Pablo Iglesias tiene razón cuando habla de falta de normalidad democrática porque, seguramente, en su fuero interno se identifica a sí mismo como una anomalía y se lo pasa bien siéndolo, aunque traslade sus críticas a circunstancias que pretende ajenas.

No es necesario ser politólogo (Pablo Iglesias lo es, ya sabemos) para tener por ciertas algunas reglas del juego democrático. Algunas son muy simples, como la de no tirar piedras contra el Gobierno del que formas parte. Esto rige también para las empresas, para las ferreterías y para las asociaciones filatélicas (excepción hecha de alguna muy célebre). Dicho de una forma más elaborada, no se puede ser uno y su contrario en la misma dimensión espacio temporal, salvo que un trastorno de la personalidad haya invadido tu cerebro de manera tal que te sientas independentista por las mañanas y constitucionalista al atardecer, dejando el espacio de mediodía para la transición pacífica entre los sentimientos ‘España nos roba’, ‘España nos une’. He utilizado ‘constitucionalista’ en el sentido al uso en estos días, aunque es algo confuso pues no se sabe muy bien quién incluye a quién en cada bloque, que pasan por ser unos los que quieren poder decidir sobre la permanencia de su territorio dentro del Estado y los otros los que apuestan por la unidad de este sin posibles fisuras.
Pero, por confuso que sea, en lo básico estamos todos de acuerdo. Todos menos Pablo Iglesias que, sin aparente contradicción, en pura mística política, pretende defender una España unida en la desunión… y muere porque no muere.
Sea por renta electoral o sea por lo que sea, comparar la condición de huido de la Justicia de Carles Puigdemont (cómodamente instalado en una mansión en Waterloo que no se sabe seguro quien le paga), con la que sufrieron los exiliados de la II República Española tras la victoria del fascismo en la Guerra Civil es una gilipollez, cuando no una monstruosa falta de respeto a aquellos que tuvieron que salir por piernas con una mano delante y otra detrás para evitar su exterminio en un régimen genocida como el que se instauró después de la victoria, muchos de los cuales terminaron en campos de refugiados en condiciones de vida bastante menos favorables.
Sea por renta electoral o sea por lo que sea, comparar la condición de preso político del opositor ruso, Alexéi Navalni, al que ya se había intentado asesinar por dos veces (2017 y 2020), con las circunstancias de los políticos catalanes encarcelados por sentencia firme el Tribunal Supremo, es poner en tela de juicio, desde la separación de poderes, hasta la coherencia más elemental del sistema.
En fin, sea por lo que sea, cuando uno de los vicepresidentes del Gobierno acusa al Estado de falta de normalidad democrática, después de haber enmendado su propio Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado (como muestra de anormalidad baste un botón), y produce tal cantidad de anomalías él mismo practicando un discurso abrasivo contra las instituciones, es que algo no le han explicado bien. Es eso, o es que le encanta jugar con su condición de enfant terrible, de niño transgresor que se divierte poniendo a prueba la paciencia de todos desde su situación de privilegio.
El juego de Iglesias, sin embargo, no sorprende a nadie. Los batacazos electorales de este verano en Galicia y País Vasco, parecen justificar esta confrontación Gobierno versus Gobierno, en busca de un resultado más amable en las catalanas que hoy mismo se están celebrando, a pesar de que la fuerte presencia de Catalunya en Comú le ayudará bastante, suponemos, a mantener la posición.
También pudiera ser que estuviera buscando forzar al presidente Sánchez a deshacer la coalición (que tan buenos resultados está ofreciendo en mi opinión y menos necesaria tras la aprobación de la Ley de Presupuestos). El discurso general de Unidas Podemos en el Gobierno de España (una vez amortizada para sus bases la presencia en el mismo del matrimonio Montero-Iglesias y la mayúscula falta de respeto que supuso la compra de su casoplón en una de las zonas más caras de España), resulta ensordecedor. Justo es reconocer que la presencia en la coalición de la formación morada mueve hacia la izquierda algunas políticas que de otro modo, muy probablemente, permanecerían menos justas, pero no es menos cierto que el populismo de sus postulados, cada vez más públicos (cada vez más publicados), ignora reglas básicas de las políticas de Estado que, necesariamente, han de contemplar gasto de menos enjundia social y menos aceptación global, para los que también hay que dejar dinero, a riesgo de romper demasiadas cosas que importan.
Abrazar el populismo (que antes era una cosa muy fea y ahora se convierte en el paradigma de según qué formaciones políticas) funciona mal en el Gobierno. Tenerlo por bandera más bien parece una estrategia electoral que una de gobernanza de lo público, con todos los sinsabores que conlleva. Dejarle a tu socio todos los ‘marrones’ y capitalizar unilateralmente todas las conquistas no parece la fórmula más leal de formar parte de un grupo.
Pero formar parte de un Gobierno y acusarlo de dar soporte a las anomalías democráticas que presiden el Estado, parece una incongruencia de enormes proporciones. Una del tamaño de la que el propio Trump (otro gran populista) hizo gala cuando intentó convencer al mundo de que la democracia en EEUU estaba podrida porque las elecciones presidenciales no le fueron propicias. De ese tamaño. Las consecuencias de atacar a las instituciones y, sobre todo, con ocasión de hacerlo desde dentro, son difíciles de calcular.
La izquierda está unánimemente de acuerdo en que hay muchas cosas por revisar. Todos lo estamos. Y la obligación de un gobierno de izquierdas es identificarlas y cambiarlas (no sé qué estaría diciendo Unidas Podemos sobre el mantenimiento de la reforma laboral de Rajoy, si la cartera de Trabajo no estuviera en manos de la comunista –y magnífica ministra– Yolanda Díaz). Es necesario actuar desde sobre las leyes penales que coartan la libertad de expresión y conducen a presidio a Pablo Hasél (entre otros), hasta sobre las que mantienen figuras como la sedición, viejas ya en todo el contexto europeo, que justifican el encarcelamiento de los políticos catalanes que siguen condenados. La normalidad democrática, entendida desde las ideologías de izquierda, consiste en conocerlo y hacer evolucionar la sociedad y el Estado cada día, cada mes, en cada período de sesiones del Congreso de los Diputados, en cada norma que produzca. Para que esa evolución se produzca, la soberanía nacional ha puesto el Gobierno de España en manos de la izquierda.
Solo hace falta un poco de coherencia y otro de lealtad. Ser el Gobierno por la mañana y la oposición por la tarde le devuelve a la mística política. Vivir sin vivir en él. Esto que más modernamente llamamos un trastorno bipolar.
Sacar provecho político escandalizando sobre la anormalidad de la que formas parte, a costa de tus socios de gobierno, diciendo permanentemente lo que tu audiencia quiere oír sin más límite que el que te imponen tus propias incoherencias, no es exactamente contribuir a la normalidad.
Pablo Iglesias se equivoca gravemente, esta es mi opinión, intentando cercar al Estado para mantener su posición en Catalunya. Si es que está en juego.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.
Pablo Iglesias Posse pasó a la historia por ser el fundador del Partido Socialista Obrero Español.
Pablo Igesias Turrion pasará a la historia por ser el enemigo de la izquierda, para el segundo le viene bien cualquiera de los dos refranes: ningun tonto tira piedras a su tejado ( que en este no es el caso) y otro que dice cria cuervos y te sacaran los ojos, este es el mas acertado, ¿ que quiere Pablo Iglesias el bienestar de los todos los ciudadanos ? NO sus intereses particulares
¿ como lo consigue ? haciendo historia de la forma que sea, no pasando desarpecibido , siendo tan mediatico como es, lograndolo de la forma que sea, no quiero hacer sentir mal a los votantes de podemos, ¿ pero estan ciegos? surge podemos como salvadores de una democracia que estaba dormitando entre psoe y pp , ostias llega el libertador Pablo Iglesias defendiendonos de la casta desde su pisito en Vallecas y convence a todos aquellos desencantados de la izquierda e indecisos, ahora cambia la historia el maximo luchador contra la casta se convierte en casta y alucinante sus dotes de hipnotizador consiguen que le sigan apoyando (aunque ya no sean tantos) la verdad, pasará a la historia por que es muy bueno, se quedará comparado con el caballo de Atila pero en vez de pisar hierba pisa democracia.
De que continue todavia en el gobierno amigo Justo ya sabes cual es mi opinion, Era necesario hasta aprobar presupuestos , una vez aprobados poner los huevos sobre la mesa, y si no cambia como dice un paisano mio echarlo a tomar por el culo, por que ya esta bien y si no se `puede gobernar en minoria, posiblemente le sea mas rentable al partido socialista convocar elecciones, que seguir teniendo un cancer politico dentro del gobierno, seguramente no estaremos de acuerdo, pero esto es la democracia.
Hoy me has tocado la herida y por respeto a los votantes de podemos, he sido muy suave, espero que hoy los catalanes sean conscientes y copien de los gallegos y vascos.
Buen domingo.
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Sí, sí: Hoy sí estoy de acuerdo (¡ya era hora!)
No tengo ni idea de qué andará en la cabeza de Pedro Sánchez, pero supongo que debe acordarse mucho de aquello que dijo en la tercera campaña electoral sobre poder dormir con Pablo Iglesias en el Gobierno.
No tengo ninguna duda de que la coalición fue necesaria, ni de que ha dado resultados muy buenos y muy de izquierdas (tanto que en un principio pensamos que podríamos dormir tranquilos). Pero este chavalín echado al monte es un verdadero coñazo.
¿Por qué se ha echado al monte? O siempre fue su intención (derrumbar las instituciones desde dentro) o los resultados gallegos y vascos le han empujado a tirarse.
Como bien dices… aprobados los presupuestos igual ya no hace tanta falta.
Veremos qué pasa esta noche.
¡Buen domingo, amigo! Al fin de acuerdo… en una.
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A lo mejor, no sé si se debería entender por normalidad democrática, y, por ejemplo, ser solidario, tanto con la política exterior tanto española como europea y no torpedearla cuando se esta gobernando. Desde luego, no me lo parece, el estar jugando continuamente a ser los niños buenos de un gobierno del que formas parte y dejar a los demás el papel de padre castrante para no reconocerte, mirándote en el espejo, de que gran parte de tus reivindicaciones (otras no), cuando se está en política están en el saco más de la voluntad que de la posibilidad. La aritmética parlamentaria es la que es, claro, pero también lo es la obligada necesidad de responsabilidad. El no tenerla se lo pueden permitir los tertulianos, pero no los miembros de un gabinete. Si tú moral te impide algo lo mejor es no estar y si se está uno asume que no vive en Utopía.
Afirmar, creer que se es de izquierda, pasa por el análisis de la realidad, porque es la palanca con la que trasformaremos esta sociedad. Hoy España necesita un gobierno fuerte y sólido en sus convicciones, que no necesariamente tienen que ser muchas, pero si las suficientes para intentar avanzar como sociedad, con objetivos definidos y posibles de realizar. Eso no dará credibilidad en Europa y fuera de ella.
Este torpedeo continuo, no puede ser más que señal, de que, alcanzado el poder, subido a la poltrona, uno, la mayor parte de las veces, se desnorta al no tocar suelo, a tiende a creer que todo se le debe y a pesar que sus palabras son un oráculo.
De verdad puede hablar de normalidad democrática quién, por su hechos, es una anormalidad democrática….. De verdad, a fecha de hoy, tiene peso moral para leernos la cartilla…..De verdad estamos en manos de gente tan irresponsable…..
La única razón optimista es que si sufrimos esto es porque, limitada y mejorable, hay democracia.
Un abrazo grande….
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Limitada y mejorable… claro. Siempre será mejorable. A eso se ha dedicado el Partido Socialista desde que el tiempo es tiempo, a mejorarla. Con leyes, que es como se mejoran las cosas: divorcio, aborto, ahora eutanasia, violencia de género, dependencia, matrimonio homosexual… ¿Quedan cosas? ¡Pues claro!
La democracia, como todo, evoluciona y la ley, como siempre, va por detrás. Las sensibilidades evolucionan, todo es cambiante y se perfecciona.
Tirar de ahí para sacar rédito electoral contra tu socio de gobierno es lo que no se puede tolerar, sino haciendo buena la anormalidad democrática que este tipo practica.
Insisto en la comparación con Trump: no se pueden bombardear las instituciones desde el Gobierno. Se pueden cambiar, pero bombardear no.
Es una estrategia que da mucho asco. Puede que muchos votos también, pero sobre todo asco.
Este niño travieso de la política que pretende ser, se ha convertido en el insoportable pepito grillo de la izquierda española. Y si algo no necesitábamos era precisamente eso.
Veremos cuánto dura.
Gracias, José Ricardo. ¡Besos y besos!
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Estoy de acuerdo con tu análisis y el retrato que haces de este personaje. Y el retrato de Maripepa es total.!
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Gracias, Almudena. Traslado la felicitación a la autora ¡lo ha clavado!
Un beso fuerte.
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lamento en este caso discrepar,es tendencioso y partidista este articulo,la verdad quedo decepcionado por primera vez,no he visto objetividad slguna en la publicacion y esta muy lejos de ser positiva y educadora,un panfleto de lis mediocres y confirmistas,dejo de seguir la pagina,espero que os vaya igual que a los que viven de generar juicios de valor gratuitos, saludos
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Lamento perderte como lector.
Ciertamente tu comentario aporta poco.
En lugar de criticar mi opinión hubiera sido mucho más edificante que nos dieras a conocer la tuya.
Gracias por haberme seguido hasta ahora.
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Genial!
Totalmente de acuerdo, y lo que he notado es que desde que se ha hecho el moño tipo samurai, y que nunca se quita está como más trasnochado, se ha ido tanto para atrás y desviado que debe estar en el Japón del siglo X o quizás en la España del xvIII o XIX cuando las abuelas llevaban todas ese moño.
Con tu análisis perfecto no puedo comentar nada más.
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¡¡Gracias, Pazix!!
Me tranquiliza mucho que alguien más lo piense. Es un tanto descorazonador ver como joden la ocasión acojonante que nos ponía por delante esta coalición… ¿Será el moño?
Ahora viene Echenique… ¡Qué putada!
Mucha gente tenemos muchas esperanzas puestas en esto. Y tiene toda la pinta de que lo van a romper todo.
Un besazo enorme de grande.
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