El año del gran despropósito parece este. Y eso que nadie pensaba en que ninguno más superase a los anteriores.
Miraba el número de muertos para escribir estas letras y no he sido capaz de seguir. Son muchos. Son muchísimos.
Puede que algunos incluso fueran gentes de bien.
Como no nos contamos entre quienes tienen la información verdadera (entre los que hacen que ocurran realmente las cosas que ocurren por motivos que se escapan a nuestro entendimiento), nos conformamos con lo que nos cuentan los noticiarios y los whatsapps que bombardean el grupo “Los del COU’76”. De manera que asistimos como de soslayo a esta matanza de mujeres y de hombres, sin preguntarnos con seriedad qué coño está pasando, ni quién gana qué porque pase. Nos conformamos con la noción de agresor y agredido, que bastante es. Del análisis económico de la cuestión se ocupan los que nos suben el precio de las cosas hasta hacerlas impagables. Lo político, esto de que a las puertas de casa se sustancie la invasión de un país soberano por otro, pues nos da más igual.
Me pregunto si Ramón Tamames hablará de ello cuando defienda su candidatura a la Presidencia del Gobierno. Me imagino que sí. Claro. A lo mejor incluso lanza alguna propuesta que inquiete a las ministras pacifistas de la coalición, como enviar tres bergantines a surcar el mar Negro con cien cañones por banda (los diez de Espronceda se me hacen pocos) cuando los vientos sean propicios, por hilar fino con el tiempo al que pertenece el candidato.
Nuestra pequeñez engrandece cualquier circunstancia. Problemas del primer mundo, pensará usted, cuando se debate si cabe o no que una persona humana con 16 de edad pueda decidir sobre la identidad de su género.
Problemas del primer mundo. En Uganda no se están preocupando por esto. Ni en la franja de Gaza. Ni en la península de Crimea. En Sebastopol lo que se debate es la identidad de un pueblo. Y no es en encendidas intervenciones parlamentarias que terminan con un té en la cafetería del Congreso. Ni es a cañonazos, que ahora las bombas se llaman misiles y los disparan artefactos voladores no tripulados altamente sofisticados, que pueden impactar en escuelas, hospitales o supermercados con solo introducir correctamente las coordenadas de localización en un ordenador que, a más a más, puede estar en cualquier despacho enmoquetado a cientos de kilómetros del frente. Así pues, sin la incomodidad de tener que prender la mecha de un cañón de hierro fundido sujeto a la tercera cubierta de un velero bergantín a pocas yardas de la costa. Con lo que eso ensuciaba.

Problemas del primer mundo. La baronesa Thyssen, Carmen Cervera, Tita por el apodo con que se permite tratar por los más allegados, tenía razón cuando explicaba en una entrevista reciente que, de rico, se tienen muchas más obligaciones que de pobres porque, de pobre, te ocupas de comer cada día y ya está y en cambio, de rico, no se puede uno ni imaginar los líos a los que se tiene que enfrentar cada mañana durante el brunch. Yo, sin ir más lejos, ni me lo imagino.
Pienso ahora en la suerte de estar en primera línea de fuego. Un ucraniano, por ejemplo en Zaporiyia, solo tiene que ocuparse de salir vivo de la siguiente oleada de misiles. Bueno y, si acaso, de sacar a los más pequeños del lío. Después de todo un año practicando debe ser tarea sencilla.
Muchísimos muertos cosechados en este año de la locura. Mejor no contarlos. Son muchísimos.
Insisto en que, con toda probabilidad, habría entre ellos juristas, médicos y profesores, lo que supone una irreparable pérdida para una sociedad bien estructurada, porque se pierden personas de bien y eso duele. Los pueblos enferman cuando se molesta a estos pilares que los sustentan por mucho que hayamos querido denostar a Feijóo, que no hizo sino expresar en alta voz lo que, de un modo u otro, todos convenimos en nuestro pensamiento íntimo.
¿Por qué se olvidaría el jefe de los populares de los economistas? ¿Sería un medido desprecio al candidato (aunque no le suponga yo inteligencia para tanto)? Porque Tamames es economista emérito. Y de los buenos. Tan bueno Tamames que se divorció del comunismo y abrazó la hombría de bien de la mano de este neoliberalismo tan envejecido como sus jerséis de fantasía.
Fíjese que andaba yo pensando en hacerme estos días de derechas, un hombre de bien, para entendernos, pero me he dado cuenta de que mis hijos no se llaman Borja, ni Cayetano, ni Javiera, ni Carlota. Terminaría por hacer el ridículo intentando pedir una craft beer durante un snakc con la baronesa.
Y, a lo peor, los muertos de esta guerra no me lo perdonarían.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.
Nada que añadir, amigo. Si acaso un pequeño apunte a eso de ser gente de bien. Claro que determinadas políticas molestan a la gente de bien. Para ser gente de bien, a lo que se ve, más allá de tener una titulación pomposo y un despacho, bien a la última, con aceros y vidrios (fríos como su alma), bien con maderas nobles (lo reconozco es la envidia insana de un pobre pedagogo), es necesario una buena mente acrítica, creer en lo justo- misa, semana santa, en la virgen de su pueblo-, cero dosis de empatía, mucha caridad, poca capacidad de redistribución pero si de mirar para otro lado y, desde luego, una capacidad a prueba de bombas, sean éstas del tipo que sea, de creer al líder de los que piensan como yo .
Así que veo difícil que nos den el carné en ese grupo y ya sabes que en su momento nos lo dejaron claro y nos evitaron el ridículo de no saber comportarnos en su mesa.
Un enorme abrazo
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Pues yo me quedo con el de maderas nobles, ya ves. Y vuelvo a echar los papeles para hombre de bien (modelo c101), a ver si hay suertecilla y un día me puedo levantar sin retorcerme de rabia, loando a mi líder y reconociéndome uno más entre los justos (valga la redundancia).
He aprendido a comer con la boca cerrada, a no eructar en la mesa y a servir los platos con la cuchara y el tenedor que dejan amablemente los camareros junto a la fuente ¿qué más tenderé que hacer para que me admitan?
Soy incluso capaz de gritar el nombre de mi amado líder con los ojos vueltos hacia el infinito… grito ¡¡Zapatero!!
¡… Ah! A lo mejor es eso…
Gracias, amigo. Un millón de gracias.
(Acabo de ver la luz)
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Yo no he entendido nunca en eso de las guerras quien gana, supongo que los fabricantes de armas y los especuladores que las venden, quien pierde si lo tengo claro, y en este caso no es putin, son todos aquellas personas que no estan a la altura de la señora Carmen Cervera ( que por cierto yo si entiendo su preocupacion diaria de esos problemas que causa el tener tanto dinero, me pasa a mi casi todos los dias ) ¿ o es despues cuando tengan que construir dos paises nuevos, donde viene el meollo de la cuestion? se moveran cifras millonarias, cantidades de subvenciones que alguna se perderá a la hora del recuento seguramente, pero aquellos que mueren o se quedan arruinados para toda la vida, esos son realmente los perjudicados.
Si,si ,si Tamames en Madrid, eso vitoreaban sus seguidores comunistas en los momento que Tamames era su lider , espero a los que todavia lo recuerden no se les olvide tanto unos como otros y no les den el voto, debe ser que con esto de la vejez se chochee y tenga algo de perdida de memoria.
Estamos apañaos, que cosas oye.
Buen domingo Carnavalero.
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Yo he decidido comparecer en los desfiles de carnaval vestido de persona de bien, a ver si alguien me reconoce y me deja pasar al club.
Vestirse de ucraniano no tiene mucho sentido, salvo que quieras gastarte un dineral en vendas y mercromina para simular las heridas de un pueblo que tardará mucho en dejar de sangrar.
Las ayudas, las subvenciones, la reconstrucción, en suma, dejará todo en carne viva y generaciones después, los hijos de los que ahora son hijos, o los hijos de estos, recordarán a la Madre Rusia todavía como el pueblo que los masacró.
Yo tampoco sé quien gana. Me pasa como a ti: solo estoy seguro de quién pierde. Y no, no es Putin.
Abrazo enorme, amigo. GRACIAS
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En realidad llevamos conviviendo con conflictos y bombas que destrozan cuerpos ajenos desde que abrimos los ojos al mundo. La diferencia está en que ahora las catástrofes, naturales o provocadas las tenemos a media pestaña de distancia, con sonido directo y color, lo que dificulta mirar para otro lado. Y que hoy, como quien dice, no hay distancias. Ucrania está a dos calles y cada edificio derrumbado retumba en el vecindario; cada grito (de petición de socorro, de dolor….) se escucha sin distorsiones y aquí andamos, llevando en procesión la empatía porque las armas y esas cosas que son mas contundentes no está en nuestras manos ciudadanas acarrearlas hasta allí. Lo que queda claro es que Putin sigue ahí, descojonándose de Europa, de la OTAN, de los USA, de las sanciones económicas, de la crisis que nos afecta. Y si de Tamames no se cachondea es porque ni siquiera sabe quién es ni creo que le importe.
Buen fin de domingo.
Salud.
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La era de las comunicaciones lo acerca todo hasta escuchar el aliento, cómo no los misiles o las granadas que se estampan contra los hospitales.
Cuando los muertos eran más oscuros lo escuchábamos como más de lejos. Ahora son blancos caucásicos puros y netos. Algo más rubios, pero tan parecidos que los identificamos como a cualquier primo de la propia ciudad, más parecidas a una de las dos abuelas que nos tocaron en suerte. A cualquier sobrino.
No debería ser tan difícil parar el horror. Y, siendo tan difícil, debería estar obligado evitarlo. En definitiva me temo que solo es dinero.
Y aterra.
GRACIAS, AMIGO
Y, sí, retumba en el vecindario cada granada. E ignoramos la forma de hacernos los suecos (nunca mejor dicho) sino abundando en nuestras propias pequeñeces, tan pequeñas.
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De los locos años veinte del siglo pasado a los tristes años veinte del presente. Qué cambio, qué mal.
¿Información verdadera? Siempre fue difícil. En los episodios más tristes de la historia, muy difícil. Hoy día, imposible. No solo no interesa sino que hay canallas interesados en manipular la información y cuentan hoy día con más recursos que nunca para hacerlo.
Agresor y agredido, buenos y malos, lo más facilito, no vaya a darnos por pensar y la liemos. Haré de abogado del diablo por un momento, consciente de la lluvia de maldiciones que me caerá.
Es evidente que ese primer mundo, ese de las “libertades” (comienza a matarse más en nombre de la libertad que en nombre de Dios, que ya es decir) necesita un enemigo para triunfar, más bien para luchar (he ahí la clave) y así vencer y triunfar. Desde el final de la última guerra mundial y comienzo de la guerra fría viene el yanqui pintándonos al enemigo (ruso o Putin) como demonio con cuernos, rabo y tridente. No voy a defender a ningún canalla pero tengo muy claro que no estamos en el bando de los buenos por la sencilla razón de que el bando de los buenos no existe. Hay dos bandos enemigos y los hay porque así lo quieren aquellos a quienes interesa que los haya, que no somos los ciudadanitos de a pie, nosotros nos limitamos a creerlo así y llegamos a tal grado de necedad que apoyamos la idea. Ambos bandos siguen jugando al Risk y para mantener las brasas, avivan las ascuas cuando les conviene: Ucrania tiene derecho a elegir a sus amigos. Requisito imprescindible para ser nuestro amigo es participar de nuestras alianzas pero antes de participar en cualquier otra ha de hacerlo en la militar. Y nadie lo pone en duda. Es más, para un caso extraño como el de Finlandia, que forma parte de ese maravilloso mundo de libertades y progreso económico, sobre todo progreso, se aprovecha la ocasión para pedirles que se suban al carro (de combate). ¿No deberíamos plantearnos todo esto antes de hablar de buenos y malos, de agresores y agredidos? ¿No deberíamos los ciudadanitos de a pie, que quizá tengamos más fuerza de la que pensamos, estar exigiendo que deje de exigirse la pertenencia a un bando militar? Y, mientras tanto, partiendo de que existen esos dos bandos y de que siguen enfrentados, ¿tan descabellada es la idea del malvado Putin de mantener una franja de países neutrales, los fronterizos con Rusia? ¿Tan difícil le resulta a nuestro bando aceptar a esos países en todas nuestras alianzas excepto en la militar? No parece que le haya ido tan mal a Finlandia durante tantísimo tiempo, no parece ejemplo de subdesarrollo sino más bien de lo contrario. ¿O tenemos que creer ciegamente, sin haberlo intentado, los informes de la CIA sobre el terco afán de expansionismo de Putin, “el terrible”? ¿Acaso no ha incumplido sus promesas de expansión la buena OTAN y no hemos protestado? ¿Habrán redactado esos informes los mismos que informaron sobre las armas de destrucción masiva de Irak? ¿No les hubiéramos hecho un enorme favor a los ucranianos, pobres víctimas de todo esto, diciéndoles que no pueden ser nuestros aliados militares pero que no hay problema para otros acuerdos?
Tamames, la baronesa, el breve, como tú lo llamas (ojalá) … cuché de revista. Problemas del primer mundo.
Impactante el dibujo, Maripepa.
Gracias y un saludo.
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En todo de acuerdo.
El americano viene necesitando un enemigo al que vencer desde el fin de la guerra fría. Rusia ha sido su segunda opción. Primero fue el Islam, pero le ha ido fatal: no solo no había armas de destrucción masiva, sino que la capacidad de destrucción del islamismo radical es infinita. El populismo religioso parece más letal que el populismo fiscal y su modus operandi es es inatacable, porque si alguien no tiene miedo a morir es imposible evitar que mate.
Tuvimos que volver a Rusia después de salir de Afganistán, se ve, a desgastar munición y, de paso, a revivir los odios no agotados de la segunda guerra mundial y el telón de acero.
Aún así, y siendo legítimo que Rusia quiera mantener un colchón de seguridad a su alrededor que la aleje del peligro yankee (o sea, del peligro NATO), ¿puede imponerlo a cañonazos contra la población civil?
Ilícito el expansionismo de la Alianza por suelos que no le tocaban. Ilícito el condicionamiento que Europa impone a sus asociables con el fin, también ilícito de engrandecer su poder contra la madre Rusia. Pero ¿a cañonazos contra los supermercados?
Solo me sale decir agresor y agredido. Y coincido en no sentirme en el lado de los buenos. Con todo, demasiada sangre. Demasiada sangre, demasiada sangre.
Muchísimas gracias por tu reflexión. Coincido. Pero me cago en todo.
ABRAZO
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Por eso se me hace tan cuesta arriba escribir, sencillamente, la verdad jode.
Lo que ha escrito Sin Mote lo firmo debajo. A los delincuentes de Gringolandia los tengo atragantados desde que Washington andaba masacrando personas en lo que ahora es Canadá. No han hecho nada bueno desde que existen, por mucho que nos venda la moto Hollywood. El otro, Putin y la gran Rusia es más de lo mismo. Que ahora le ha tocado la china a Ucrania, pero si llevan allí jodiendo desde 2014 o en Siria. Y los boys de las barras y estrellas robando petróleo y materias primas por todas partes, no digamos ya sus primos de las islas y nuestros vecinos de arriba como dejaron de hecho un asco Àsia y África. Están los de la guerra del opio para dar lecciones de nada.
«Qué mundo fué y será una porquería ya lo ves, en el quinientos seis y en el dos mil también».
Añadamos a todas nuestras preocupaciones si eres o no un hombre de bien, me queda la duda (en realidad no) si las mujeres son de bien. Me da en la nariz que el que perpetró la frase está convencido de que todas las mujeres son unas putas menos su madre y su hermana, como hombre de bien que es y que comprende que otros hombres de bien se vayan de putas los viernes por la noche o el sábado si hubo futbol y ganó su equipo.
Agradeceme que te he aclarado tus dudas; ni de coña eres un «hombre de bien» afortunadamente para tí.
Se ha mencionado el Risk, un juego muy interesante.
Un verano, con un amigo, nos pusimos a jugar una partida los dos solos. El reglamento tiene previsto que se utilice un tercer «poder» llamado El Aliado. Iniciamos la partida a finales de junio, le echamos horas, a primeros de septiembre no habíamos terminado la partida. Exactamente igual que pasa en todas las guerras, nunca acaban.
Feliz domingo, abrazos.
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¡La hegemonía!
¿Será China? ¿Lo podemos permitir? ¿No tenderá el hermano americano (el primo norteamericano, perdón), demostrar el poder de sus medios de convicción?
Aznar, José María, principio y final de todos los males de la humanidad, según mi propia visión de lo humano, ya explicó hace unos años que el estado natural de las naciones es ‘en guerra’ y que la paz no es sino una excepción que, ni confirma reglas, ni renta a la economía mundial.
Buscábamos a un enemigo y lo hemos encontrado. Es Putin.
Pero, ciertamente, se lo ha ganado a pulso, masacrando (con motivos o sin ellos, que eso lo mismo me da) a una nación entera, tan soberana como la madre Rusia, pero con menos misiles, menos tanques y menos soldados que movilizar. ¿De qué lado ponerse? No me cabe duda. Por más que me joda, con ello, estarle haciendo el ‘caldo gordo´ al primo este de Norteamérica.
Así que, despejada ya la duda de la ausencia de hombría de bien en mi persona y en las de mi calaña, no me queda más remedio que seguir vociferando, aquí donde me dejan, ejerciendo mi sagrado derecho al pataleo. En definitiva, ni pararemos la guerra, ni conseguiremos que los cayetanos dejen de decir majaderías. Lo único que nos cabe es asomar la cabeza y decir, «perdone, señoría ¿es que usted es imbécil?: Las gentes de bien no existen. Son los padres…»
Fuerte abrazo, amigo. GRACIAS, como siempre.
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Una pequeña aclaración, no le llames Norteamerica, donde también entran Canadá y México. Estados Unidos tampoco, debería ser Estados Robados. Decidí llamarles gringos, sobre todo por la comedura de coco de Hollywodiense llamandoles «norteamericanos» .
El otro bando, Putin o los rusos, que tampoco es que acierten con sus lideres, me gustan tanto como masticar cristales. Obvio entre agresor y agredido, el segundo. En el colegio era alto, flacucho y con gafas, eso me acarreaba pelea diaria. A los matones se les debe parar los pies, el miedo les engorda. Aquí sin embargo al matón se le hizo el caldo gordo. Le compraron gas y petróleo como si no hubiera mañana. Con nuestro M.Rajoy lo hicimos bien, le pusimos un impuesto al sol y al viento. La ultraderecha siempre en el lado bueno de la història, ósea con los hijos de Putin.
Es verdad, el recurso del pataleo, a ver si alguien lee y se cae del caballo como San Pablo.
Ah… Je, busqué la foto, ni modo. Lógico,,. hacía guapa a la niña del exorcista, la habrán hecho desaparecer.
Abrazos.
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Tienes razón. Norteamérica es más grande que los UUEE; Méjico y Canadá no tienen la culpa de nada.
Gringos está bien, y Gringolandia por topónimo acorde al gentilicio. Y a la gran madre Rusia, la llamaremos Rusia (luego decidimos sin le quitamos las mayúsculas… Aquí nadie parece tener tino al elegir. Pero en Rusia son menos culpables: Allí, simplemente, no se puede; en Gringolandia lo hacen a conciencia.
Veremos si aquí no nos dan el mismo susto, porque del caballo, mucho me temo, nadie va a caer.
Gracias otra vez. Otro abrazo.
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