En el Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba protagonizó uno de los más grandes acontecimientos de la democracia española: el fin del terrorismo de la banda ETA.
El milagro se perfeccionó con el cumplimiento con otro hito enorme, cual fue la integración del entonces entorno criminal a las vías institucionales de la política, tal y como se había predicado desde todas las instancias del Estado desde que la Constitución de 1978 relevó al Fuero de los Españoles.
Este ingreso de lo que fuera una banda asesina al común desenvolvimiento de la vida pública no gustó a todos. Pero ¿qué gusta a todos?
EH Bildu se comporta en el Parlamento como una fuerza política más, pacta con el ejecutivo y se distancia de él, comparece en los procesos democráticos con mayor o menor éxito, intercambia votos y voluntades, actúa, en suma, como una formación pacífica, extremista, republicana, separatista y legítima… Como otras.
Ya está. Verdad, justicia y reparación se han dado con creces al terror de ETA y los victimarios no se han confundido nunca con las víctimas por lo que, por decirlo de un modo coloquial, no hay lugar a la memoria. Las cuentas están saldadas. ¡Cuánto hubiéramos querido que todas las víctimas del terror se encontraran así de resarcidas aún en este 2021!
Lo están (saldadas), aunque la torpeza y el oportunismo del PP alimentando el odio, hayan permitido que algunas asociaciones de víctimas secuestraran la voluntad política de los gobiernos de José María Aznar y Mariano Rajoy que, a la irresponsable caza del voto de los ‘españoles de bien’, dieron pábulo a pretensiones vengativas que aún perduran.

El Estado no se venga.
Y el tiempo pasa.
Y con él, se cumplen las condenas y los presos son excarcelados según va tocando por graves, por gravísimas, que fueran las conductas por las que se les condenara. Se producen estas excarcelaciones con muy diferente ruido según se encuentre en el Gobierno el Partido Popular (un acto de justicia) o el Partido Socialista (un acto de traición), pero esto viene ya formando parte del modo en el que la derecha española plantea sus estrategias de oposición.
Es el turno del etarra Henri Parot.
39 asesinatos en su haber y 30 años de cumplimiento íntegro de su condena por 39 acciones execrables. Es el máximo que los juzgados en España en aplicación del Código Penal de 1973 (derogado por el funesto advenimiento de la prisión permanente revisable) pueden estar en prisión. Así que paz jurídica.
Y, a estas alturas del desenvolvimiento de la democracia española ¿quién puede homenajearlo? ¿A qué coño viene convocar una concentración para recibir a un tipo que cumplió condena, nada menos, que por 39 asesinatos? ¿Para qué vale? ¿Quién se congracia reconociendo públicamente el mérito de haber segado las 39 vidas de 39 ciudadanos, unos pequeños, otros grandes, unos porque cumplían dignamente con sus deberes profesionales, políticos o cívicos, otros simplemente porque pasaban por allí?
Claro que, ni la Administración del Estado (Delegación del Gobierno del País Vasco), ni la Justicia (Tribunal Superior del País Vasco y Audiencia Nacional) pueden prohibir concentración alguna. Claro que no. ¡Y menos mal!
PP, Ciudadanos y Vox, nuestra derecha, sigue jugando a hacer suyo el sufrimiento que ETA fue sembrando, en esa más que turbia conjura del odio que solo busca el rédito electoral. Actitud miserable en quienes tanto desdeña la lucha por la dignificación de las víctimas del franquismo, cuya memoria declaran (esa sí) restituida a pesar de que miles de ellas siguen desaparecidas, anónimamente enterradas en fosas comunes. Porque la radicalidad se alimenta de radicalidad y es así, utilizando el terrorismo que ya no existe como arma electoral, como contribuyen a mantener viva esa causa abertzale que la democracia desterró.
Es la sociedad, sin más, la ciudadanía, el sentido común público (si esto existiera), quien tiene que estar lejos de vitorear el terror. Y es así porque no conduce a nada más que a abundar en el dolor de quienes padecieron la barbarie y esto, en sí mismo, no constituye un fin.
Porque a estas alturas de la jugada ¿quién puede gritar ¡gora ETA!?
El dibujo es de mi hermana Maripepa
Comparto tu opinion pero donde no estoy de acuerdo es en la justicia española, el que cumple su condena debe quedar en libertad, pero segun sea el delito, la condena tiene que ser de acuerdo al mismo, y tenemos condenas que se merecen carcel de por vida , ya se que segun nuestras leyes no puede ser, pues cambiemoslas, yo no `puedo perdonar a un señor que mata a 39 personas ( que sabes que la ley que le aplicaria yo seria la que creo el rey de Babilonia la ley del talión) por que me supongo que aquellas familias de esas 39 victimas no estaran muy de acuerdo de que ese señor salga a la calle, ¿ te imaginas que nos toca ser uno de nosotros? y mañana te cruzas por la calle con el asesino de tu familia muy chungo por mucho que queramos disfrazarlo.
Repito que las leyes tenemos que cambiarlas, se pueden autorizar manifestaciones reivindicativas, protestas economicas, laborales cualquiera de ellas que no lleve aparejado un asesinato, esas totalmente prohibidas y castigadas con mano dura.
Me diras que las leyes no se pueden cambiar cada tres por dos, pero , pues yo opino que si se puede lo que no se puede consentir es formar una manisfetacion para alabar a un asesino, de esa manera contribuimos a ayudar a ensalzar el terrorismo.
Buen domingo
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En completo desacuerdo.
Por cierto, sí se puede con nuestras leyes pasar toda la vida en la cárcel. Ya se puede aplicar (con todo mi desacuerdo) la prisión permanente revisable.
Pero 30 son muchos años y la función de la pena, según nuestra Constitución, es la reinserción. Eso nos pone entre las democracias avanzadas, entre los países civilizados.
Eso que propones se parece mucho a la venganza y el Estado no se venga.
El dolor de las personas cercanas a las víctimas es irreparable, lo sabemos y sus sentimientos inevitables. Pero las penas se cumplen y los presos se excarcelan.
Por eso no se deja legislar a las víctimas: porque el odio, por justificado que esté, no es un buen compañero de viaje.
No creo en la pena de muerte, ni en la Ley del Talión, ni en la cadena perpetua. Ya sabes…
Gracias, amigo. Estoy seguro de que hay más gente que piensa como tú de la que piensa como yo… pero no puedo evitarlo.
UN ABRZAO
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Éste tema da poco de si, los que querían homenajear a Parot son en realidad primos hermanos de los que se presentaron alli con sus banderas. Unos y otros hacen girar la misma hartable carraca.
De nuestros «políticos» que decir la del sexto sentido, Arrimadas da vergüenza ajena oírla. Te preguntas como tiene la jeta de abrir la boca. De Casado y la cueva de Alibaba, herederos del franquismo igual que eta.
Quizás dentro de cien años seamos un país verdaderamente democrático. De momento el nazismo resurge no sé si con ruido o con fuerza, poder llegar a ser juez cuesta 25.000 € más la carrera de derecho. Eso no es muy democrático y produce una gran sensación de desamparo.
Feliz domingo, abrazos
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Demasiado odio en nuestra sociedad para pensar solo en cien años. Ya han pasado, casi desde nuestra Guerra Civil y aún no lo hemos conseguido desterrar, a base de ocultar, cuando no blanquear, los crímenes que todo el mundo sabe que se cometieron.
ETA les da la excusa.
Demasiado odio, demasiada ruindad, y demasiados privilegios para aquellas clases que heredaron el poder y lo mantienen.
Poco son cien años.
Abrazo enorme
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Cuando un tonto coge una linde, la linde se acaba y el tonto sigue.
Y cuando digo «un tonto» digo «un listillo». Sí, esos listillos de la estrategia de partido, esos tipejos sin escrúpulos que dedican su vida a estrujar las pasiones, por muy viles que sean, hasta que gotee el último voto. Pura demagogia (degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder). Luego, a algunos, no pocos, se les llena la boca atribuyendo a toda nuestra sociedad la gran victoria de la democracia sobre el terrorismo de ETA, que tiene mucho de cierto, pero no pierden la menor oportunidad para olvidarse de esa democracia, con toda la moral y el ordenamiento jurídico que conlleva, y alzarse como paladines de la justicia, exigiendo una venganza que rompe esa moral y atenta contra ese ordenamiento.
Pero, claro, la tentación es enorme, irresistible, aún quedan votos que estrujar. La democracia venció al terrorismo de ETA, ahora tiene que vencer a esos tipejos.
Muy ocurrente hoy Maripepa. Esa garrota y la mano al lumbago … jajaja, eso lo dice todo.
Gracias por seguir ahí.
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Desterrar la ruindad de la política debería ser ya la prioridad de la ciudadanía. Pero parece que la cosa pinta al revés: estrujar las pasiones es infinitamente más eficaz que educarlas y es infinitamente más barato en costes, aunque salga carísimo en sociedades.
La muerte es muy fácil de rentabilizar.
Y suman
Y siguen…
Desterrar la ruindad es el objetivo. Pero no va a ser fácil.
GRACIAS por estar aquí. Traslado la felicitación a mi hermana… GRACIAS
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Para quién ni sabe ni entiende la política resulta más fácil manejar emociones. En el manejo de las emociones se puede ser todo lo burdo que uno quiera y, aquí, se ha decidido ser muy burdo. Da rédito.
No hace falta ser empático. No hacen falta ni estudios sólo tener las entrañas más negras que los de enfrente….
Es necesario que las banderas se eleven alto, no bajar ninguna, manipular, evitar que las páginas se pasen y las heridas cierren.
Siempre quedarán cicatrices pero la sociedad sanará. ¿Quién gana?
Nosotros no, desde luego.
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No. No ganamos nosotros.
Todo avanza según lo previsto hacia un espacio que desconocíamos en España pero que ya ha tenido lugar en el tiempo.
Se llama populismo. En este negro caso se llama populismo de derechas. Populismo de extrema derecha al que la derecha tradicional, desnortada y sin líder, se ha unido sin pensarlo reconociendo que, simplemente, son la misma cosa con más o menos cafeína según la presidencia de turno.
Acudir a las tripas y no al pensamiento. Estar seguro de que la ciudadanía comprenderá mejor cualquier mensaje más simple que el razonamiento complejo que siempre acarrean el juicio crítico y el pensamiento.
Van a ganar ellos.
Y yo no sé que se pueda hacer nada para evitarlo.
Así escribiremos la historia pequeña de este final del primer cuarto del siglo que afrontamos; nuestros locos años 20 serán los de la vuelta del fascismo. No van a ser locos. Van a ser letales.
Un abrazo, amigo. Mientras la isla de La Palma revienta en fuego, el populismo busca los argumentos para culpar a la izquierda. Nosotros nos enganchamos al especial de la Sexta y luego nos dejamos sorprender.
Fortísimo abrazo.
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