lubrica nuestra conciencia adormecida. Un bálsamo sanador.
Ahora es que aparecen en la escena alcaldes, consejeros, directores, militares de alta graduación, con el poder suficiente para hacerlo traer. Orgullosos, tampoco lo ocultan: yo soy el consejero, chavalín. Ya me la hice poner. O ¿qué pensabas?
Admiramos al amigo que amasó esa fortuna oculta al Fisco, a pesar de saber que la habría hecho estafando un poquito. ¡Un tipo listo, este!, nos decimos. Se perdonan esas pillerías, salvo que se trate de un político. Si es un político bramamos contra la corrupción. No es que nos produzca un especial rechazo la corrupción (¿cuál fue la última factura que pedimos sin IVA?), sino que nos producen brutal rechazo los políticos. Este es nuestro juego: un punto de rectitud inquebrantable, otro de cinismo, y una pizca (o dos) de picaresca que en nuestros propios actos juzgamos venial.
Sí, sí, nos dicen, claro que aprobó: iba muy bien recomendado. ¡Qué bueno es tener amigos!, respondemos orgullosos. Porque ahora no estamos pensando en el que se quedó sin plaza para que nuestro pariente la lograse; es un ‘viva la virgen’, lo sabemos, pero es un buen muchacho y se lo merece todo. Aún a costa de los demás.
¡Oh, no te preocupes por eso! A mi hermana ya se la han puesto, ¿no ves que tiene una recomendación? ¡Chico, qué alivio! ¡Qué bueno es tener amigos! No nos aflige.

Alcaldes, consejeros, directores, militares de alta graduación… ni siquiera necesitan encomendarse al amigo. Son poderosos. Lo ordenan para sí y listo. Se la hacen poner. Tienen la ocasión y justificarlo en lo moral no les hace puta falta. Saben de sí mismos que son los que más cerca están del virus, son los que más han trabajado para combatirlo, son los que más riesgo han corrido por sus compatriotas. Se lo merecen con creces por encima del turno que alguien ha marcado sin contar con ellos. Y sonríen complacidos por su propia capacidad para delinquir sabiendo que hacen lo correcto porque, para nosotros, el nuestro es el primero de todos los riesgos que debemos combatir.
¡Qué paradoja! Nos escandalizamos con aquello del triaje ¿lo recuerda? ¡Sí, hombre! Cuando dejábamos morir a los más viejos para salvar la vida de los jóvenes y cedíamos el respirador o la cama de UCI a aquellos que presentaban mayor esperanza de vida. Nos hicimos cruces de todos los credos. Hablamos de nuestros mayores como el patrimonio más preciado de esta civilización y clamamos contra la injusticia de preferir a los que todavía no habían construido nada para nuestro bienestar. Y fíjese, paradoja, que ahora nos ponemos sus vacunas a hurtadillas, porque al anciano al que se la hemos quitado del brazo no lo conocemos (o a lo mejor sí) y no nos parece que su caso sea más urgente que el nuestro.
No, no son pillines. No son tramposos. Son corruptos, delincuentes de la más baja ralea. Los poderosos a los que tanto nos conforta pillar con la vacuna. Y los demás también.
(Sí, sí, sí, verlos en la tele nos pone muchísimo. Casi tanto como escuchar al vicepresidente decir majaderías sobre el exilio de Puigdemont. Como un licor suavísimo nos llena de contento —hubiera dicho Pablo Guerrero, el cantor—, porque nos reafirma; ¡todos son iguales! Y nosotros también, pero eso no nos lo decimos nunca. ¡Muerte al político, al alcalde, al consejero! Lo nuestro es otra cosa.)
Abusones, esperpento del poder. Actores del reparto de la desconsideración cívica más insultante.
Ahora que parecíamos despertar a esa conciencia de lo colectivo porque creíamos trabajar todos contra un enemigo común, nos hemos dado de bruces con lo más grotesco: con nosotros mismos.
Los que queden serán los mejores. Hay más de ocho mil alcaldes y no sé cuántos consejeros y directores y militares de alta graduación, que no se han vacunado los primeros.
Los otros van dimitiendo.
Dan puto asco… Y muchísima pena.
El dibujo es de mi hermana Maripepa
JULAYS¡¡¡¡ (….en Cádiz llaman julay o julandrón al sinvergüenza y pícaro,…)
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Entonces ¡JULAYS!
Pero… ¡JULAYS DE LOS DE VERDAD!
(Por la meseta más bien se aplica a maricas, gays, ositos, miniquitas y maxiconas. También es despectivo, pero se refiere a inclinaciones infinitamente más nobles)
GRACIAS
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Por desgracia esta pandemia nos enseña que tenemos otro modo de corrupción, no solo robar los dineros de los contribuyentes y otras formas , no solo apropiarnos de un master que nos da clase, tambien ahora se puede ser corrupto robando vida , robando la salud a todos aquellas personas que al llegar a mayores les corresponde por derecho, pero no pasa nada , que me pillan, pues dimito y ya esta pero sigo chupando del frasco a ese señor ladrón de vida ademas hay que castigarlo, ¿ como? con palos de bolsillo y ademas excluyendos de la segunda dosis como parece ser que quiere hacer el presidente ximo piug, y cuando todas las vacunas sobrantes se hayan repartido en el 3º mundo entonces les toca.
De toda la vida de ha dicho que el que tiene padrino se bauitiza y asi sigue y seguira siendo ese habito lo llevamos en nuestros genes, y ¿ quien no lo ha utilizado alguna vez? seguro que todos para pasar un turno en la consulta de enfermeria, para no guardar cola por que conozco al dependiente, por que voy con un tramite administrativo y conozco al funcionario, etc. ahora de eso a robar vida va un abismo.
¿ Quien no ha intentado robar al fisco tratando de ahorrarse el iva? casi todos , claro que no faltará quien piense que robar a un ladrón tiene 100 años de perdón.
Buen domingo
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¡Robar vida!
Perfectamente expresado.
Igual aquí toca también trazar alguna línea roja y exigir que por ahí no se cruce. Robar vida debería no consentirse.
¿Palos al bolsillo? Desprecio colectivo. A ellos y a los que, como ellos, la estén robando.
Un abrazo fuerte, Juan Carlos. GRACIAS POR ESTAR SIEMPRE AL PIE DE TANTOS CAÑONES.
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Tanto la crisis económica como ahora esta covid 19 ha sido un duro examen para nuestra sociedad… y hemos suspendido. Lo hemos hecho estrepitosamente, En todas las materias importantes; tanto en lo material como en lo moral. Hemos perdido principios y valores que nos conforman, primero como seres humanos y más allá como sociedad. Además, como los malos estudiantes, esperamos un septiembre que, seguramente, no llegará.
Claro, nos resulta más fácil tirarle al muñeco (ya se que es una alegoría fácil, nuestra sociedad es una ferie sin sentido y sin control), que mirarnos al espejo. Son lo que son, son lo que somos. Sus comportamientos y actitudes no se salen del guion de una sociedad ¿¿¿moderna???, una sociedad del “yo”, donde cada uno atiende a sus intereses y no cede nada en beneficio de nadie. No podemos reclamarles, lo que, como bien decías, nos hemos dejado de exigir a nosotros mismos.
No se trata de ser más moral que nadie, ni de no tener pecados escondidos en el cajón, yo los tengo. Pero ¿dónde nos lleva esta pérdida de responsabilidad? ¿Dónde queda el deber y la verdad? No importan, solo nos preocupa lo inesperado, el dolor o la incomodidad. Ahora observamos, con gran indiferencia, por cierto, que lo único que nos mueve es el propio bienestar. Escasa palanca para avanzar como sociedad,
Reclamamos honestidad. Honestidad, es no engañar ni engañarse. Somo insensibles a la injusticia, a lo que ocurre a nuestro alrededor y, aun así, estamos convencidos de que somos buenas personas. Educamos en valores y principios que pisoteamos a diario, les explicamos el mundo en color, cuando solo lo vemos en gris. Les enseñamos a cuidar del planeta mientras no renunciamos a ningún privilegio.
Exigimos a otros, que son nosotros, lo que no nos exigimos a nosotros mismos. Oímos sus cuentos y les damos crédito sin son de los míos, no digo si piensan como yo, esa, la de pensar, es una habilidad que hemos perdido en este devenir que nos arrastra a la nada. Y exigimos lo que no somos capaces de exigirnos a nosotros mismos.
Muy pocos mimbres, amigo, para salir de esta.
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Muy pocos mimbres. Débiles mimbres. No vamos a salir de esta. Nadie está en la clave de salir de esta.
Nos hemos acomodado al bienestar que nos proporciona esta manera de estar en el mundo y ya ni nos planteamos a quién se lo estamos quitando. Dejar de pensar ha sido el final del proceso doloroso de sobornar nuestra conciencia para convencernos de que aquello estaba bien. Ya no nos hace falta. Basta con no mirar a nuestro alrededor para que nuestra conciencia se aquiete, o se marche. Y ¡es tan cómodo!
Solo de cuando en cuando salta alguna alarma que pone en pie al respetable. Solo de cuando en cuando, cuando sientes que lo que te están quitando podría ser de tu madre o, aún peor, tuyo. Solo muy de cuando en cuando la sociedad se alerta.
En fin, son pocos mimbres, como bien dices, pero nadie fortalecerá esas herramientas. Estamos bien como estamos. Somos el pueblo elegido… tenemos derecho.
¡Joder!
Un abrazo, José Ricardo. Mil veces gracias.
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Corruptos, pillines o como se les quiera llamar… Estas trapazas los radiografían con nitidez alumbrando, también, la definición de desalmados. Y aún han tenido la jeta, algunos y algunas, de explicar que, renuentes a vacunarse, lo hicieron por insistencia de otros, que ya es la cumbre de la indecencia. Quienes así actúan no sería de extrañar que portaran un pesado equipaje repleto de artificios fraudulentos. No me vale que este sea, dicen, un país de tradición pícara como prólogo poner en entredicho la honestidad de la mayoría de las personas. Cuando una persona se sirve de su posición para obtener prebendas no cabe ningún rebozo. Sanción y a la puta calle.
Cordialidades, amigo Justo.
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Toda la razón del mundo, una vez más.
No sé si se desprende de lo que he escrito que justifico la hijoputez de los hijos de puta por la tradición picaresca de nuestra (in)cultura. Si es así lo lamentaría, porque nada más lejos de lo que intento expresar.
El abuso de poder es el ‘pecado’ más feo, el más imperdonable, el que más asco da. Y cuando se ejerce haciendo trampas con las cosas de vivir, el asunto hace vomitar.
Es cierto que el cinismo imperante también da vergüenza, que el cómo justificamos la corrupción (en clave de menudeo) de nuestros vecinos, clama igualmente al cielo. Pero más lo es que el que ocupa la representación de los suyos y la traiciona no tiene rebozo lo mires por donde lo mires.
Si he estado algo equívoco pido perdón. Un hijoputa es un hijoputa. Sanción, desprestigio, y a la puta calle.
Abrazo fuerte. Y mil gracias.
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No, no. No te he malinterpretado; llevo unos mesecillos leyéndote y tengo cierta perspectiva. Solo era una reflexión a cuenta de esa generalidad tan extendida que pretende minimizar la desvergüenza de unos dudando de la honradez del resto, sobre todo cuando esos unos ocupan un puesto de responsabilidad. Las actitudes, buenas o pésimas, son siempre individuales. No es lo mismo hurtar un pintalabios en el Mercadona que ratear en el volumen y calidad de los materiales de unas viviendas de protección oficial.
Otro abrazo.
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No, no es lo mismo. Ni se parece. Ni se justifica nada por más que otros hagan nada. Y hay reglas éticas que no se han escrito, ni puta falta que hace, que no se pueden transgredir…
No se roban vacunas. Ya está. Es asqueroso.
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«…como prólogo PARA poner en entredicho…«, quería decir.
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(se entendía bien…)
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Picaresca, enchufismo y otras «virtudes».
La vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, de autoría anónima.
Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán.
La vida del Buscón, de Francisco de Quevedo.
El guitón Honofre, de Gregorio González.
Alonso, mozo de muchos amos, de Jerónimo de Alcalá.
Periquillo el de las gallineras, de Francisco Santos.
La desordenada codicia de los bienes ajenos, de Carlos García
Lazarillo de Manzanares, con otras cinco novelas, de Juan Cortés de Tolosa.
Harpías de Madrid y coches de las estafas, de Alonso Castillo Solórzano.
La niña de los embustes, Teresa del Manzanares, natural de Madrid, de Alonso Castillo Solórzano.
La garduña de Sevilla y anzuelo de las bolsas, de Alonso Castillo Solórzano.
Vida de don Gregorio Guadaña, de Antonio Enríquez Gómez.
La hija de la Celestina, de Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo.
Relaciones de la vida del escudero Marcos de Obregón, de Vicente Espinel
Son mas de veinte, la flor y nata de la novela picaresca.
Quien no ha tenido un enchufe alguna vez, yo conseguí la licencia de obra de mi casa en un mes porque el Alcalde del pueblo era un colegiado nuestro y lo conocía hace años, el constructor flipó. Una empleada del banco, que estaba esperando la licencia también, no tanto.
Al mismo tiempo y gracias a otro elevado funcionario, éste de Hacienda, conseguí localizar al propietario que vendió el piso al propietario que me lo vendió a mí, pues el muy capullo había tirado las letras que estaban en la condición resolutoria. Se solucionó con una llamada, un trámite que lleva mas de un año por los cauces normales.
Y así mil millones de ejemplos. En mi trabajo se coteja el BOE y sus nombramientos con las bases de datos, costumbre que puse yo de moda pues es muy útil a la hora, tanto de colaborar con las instituciones como recabar información de la persona que sabe realmente del tema a la hora de facilitar información o dar cursos.
Nadie se puede sustraer de tener una buena agenda y una sólida red de quo pro quo. Y eso ya no es sólo «cultura picaresca española».
Hay que tener la cabeza muy en su sitio para tener claro dónde deben estar tus límites.
Mi padre enchufó a mi hermana en el MOPU. De como mi padre tenía ascendiente sobre el señor que la sentó en una mesa de hoy para mañana ni idea, curiosamente ese señor era muy amigo de mi jefe.
Eso era.. o es.. que yo sepa no ha cambiado mucho, el modus operandi general. Mi hija con cinco meses, el jefe de personal (Secretario) ya le estaba asegurando un puesto de trabajo, nada menos que en artículo de una revista, para que quedara constancia de que cuando eres el que manda haces lo que te sale del pié.
Si te llama el JEMAD y te dice tráeme la vacuna esa, vas y se la pones, lo haces porque es tu jefe y punto.
Ve bajando por la pirámide hasta llegar a un humilde alcalde que te cae bien, tienes un «culillo» se lo propones y el no lo rechaza porque lo ve «normal» o como el de Ceuta que el muy cachondo es antivacunas.
Volviendo al JEMAD ( debería llamarse JEME o JEMETMA, si tienes el teléfono de Marga coméntaselo ) y las vacunas, ésta semana venía un artículo en el País sobre el éxito de la vacuna española en ratones. Un director jubilado, un presupuesto de 700.000 € y más que una investigación una gincana.
Un obús de un carro de combate Leopard cuesta 2.300 €, el cacharro creo que cuesta unos 11 millones de dólares, el consuelo es que puedes reventarlo con un obús de «solo» 2.300 €.
Como quieres que el JEMAD tenga en cuenta un «culillo» que cuesta 25 €, el manda en un montón de cacharros que cuestan 11 millones.
Así va la vida y creo que no va a cambiar mucho, cada vida es un volver a empezar pero hay ciertos sentimientos insertados en nuestros genes.. la capacidad de amar, la solidaridad.. pero también el egoísmo, la envidia, el.. legítimo instinto de supervivencia que hace que te saltes la cola de la vacuna. O simplemente por ese otro de.. «porque yo lo valgo».
Paso de disquisiciones filosóficas y me quedo con lo de la piedra y eso. Quien no se ha aprovechado de algo alguna vez.
No los justifico en absoluto, todo lo contrario, creo que éstos tiempos están sacando lo peor de cada uno.
Feliz domingo
Abrazos.
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Es mejor no conocer a nadie en medio de una situación crítica. Mucho mejor. Lo peor de cada uno suele estar a flor de piel. Lo disimulamos los unos mejor que los otros, pero es fácil hacerlo aforar. Es fácil.
Lo peor de cada uno suele ser muy feo. Lo peor da cada uno no hay que conocerlo.
El enchufe, la desconsideración que supone, las órdenes injustificables de un general, el abuso de un cura o un alcalde, la descomposición de un político que se caga en la convivencia.
No quiero más de esto.
Y tragaré otras dos tazas con toda seguridad.
¿Aprenderemos? Ya sabes que no. La noticia tardará dos días en estar amortizada. lo demás será historia de una tragedia de la que no supimos salir limpiamente.
Estar a la altura es un lujo (no es un juego) al que no vamos a saber jugar.
¡Corruptos!
Un abrazo, Javier. Fuerte. Y, como siempre, GRACIAS.
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PD
A los de la investigación de la vacuna les iría divinamente un buen enchufe para multiplican su presupuesto por diez.
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jajajajajajajajajaja
Y creo que ahí lo justificaríamos todos.
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(Aunque ¡cuánto mejor sería que los presupuestos de investigación no dependieran de eso!)
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Hoy el mundo está dirigido por los laboratorios, ellos son los que gobiernan ahora.
¿ alguien sabe cuantos vacunados hay que se han pasado el orden por ahí mismo y que son allegados al personal de estos laboratorios?… apuntemos nuevos corruptos a la lista.
Alguien sabe por qué estos laboratorios toman el pelo a Europa y luego los países que componen esta gran unión vota que NO a la liberación de la patente durante la
pandemia?
Me encanta el dibujo de Pepa!
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Tiene que ser algo así como que sigue mandando quien manda y que, quien manda, no son ni los gobiernos ni los pueblos que los votan. Debe ser que nuestro sueño de democracia no sea más que la ilusión de una vida más justa, porque aquí, en occidente, casi todos tenemos mucho para vivirla.
Debe ser que las farmacéuticas, las armamentísticas, las energéticas o las grandes productoras de maíz, manden más de lo que aparentamos querer reconocer.
Y estos no necesitan vacunarse de nada. Están vacunados contra la pobreza y les vale con eso. Les sobra con eso.
El orden mundial nos es ajeno. Nos conformamos con controlar el orden de vacunación: con ese sí podemos, siempre que queden a salvo sus allegados.
Un beso enorme, pazix. Le digo a Maripepa lo de su dibujo.
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