Pensaba por aquí

Porque ¿es que usted nunca ha contado un chiste racista sobre negros o judíos? ¿Nunca le ha dicho a una chica algo sobre sus glúteos tentadores o la turgencia de sus pechos? ¡Pues claro que sí, machote!

Ahora es que las personas tenemos la piel muy fina y cuando unas decenas de descerebrados se ponen de acuerdo para vomitar insultos y amenazas a otras varias decenas de chicas que, turbadas, con cierto arrebol, se disponen a escucharlas con femenina humildad, nos ponemos como nerviosos. Quizás muy nerviosos.

Ellos se saben los dueños del Universo Mundo, seguramente porque lo son y mamá y papá, perdón, papá, paga mil quinientos cada mes para asegurarse de que así será. Mil quinientos en un colegio mayor para las élites dan derecho a cama, comida, lavandería, servicio de limpieza de las habitaciones, zonas privilegiadas para el estudio y la meditación y un par de capeas al año que, junto con otras actividades lúdico-culturales, harán de los cachorros de español verdaderos españoles.

De los delitos de odio, del machismo, de la violencia de género, ni han oído hablar, ni han gastado un minuto en reflexionar sobre ellos, absortos en estudios de mucho más alto nivel y grado de interés. ¡Claro que son racistas! Igual que papá y que el abuelo… Y ¿machistas? ¿Eso qué quiere decir? ¿Qué las mujeres ocupan un lugar ‘diferente’ en lo que atañe al gobierno del mundo? ¡Eso no es machismo! Eso es, simplemente, verdad. Porque ¿alguien quiere y respeta a sus mamás más que ellos? ¡Pues claro que no! ¿Qué día de la madre han dejado de ofrecerles un magnífico ramo de orquídeas y tulipanes, tocado de rosas, que pagó papá?

Ellas lo saben. Importa en este momento del relato hacer notar que la condición de mujer no excluye per se la condición de imbécil y que ambas circunstancias pueden coincidir exactamente en las mismas condiciones que coinciden en el hombre. Dicho de otro modo, mujeres imbéciles debe haber casi tantas como hombres imbéciles, sin que esto haya distorsionado nunca el feminismo ni la lucha por la igualdad.

Así que ellas lo saben. No sería lo mismo que idénticos insultos y amenazas las recibieran en El Pozo del Tío Raimundo o en Las 600 de Puertollano, claro. Pero cuando los de su clase (social) las llaman putas o les gritan a voz en cuello que las van a violar en cuanto salgan de sus madrigueras de conejas, ellas saben que es bromita, igual que cuando charlan animadamente sobre cómo quemar a un judío o capar a un negro con cuidado de no hacerse daño en los dedos. No son más que bromas, la inocencia de la juventud.

¡Qué brutos! Pobrecillos, dirán algunas con una sonrisa cómplice, seguras de que uno de ellos la llevará a los altares del monasterio de Los Jerónimos algún mes de mayo no muy lejano, donde le prometerá obediencia y fidelidad en la salud y la enfermedad, hasta que la muerte le premie. Al fin y al cabo son hermanos, todos ellos pertenecientes a la Hermandad de San Agustín. ¿Acaso no es patente? Ellos conformarán las élites sociales y económicas de la primera mitad del siglo que discurre.

¡Ay! Cómo son estos chicos… Pablo Casado, el pobre, que ya apuntaba maneras de idiota antes de que fuera conocido como el presidente del Partido Popular y que fue alumno de este colegio mayor al que, sin nombrarlo, nos estamos refiriendo, escribió sobre la condición de los colegiales en la revista de la institución:

 «el ‘lupus ahujus’ se convierte en un animal omnívoro; sin embargo, al entrar a formar parte de la manada, comienzan a aflorar en él instintos de voraz carnívoro para con toda clase de hembras en período fértil»… «Así se ha convertido en un feroz e infatigable cazador de carne fresca, a diferencia de otras manadas rivales que, ante la falta de habilidad y destreza en la caza, se ha visto abocadas a un régimen alimenticio estrictamente vegetariano». (Esto lo debe decir por mí).

Esta delicada metáfora, la de la carne fresca, para referirse a las mujeres de su clase (desde luego a mis hermanas no se refería el imbécil), resume el pensamiento de quién, tiempo después, tanto dudó sobre la existencia de la violencia de género o la necesidad de allegar recursos públicos a la lucha por la igualdad aunque, eso sí, cumplió con las expectativas de sus colegiales convirtiéndose en uno de los grandes de la patria.

Alineada con este pensamiento íntimo, otra grande de la patria, esta enorme, ha declinado condenar los hechos atendiendo a que suceden en las universidades españolas cosas muchísimo más graves que la Fiscalía no se pone a investigar (¿se referirá a la tuna?). ¿Qué le pasa en la cabeza a Isabel Díaz Ayuso, maestra cervecera entre sus dones, que no se conmueve con nada de lo que no pueda culpar directamente al PSOE? ¿Escucharía ella en su juventud los mismos cánticos con una sonrisilla de pícara aceptación de su condición de ‘carne fresca’? ¿O, antes al contrario, envidiosa de las jóvenes de su generación por no escucharlas, se habría propuesto ser ella misma una grande de la patria a pesar de que nadie hubiera bramado por violarla desde las ventanas del colegio vecino?

Hay que ser muy de Vox para entender lo que sucede en las cabecitas de estos chicones que saludan brazo en alto y muestran su hombría en las capeas que organiza el colegio mayor.

Y, no siéndolo, hay que tener la cabeza muy desordenada para no aterrorizarse ante lo que se nos viene encima.

El dibujo es de mi hermana Maripepa.

Puedes escucharlo aquí.