¡Feliz año 2022!
No dejaré de fumar.
No pisaré un gimnasio.
Me seguiré tomando la insolente pastilla de la tensión.
Me seguirá costando levantarme cada mañana del año 2022.
Solo ha sucedido el solsticio de invierno: el instante en el que la tierra se ha situado en el punto más alejado del ecuador celeste. La máxima distancia respecto del Sol.
Nótese que el ecuador celeste es caprichoso y por eso en el hemisferio norte el solsticio de invierno sucede en diciembre (para el 21 o 22) y en el hemisferio sur en junio (entre el 20 y el 21).
Digo que el ecuador celeste es caprichoso porque, en mi ignorancia, no se me ocurre ninguna otra manera de explicar por qué es verano en el hemisferio sur cuando es invierno en el hemisferio norte, y viceversa, aunque tengo leído que tiene que ver con el grado de inclinación del eje de la tierra en su rotación sobre sí misma y alrededor del Sol. El caso es que en un momento dado, la eclíptica del Sol pasa del hemisferio sur celeste al hemisferio norte, cosa que sucede, exactamente, en el punto Aries, equinoccio de marzo, y que da lugar a la primavera en el norte y al otoño en el sur. Esa línea imaginaria tiene su lugar diametralmente opuesto en el punto Libra (equinoccio de septiembre) en el que en el hemisferio norte empiezan a complicársenos las cosas de cara al frío con los precios de la electricidad por las nubes.
Y la cuestión es: ¿tengo yo que dejar de fumar porque, transcurrido el equinoccio de septiembre y llegados al solsticio de diciembre, la tierra se haya situado en el punto más alejado del ecuador celeste en el hemisferio norte? ¡Si eso ya pasó el 21 de diciembre!

¿Será de esta manera una cuestión del calendario y no de la astronomía? Cabe no olvidar la íntima relación que tiene una cosa con la otra, puesto que el calendario gregoriano (que cuenta nuestros días en la actualidad), debido al papa Gregorio XIII, solo trató de corregir los desfases producidos en el primer Concilio de Nicea (año del Señor 325) cuando se determinó el momento astral en el que había de celebrarse la Pascua y, del tirón, el resto de las fiestas religiosas móviles. Resultó que, si en el año 325 todo había ido bien, el equinoccio de la primavera se había producido cuando tocaba y la Pascua se pudo celebrar en el siguiente plenilunio, los caprichos del calendario juliano fueron adelantado tal evento de forma que en 1582 el equinoccio se fechó con diez días de adelanto, el 11 de marzo, y la Pascua se quedaba ya como descolocada, tremenda inquietud para la cristiandad. En suma, el calendario gregoriano, corrigiendo las anomalías del juliano, hizo coincidir (para quietud de la grey) el calendario civil con el año trópico, quedando así el calendario litúrgico completamente aseado.
Y volvemos a la pregunta que nos hacíamos al principio: ¿será que los caprichos del papa Gregorio XIII y el cumplimiento de los acuerdos del Concilio de Trento (que dieron al traste con el calendario juliano para que el año litúrgico transcurriera en paz) hayan de dar con mis huesos en una de esas salas de pestilente olor a humanidad, corriendo sin correr sobre una cinta rodante que no me lleva a ningún lado, sudando como un marrano?
No debe olvidarse que nació en aquel evento (entre otras lindezas) la potestad y obligación del sumo pontífice (el papa, para entendernos) de crear una lista de libros prohibidos, magna costumbre que en nuestros días se perpetúa y adquiere la fórmula de “pin parental”, y que sirve, por lo general, para mantener el conocimiento alejado de la grey a la que solo conviene alimentar con textos y experiencias visadas previamente por la autoridad moral de quienes representan esa suerte de Verdad a la que en el mundo hemos querido solemnizar con el nombre de Dios. ¿Estaré obligado yo a someterme a los dictados de semejante conciliábulo?
No me has convencido, papa Gregorio. No me haré lista de buenos propósitos. No pienso dejar las palmeras de chocolate. Me seguiré acostando tarde. Este 2022, juliano, gregoriano, astral o trópico, seguiré siendo prácticamente el mismo: criticón, ácido, irónico, algo burlón y más viejo y, como hubiera descrito Antonio Machado, “en el buen sentido de la palabra, bueno.”
Feliz año 2022.
Nos lo hemos ganado.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.
Ostias, por se la primera entrada del año 2022 me has dejado fuera de juego e impresionado por tus conocimientos gregorianos , chico me has dejado helado, solo puedo estar de acuerdo contigo en lo de la pastilla de la tension en mi favor puedo decir , que no fumo, no me cuesta levantarme, las palmeras de chocolate no me las puedo tomar por eso del azucar, coincido contigo en lo de criticón, ácido, irónico, algo burlón y un año más viejo y apunto de cobrar del estado (si es que queda algo para entonces).
Espero que este 2022 nos traiga no muchas cosas, pero que nos quite es puto virus que nos tiene coartados en muchas de las cosas que nos dan placer, reuniones de amigos , comidas etc.
FELIZ AÑO PARA TODOS.
Buen domingo.
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Ya veo que llevas mucho ganado para 2023 (que no olvidamos será año electoral).
Vamos a comernos con patatas ese 2022. Y con la pastilla de la tensión que nos recuerda que ya quedan menos para disfrutarlos.
Un abrazo muy fuerte.
¡A por el 22!
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Diga usté que sí, don Justo… Con la cantidad de tiempo invertido en adquirir los vicios y hábitos, no es cuestión de variarlos por un cambio de dígito surgido del magín del tal Gregorio para adecuar las calendas a la postal belenística y terminar plagiando a la sociedad precristiana que tenía controlados los solsticios y equinoccios sin necesidad de que un tipo con alas se enrollara con la tal María.
2022, un año que parece el número de pin de una tarjeta bancaria… Que los aconteceres de este año te/nos sean propicios y podamos despedirlo, cuando toque, sin resquemor.
Un abrazo.
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¡Exacto!
Demasiados años mimando nuestras costumbres más insaludables para que vengan ahora los calendarios a corregir nuestros hábitos.
¡De ninguna manera!
¡Belenes y pascuas para quien las trabajen! Que lo nuestro se seguirá ventilando con esmero entre barras, humidores y mesas bien repletas.
Vamos a por el 2022 con todas las ganas sin estrenar. Segundo a segundo, como mandan los cánones apócrifos de aquellas lecturas prohibidas en el Concilio de Trento.
Un abrazo fuerte, amigo.
¡Gracias!
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No fumo, no bebo, no se me ocurre pisar un gimnasio, tuve un club de voley, el olor a humedad mezclado con Reflex ya lo tengo cubierto como experiencia. Si acaso me late jugar al bádminton 🏸. No veo TV. Lo de la navidad tengo muy claro que es un invento. Es más tiene una extraña coincidencia con el pagano dios sol ☀️.
Haces bien en investigar en los concilios se encuentran cosas muy interesantes.
Pues nada feliz nueva vuelta al sol con referencia, tanto da un punto de partida que otro. Que vengan bonitas experiencias y ese empujoncito de buena suerte en el momento oportuno.
Feliz domingo, abrazos.
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Llevas mucho ganado para arrancar la temporada. Y estos vuelcos al sol que la tierra lleva tanto tiempo dándose no te harán cambiar demasiada cosa.
Vamos a por esta nueva vuelta, ahora toca invierno, vendrá la primavera, bajará la luz, seguiremos sin hacer caso de la lista de libros prohibidos y la tele seguirá en reposo.
Un abrazo fuerte, amigo. A por el 2022, y a no dejarnos ni un poco sin vivir.
FELIZ AÑO NUEVO
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Fe de erratas
Humedad léase como humanidad. (El corrector tiene su propio criterio, también olía a humedad, pero el olor a humanidad sobresalía sobre los demás)
Referencia gregoriana. Borré demasiado y no lo corregí
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¡Fe de erratas cotejada!
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Necesito hacer un croquis, me he perdido conciliando los concilios y ya no se si me he desconciliado conmigo misma o al revés.
Creo que en la prehistoria los habitantes de este planeta ya sabían algo de equinoccios y la cosa debió de ir bien hasta que los dioses bajaron a la tierra, el dios marte, sol, etc…..todos controlados por el mandamas del momento y luego pues la de «dios en cristo «…. ahí ya se formó el belén…
Jajajaja 🤣 🤣
Un abrazote 🤗
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Tremenda necesidad de hacer coincidir la Pascua con el calendario astral… aquél papa tenía tiempo para todo, se ve.
Pero, a pesar del belén, el año 2022 ha venido para quedarse un rato y dejarse vivir. Así que ¡A por él! sin pensar demasiado en si fue el equinoccio o el solsticio el que hizo que subiera la luz.
Feliz año nuevo Pacix.
Un beso enorme.
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