Obligados a aprender

Cada uno andará sacando ya sus propias conclusiones. Con tanto tiempo para pensar, una vez que el canal fútbol ya no vale para nada, y con la enorme cantidad de información (y desinformación) que mana de los medios tradicionales y las redes; con 15 días de experiencia en el confinamiento parcial y 7 más de hibernación casi total del país, ya tenemos almacenados datos suficientes para ensayar las primeras ‘grandes verdades’ que arroja esta situación tan nueva.

Aquí van las que yo intuyo, sin perjuicio de que el prolongamiento de la cosa las pueda modificar parcial o totalmente (recuerde, ‘estos son mis principios, si no le gustan…’)

La primera gran verdad que se me viene a la mente es que Lionel Messi no se gana el sueldo. España puede sobrevivir dignamente sin que el calendario de la Liga llene los espacios de ocio de la ciudadanía. No hay fútbol y no pasa nada, salvo para los que se enriquecen con el colosal negocio del balón.

La segunda abunda en la primera. Leo Messi no se gana el sueldo y los investigadores de este país (¿del mundo entero?) están tan infravalorados que da vergüenza poner en comparación las cifras. La diferencia es que Leo Messi te salva la tarde de un domingo (solo si eres del Barça) y un investigador que levanta al mes 1.800, le salva la vida a la sociedad toda. Jugar a pelota, aunque sea como los propios ángeles está, pues, sobrevalorado. Estoy dispuesto a dar un euro por cada científico al que usted conozca con nombre y apellidos, indicando para qué organización trabaja y de cuántos artículos es autor en publicaciones internacionales de prestigio. Yo ya le digo que no me sé ninguno.

aprender por oblibaciónLa tercera gran verdad es más enigmática. Yo mismo aún no sé  qué conclusión sacar de ella siendo, como es, cierta: Mientras en Europa la pandemia termina con las existencias de  papel higiénico, en Estados Unidos lo que se acaban son las armas de fuego. Se conoce que cagarnos nos cagamos todos, pero mientras los unos ventilamos nuestros miedos en la intimidad del excusado, los otros se envalentonan y se disponen a terminar con ellos a tiro limpio. Debe ser la consecuencia de los héroes que modelaron el imaginario de las infancias de cada cual, los nuestros Rompetechos, Carpanta, Mortadelo y Filemón, los suyos el Capitán América, Batman, Superman. Esto debe conformar la personalidad colectiva de los pueblos.

Otra: el uso que las personas hacemos de la tecnología va a cambiar por completo y en todos los ámbitos de nuestra vida. No solo hemos aprendido a teletrabajar y comprendido los conceptos ‘escritorio remoto’ o ‘herramienta colaborativa’; hemos aprendido a hacer la compra por Internet (por mal que están funcionando las aplicaciones de las grandes plataformas de distribución domiciliaria de alimentos), pero no solo la nuestra, también la de nuestros padres e incluso en según qué supuestos, la de nuestros hijos; hemos aprendido a utilizar eso del Movistar+ que nos vendieron junto con una línea de móvil que no necesitábamos al contratar los datos de nuestra casa, más allá del canal fútbol; hemos descubierto qué quiere decir Netflix. No es cosa menor (o, como diría Rajoy, es cosa mayor): el tráfico de datos en estos días ha experimentado un crecimiento tal que las grandes plataformas han temido por su capacidad para transmitirlos, augurando en algunos casos una posible saturación de los sistemas. Pero hay más. El tirón que la pandemia va a dar de la tecnología, del llamado ‘big data’, de la robótica, de las aplicaciones científicas, es abrumador y, con toda probabilidad, cambiará nuestra forma de acceder a la información (esto ya ha cambiado), a los bienes de consumo, nuestros hábitos de movimiento, nuestras costumbres en todo lo que se refiere al ocio, nuestros métodos de aprendizaje, nuestra forma de relacionarnos, incluso, con nuestro entorno inmediato.

Una más: la Corona puede renunciar a parte de la Guardia Real y poner a los chicos a hacer cosas útiles. Enorme, simplemente, enorme. Sobrecogedor.

La penúltima: el Estado funciona. A pesar de la ignominiosa oposición a la que se ha sometido al Gobierno por parte de quienes no dudan en sacar tajada política de los muertos (ya lo demostraron con el desastre de ETA, con el 11-M, con la guerra de Irak o con el accidente del Yak-42 en Turquía), el Estado ha demostrado funcionar. Con los errores cometidos (no faltaría más) se ha constatado que la autoridad central se puede superponer a las competencias autonómicas cuando la cosa se pone fea e implantar un único espacio de toma de decisiones para adoptar las medidas que se consideran precisas para el interés de España. Los mecanismos de colaboración entre el poder central y el territorial se han desvelado más que razonablemente eficientes, excepción hecha de los contados casos que todos conocemos y que nada tienen que ver con la pandemia; la sociedad ha respondido de manera impecable a la exigencia de confinamiento ordenada por el Gobierno, nada sencilla ni de tomar, ni de acatar; las medidas económicas, con sus luces y sus sombras, tienden a no dejar a nadie atrás. Con sus luces y sus sombras. La actuación coordinada bajo un mando único de Policía Nacional, Guardia Civil, policías autonómicas y locales, cuerpos de bomberos, Ejército (de aplaudir la colaboración de la Unidad Militar de Emergencia), son un ejemplo también impecable de Estado que funciona.

El gran ‘pero’ de todo esto se esconde en la poquísima utilidad práctica que han demostrado las grandes organizaciones transnacionales, léase la ONU, la OTAN y, desde luego la Unión Europea que, sin una estructura clara de poder político, no ha sabido (¿podido?) estar a la altura de las circunstancias que se plantean cuando lo que se viene encima entraña un riesgo cierto e inmediato, insensible a la subida o bajada de los tipos de interés o a la aplicación de medidas de contención del déficit público. Europa, amén haciendo gala de unas dosis de insolidaridad que rozan el esperpento, ha reaccionado tarde y mal, manteniendo su actitud ya clásica de desprecio a los países del sur.

Y la más gorda: los fines del Estado, según los conocemos hoy, son antiguos. El concepto de ‘seguridad pública’ ha cambiado radicalmente en el último mes. No es de las balas de lo que hay que protegerse. Es de otra cosa. Y es muchísimo más peligrosa. Mata más. Y mata globalmente, porque las amenazas no son locales.

Protegerse de esto implica, primero, comprender que el problema es global y, después, potenciar de manera drástica e inevitable nuestra capacidad para la investigación y a nuestros investigadores, nuestra sanidad y a nuestros sanitarios, nuestros recursos sociales y de protección de la dependencia y a quienes los atienden, los efectivos humanos, técnicos y económicos que somos capaces de poner a disposición de las situaciones de catástrofe. Porque si del llamado ‘estado del bienestar’ quisimos (quisieron) evolucionar al ‘estado de la seguridad’ (de tiente mucho más económico que policial, por cierto), definir el concepto de ‘seguridad’ se hace hoy más necesario que nunca. Disponer de los mecanismos precisos para hacer que esa seguridad sea posible implica repensar integralmente los Presupuestos  de la Unión Europea, los Generales del Estado, los de las comunidades autónomas y los de las corporaciones locales. Seguramente también los de la OTAN, los de la ONU (especialmente los de la OMS). Dotar a los pueblos y a las personas de medios de subsistencia que garanticen vidas dignas, donde subsistencia significa algo más profundo que llegar vivo a fin de mes.

El dinero, no me cabe duda hoy, hay que dedicarlo a otra cosa. La responsabilidad social de las empresas hay que hacerla valer más allá de las donaciones graciables de aparatos carísimos a los hospitales (que bienvenidos sean a falta de otros caminos para ejercitarla). La fiscalidad tiene necesariamente que cambiar.

‘Estar seguro’ es lo que quiero que hoy me dé el Estado.

Nota al pie: ayer por la mañana se murió Luis Eduardo Aute. Me atreví a parafrasear el título de una de sus canciones para poner nombre a este blog. En este tiempo de muerte parece solo una más. Pero es mi adolescencia, mi juventud y una buena parte de mi edad madura. Hasta siempre, hermano Eduardo. Ya sabes: ningún teléfono cerca…

Y el dibujo es de mi hermana Maripepa.

12 respuestas a “Obligados a aprender

  1. creo que algo hemos aprendido, la gran mayoria a ser obedientes aunque no todos siempre tenemos algun gilipollas que se sale fuera de madre, pero eso es normal si comparamos al tonto que sale a la calle disfrazado o a las señoras que salen en procesion creo que en algun pueblo de andalucia con la oposicion, pierde la oposicion me parece a mi corto entender que no son momentos de utilizar la desgracia para coger honores, pues los honores se cogen de otra forma, ayudando colaborando poniendose todos los partidos al servicio del gobierno pero… , espero que los ciudananos retengan en la memoria y cuando llegue el momento pidan cuentas.
    seamos sensatos y colaboremos en el encierro en casa, es preferible estar encerrado que estar enterrado.

    Buen domingo de ramos a preparar el ramo virtual.

    NOTA: en la oposicion no meto a VOX para estos señores no tengo palabras ( si tengo pero me las callo)

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    1. Algo hemos aprendido, sí. Y no poco importante.

      La deslealtad de la oposición (excluyendo a Vox, de acuerdo), cuya propuesta más relevante consiste en poner las banderas a media asta (eso de las banderas lo llevan como de suyo), no nos pilla de sorpresa. Y estoy seguro de que la pagarán cara.

      Ahora que lo comentas caigo en la cuenta de que hoy es domingo de ramos… no te veo con la borriquilla y la rama de olivo entrando en el pueblo, pero a lo mejor también descubrimos que sin Semana Santa se puede vivir igualmente (excepto la peña del sector turístico, que las van a pasar putas). Dios debe estar encantado pensando en que este año no le crucifican tanto.

      Aprenderemos más cosas. Aprenderemos también a organizarnos con lo imprescindible, a buscar datos fiables entre la maraña de mentiras que nos sueltan por ahí… Ayer leí que el PP extremeño paga publicidad en Facebook para que sus bulos corran más en las redes. Aprenderemos a defendernos de lo que realmente nos tenemos que defender. Y será un caro aprendizaje.

      Muchísimas gracias, Juan Carlos. Nos veremos pronto. Espero que sea pronto. Un abrazo enorme (de esos que tengo tantas ganas de darte en persona).

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  2. La verdad, pocos se puede añadir, no hay ni un solo punto que se pueda rebatir o buscarle otro punto de vista.
    Yo no soy muy optimista en cuanto a que la sociedad cambie, buen momento para leer La Peste de Camús. Se ha puesto de moda.
    Se habla mucho de aplanar la curva de bajarla. Y así funciona esta sociedad. Rápido baja la curva, volviendo a los mismos «vicios», en la caída se va perdiendo la memoria. Lo que hará que algún dia la curva vuelva a subir.
    Ultimamente te leo, ventajas de la reclusión, escuchando a Juan José Millás. Hoy estaban emitiendo la carta de uns enfermera , Mar, del 12 de Octubre. Ojo.. hay que estar atento cuando dice: hace unos dias estaba terminando contrato en otro hospital. Y luego mirar la estudiada foto de Diaz Ayuso aplaudiendo a las ocho de la tarde en la Puerta del Sol con todos los balcones iluminados para que se la viera bien. Ese ejercicio de cinismo es el que, por desgracia, entierra la memoria.
    Podcast Cadena Ser, Programa A Vivir. 5 de abril 9 de la mañana. Demasiado recomendable escuchar a Mar.
    Sigue la paciente reclusión. Salir a la calle e interrelacionarse provoca cierta inseguridad, ya se quedará con nosotros para siempre.
    En USA se vendieron dos millones de armas, además de agotarse el papel higiénico, por supuesto.
    En cuanto a Aute hace unos dias busqué una canción suya con la letra de otro importante poeta como el. Francisco de Quevedo. Amor constante mas allá de la muerte.
    Menos mal que no morirá nunca. Los genios como el solo pasan de un estado físico a otro sensorial. Tengo todos sus vinilos, el vicio me viene de lejos. Es tópico, mi canción preferida. Las custro y diez, el cine el Olimpia, actual teatro Valle Inclán.
    Feliz domingo dentro de lo que hay.

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    1. Siempre Aute. Acompañando nuestros amores de juventud, nuestras interminables tardes de verano con el ‘comediscos’ en el parque del Oeste, con las patillas largas y los pantalones de campana (¡qué moda, por dios!). Siempre Aute.

      Todo convulsiona mientras estamos en casa con las ventanas abiertas a toda la información que nos invade. Tenemos que cerrar un poco y que pensar, pensar, pensar, detenernos de verdad… Ponernos en disposición de tomar nuestras propias decisiones, tan otras hoy de las que tomaríamos hace a penas dos meses. Nos tenemos que asegurar de que son las nuestras.

      ¿Sabes? Tenemos que salir más listos de todo este puto lío. Sinceramente, creo que nos va la vida en ello.

      Un abrazo fuerte, amigo. Muchísimas gracias. Y, lo sé: pasabas por aquí.

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  3. Hay un tema, que has tocado de refilón, Estados Unidos, la primera potencia mundial, siempre dispuesta a salvar el mundo, solo es una fuerza militar, unos matones, capaces de enviar tropecientos marines a cualquier sitio, pero incapaces de liderar el mundo, ni siquiera de salvaguardar a sus propios ciudadanos, creo que se ha producido el relevo china está ganando esta tercera guerra mundial sin disparar un solo tiro y las consecuencias económicas traerán la caída del imperio.
    Los restaurantes chinos, serán los nuevos MacDonals.
    Así que procuremos llevarnos bien con el chino de abajo, pronto será nuestro Jefe.
    Un saludo y espero que estéis todos bien.

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    1. Eso que dicen de que un tonto jodió a un pueblo nunca pudo tener mejor aplicación.

      Falta saber se el pueblo estadounidense (¿existirá un pueblo estadounidense?) será capaz de levantarse de las cenizas que deje este imbécil del pelucón, después de que haya arrasado en estas próximas elecciones… que ganará.

      Veremos qué les depara este lío siendo como es que la sanidad pública allá no existe. Y veremos también si por aquí aprendemos la lección y empezamos a poner los recursos donde toca… Aunque tengo para mí que va a ser mucho pedir.

      Estoy dispuesto a abrazar el maoísmo en cuanto sea preciso… por si las moscas.

      Un abrazo, amigo. Uno fuerte y apretado, de esos que están ahora prohibidos. También por si las moscas…

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  4. Buenos dias de lunes. En primer lugar espero que todos esteis bien de salud.
    Casi me desmayo cuando vi ayer tu publicación. Como se nota que hay más tiempo del habitual.
    En ella, si que hay algo sobre lo que me gustaria divagar, es la alusión a Lionel. Y viene al hilo, de un mensaje de la ultraderecha, que en un intento de seguir buscando medallas, gritaba algo asi como que los agricultores y ganaderos nos dan de comer, y no necesitamos titiriteros ( en clara alusión a actores, directores de cine, pintores, cantantes, y un largo etc de posibles antifascistas del mundo de la cultura).
    No podemos pedirles a todos los españoles (ingleses, franceses, italianos, etc) que vayan a la opera, ni al teatro, ni siquiera al cine, de modo que el futbol es un buen medio de desgaste de adrenalinas que se concentran a lo largo de la semana y que se queda como nueva una vez repasado todo el arbol genealogico de un arbitro, un entrenador o un futbolista que acaba de fallar un penalti.
    Hecha esta salvedad, poco que añadir, en estos momentos. Ya hablaremos la semana que viene, como van las curvas de EEUU y Rusia (esos cuyos ciudadanos se han armado hasta los dientes despues de ver todas las temporadas de Walking Death) y comiencen a faltar recursos basicos . Y de la formación de un gobierno de unidad, reclamado por un señor con barba.
    Buena semana a todos, y que la curva nos acompañe!

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    1. Ay, Petra, que me acuerdo del uso que del fútbol y los toros se ha hecho en otros tiempos…

      Tienes toda la razón del mundo. La evasión (el ocio) también es un derecho fundamental de los que hay que respetar.

      Lo que pasa es que… ¿20.000 millones (o lo que gane el chavalín ese)? ¿No se ha llevado la cosa a límites poco defendibles, sobre todo, si lo comparamos con el valor que la sociedad le da a otros oficios?

      En fin, con tu razón, que no te la quito, sigo pensando que ese chico gana mucho y nuestros investigadores muy poco.

      Sobre el Gobierno de Unidad ya me he reído todo lo que me podía reír, así que no me cabe más comentario. Y, de todo lo demás… ¡hablaremos!

      Mil perdones por la extensión de la cosa. No es por exceso de tiempo libre… es que el asunto trae demasiadas consideraciones. Lo prometo.

      Un beso enorme. Y muchísimas gracias por opinar con nosotros. ¡Nos vemos pronto!

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  5. Buenos días Justo, me encanta que sigas bien y sobre todo la literatura que siempre has tenido dentro y has sabido trasladar a tus escritos, y que ahora más, nos haces disfrutar con ella. Me gustan tus principios y más debatir sobre ellos. Solo puedo (si me permites) hacerte tres apuntes y una reflexión sobre tu texto: Una, creo que se ha olvidado algo sobre un carburante vertido en el mar del norte. Dos, también ha caído en tu olvido el lamentable episodio del sacrificio de un ser vivo, un perro. Tres, no me ha quedado claro si el problema (y sus posibles soluciones) es local o global (el que sea global me tranquiliza más, personalmente). Y la reflexión ¿Estamos dispuestos a sacrificar nuestras libertades, conseguidas a través de la lucha de muchas generaciones de españoles, por lo que tú llamas «más Estado»?
    En cualquier caso, la cuestión y el debate principal se encuentra en cómo se organiza ese supuesto «más Estado». Como siempre, muchas gracias por dejarme participar y expresar mis pensamientos en tu espacio, ahora que todavía puedo hacerlo (no lo digo por ti, sino, no sea que a la vuelta de la esquina nos quite el art. 20 de la CE).
    Un fuerte abrazo.

    (nota: sigue pendiente el café y los cubatas, si el más Estado nos lo permite).

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    1. Hola, Santiago.

      Me encanta leerte por aquí. Y discutir contigo ¡más!

      Vaya por delante que, ni los episodios de los ‘hilillos’ de plastilina, ni la (menos lamentable) muerte de un perro (que sabe Dios cuántas vidas humanas ahorró), produjeron que nadie se aprovechara de los muertos para recabar votos, lo que sí parece que ahora se esté produciendo, para admiración del mundo entero, como sucedió también, y aún sucede, con los casos que menciono.

      En cuanto al debate de fondo: interesantísimo: ¿»más Estado»? ¡siempre! Pero entendido como más y mejor armados servicios públicos y más y mejor fiscalidad para sostenerlos, no como más control policial sobre las personas.

      Pero la pandemia es global. Es del mundo. Igual que ahora la economía lo es (para lo bueno y más para lo malo). La solución no sé enunciarla y, además, implica tantos cambios, tan profundos y tan globales, que ni siquiera la sé intuir.

      Y ahora lo más complejo, como bien te preguntas ¿estamos dispuestos a renunciar a parte de nuestras libertades en ‘supuesto beneficio’ de la comunidad? Y la respuesta es no. Ese debate está ahora en la sociedad que mira recelosa al futuro después de haber asumido el confinamiento. Es la disptopía, que en tantos países (Corea del Sur el más llamativo) se ha hecho verdad. ¿Cómo se puede utilizar la tecnología (el big data, por ejemplo) para que proporcione seguridad sin convertirse en intrusiva para la humanidad. Esta es la jodida, jodida, jodida cuestión. Luego, el individuo versus la colectividad… dilema que los países asiáticos en general han resuelto sin ambages a favor de esta última y en claro perjuicio para los primeros…
      Imposible resolverlo para mí.

      Muchísimas gracias, Santiago. Ese café va a ser más largo de lo que suponíamos: ¡mucho que discutir!

      Fuerte abrazo.

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      1. Muchas gracias Justo por tu honestidad y claridad. Ahí es dónde quería llegar, nada es tan claro u oscuro, depende de las formas en que se afronten los problemas. Puede ser muy bonito, pero a la vez terrorífico, si no se hace bien o no se actúa de la forma adecuada. Si, a este paso, vamos a instaurar (ahora que está de moda esa palabra) una tarde a la semana para tomar café, porque seguro estoy, que cuando se alce el confinamiento, habrá que hablar de mucho… Cuídate!! Un abrazo.

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