Espectros

Daba ternura volverlo a ver saliendo por la tele: un tipo que no le importa prácticamente a nadie, diciendo cosas que no le importan prácticamente a nadie.

En estos tiempos que corren, con toda la vida girando alrededor de la incidencia acumulada, ahí estaba Carles Puigdemont. Gordito (se ve que su exilio está siendo más amable que el de los republicanos que salieron por piernas después de la Guerra Civil), con su pelucón y ese gesto de certezas que exhiben las personas cuando juegan a convencer.

Charlaba de sus cosas. No estaba contando jeringuillas ni divagando sobre los turnos de vacunación. Hablaba de Catalunya y eso. Como antes de los desastres. De lo suyo, de sus listas, de que si tal, de que si Illa y España le ultrajan, en fin, de sus cosas. Y daba ternura: casi se me llenan los ojos de lágrimas; evocador. Nos trasladaba a aquellos tiempos felices en los que uno podía ponerlo a parir en un bar de Salamanca o discutir a voz en cuello con los españolistas en uno de Granollers.

Hablando de sus cosas

Normalidad y disnormalidad se superponen y se confunden. No podía ser de otra manera, porque la disnormalidad ya se ha convertido en lo normal.  Y la vida sigue, insisto, no podría ser de otra manera. Así, Cayetana Álvarez de Toledo, como un espectro de la España prepandémica, reaparece haciendo gala de melena rubia y cuidado acento argentino para la ocasión de los comicios del 14F. Le han dado suelta con permiso para soltar por su boquita todos los insultos que le dé la real gana, siempre que sean contra Illa, claro, y no contra el buen Casado, que eso ya le costó el ostracismo en esos tiempos remotos de normalidad. Con pandemia o sin ella, Cayetana es Cayetana y es venenosa. Lo que pasa es que ahora, en lugar de escalofríos, nos da como gustito oírla bramar por los sitios: es como un sonido de nuestra infancia, como un coro de voces infantiles recitando la tabla del nueve, después de cambiar de canal porque, también en la 1 estaban hablando del pico de la curva.

Casi habían conseguido que, de todas las cosas que sabemos hacer y solíamos hacer, persistieran solo la de producir y la de consumir.  Casi nos habían convertido en sujetos escondidos de un genocidio sin culpables, como Los girasoles ciegos de Alberto Méndez, pero con un enemigo invisible en este caso, cuando emerge aquella zona oscura de la normalidad, ahora vestida de elecciones autonómicas, para recordarnos que también podemos sentir el desagrado, que aquellos polvos siguen trayendo estos lodos, que todo perdura en su estado primitivo sin nada aprendido.

Consumidores y productores (los que aún tenemos el privilegio de producir y la capacidad de consumir) haciendo muy ricos a unos pocos y empobreciendo a otros cuantos, subvirtiendo el orden natural que había sido de viajes, cines, comidas de trabajo y fines de semana en una casa rural, por otro de videoconferencias, toques de queda, y compras on line. El flujo del dinero cambiando de dirección pero apuntando siempre a un lado en el que usted y yo no estamos. Se arruinan las cafeterías y se enriquecen las tecnológicas (lástima que estas no paguen los impuestos en España para sujetar a las cafeterías), porque ahora en lugar de una de pulpo a feira regada con cerveza a discreción, consumimos gigas desde dispositivos móviles asesinando el intercambio. Así que aquí tienen a Artur Mas retorcido en nostalgia, otra vez apareciendo en el smartphone que nos conecta con la realidad, pero no está el compañero de la oficina para confirmar con él que es un puto espectro del pasado, ni el camarero que dulcifica la noticia sirviendo otra ronda, esta vez con unas bravas con las que apagar la indignación encendiendo el estómago.

Extraña realidad consumida en solitario. Sin contexto, sin pareceres con los que comparar el nuestro, sin quedada para el cine, sin fútbol, sin paseo por las callejas del centro. Extraños ecos de normalidad  que se superponen a una manera impostada de estar en el mundo que no era la nuestra. ¿Cómo se consume a Cayetana Álvarez de Toledo entre medidas de seguridad, sin una de choquitos con los que digerirla? Productores y consumidores de una sociedad hurtada de la capacidad de serlo.

Rebuscando en el teléfono una señal que nos despierte de la última videoconferencia… Y aparece Oriol Junqueras.

El dibujo es de mi hermana Maripepa


11 respuestas a “Espectros

  1. La respuesta a este comentario me las vas a dar enseguida pero yo como don err que err seguire en mis trece, pregunto ¿ como es posible que un delicuente corrupto cometa una fechoria , se nos escape se nos valla a vivir a un palacete dentro de un estado de la comunidad Europea, nuestros socios y amigos ? ¿ quien son ellos para dedicir si tiene o no castigo? ¿ quien esta pagando las vacaciones a todo lujo de ese señor? ( por cierto que tiene cara de gilipollas pero o es cierto como dice el refran que todos los tontos tienen suerte o es que no es tan tonto) y me diras es que las leyes asi lo recogen, vale ahora invertimos la tortilla ¿ te imaginas si el caso es al reves? un politico aleman hace algo asi , y no es que no vallamos a permitir que se lo lleven, que va, se lo llevamos nosotros, por eso digo que tendriamos que revisar las leyes europeas.

    Hablar de la Marquesa no merece la pena, tenemos que evitar a nuestros niños el conocimiento de esa señora por que es perjudical para la salud, y no faltaria padre o madre que para que el niño coma lo asuste con decirle come que si no viene la Marquesa.

    A hora es el momento de que los catalanes recobren la cordura y dejen de lado a los independentistas.

    Buen Domingo.

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    1. Tal cual: ¡cuidado con las marquesas, que se comen tu desayuno!

      Aquí no nos pondremos de acuerdo: ya sabes que un país no entrega a un sujeto a otro país si lo buscan por un delito que allí no existe. Imagina que Arabia Saudita nos pidiera a un ‘criminal’ perseguido allí por ser homosexual: como aquí no es delito (ni mucho menos) no cabría la extradición.

      El delito de sedición es muy controvertido, no está en la mayoría de las legislaciones penales europeas; por eso el sujeto en cuestión se esconde donde se esconde, porque no es tan tonto.

      Un fugado de la justicia española con escaño en el Parlamento Europeo. Es una gran contradicción. No hay ninguna duda. Pero es la ley, o la forma de interpretarla del Derecho Internacional.

      El tiempo ha jugado en su contra, por bien que esté viviendo a costa de sus amigos empresarios (que algo llevarán en ello, casi seguro). Ha jugado en su contra porque ya no se lo cree nadie. Y tendrá que volver y tendrá que hacer frente a la justicia.

      Ojalá estas elecciones hablen con más claridad… veremos a dónde nos lleva el efecto Illa. Cataluña lleva muchos años sin Gobierno, sin Parlament, sin otra política que la del independentismo. Y el daño está siendo tremendo.

      ¡Buen domingo, amigo! GRACIAS, como siempre.

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  2. Cuando he comenzado a leer me he dicho..de quién habla, fíjate que he pensado en Mayor Oreja, no sé porqué, supongo que por lo vetusto.
    La verdad ni ese ni la otra merecen ni un minuto de tiempo. Son como la monda de una patata que se pierde en un rincón y solo sirve para formar un reguero de hormigas.
    Ninguno de los dos ni los círculos concéntricos que conviven y a veces se entrelazan (erc y el pp votando juntos contra los fondos europeos).
    Yo no sé si toda esa gente saben que no somos una sardina metida en una lata y sin memoria.
    De las elecciones de abril a noviembre la abstención subió cuatro millones, por eso vox tiene cincuenta y dos diputados.
    El viernes por la mañana, escuchando como en sordina la radio (hoy por hoy) escuché a Angels Barceló pronunciar la palabra vox cinco o seis veces en el mismo minuto.
    ¿Que pasa en nuestro país?

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    1. ¡Yo qué sé!

      Seguramente que es muy complicado vivir ajenos a cualquier referencia ideológica con la que confortarnos y permitimos que las consignas facilonas de lo bobalicones que andan por ahí lanzándolas se conviertan en el único discurso… ¡y eso atocina!

      Ahora atentos al pico de la curva… ya ni escuchamos. Ganan ellos.

      Un abrazo grande, amigo. Nos conformamos. O… a lo mejor no.

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  3. Ni el pico de la curva Justo. Ya sabemos lo que hay.. hace ya años que lo definieron perfectamente: daños colaterales.
    Esto de la pandemia es un grifo que se abre y se cierra. Hay que salvar algo.. verano.. Navidad.. hostelería; abrimos el grifo y se forma un charco que la gente va pisando y extendiendo por todas partes. Como el efecto es retardado, una vez salvada la coyuntura comenzamos a escandalizarnos y cerramos el grifo.
    Aguantamos los daños colaterales apretando los dientes y camuflandolo en muchas estadísticas y gráficos (si te toca mala suerte). Creo que ya contamos hasta el consumo de jeringuillas.
    Y así continúa dando vueltas el bucle hasta la siguiente coyuntura vacacional/comercial/hostelera.
    O.. hasta que las farmacéuticas se forren con un producto hecho con NUESTRO dinero y que tendremos que pagar con NUESTRO dinero.
    Imagino que tus dos «héroes» vivirán ajenos a todo éste lío de curvas, subidas y bajadas. Mayor Oreja también.
    Feliz domingo y un abrazo
    (ni me había despedido, perdón)

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    1. Es un juego circular. Macabro y circular. Con daños laterales, colaterales y mediopensionistas… se promedia, se calcula, se conoce, pero se permite… es un juego terrible muy difícil de jugar.

      Y ahora… espectros…

      Otro abrazo.

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  4. Es verdad, no nos importa a nadie. Lo peor es que tampoco les importa a ellos mismos. Nada nos importa a nada. Todo es un espectáculo de unos actores que actúan para un patio de butacas cada vez más vacío.
    Tu mención de «Los girasoles ciegos», me ha traído enseguida el recuerdo de «Ensayo sobre la ceguera», hoy premonitorio. De él decía Saramago que era la novela que plasmaba, criticaba y desenmascaraba a una sociedad podrida y desencajada. La escribió en 1995. Seis personajes, seis arquetipos, han de hacer frente a una pandemia que se extiende por todo el mundo: la ceguera blanca.
    Podrida y desencajada….¿no os dice nada?
    Personajes marcados por su egoísmo en una lucha por la supervivencia, lucha en la que la ceguera va más allá de una enfermedad.
    Personajes que como los de ahora han construido su mantra para supervivir sin importarles nada de lo que pasa a su alrededor. No importa que vengan los fondos europeos y que, con los controles que se deban, permitan no ya una recuperación económica, que al fin no es más que un concepto que solo vale a los poderosos, sino el comer, el vivir, de muchas familias, de aquellos sectores más castigados por la crisis, lo que importan es la estrategia a corto plazo, si gano o no votos y si con ello me mantengo en el poder. Por cierto, transformándolo, en un fin en si mismo y no en una herramienta para el cambio de esta sociedad «podrida y desencajada».
    Personajes encerrados, abonando un caótico submundo, donde florecen los instintos más bajos del ser humano (por ejemplo, me vacuno antes que nadie, o juego con la pobreza energética, con el frío y la pobreza). Un mundo, nuestro mundo, crecen los personajes más amorales y que se aprovechan de la desesperación y el pánico generalizado.
    Han conseguido socavar la solidaridad. Los medicamentos (las vacunas) son un bien de lujo y, antes que ellas, los alimentos(hoy ya para muchos).
    Esta mezcla entre realidad y ¿¿ficción?? no lo digo yo, ya lo decía con una lucidez pasmosa, José Saramago.
    Falta saber quién será «la mujer del médico» que nos conducirá a los ciegos y cuando, como por ensalmo, desaparecerá esta enfermedad.
    Ni en lo uno ni en lo otro estoy nada esperanzado.
    Un abrazo

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    1. Esto no desaparecerá como por ensalmo. Esto se irá quitando poco a poco, sin que nos demos cuenta de lo que ha pasado. Y perdurarán para siempre todas las bajezas a las que nos hemos hecho inmunes.

      No habrá curación, ni luz después de las tinieblas, ni liberación, ni amnistía. Habrá el tedio que sigue al tedio y, acumuladas a las de antes, las nuevas formas de insolidaridad que se han hecho fuertes durante la ceguera.

      Saramago lo contó. Ya no hay más que vivirlo. Y es curioso cómo repetimos los esquemas más inmorales del comportamiento humano sin pestañear.

      Pero no habrá el día de la luz. Habrá aceptación y resiliencia. Aceptación. Saldremos tímidamente de nuestras casas cegados por el sol y nos preguntaremos dónde coño estábamos… camino del trabajo.

      No hay mujer del médico. Se vacunó en la primera oleada.

      Un abrazo enorme, amigo. Mil veces gracias.

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  5. Y cuando adquiriremos la inmunidad de rebaño contra ese virus llamado politicos?
    Mientras haya adoctrinamiento y personas fáciles de contagiar, creo que nunca doblegaremos la curva.
    Habrá que preguntar a Fernando Simon o mejor no, ya intuimos lo que pueda contestar.

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    1. Jo

      Nunca digo ‘poíticos’ porque creo que la política es una actividad más que digna. Digo políticos imbéciles cuando me refiero a los políticos imbéciles, que son tantos, y políticos normales cuando me refiero a los otros, que son muchos más aunque se hable menos de ellos. No digo políticos brillantes… porque no los encuentro.

      No me quiero inmunizar contra la política, porque en lo único que creo es en el servicio público e inmunizarnos contra los políticos imbéciles, esa inmunidad de rebaño… tampoco la veo posible, igual que tú. Y por la misma razón. Demasiada gente fácil o muy fácil de contagiar con aquellas consignas blandas que enfebrecen los corazones. ¡Demasiada!

      Lo iremos intuyendo… pero no va a ser en este mes.

      Un beso fuerte Pacix. Fuerte, fuerte.

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