Pensaba por aquí

Y no, no es para rogar porque a sus futuros les duren mucho tiempo activos, sino para que no les llueva el día de autos, que una boda pasada por agua queda muy deslucida y esta, salvo error u omisión, va a ser la única vez que una se case de blanco.

No caen en saco roto los huevos que las novias le llevan a las monjas de Santa Clara. Con los huevos de las novias las monjas hacen dulces, santas delicias de bocadito de cuyo alimento se nutren, oh prodigio de la repostería, operaciones inmobiliarias de cierta envergadura. Así se compra un monasterio o se vende un convento, todo ello al contado y, eso sí, con la autorización diocesana que sea procedente, acorde con el tamaño económico de la operación.

Si la aprobación no llega, la cosa se complica. Y puede suceder que se ponga en cuestión la infalibilidad del papa en materia inmobiliaria y, ya que estamos, en las demás también. Puesto a hacer el ganso, te puedes declarar en cisma, hacerte un Lutero, y abrir una cuenta en TikTok para explicarlo con la extensión suficiente como para que las descreídas novias no abandonen la tradición de llevar huevos a la Santa y haya que subir el precio de los pastelillos.

Una vez declaradas en cisma se abre un camino nebuloso para las hermanas. En el caso que hoy nos ocupa se han acogido a la gracia de S. Ilma. Rvdma. Rvdma. Sr. Dr. D. Pablo de Rojas Sánchez-Franco, Obispo por la gracia de Dios y fundador de la Pía Unión de San Pablo Apóstol, un tipo que así se intitula en su cuenta de Instagram.

Ya está: caso resuelto negamos el reconocimiento a los papas posteriores al Concilio Vaticano II. Negamos la legitimidad papal de Juan XXIII y no reconocemos a ningún obispo de Roma posterior a Pío XII, pues afirmamos que, desde su papado, la evolución de la iglesia “es satánica”. Y nos compramos el monasterio, que para eso hemos venido y llevamos haciendo pastelillos media vida.

Así las cosas, la iglesia romana ha puesto pies en pared y el mismo papa ha encargado a la Congregación para la Doctrina de la Fe (antes Santo Oficio, antes Santa Inquisición) estudiar y promulgar un reglamento con normas para verificar las apariciones marianas u otros hechos sobrenaturales y distinguirlos de los falsos milagros.

Completamente al caso la estrategia vaticana, no fuera a ser que otra falsa virgen llorando sangre de sus ojos, señalara con su dedo en la dirección del monasterio en compraventa en inequívoca señal de la voluntad divina del éxito de la operación inmobiliaria. Y no. No es que se haya establecido cuándo las apariciones son de verdad o de mentira… ante la sospecha de que todas fueran de mentira (alguna lucidez se tendría que dejar entrever en este asunto) se ha optado por una solución menos llamativa: la capacidad romana de otorgar el nihil obstat cuando en el acontecimiento nada haya que ofenda a la fe y, por lo tanto, el permiso a la feligresía de mostrar su devoción por él.

El Observatorio Internacional de las Apariciones (no es una broma: el Observatorio Internacional de las Apariciones existe) tiene la misión de colaborar con el ordinario del lugar donde la aparición se produce en verificar la certeza de las ocurrencias y elevar a Roma el expediente por si recibe el preciado nihil obstat.

Así que ¡temed, monjas clarisas de Belorado y Orduña! Porque ninguna aparición mariana os allanará el camino de la compra del monasterio.

¡Temed! Porque no está probada la no infalibilidad del papa en cosas de compraventa de monasterios.

¡Temed! Porque hacerse un Lutero en el siglo XXI está fatal visto por la autoridad y seréis reo de excomunión y otras penas del infierno por haber puesto en duda a tanto santo padre como ha sido desde el Concilio Vaticano II.

Todo puede ser que vuestra pena se aligere en premio al buen rato que nos habéis hecho pasar a propios y extraños con este episodio sublime de la necedad humana.

Gloria in excelsis Deo.

El dibujo es de mi hermna Maripepa.