Primero de Mayo: ¿día de qué?

Unai Sordo, que es el secretario general de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras, ha dicho este Primero de Mayo: “los tiempos están cambiando, que decía Bob Dylan”.

(Léase aquí un largo silencio de entre estupefacción e incredulidad.)

¡Bob Dylan!

Si alguien tenía alguna duda de que los sindicatos, globalmente, están perdiendo el sitio, este Primero de Mayo ha debido quedarle meridianamente claro. Pero ¡no alarmarse!, que para eso Vox,  rizando el rizo del cinismo político, ha puesto hoy de largo el suyo con la misión de denunciar la mafia sindical y el abandono de los trabajadores que ellos y solo ellos, tienen la encomienda divina de defender con su sangre. Simple cinismo. O una nueva amenaza al sindicalismo de clase.

Manifestación del Primero de Mayo.

El caso es que ese joven entregado a la investigación del “machine learning” (una de las especialidades pujantes en el mundo laboral sobre la que mi madre no ha oído hablar y que hubiera dejado sin palabras a mi padre) no está preocupado porque se hayan restringido tanto los actos del primero de mayo y, con toda probabilidad, no ha escuchado a Sordo citar a Bob Dylan como referente de lo que está sucediendo en el mundo. Hubiera enmudecido igualmente, como mi padre.

En algo sí tiene razón: el mundo está cambiando, por más que el bueno de Dylan se estuviera refiriendo a un cambio que ahora juzgamos próximo al pleistoceno.

La realidad es tozuda.

Y la desaparición de las clases trabajadoras o, por mejor decir, la desaparición del sentimiento de pertenecer a ellas, es igualmente tenaz.

No sirve quejarse, porque las quejas en solitario conducen a la melancolía y las reivindicaciones que se leen en los medios de comunicación o en las redes sociales, tienen que ver con los despidos cuando son masivos (banca, siderometalúrgica…), que si no importan un huevo y con las pensiones. Debe ser que los pensionistas pertenecen a otro mundo, uno anterior que sigue llevando la lucha a la calle y es en mitad de la calle donde vocean por un “salario” justo. De las condiciones laborales ya no se habla. Los jubilados porque dejaron de ser una preocupación cuando se dieron de bruces con la condición de “clases pasivas”. Los amenazados de despido… por razones obvias.

—Mamá, ya soy project manager.

—Hijo mío, ¡lo que vales!

Si a Marcelino Camacho le hubieran hablado de las condiciones laborales de los ingenieros en “fin-tech” (finanzas y tecnología, traducido al lenguaje de las personas), hubiera perdido el sentido. Como Unai Sordo, que está en la clave de que la sociedad está en deuda con los trabajadores en un mundo en el que, paradójicamente, solo se sienten unidos por esta conciencia de clase los jubilados y los que están directamente amenazados por un expediente de regulación de empleo.

Porque los pilotos de dron (otra de las profesiones del futuro) ni se asemejan a aquel concepto de trabajador que sigue rondando por las cabezas de los mayores de cincuenta (¿sesenta?) años y que ha desaparecido por completo aquí donde la inteligencia artificial y la robótica han hecho de la mano de obra (cara o barata) el viejo recuerdo de “aquellos tiempos”.

Las reivindicaciones laborales ya no están. La subida del sueldo se la negocia cada uno con el CEO (chief executive officer o director ejecutivo si se prefiere) de su empresa al cierre del ejercicio y según sus “resultados”. El salario mínimo interprofesional lo sube el Gobierno (solo si es bolivariano, claro) sin apenas presión sindical, la jornada semanal de cuatro días es una pretensión puramente política (solo de algunos partidos a los que llamaremos comunistas y contrarios a la libertad a partir del 5 de mayo): no es un clamor de las clases trabajadoras. No existen.

Por si quiere adivinar hacia dónde se anda moviendo el mundo, piense que Bizum, que es una aplicación que se lleva en el móvil y vale para hacer transferencias de dinero, mueve a más de quince millones de usuarios con siete empleados.

—¿Que dices que te has apuntado a clases de qué?

—A un curso de “data sciencist”.

—Hijo mío ¡lo que vales!

Y encofradores, camareros, empleados de notaría, banca o aseguradora, lampistas, funcionarios, maestros, “kelys”, camioneros, andamos como vaca mirando a un tren que transporta el “Internet de las cosas”, atónitos delante de una realidad que nadie sabe interpretar exactamente ni intuye adónde conduce. Lo otros, los falsos autónomos, los que soportan empleos basura amparados por una reforma laboral aún vigente, esos repartidores que tantísimo han enriquecido a los emporios del e-comerce, continúan sorteando el tráfico y la suerte soñando con un futuro que nadie les dará la oportunidad de procurarse.

El lema este Primero de Mayo: “Ahora toca cumplir. Un país en deuda con su clase trabajadora”.

Y no digo yo que esté mal pero ¿a quién coño se refieren?

El dibujo es de mi hermana Maripepa


6 respuestas a “Primero de Mayo: ¿día de qué?

  1. Vox aprovecha cualquier cosa para meter cizaña, pero es cierto que la clase trabajadora se va perdiendo ¿ por que ? supongo que sera por que no se esta teniendo en cuenta, que ademas de muchos nuevos oficios que no se siquiera escribir que estan en la era moderna, existen los casi ya del paleolitico, soldadores . herreros , carpinteros, pastores, agricultores albañiles ( no arquitectos) y muchos mas que son el mantenimiento de este pais por que por ejemplo, para construir un edificio de viviendas se necesitan practicamente todos estos oficios , sin embargo para estos nuevos “machine learning”, project manager., “fin-tech” “data sciencist”., ostias que bien suenan, pero con una persona y un ordenador mueven el mundo, pero y el resto ¿al paro?
    si no se pone remedio en España en unos años no quedaran estos oficios, es totalmente imposible encontrar personas en este mundo de parados que sepan desarrollar un oficio ¿por que ? posiblemente porque no nos hemos precupado en su tiempo del los llamados aprendices de antes por que ahora con el nuevo sistema es totalmente imposible por el coste que con lleva la enseñanza de esa persona, y sin garantias que una vez has desenvolsado el dinero se mantenga en la empresa, por eso las empresas iran muriendo poco a poco y llegara una multinacional con personal extranjero cualificado para hacer los trabajos que nos saldran millonarios. Una pena pero vamos abocados al aumento del paro, por que trabajo aunque no mucho hay, lo que no tenemos son profesionales. ( de los sindicatos no opino por no herir la sensibilidad de algun lector.)

    Buen domingo.

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    1. ¡Aquellos aprendices! Chicos o chicas con 15 o 16 años que entraban en las fábricas o en las herrerías a aprender un oficio del que harían después su vida y su sustento.

      No, esto ya no está. La verdad es que no se sabe cómo se llega a aprender un oficio de otra manera, pero estos llamados ‘contratos de formación’ no han resultado el remedio para el problema.

      Aquellos aprendices, aquellas oficialas de taller que habían ascendido a base de años aprendiendo a cortar, si bien es verdad que por un salario indigno que se mantenía durante años.

      La tecnología hará inservibles algunos de aquellos oficios, aunque siempre hará falta un buen encofrador o ese que sabe soldar una estructura en lo alto de una grúa.

      Y el gran sector, el de las personas que cuidan de personas, totalmente desatendido en cuanto a formación, salario o condiciones de trabajo.

      De momento, los pilotos de dron no tienen problemas laborales. Y cuando los tengan, me temo que será demasiado tarde para reivindicarlos.

      Un abrazo, amigo. Vamos a por mayo. A ver qué nos trae.

      GRACIAS

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  2. Ayer felicitaba a los amigos y amigas el 1º de Mayo, no lo hacía como un canto a la nostalgia (eso lo dejo para las canciones) y decía: “Somos y seremos…lo único importante es que no lo olvidemos”.
    A mi juicio esa es clase ¿Cómo nos hemos olvidado? O mejor dicho ¿Cómo han hecho para que lo olvidemos? ¿Cómo nos han domado?
    Parece obvio el papel que ha jugado la derecha liberal que desde su nacimiento como fuerza social y política le ha negado el pan y la sal, que se ha enfrentado incluso con las armas. Digamos que era un enemigo visible. Un enemigo con el que confrontar fuerzas e ideas.
    A mi juicio, debe preocuparnos más lo sutil, ese camino que hemos andado como sociedad, por el que hemos llegado a confundir “valor y precio”. El momento en el que hemos llegado a la falsa conclusión que vivir mejor es cambiar de clase social. Tener acceso a determinados bienes nos hace ser otra cosa.Y, si estoy convencido, aún hoy, que existen clases sociales, con otros perfiles, seguro, pero clases sociales. Desde luego seguro que debemos salir de esa visión reduccionista que nos lleva a pensar – ya han procurado que así sea- que sólo los trabajadores/as manuales, industriales y agrarios, son trabajadores/as, los demás, somo eso tan manido que hemos dado en llamar “clase media”.
    ¿Dónde ha quedado aquello de la conciencia de clase? No sé, lo que si se es que aquellos que estaban llamados a crearla, sindicatos y los partidos de izquierda, se han apeado de sus obligaciones. Yo, al menos, no veo su impulso, no veo discurso ni estrategias de clase.
    Como todo en esta sociedad, y esto de lo que estamos hablando no se sustrae a ella, todo se cambia por eufemismos y se cede principios y derechos en aras a nuevas palabras como, por ejemplo, la concertación o dialogo social, ¿con quienes?¿Con aquellos que reciben ayudas, la banca, y en plena pandemia ponen a miles de trabajadores/as- ¿no se si a ellos les gusta que les denominen así?- en la calle? ¿Diálogo?, no lo se, pero si se que si se ha querido conseguir algo los resultados no pueden ser peores.
    No hablo de barricadas, lo que digo es que el equilibrio entre trabajo y capital no puede estar ajeno a unos ciertos niveles de tensión y eso no se hace solo desde la renuncia. Esa es una de las claves, a mi juicio, de la situación actual de las organizaciones sindicales.
    Es cierto, por ser justo, y no dudo de su esfuerzo sincero, que también han tenido que remar contracorriente. No hemos hecho todos “clase media” , y nos hemos hecho clase media porque nos ha llegado a dar vergüenza ser clase trabajadora. La imagen que durante años hemos soportado de los trabajadores, -solo hay que recordar a Alfredo Landa con su boina, pantalones de pana y cigarrillo en la comisura de los labios haciéndonos reir-, el ninguno de los medios, la televisión o el cine, la imagen distorsionada de una realidad que nos ha llevado a que en el imaginario social la clase trabajadora haya desaparecido.
    Eso a muchos les viene bien, empobrecidos y ninguneados, somos manipulables.
    Ese es el gran secreto.

    Salud y buen día

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    1. Parece el gran logro del capitalismo: esa suerte de conformidad que hemos dado al sistema, porque nos ha permitido comprar un coche de nosecuantos centímetros cúbicos (jamás supe para lo que servía cada uno de ellos) y una televisión de plasma (si es que aún son de eso) que no cabe en la pared del comedor.

      Nos hemos conformado con lo que se nos permitía conseguir, sin darnos mucha cuenta de que, al final, se lo estábamos comprando a ellos y, al contrario de lo que pudiera parecer, eso no nos hacía ascender en la consideración social.

      Convencidos de formar parte de las clases pudientes, hemos asistido a la degradación de nuestras condiciones laborales sin hacer un gesto y a la extinción de los derechos de nuestros hijos en el mercado de trabajo al que se han tenido que enfrentar.

      Ya no somos clase trabajadora. Ahora somos pudientes asalariados de clase media alta y, por ende ¿para qué íbamos a necesitar la solidaridad de nuestros iguales? ¿Tenemos, acaso, iguales?

      Tampoco ayuda la nueva distribución del empleo en el que parece que la revolución tecnológica gana la partida y crea más puestos de trabajo de los que destruye, que son tantísimos. Pero ¿qué clase de empleos? ¿Sujetos a qué leyes sociales? ¿Representados por quién?

      El mundo sindical se desvanece. Nadie parece creer que lo echaremos de menos. Y, sin embargo, es tan necesario, tanto, que los colectivos estén bien representados ante esta nueva patronal líquida cuyo domicilio social es imposible de averiguar…

      Ellos, los sindicatos, tienen que reaccionar a los nuevos modelos del mercado laboral y aprender a representarlos. Nosotros, los trabajadores, tenemos que adquirir la conciencia de clase que hemos perdido. Y, mientras tanto, lo mismo dará que se derogue o no aquella indecente reforma laboral.

      Está en nuestras manos. Y, si no, en las de Solidaridad: ese nuevo sindicato creado por Vox en el ejercicio más innoble de cinismo político, hurtándonos una vez más los términos en los que concebimos nuestra forma de entender el mundo.

      Un abrazo, amigo. MUY FUERTE

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  3. El trabajo, algo que se ha convertido en un plátano al que le han quitado la piel y han metido en un envase de plástico al vacío.
    Cuando volví a Madrid, después de estar ocho años fuera, noté en el ambiente laboral cierto tonillo pijoril/imbécil, producto entre otras cosas de la desaparición de la colectividad de defensa de los derechos laborales por lo que tú, muy bien dices, negociación individual con el CEO, naturalmente con el gráfico de productividad como moderna espada de Damocles y el egoísta «sálvese quien pueda» yo peleo por lo mío.
    Ayer escuchando una conversación sobre éste tema me dieron ganas de agarrar una baraja y hacer un castillo de naipes y poner arriba un muñequito para ver cómo se derrumba todo.
    Ha quedado más que demostrado que así vivimos, en una sociedad tan frágil que se puede derrumbar con la corriente de aire que produce abrir una puerta y no somos capaces de entenderlo.
    Quizás a ese líder sindical le hace falta actualizarse un poco musicalmente y pasar de Dylan a Residente o C Tangana. Pero en realidad no es ese el problema, el problema es la mezquindad de la pobreza, algo que poco a poco nos va contaminando.
    Me recuerda una gata pequeña que entraba en casa, era salvaje, sin embargo era absolutamente sociable. Un día entró un lirón, cosas de vivir en el campo, andaba paseándose por la encimera de la cocina, subí a la gata y en tres segundos tenía el lirón en la boca. Pero hizo algo que me llamo la atención, con su presa salió disparada de casa bufando como una pantera. Sacó todo su lado salvaje, no ya por la caza, por la forma tan individual de defenderlo.
    Sin embargo nunca les he visto pelearse por el pienso que pongo yo, comen todos del mismo plato sin un mal bufido.
    Pilotos de dron, se lo dije a mi hija, total lleva toda la vida con el 🕹️ de la PSx. Me dijo… no te flipes. Decidió estudiar Economicas combinado con Filosofía. Me demostró que tiene más visión de futuro que yo.
    De verdad que los tiempos han cambiado, quizás para peor, por aquello de: cualquier tiempo pasado… La suerte es que vivimos en una especie de día de la marmota donde se pierde la memoria y las nuevas generaciones no tienen ese dolor de haber vivido «viejos tiempos»
    Es un pobre consuelo pero… es lo que hay.
    Hoy te podías haber ido por el dos de mayo y la monarquía que tiene tela… tenemos, amparado por nuestra Constitución al «Gran Aprendiz» ese que heredó, por ley, el oficio de papá (lo siento mucho no volverá a pasar).
    Felicidades para todas las madres.
    Abrazos.

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    1. Hacía referencia a la alusión de Sordo porque me parecía el paradigma en el que los sindicatos están anclados, ajenos a que el mundo cambia y cambia más deprisa de lo que Bob Dylan (uno de mis héroes, por cierto) podía haber previsto.

      La pasividad de los sindicatos ante la evolución que está claro que necesitan, se enfrenta con la enorme necesidad que los trabajadores tenemos de estar correctamente representados en un mundo que tiende inevitablemente al solipsismo.

      Ese lirón que cazó tu gata representaba su esfuerzo individual y, por lo tanto, como es una gata, se vio en el derecho inalienable de disfrutarlo para sí.

      Ya ves… ¡como gatas!

      Un abrazo fuerte. Muchísimas gracias por tus reflexiones.

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