El proceloso mundo de la todopoderosa industria farmacéutica, sus reglas y el método empleado para negociar el precio de medicamentos y productos sanitarios con los estados está, de habitual, vetado al conocimiento del común de los mortales.
Hablamos del área de la salud pública en la que los gobiernos del mundo tienen la menor capacidad de decisión, puesto que tanto los fármacos como el resto de productos sanitarios, se tienen que adquirir necesariamente a la industria. Esta es la que fija el precio de base de cada producto que pretende introducir en el mercado sanitario y, desde ese momento hasta que se autoriza su comercialización y se fija su precio final intervienen, atención: la Dirección General de Cartera Básica de Servicios del Sistema Nacional de Salud y Farmacia, la Comisión Interministerial de Precio de Medicamentos y la Agencia Española del Medicamento con la colaboración de una red de expertos independientes, todos los cuales se someten, además, al control del sistema de precios de referencia que rige en nuestro país.
¿Esto le parece un lío? Pues continúo: para lograr el número final, esto es, el PVP, se mide la utilidad terapéutica del fármaco, su grado de innovación, la gravedad, duración y secuelas de las patologías para las que se va a prescribir, las necesidades de los colectivos específicos que las padecen, el beneficio clínico en cuanto al coste-efectividad, la racionalización del gasto público, el impacto presupuestario y la comparación de los parámetros anteriores con otros productos ya existentes en el mercado.
Al final, dinero.
Pero no es para menos, porque España, a través de los sistemas de salud de las distintas comunidades autónomas, gastó en el año 2018 casi 23.000 millones de euros en productos farmacéuticos y sanitarios.
Si todo esto pone los pelos de punta (me refiero al pingüe negocio que las farmacéuticas tienen entre las manos, del que los estados del mundo son cautivos y que rozará en el año 2020 el billón y medio de dólares), la cosa se pone especialmente cabrona cuando se habla de los medicamentos que tratan patologías consideradas como ‘enfermedades raras’. Las enfermedades raras son aquellas que afectan a menos de cinco personas por cada 10.000 habitantes. Aquí no hay dirección general, comisión interministerial, ni grupo de expertos independientes que dé con la solución del precio. ¿Por qué? Sencillo: los afectados son muy pocos, se venderán pocas unidades, no salen las cuentas del I+D necesario para dar con los compuestos salvo poniéndoles un precio desorbitado.
Sentado por este razonamiento el hecho de que el acceso de la población a los medicamentos necesarios para que su vida tenga cierta duración o cierta calidad, tiene que ver con la cuenta de resultados de las industrias del ramo y no con otro tipo de motivaciones de orden humanitario, social, ¡sanitario! o ético, analizamos ahora el estrambote que ha puesto en marcha la farmacéutica Novartis para publicitar su ‘Zolgensma’.
Por partes: Novartis es la número 7 en el ranquin de las 10 compañías más importantes del mundo en el sector. Vendió en 2017 medicamentos por valor de 33.000 millones de dólares y declaró beneficios en 2019 por 7.000 millones. Ha inventado esa ‘terapia génica’ denominada Zolgensma, que actúa contra la atrofia muscular espinal (AME), enfermedad muscular rara degenerativa que, para entendernos, va atrofiando los músculos del cuerpo hasta provocar la muerte. Afecta a uno de cada 11.000 niños. Rara.
Novartis ha fijado el precio de la dosis del medicamento (solo es necesaria una para sanar del mal) en 2,1 millones de dólares (el más caro del mundo). El tratamiento solo está aprobado en Estados Unidos.
¿Cómo lo hacemos? Los sistemas públicos sanitarios de los estados entran en valoraciones. Llegan los departamentos ministeriales, los comités, las direcciones generales, los expertos, las comisiones mixtas… y 2,1 millones de dólares por dosis. Imposible incorporarlo a esa cartera básica de productos y servicios.
¿Que cómo lo hacemos? Pues… ¡por sorteo!
Novartis ha decidido promocionar su fármaco haciendo que cien bebés de los países donde aún no está aprobada la terapia (todos menos uno) se salven gratis. Y sorteará durante 2020 cien dosis de la cosa para que el azar decida quién vive y quién muere. El hijo o la hija de quién vive, la de quién muere.
Y ahora los bioeticistas se vuelven locos y se inicia el gran debate: ¿debe ser la suerte la que determine quién vive y quién muere de esta atrofia muscular, cuando la cura está ya inventada por el hombre pero no se puede fabricar y distribuir porque no resulta económicamente rentable sino a precios impagables? Esta es la pregunta.
Y yo, que no soy bioeticista (ni muchísimo menos), con menos autoridad y sin pleno conocimiento de los complejos mecanismos que mueven los mercados, me digo para mí ¡serán hijos de puta!
Vale unos hijos de puta, de acuerdo totalmente, pero yo me pregunto ¿no le saldria mas rentable a nuestro gobierno buscar soluciones que reduzcan la cuantia del coste? por que esta claro que no entiendo del tema pero digo yo, si los gobiernos destinasen un poco o mucho dinero para trabajar en estas materias se pueda minorar el gasto,anulando ( la Dirección General de Cartera Básica de Servicios del Sistema Nacional de Salud y Farmacia, la Comisión Interministerial de Precio de Medicamentos y la Agencia Española del Medicamento con la colaboración de una red de expertos independientes, todos los cuales se someten, además, al control del sistema de precios de referencia que rige en nuestro país.) que seguro quec todo eso nos cuesta una pasta yv al final decide el fabricante, si todo esto lo suprimimos y conseguimos que biologos ,oncologos y algunos mas se centren en el estudio de las enfermedades y en busca de los medicamentos adecuados para ellas, no tendriamos el abuso de esos laboratorios que fabrican esas medicinas,que los que estudian las formulas son señores o señoras ,que no son dioses, por lo tanto el negocio legalizado de la trata del ser humano ( por que no deja de ser a costa del sufrimiento del ser humano) no seria tan abusivo.
loteria de vivir quien si y quien no espero no tener que depender de esa terapia rara por que lo tengo claro, con mi suerte ami me tocaria doblar el gorro.
buen domingo
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Supongo que todas esas comisiones hacen bien su trabajo y sus integrantes se ganan sus sueldos bien ganados. (Eso supongo)
Pero, tal como dices, dedicar dinero a la investigación y que la OMS tuviera sus propios científicos, bien pagados, españoles, nigerianos, argentinos o hindúes, nos libraría de una industria abusadora de cuyo capital depende la salud de la humanidad.
Se entiende fatal esto… El coste de producción de los medicamentos es mínimo y los beneficios tremendos. Es la I+D la excusa de las farmacéuticas para fijar los precios. Y la utilizan bien.
Y cuando no cuela (dos millones de euros un medicamento… como que no cuela) utilizan esas técnicas maquiavélicas para convencer.
Tiene que haber una solución a esta barbaridad. Pero es el mundo quien tiene que ponerla y me temo que son precisamente ellos quienes gobiernan el mundo.
Un abrazo, Juan Carlos. Vamos a ver si no necesitamos nunca entrar en uno de esos sorteos de la muerte.
GRACIAS
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El Emporio de la Salud. Pasen por los puestos del mercadillo, elijan y saquen la tarjeta de crédito…
El abuso de las multinacionales carroñeras que negocian la vida y la muerte del personal de a pie está en consonancia con la escasa importancia que dan los gobiernos a los departamentos públicos de investigación, donde, ya lo denunciaba Margarita Salas, están la personas más entusiastas y preparadas del panorama científico patrio trabajando con presupuestos irrisorios y con unos salarios que un limpiador de probetas en un laboratorio privado de cualquier farmacéutica cuadriplica. Acciones desalmadas como la de ese sorteo demuestran que el respeto no está en su código deontológico -si acaso en su deontología se halla algo más que el enriquecimiento del accionariado, que lo dudo-.
De las farmacéuticas y las enfermedades raras mejor mentarlo poco; la solución para las familias es unirse, autofinanciarse como mejor pueden y contratar laboratorios para que estudien la enfermedad X. Y a esperar.
Y la OMS, para variar, quieta/parada, cuando no cómplice e intermediaria a la hora de que las multinacionales se sacudan los excedentes; si para ello ha de establecer protocolos de vacunación para una pandemia que no lo es, pues se hace y a pagar los gobiernos por unos medicamentos innecesrios.
A pasar buena semana.
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Buff vaya asunto mas espinoso. Justo este fin de semana escuché un reportaje hablando del «tema» de las farmacéuticas.
Lo triste de la cuestión es que no son las farmacéuticas las que invirrten en investigación, somos nosotros quiénes lo financiamos, bien en las universidades donde se investiga hasta que llega el money y patenta o bien fornando a los científicos quw luego no podrán trabajar y ae irán donde está el dinero.
En política no ae invierte a largo plazo. Por eso hay cosas que nunca se arreglan, educación, investigación, justicia.
La política al, menos aquí,es un baile de ególatras en un casting continuo. Gobernar para la gentw desgasta y trabajar mas.
En cuanto a lo del sorteo hace semanas que lo escuché y que haces.
Ya lo dije hace tiempo, la necesidad nos hace miserables y egoístas. Todos esos padres apuntàndose al sorteo esperando ser uno de los cien afortunados y salvar la vida de su hijo.
Da escalofríos pensar que esa burrada de dinero que ha tocado en Villaverde solo daría para apenaa 50 tratamientos o o ncluso menos.
Por cierto el agua es un recurso limitado en el sentido de que hay la que hay. Ahora y hace 2.000 años. Por un lado la embotellamos y por otra la contaminamos brutslmente.
A ver que día le damos una vuelta.
Felíz semana
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El agua es otra, sí. El oro del siglo XXI, aunque a lo mejor a ti y a mí no nos llegue a faltar en lo que nos resta por habitarlo.
Cuánta razón tienes en eso de que en política no se invierte a largo plazo. Qué poca importancia le damos a lo que realmente importa, y qué poco importantes son todos esos asuntos que nos reclaman con la urgencia de lo que les parece inaplazable.
Hogueras y vanidades para un tiempo que se nos va escapando entre los dedos creyéndonos importantes porque hemos conseguido alcanzar las urnas… Sobre qué pocas cosas deciden las urnas, y los estados y los ministerio… Y sobre cuántas cosas más deberían estar interviniendo.
Sanidad, educación, justicia… las cosas que nos importan solo a los que necesitamos del Estado para que nuestra vida sea digna. Pero solo nos importa a nosotros.
Un abrazo, amigo Javier.
¡Muchísimas gracias!
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La OMS es la única solución. Y no será quién lo resuelva, porque nadie lo va a resolver.
Siempre he pensado que es la OMS la que está llamada a investigar incansablemente con todos los recursos que puedan allegar todos los países del mundo. Pero así mismo, pienso que la solución es mundial y que, siendo que ellos (los de los emporios farmacéuticos) son los que mandan en el mundo… no harán gran cosa para resolverlo.
Este absurdo rompecabezas que es la mudialización del capitalismo, cuando da la cara, se desvela como el sistema más injusto de cuántos se pueden imaginar.
Eso. A pasar buena semana… mientras no necesitemos de ellos.
Y, una vez más, muchísimas gracias por venir.
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