Los felices años 20

Eche un vistazo.

La crisis económica derivada de la pandemia de SARS-CoV-2 y acrecentada por el insoportable precio de la electricidad y de los carburantes, la subida astronómica del precio del hierro y los materiales de la construcción, la inestabilidad de los precios del mercado inmobiliario y la inflación, dominan por completo el panorama económico de este país nuestro, sumido en un tornado del que solo encontramos antecedentes en la Historia recurriendo al cuentito de las siete plagas de Egipto.

Aun así, eche un vistazo.

Los bares están llenos. Reservar para cenar un viernes se ha convertido en tarea imposible. Los aeropuertos presentan colas nunca vistas en los filtros y en las llegadas de pasajeros de países no Schengen (como Reino Unido, sin ir más lejos). La ocupación hotelera roza el 100%. Las carreteras alcanzan récords de tránsito cada fin de semana y no digamos cada puente. Las terrazas, el comercio, son pasto de un hervidero de gente que, ni siquiera las altas temperaturas de este junio tórrido son capaces de contener.

Los locos años 20. No aquellos que siguieron a la primera gran guerra (el primer conflicto global con armamento moderno que asoló Europa). Estos. Los que siguen a la pandemia mundial, a cataclismos climáticos, al volcán cumbre vieja. Estos años 20 que conviven con la guerra que se libra a las puertas de casa, con una inflación que se dispara en el mundo (quizás la que sufre EEUU o el resto de Europa no toda sea culpa de Sánchez), con el anuncio permanente de una economía en decadencia, con las consecuencias de una crisis climática que ya asoma su amenaza en forma de temperaturas atorrantes.

Carpe diem.

La peña ya no está para gilipolleces.

Nos hemos negado a ver, leer u oír malas noticias. Los datos del informe Digital News Report 2022, del Reuters Institute, sobre el estado del periodismo, la información y los medios, indican que por primera vez hay más escépticos (39%), que gente que confía en las informaciones de los medios (32%). Ninguna cabecera logra la confianza del 50% de los encuestados de su país de origen. Y en España el interés por las noticias ha caído 30 puntos en los últimos 7 años ¡30!: el porcentaje de personas que tenían mucho interés por las noticias en 2015 rondaba el 85%, mientras que en 2022 apenas llega al 55%.

Un titular de El País fechado este 15 de junio rezaba ‘Crece el número de españoles que evitan las noticias duras como la pandemia o la guerra de Ucrania (el artículo está basado también en el informe Digital News Report 2022).  Incluso los catalanes muestran ya agotamiento por el procés, tanto que TV-3 ha reducido el contenido político de su programación, forzada a reorientarse para adaptarse al desgaste del rédito independentista. Lo anunció hace un par de semanas el director de la cadena en funciones, Sigfrid Gras.

Carpe diem.

No nos jodan el verano por un quítame allá ese 8% de inflación que se avecina o esa maldita guerra que nos meten por la tele con calzador.

Los locos años 20, en versión 2.0. Los locos años 20 del siglo XXI, renegando del sufrimiento, abrazados a los placeres que la vida nos pueda proporcionar ya sea en modo Ayuso (unas cañas, ya sabe) o de forma más sofisticada si nos llegan los ahorros, al grito de ¡libertad! Déjenme en paz: ¡Otra ronda! Y apague la puta tele que no dan más que disgustos.

Aquél período de entre guerras del siglo XX, recuerden, terminó con la llegada de los fascismos a los gobiernos de Europa y desencadenó la que desencadenó.

Se ve que andaba el personal muy ocupado quitándose de encima los horrores recién padecidos para ponerse a pensar en los que vendrían y, así, personajes como Adolf Hitler, al frente del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) ganaba las elecciones federales de julio de 1932 con el 37,27% de los votos, y repetía su victoria en las de noviembre del mismo año con el 33,09. En marzo de 1933 sería el 49,31 y, harto ya de mequetrefes en el Reichstag y tras un leve cambio de régimen, en noviembre de ese mismo año se proclamaba Canciller Imperial de Alemania con un 95,30% de los sufragios a su favor y el 7,89 en contra. De lo que sucedió después ya hemos oído hablar.

Este, por lo que cuentan, también se definió como el partido de los trabajadores (a los que no quemaba).

Y así, volviendo a casa y volviendo a estos locos años 20, escuchábamos el fin de semana pasado en Granada a la fascista italiana Giorgia Meloni de la siguiente guisa:

No hay medicaciones posibles: se dice sí o se dice no.

¡Sí a la familia natural, no a los lobbies LGBT!

¡Sí a la identidad sexual, no a la ideología de género!

¡Sí a la cultura de la vida, no al abismo de la muerte!

¡Sí a la universalidad de la cruz, no a la violencia islamista!

¡Sí a fronteras seguras, no a la inmigración masiva!

¡Sí al trabajo de nuestros ciudadanos, no a las grandes finanzas internacionales!

¡Si a la soberanía de los pueblos, no a los burócratas de Bruselas!

¡Y sí a nuestra civilización y no a quienes quieren destruirla!

¡Viva Macarena Olona, presidente de Andalucía!

¡Viva Santiago Abascal, presidente de España!

¡Viva España!

¡Viva Italia!

¡Viva la Europa de los patriotas!

(… ¿No?)

La cosa es que dudo mucho que negarnos la realidad nos va a hacer mejores.

¡Felices años 20! ¡Fuerza, Andalucía!

El dibujo es de mi hermana Maripepa.


4 respuestas a “Los felices años 20

  1. Si es cierto, despues de estos dos años estamos deseando salir de cañas ,vacaciones o cualquier otra actividad que nos guste, las noticias de la pàndemia ya no suenan, tenemos vacunas que nos protegen y ya no nos morimos, pues si la gente se sigue muriendo pero se valora el seguir con la vida anterior a la pandemia ante el miedo al contagio, que por cierto tambien se moria la gente antes de la pandemia de gripe.
    La pandemia ha hecho mucho daño, pero no la hemos elegido. pero los votantes de andalucia si van a elegir y posiblemente elijan algo no bueno para su salud.

    Confiemos en la cordura de los andaluces por que si no puede ser el comienzo de una ecatombre para el ciudadano de segunda.

    Hoy misa del Corphus con el Palio estas invitado.

    Buen domingo.

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    1. A ver si el cura no aprovecha para pedir el voto por si hay algún andaluz en la misa.

      Veremos a las ocho qué ha pasado, pero mucho me temo que nada distinto de lo que ya sospechamos.

      Es lógico que le estemos dando la espalda a la realidad, porque está siendo una barbaridad la suma de acontecimientos disparatados que suceden cada día. Pero dejar que las cosas pasen sin querer darnos cuenta es demasiado arriesgado.

      Si hacer como que no nos damos cuenta nos trae el fascismo, como ya pasó, más nos valdría estar un poco más atentos y evitarlo… ¿no?

      Tenemos mucha plancha…

      FORTÍSIMO ABRAZO

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  2. Uno pensaría que, observando cómo escupe la peña del fascio contra las libertades conquistadas, semejante farsa habría de servir de antídoto. Pero incluso con semejante sobredosis no existe la certeza de la inmunidad. Hoy lo sabremos. Y hay que cruzar los dedos. O hacerle siete nudos marineros a san Cucufato y encomendarse a los pechos cercenados de santa Águeda de Catania. Sí, ya sé… Lo correcto sería apelar al juicio de quienes, con su voto, dan y quitan razones, pero no deja de estremecer que la autonomía personal quede en manos ajenas y termine acorralada tras una maceta de geranios en un patio andaluz.

    Un sinvivir. Solo queda esperar que la actuación de la italiana haya horadado los tímpanos de quienes, con o sin crisis, creen en una sociedad libre y no están dispuestos a jugársela en la ruleta.

    Salud.

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    1. Sea como fuere, si escuchado lo escuchado sobre inmigrantes, maricas, lesbianas, dioses, patrias y otras lindezas, la peña sigue votando fascismo, será porque nos merecemos un gobierno fascista. Hoy en Andalucía y no tardando mucho en el toda España.

      Esa España que les pone tan cachondos hoy no existe. Y ellos están dispuestos a restaurarla con don Pelayo como estandarte.

      Acojonado.

      ABRAZO ENORMAE, AMIGO. Gracias, como siempre.

      Le gusta a 1 persona

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