Toda la belleza del paisaje, los olores que acompañan a los días de lluvia, la tibieza del sol de media mañana en el banco en el que aún reposas el sándwich de jamón y queso que te sirvió de almuerzo, la suavidad del viento que te recuerda que la noche está al caer y que refrescará. Todo se ha vuelto marrón.
Tamara Falcó no contraerá matrimonio.
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
(Definición del amor. De don Francisco de Quevedo)
¡Cuánta verdad! Y cuán alejados los noticieros del dolor de los hombres.
(Entiéndase aquí por hombres su significado en el sentido más genérico, ese que abarca a hombres y mujeres, pero que tanto hubiera afeado la frase de haberla intentado conjugar con corrección).

Porque ¿qué sucede cuando el mar de Espronceda se enarbola y, del bajel pirata, el ser amado se evapora entre la sábana de espumas de aquellas olas gigantes de Gustavo Adolfo?
Pues ahí lo tienen: el dolor de los hombres y de las mujeres.
El dolor de algunos hombres y de algunas mujeres, que otros y otras no están sufriendo este mes ni siquiera por la llegada lánguida del otoño que desnudará los árboles del parque cercano.
He oído que hay hombres y mujeres asesinados previa tortura a un tiro de misil de nuestros parques ocres. Y que hay mujeres en lucha masacradas en según qué territorios ocupados por el fanatismo religioso por un quítame allá esos velos.
¿Podrá ese medirse con el dolor verdadero de una mujer despechada?
Y, hablando de despechos, ¿habrá dolor más grande que el de la victoria? Cuando la sabes tuya y la pasión te abruma y la responsabilidad y el peso de la púrpura desasosiegan tu sueño… ¿Lo habrá?
Porque Meloni se duele. A Giorgia Meloni le duele Italia toda (a lo mejor a Italia toda le duele también un poco Giorgia Meloni, pero esa es otra historia).
¿Qué suerte de desvarío, que embrujo, qué pócima untuosa, qué maleficio habrá velado nuestro entendimiento cuando, siendo el dolor verdadero tan cercano y tan cierto nos ocupamos en cambio de naderías y llenamos el pensamiento de guerras mundiales, de glaciares que se nos derriten encima, de cifras inflacionarias que nos vacían la nevera, de sentimientos de pérdida cuando miramos hacia la vieja Europa como con nostalgia?
¡Como si tener vacía o llena la nevera fuera a terminar con el dolor de los hombres!
La dicha de Carlos III, el dolor de Tamara Falcó, la suerte de los navíos que surcaron los siete mares en el siglo XIX (lo sé, lo sé, me refería a los mares poéticos), los ocres del otoño, el peso de la púrpura…
Como un vaso albergaste la infinita ternura,
y el infinito olvido te trizó como a un vaso.
(Del poema número 20. De don Pablo Neruda).
La verdad está aquí al lado, sin envolturas, en prime time y de ella debemos ocuparnos. He ahí el dolor del que dolernos, la pena de la que apenarnos, el llanto por el que llorar.
Tamara Falcó no contraerá matrimonio.
Es un otoño de mierda, ya lo ve.
Pero la vida sigue.
El dibujo es de mi hermana Maripepa
Y puedes oírlo también pulsando aquí
Pues sí. La vida sigue (para unas personas mejor que para otras) enmendando las metáforas poéticas y, a ratos, transformándose en sátira no exenta de amargura. Los poetas viejos tenían la ¿suerte? de pergeñar la realidad a su antojo, sin el lastre de conocer las tramas que se entretejían un poco más allá de su propia euforia o sus duelos. Entonces el Otoño era Otoño, con sus tonalidades canela, sus rojeces, su tierra embarrada por la lluvia y las primeras heladas vistiendo la noche.
Mal ha venido este Otoño envuelto en vaharadas de perfume caro, tufo de bombas y berridos fascistas.
Salud.
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El tufo de las bombas, las vaharadas de perfume, el estruendoso berrido de los fascistas, no van a poder con los colores ocre, las rojeces, el barro de las primeras lluvias o las primeras heladas. Es verdad.
El otoño será otoño, Y los poetas lo seguirán dibujando aún ajenos de aquello que Twitter (¿o Tik Tok?) les deje en el smartpfone.
Y quiero que sea así, porque si no…
Enorme abrazo.
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No te mortifiques Justo…el ser humano ha sido es y será siempre así … es lo que Noam Chosky llama la cultura de la dominación…..panem e cicensis…fíjate si es antiguo
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Ya es viejo, sí. ¡Y tanto!
Lo sorprendente es que la técnica haya sobrevivido (o se haya perfeccionao) a la mundialización, a la sociedad del conocimiento (mejor llamarla de la informacion). Que esa cultura de la dominación se base en las mismas herramientas que ponen el conocimiento a disposición de todos.
Supongo que la guerra de las audiencias (mas vieja y tan mortífera como la.de Ucrania), ha refinado mucho su capacidad de influir.
En fin, es el género humano. Y no tiene pinta de ir a mutar en ninguna otra cosa en un futuro próximo.
¡Un abrazo enorme!
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