Rebeldes de mentira

Nuestra generación (ando yo por los sesenta) peleó contra la de nuestros padres con aquellos movimientos liderados por melenudos que tocaban rock o se largaban a islas del Mediterráneo a vivir en comunidad de la meditación, de la música, de la nada o del cheque que mandaban las familias al apartado de correos convenido con anterioridad.

Aquellos jóvenes que se apartaron de la sociedad para vivir en su margen izquierda convivían con los existencialistas, también barbudos pero más intelectuales, que elaboraban complejas teorías sobre el ser, sobre la convivencia en comunidad, sobre el individuo, que poco a poco cambiaron el traje negro encorbatado por la chaqueta de pana.

Se trataba de luchar contra el orden establecido a base de la concreción de un ideario complejo, a cuya materialización en políticas de Estado dimos el nombre de utopía.

La izquierda, las personas de izquierdas, se reunían en cafés, escribían libros, forjaban un pensamiento que ponía en el centro de la existencia al ser humano y su libertad individual en igualdad con la de los demás, como alfa y omega de toda acción pública.

Eran los revolucionarios. Fuimos los revolucionarios. Transgresores en una sociedad conservadora, patriarcal, ultrarreligiosa, regida por el principio de no molestar a las clases poderosas que exhibían sin pudor su patente de corso para vivir a costa de la miseria del prójimo, donde nosotros éramos el prójimo.

La derrota o la muerte de los dictadores, la lucha obrera, la lucha feminista, el advenimiento de la socialdemocracia (versión aligerada de aquél pensamiento utópico) como fórmula para hacer factibles políticas reales que tímidamente tendieran a sustituir el principio de no molestar por principios como los de libertad, justicia o igualdad, nos trajeron hasta aquí.

Y la izquierda se hizo carne y habitó entre nosotros. Así llegaron leyes justas que garantizaron libertades (muchas) y democratizaron privilegios antes solo reservados a las clases dominantes: el aborto (ya no habría que viajar a Londres), el divorcio (ya no habría que untar al tribunal de La Rota), la eutanasia… La libertad de expresión, la de culto, la igualdad (aún en lucha) entre hombres y mujeres y un larguísimo etcétera.

Parecería que las generaciones emergentes (hubiera escrito nuevas, pero hubiera conducido a error) abundarían en la consecución de estos logros (sueldos dignos, horarios laborales compatibles con la vida, salario mínimo vital, prestaciones avanzadas de la sanidad pública, pensiones igualmente compatibles con la vida, derecho efectivo a la vivienda, educación gratuita y universal en todos sus niveles…).

Pero la utopía se institucionalizó y resulta que esto ya no es transgresor. No es moderno. Es continuista y aburrido.

Y como la verdadera vocación de las generaciones es tocarle los cojones a las que le preceden, la rebeldía se ha convertido en involución.

Así, el concepto de libertad que ahora se maneja excluye la admiración por el derecho de los demás a ejercerla y se limita a hacer y permitir hacer a cada uno lo que le sale del rabo, siempre, eso sí, sin molestar a los poderosos, donde, lamentablemente, los poderosos siguen siendo los de siempre.

La derecha, en su desesperación por recuperar los privilegios perdidos, ha encontrado la manera de luchar contra el sistema (aunque estemos hablando de dinamitar democracias consolidadas), catalizando el descontento de la sociedad con mensajes facilones y repetitivos que invocan viejos valores de la izquierda (¡libertad! ¡Estado represor!) para llamar a recuperar el viejo orden ante el descontento generalizado que, en buena parte, ella misma se ocupa de alentar.

El nuevo rebelde ya no escribe libros ni se junta en las tertulias del café. No elabora un pensamiento que innova las fórmulas del ejercicio del poder. No elabora nada, en realidad, porque los Donald Trump del mundo, los Abascal o los Casado, no están puestos para eso. Han encontrado una fórmula infinitamente más efectiva, desempolvando los manuales de propaganda de la primera mitad del siglo XX para adaptarlos a las herramientas tecnológicas del nuevo milenio: Algo hubieran dado Hitler, Stalin, Franco o Mussolini, por una buena cuenta de TikTok. Esta falsa rebeldía gira en torno al ultraindividualismo , a lo inmediato y es incontestable para una masa crítica que no es crítica, que siente que sus problemas no se están resolviendo al ritmo deseable y a la que han convencido de que la patria y la bandera son la respuesta a sus oraciones.

Es una rebeldía de mentira. Es la versión 5G del ‘¡muera la inteligencia!’ de Millán Astray.

El dibujo es de mi hermana Maripepa


4 respuestas a “Rebeldes de mentira

  1. Hoy tambien coincidimos,hoy ya no se necesita de intelectuales que se reunan en algun cafe, hoy tenemos toda la informacion que queramos coger en nuestros moviles, hoy ya no se piensa ni se analiza nada de lo conseguido gracias a estar esos señores intelectuales de antaño marcando el camino y gracias a ellos hoy estamos como estamos con el estado del bienestar completo, claro gracias a estos medios de comunicacion y engaño nos lo vamos creyendo, estan intentando volver a los años de opresion que tanto trabajo costó erradicar ahí tenemos a VOX , pero con lo bonito que nos lo pintan ademas de utilizar la bandera de todos los españoles nos van convenciendo, ahora no leemos libros de la historia de España , solo vemos lo mas rapido redes sociales( que digo yo que de sociales tienen poco) es muy facil convencer con el discurso de vox , si gobernamos esto se va a acabar todos los inmigrantes a la calle, estos que nos quitan el trabajo fuera de españa, y yo ahora pregunto¿ como se come eso si resulta que tenemos mas de cinco millones de parados ( mas todos los trabajadores de planes de empleo de todos los ayuntamientos que no figuran en el paro) y si no es por todos aquellos inmigrantes que nos hacen el trabajo que pasaria? ¿como nos pueden convencer con eso de que nos van a solucionar el trabajo si no queremos trabajar? pastores españoles NO HAY estan los inmigrantes, soldadores , NO HAY estan los inmigrantes, albañiles no HAY estan los inmigrantes, trabajadores del campo no HAY estan los inmigrantes, y asi en la mayoria de sectores, entonces señores si elegimos a vox nos van a joder por que no es trabajo lo que queremos, una pena pero es asi.
    DEJEMOS LAS REDES A UN LADO Y COJAMOS UN LIBRO DE HISTORIA DE ESPAÑA.

    Buen domingo fresquito

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    1. ¡Libros de Historia de España! ¡Que por nadie pase!

      No queremos leer. No queremos saber. Queremos que el Estado resuelva todos nuestros problemas y, a ser posible, a toda velocidad, Porque si el PSOE-Unidas Podemos no nos los resuelve, pediremos libertad y votaremos a Vox para que nos la consiga.

      Y nos la van a conseguir, porque si Ayuso se configuró como la candidata de la libertad (¡cosas!), Vox comparecerá a las próximas elecciones como el partido de las libertades. Y habrá quién se lo compre, quién se lo crea y quién les vote pensando en que su patria es nuestra patria y su bandera nuestra bandera.

      Pero leer no. ¿Para qué, si, tal como dices, cuñados y cuñadas nos envían por WhatsApp toda la información que necesitamos para hacer criterio sobre las cosas?

      Trabajar no es el objetivo. Nuestro objetivo real es criticar el paro y a los que vienen a quitarnos ese trabajo que nosotros hace años que no queremos hacer. Y bramar ¡Libertad!

      Remar a favor no es moderno. Lo revolucionario es mirar hacia atrás.

      Gracias, amigo. Ya sé que no de vacaciones… pero ¡haber nacido obispo!

      Fortísimo abrazo.

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  2. La foto de tu hermana Marí Pepa da miedo.
    Bueno; nacional socialismo, porqué se llamaba así, Alemania derrotada en la IGM, condiciones leoninas, mucha inflacción, mucho paro y mucho hambre. El caldo de cultivo perfecto para que ese nacional «socialismo» arrastrara todo el descontento.
    Ahora también hemos vivido otra guerra mundial, condiciones perfectas para descontentos, negacionistas, antivacunas, xenófobos, homófobos, una inmensa presión mediática; como ejemplo crear una causa judicial con una tarjeta «SIM» la mayor estupidez que ha pasado por los tribunales desde Salomón. Bien mareado desde el PSOE hacia la derecha, de verdad que da vergüenza propia y ajena oír hablar a portavoces de grupos parlamentarios, que cobran una pasta, de esa estupidez tecnológica, como si no hubieran abierto la tapa de un teléfono móvil en su vida. Todo ello repetido hasta la saciedad por todos los canales de televisión, que son los que cortan el bacalao.
    Los que leemos periódicos somos unos gilipollas, para qué perder el tiempo si un vídeo encapsulado de un minuto y medio nos lo aclara todo.
    Cuando llega la hora de argumentar es fácil: lo han dicho en la tele.
    Los nazis no tenían tick tock pero Goebbels se preocupó muy bien de qué, en cada hogar alemán, no faltara un aparato de radio por donde, constantemente, les llegaban las consignas correspondientes. Esas que una vez terminada la guerra, los alemanes, ninguno responsable de lo que había pasado, parecían despertar de una especie de hipnosis colectiva.
    Libertad… que gran palabra para el preso.. que decía el poeta.
    La libertad está bien, depende para lo que la uses, García Castejón para escojonarse de todo el mundo, por ejemplo.
    Creo que hoy es San Ignacio, buen momento para recordar una conversación intervenida a un tal Nacho que fué Presidente de la Comunidad de Madrid y acabó en la cárcel, donde se aclara perfectamente porqué García Castejón está donde está.
    Libertad para hacer lo que les de la gana que h… para eso son ellos quiénes son.
    Malos tiempos para la lírica se avecinan.
    Feliz domingo, abrazos.

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    1. Malos… malos.

      Los herederos del gran legado se desperezan cuando amanecen los cachorros de fascista e inundan las calles de esperanza amarillenta que huele a sacristía.

      Porque estaban ahí, jugando a ser parte de un sistema que sabían que manejaban por la puerta de atrás. Y tú… a Modoñedo, que tenemos otros planes para esta silla de juez.

      Son malos tiempos. El despertar del fascismo los ha pillado a todos colocados y bien colocados, porque, tal como se profetizó, había quedado todo atado y bien atado

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