La ministra Montero (Irene) tiende a caer gorda a los sectores más moderados, bien por esa manía de cambiar el diccionario a base de ellos, ellas y elles y unas, unos y unes, bien porque se pongan en duda sus merecimientos más allá del de ser la compañera de fatigas y madre de los vástagos de su compañero de fatigas.
La ministra Montero, además, tiene unas formas difíciles y tiende a ponerse insultona cuando le llevan la contraria lo que, por lo demás, propicia con cierta facilidad.
Así que la polémica surgida tras la entrada en vigor de la Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual, conocida popularmente como del ‘sí es sí’, agrada a casi todos.
La tesis generalizada parece ser que la ineptitud de Irene Montero ha provocado la reducción de las penas de reos condenados por delitos contra la libertad sexual, algunos de los cuales podrían salir directamente a la calle si hubieran cumplido ya las que ahora impone la ley.
Algo podría haber de cierto. Pero no es tan sencillo.
Es necesario empezar por comprender que el principio de irretroactividad del Derecho Penal aplica solo para el endurecimiento de las penas y que, por el contrario, cuando una nueva norma penal las aligera, esta es de aplicación a los condenados que las cumplen, aunque sea ya en ejecución de una sentencia firme.
Ahora hay que entender que la ley del ‘sí es sí’ resumió en uno dos tipos penales: el de abusos sexuales y el de agresión sexual (dentro del que cae el que conocemos como de violación), persistiendo solo el último de ellos. Para hacer esto, la horquilla entre las penas máximas y mínimas se tuvo que ampliar por abajo en lo que a la agresión sexual se refiere, para que los casos menos graves tuvieran un castigo proporcional la naturaleza (a la gravedad) de la agresión.
Esta minoración de las penas con las que ahora se castigan los delitos de agresión para subsumir en él el de abusos sexuales (más leve en el Código Penal vigente hasta el momento), es la que ahora invocan las defensas de los condenados (por agresión), con ninguna razón moral, pero con toda la fuerza jurídica de la interpretación del principio de aplicación del mejor Derecho Penal para los reos.

La ministra sostiene que los jueces y juezas que, en aplicación de este principio, están rebajando las penas a personas ya condenadas, lo que son es unos machistas irredentos que lo que tienen que hacer es formarse mejor. Los juristas dicen, lo primero, que sin insultar y, lo segundo, que es interpretable.
Las interpretaciones jurídicas en la aplicación de este principio para el caso que nos ocupa (el de la reducción de las penas a condenados por agresión sexual en aplicación de la ley del ‘sí es sí’) son por lo menos cuatro y tienen que ver con la posible efectividad, o no, de haber introducido en la norma una disposición transitoria que pudiera haber evitado los efectos no deseados que ahora se están produciendo.
La ministra y una parte de los juristas que se han manifestado sobre el particular, dicen que esa disposición transitoria ya está en el Código Penal (la 5ª) y que en ningún caso es preciso volver a incorporarla. Otros tantos interpretan que estar está, pero que no es eficaz para la aplicación de esta ley porque viene de una modificación anterior y solo a aquella puede afectar. Otros juristas defienden que la pretendida disposición transitoria hubiera podido, incluso, ser declarada inconstitucional y, aún otros, dicen que, aunque la incluyeran ahora, el mejor Derecho Penal sería el hoy vigente y, por lo tanto, la reducción de la penas sería igualmente aplicable para quienes ya están condenados.
Lo cierto es que nadie advirtió de estos efectos no queridos a la ministra Montero (Irene, que ya sabe que son dos monteros) a pesar de que ahora todo el mundo invoque ese clásico ‘ya te lo decía yo’. No lo hizo la Fiscalía, tampoco los técnicos del Ministerio de Justicia, ni el Consejo de Estado, ni el caducado Consejo General del Poder Judicial (que dice que advirtió, pero en realidad lo hizo en referencia a las penas máximas y no a las mínimas y el Ministerio asumió la recomendación de no rebajarlas). Tampoco se debatió tal asunto en el Parlamento, ni quienes votaron en contra la ley (PP y Vox, claro) argumentaron esta circunstancia en su airada oposición a la norma.
Es posible que ello fuera así porque todos estuvieran convencidos de la innecesariedad de poner coto a la judicatura en la rebaja de las penas a condenados por delitos contra la libertad sexual, seguros de que esto jamás sucedería. Pero, conocido (no es ningún secreto a estas alturas) el sesgo de muchos de sus integrantes ¿no debieron el Gobierno y la ministra ponente haberse curado en salud?
La Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual, es una buena ley y garantiza un derecho más y no menor, como lo es el derecho a la libertad sexual. Lo es a pesar de haber nacido como no deben nacer las leyes, consecuencia de la alarma social provocada por el caso de ‘la manada’, aquella terrible violación grupal que sucedió en Pamplona, que movió a ‘legislar en caliente’.
Si ha provocado efectos no queridos, tratemos de contenerlos: esperemos a que la Sala Segunda del Tribunal Supremo unifique los criterios para su aplicación, diferentes, por ejemplo, entre la Audiencia Provincial de Madrid, en la que las solicitudes de reducción de las penas están saliendo adelante y el Tribunal Superior de Justicia de La Rioja, en el que ninguna petición ha prosperado.
Pero mejor sin más alarma de la estrictamente necesaria. Y mejor, señora Montero, sin insultar a los operadores jurídicos, que ya sabe que son muy suyos.
El dibujo es de mi hermana Maripepa
Errores cometemos todos unos mas que otros, pero este error se deberia haber corregido sobre la marcha, esta bien diferenciar los delitos, pero mi punto de vista se deberian dejar las penas de abusos como estan y aumentar las de agresion y violacion por que no se le puede dar regalos a los abusadores y violadores, la señora montero ya la conocemos gracias a todas estas salidas de tono la conoce todo el mundo, si fuese una señora normal seguramente no tuviese tanta relevancia, pero es una señora ministra que nos protege de todo sinceramente es muy maja, como la señora Ayuso cada una en su linea.
segun el CIS el psoe va subiendo por la poca credibilidad del señor feijo y PP , espero que esto no nos haga retroceder, por que estas jugadas se deben meditar muy mucho antes de sacarlas a la calle.
Buen domingo y sin llover.
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Completamente de acuerdo.
Vamos a ver qué consecuencias tiene este desastre, que ha quedado finalmente en manos de la Sala Segunda del Supremo. ¿Confiamos? Ufff… difícil.
Y si, encima, se pone chulita… pues peor.
Debió preverse que los sectores más reaccionarios de la judicatura interpretarían la cosa como lo están haciendo. Debió preverse, sí. Ahora es tarde. Se ha hecho un daño enorme, con una ley que pretendía exactamente lo contrario. Pero la razón, en puridad, no se sabe si cae de un lado o del otro.
Misterios del Derecho.
UN ABRAZO, AMIGO
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Dado que Montero no es jurista y que, SE SUPONE, el gobierno de Sánchez tiene personas expertas para adecuar la letra de la nueva ley a la realidad, es incomprensible que se hayan dejado esos flecos sueltos, precisamente porque las leyes son interpretables. Da la sensación de chapuza, de improvisación, de tramitación a matacaballo. Lo fácil, claro, es cargar contra Montero, por la que reconozco no tener grandes simpatías, pero la responsabilidad última ha de recaer en los y las juristas que la han redactado conforme a derecho, sin prever las consecuencias.
Vamos, que la han cagao.
Salud.
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Gravemente, sí.
Ni el Consejo de Estado, ni la Fiscalía, ni los técnicos del Ministerio de Justicia, ni el caducado Consejo General del Poder Judicial cayeron en esta cuenta. Y todos informaron sobre el anteproyecto.
¿No podría ser que la interpretación correcta de la norma sea la que defiende (con tan malas formas, por cierto) Irene Montero?
Lo malo es que tengamos que fiar el final del partido al la sala Segunda del Tribunal Supremo, esa que ‘vamos a controlar desde la puerta de atrás’ según aquél triste preboste del Partido Popular.
Veremos, pero el enfermo tiene la orina muy fea…
¡¡Fortísimo abrazo!!
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Estos desaguisados, además, ponen en un brete a la izquierda votante, que ve las fauces de la diestra y siente su aliento en el cogote, mientras el gobierno mete la pata y los diestros se lanzan a tomar la calle.
Más les vale, a Sánchez y sus socios, espabilar, porque no es suficiente ir contra Ayuso para ganar elecciones.
Otro abrazo y a ver si la semana que viene la situación pinta mejor.
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Veremos, sí. Pero no confío mucho en ello…
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Digamos para empezar que siempre que en este país se ha obrado por un Ministerio de Igualdad ha habido problemas haya sido la titular del PSOE o, como ahora, de IU. tengamos, también, en cuenta que la materia sobre la que trabaja ese ministerio tampoco es baladí por todas las implicaciones, sociales,legales políticas y personales que conlleva.
Legislar siempre es una cuestión política, claro, pero no siempre es una cuestión «militante». No se trata de lo que deseamos sino de lo que se puede, o mejor dicho, de lo que se debe hacer.
Desde el principio sobre, en ese negociado demasiada soberbia, demasiado creerse el «tarro de las esencia», demasiado conflicto, demasiada verdad y demasiada acritud…y no sólo frente a la judicatura, que tiene la cosa «usía» con tan poca mano izquierda, sino frente, incluso a las propias mujeres ( no digo ya frente a los hombres, incluso a los más concienciados, con tanto batiburrillo lingüístico). Tiene mérito haber partido por la mitad al movimiento feminista de este país.
La mina en la linea de flotación que puede significar un despropósito de este tipo ( no vale aquello de que «entre todos la mataron» uno es el responsable de su área para bien y para mal) para este gobierno, por no hablar de como deben estar sintiéndose las víctimas, que esa es otra, no puede dejarse pasar con cero autocritica.
Pero a esa, a la autocritica, ni está ni se le espera.
Un abrazo
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La cuestión es precisamente esa: ¿tan deprisa? ¿Con tanta ‘razón’? ¿Tan soberbias todas?
El arte de lo posible, recordemos.
La cautela inherente a la sociedad a la que representan está fuera de las pasiones y dentro de una racionalidad que debió haber previsto ‘quién’ aplicaría la Ley y qué tendencias tienen que, ya sabemos, no son las que tú quieres, sino las que son. Y son las otras.
Demasiada soberbia para la autocrítica. Demasiada soberbia, también, para no aprovecharla en la lapidación pública a la que da lugar el desaguisado.
Demasiada soberbia para la política.
Insistamos: el arte de lo posible.
GRACIAS JOSÉ RICARDO
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