He estado preguntándome, ahora que estrenamos una estación de la que, con toda probabilidad, no saldremos iguales que cuando la empezamos (las elecciones que se celebrarán en la mitad nos van a dar la noticia de qué tal nos va la vida), si estos vientos de extrema derecha que recorren Europa y que en España se han asentado de la peor manera de las posibles, se deben a una moda, a un concierto de casualidades o si, en realidad, se trata de una corriente ideológica defendida por verdaderos pensadores que comparten ideas, tendencias o formas de comprender el devenir de la sociedad, de la política, de la economía, de la religión.
Me acuerdo de la Historia y me trae la enseñanza de cómo los fascismos emergen en los tiempos de crisis, cuando las inseguridades se enseñorean de los individuos y estos se convierten en presas fáciles para abrazar el anhelo de la autoridad, el orden o incluso el pensamiento único, donde uniformar es sinónimo de progresar y diversificar lo es de alterar la ordenación sobrenatural que gobierna el cosmos. Eso que algunos pretenden agrupar bajo paradigma siempre útil de ‘la voluntad de Dios’.
Solo es necesario mirar al período de entreguerras para advertir cómo Europa se dejó caer en manos de un puñado de paletos pretenciosos, expertos en la manipulación de las almas, precisamente cuando las zozobras de la Primera Guerra Mundial provocaban la penuria, la inseguridad y el miedo del viejo pueblo caucásico.
Venció el totalitarismo, el supremacismo. Vencieron la idea de la raza y la sordidez del cristianismo más excluyente y más oscuro. La cruzada venció.
Decía que en España se ha asentado de la peor de las maneras posibles, porque no ha tenido que volver de ningún lado: los rescoldos del franquismo que jamás se apagaron (los dejamos encendidos nunca entenderé por qué cojones) han avivado sus llamas con un soplido flojito al socaire de las inseguridades que han provocado crisis y pandemias, al socaire del miedo. Y se despierta el neofascismo con la facilidad con la que el fuego anda recorriendo estos días Teruel y Castellón, con esa suerte de fuerza que nace de las tripas, no precisa de razones y es, por lo mismo, irreductible por la razón.
Son paletos. Solo son paletos sin ninguna clase de pensamiento consistente. Burros con trajes muy caros cuya única ambición es mantener y hacer más grande sus fortunas inmensas malarrebatadas al pueblo español en la guerra y la posguerra. Castas, familias, que enarbolan sus apellidos y la posición que obtuvieron robando a los pechos del dictador. Y este es su momento.
Desempolvar las banderas y los crucifijos y aventarlas por las calles, exhibiendo el cuerpo incorrupto de Ramón Tamames (sabiamente asesorado por el ínclito Sánchez Dragó), que reivindicaba a Isabel la Católica como prueba irrefutable de la presencia del mejor feminismo español en el siglo XVI y que ya vende su discurso de candidato por cinco euros en Amazon.
Se ve que la razón enflaquece con la edad y se arruga el cerebro más que el contorno de los ojos con el paso del tiempo.
Y los paletos lo exhiben, como exhiben al flamante (y esperemos que breve) Feijóo reclamando para España idéntica reforma del sistema público de pensiones que la que hace arder a Francia y a Macron por sus cuatro costados, mientras esconde en el Parlamento la cara de su abstención viajando a Suecia, dice, para devolver a la patria el fulgor perdido. Necio.
¿Dónde están? Sabemos bien de dónde vienen, hasta quiénes son, pero ¿dónde están?
El Instituto Superior de Sociología, Economía y Política, fundado en Lyon por Marion Maréchal, que es nieta de Jean-Marie Le Pen y sobrina de Merine Le Pen, abrió sus puertas en España en 2018 para cobijarlos, formarlos y lanzarlos como nuevos líderes al panorama político y económico.
Ahí están.
Su director publica en la web su carta de bienvenida quejoso de que “la agenda progresista global, aprovechado el desconcierto creado por la crisis, sigue imponiendo su ritmo y no se detiene, suplantando con la lucha de género y la lucha de razas a lo que otrora fue la lucha de clases”. Y cita a Ramiro de Maeztu: “no defendimos lo suficiente nuestro ser y ahora estamos a merced de los vientos”. “Ser es defenderse”, proclama.

El director de su pretendido máster de Liderazgo y Gobierno, da la bienvenida a sus alumnos recordándole que “Somos hijos de Atenas, de Jerusalén y de Roma” (algo así moderno para abrir boca). Que “Solo desde las cumbres intelectuales que jalonan la historia de nuestra civilización, solo volviendo a sus raíces judeocristianas y grecolatinas, solo ascendiendo a los hombros de los gigantes que nos han precedido (según la famosa metáfora de Bernardo de Chartres, luego recogida por Isaac Newton) podremos ver más allá.”
Esta es la cruzada. Ellos los cruzados. Nosotros los que aspiramos a llegar a fin de mes con cinco euros en el bolsillo, una sanidad universal, pública y gratuita y un país más igual.
No son cincuenta años, son quinientos los que buscan hacernos atrás.
Y no es ideología. Es batalla.
Se libra en las barras de los bares, en las fundiciones, en las carpinterías, en la sucursal del banco donde le ingresan la nómina que hay en su barrio. En WhatsApp, en Tinder o en la hora del bocadillo de las obras de la construcción.
No se libra en los parlamentos porque les importan un huevo (ahí está Mañueco saliendo del Pleno en modo ‘peineta’ para la procuradora interviniente). No nos dejemos engañar por la bufonada de la moción de censura que solo viene a confirmar hasta qué punto son capaces de descojonarse de las instituciones. Son paletos, pero están organizados, tienen sus redes colaborativas internacionales, escuelas de formación de líderes, discursos bien ensayados capaces de remover las tripas de quienes temen por un futuro incierto, sin estrategias para afrontarlo, pero con llamadas a la sangre, al orden, al buen nombre de la patria mancillada, a Dios.
No es renunciar al presente. Es abrazar el pasado.
Y no mola nada.
El dibujo es de mi hermana Maripepa
La palabra paleto ha sido siempre la identidad del pobre que no tenia otro recurso que pasar bajo el yugo de los poderosos señores de golpe en pecho,esos paletos como Paco y Azarias en los santos inocentes, o como en la escopeta nacional , con el padre calvo, cerrillo etc.
Llamar paletos a eso «señores» es ofender a todos a los que nos catalogaron como paletos por nuestra clase social, ( a mi me lo llamaron teniendo mucho mas conocimiento que el que me lo llamó) ( claro era hijo del encargado de casa juanes) a esos señores que son ante la apariencia de la gente unos grandes señores que gracias a Dios se van terminado eran unos autenticos hijos de puta abusadores del poder economico y eclesiastico, por que no te los dejes a un lado los señores de sotana en aquellos tiempos habia que echarles de comer a parte.
Hoy el problema ya no es de paletos o señoritos, ya conocemos la historia ( aunque por desgracia nos quedan esa cantidad de gilipollas que siendo los sucesores de aquellos sanos paletos, apoyan en las urnas a estos segun tu nuevos paletos, nos hablas de la cruzada santa que en nombre de Dios se ganaban batallas, pues me da la impresion que contra estos nuevos paletos tendremos que formar mas Hobin Hood que nos defiendan , seria una solucion muy inportante que estos nuevos paladines defensores del ciudadano del bien, sin flechas pero con palabras decentes consigan hacer ver a estos tontos de los cojones defensores de abascales y sus aliados que no se les puede hacer el agua a los señoritos de titulo de chichinabo.
buen domingo , sin agua
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Pero los verdaderos paletos son ellos.
No son la gente de pueblo que vive según sus costumbres y con la cultura de la tierra y de los oficios. Son los que pasaron por la Universidad sin que la Universidad pasara por ellos porque papá se la pagó y les hizo niñatos de bien que solo servirán para salir de paseo y heredar las fortunas que les esperan. Amasar poder.
Esos paletos. Esos. Los del golpe de pecho y propina en el cepillo. Esos hacen su cruzada y mean sobre el campo abonado que es la inseguridad.
Muchos se unirán a ellos.
Y no podemos dejarlos ganar.
Gracias, amigo. ¡Un abrazo!
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Entre neoliberales y fachas, aprisionados estamos. Los primeros nos han traído ese futuro incierto, los cruzados vienen a “salvarnos”, devolviéndonos al más glorioso pasado (al más oscuro). El discurso está fácil.
Unos han conseguido, con paciencia, ir mermando las propuestas, los objetivos y logros de igualdad con que tanto soñamos en los inicios de la democracia. Triunfaba en el mundo el progresismo, la socialdemocracia: Sanidad universal, Educación pública y gratuita para todos, Derechos laborales, Sistema público de pensiones, Trabajo y Vivienda dignos, Igualdad de oportunidades … y tantas otras cosas con mayúscula. Y lo consiguieron, lo mermaron todo. Y lo hicieron en nombre de libertades malentendidas, en nombre de un capitalismo sin límites, en nombre del derecho a la desigualdad, también malentendida, intencionadamente malentendida.
“Libertad, Igualdad y Fraternidad”. Bajo este eslogan (el más importante para el pueblo que ha recorrido la historia) cambió por última vez el mundo. O eso parecía. “Libertad, libertad, libertad”, en eso se quedó todo. ¿Igualdad? Nunca la ha habido, no les interesa, perderían su poder, peligraría su status, su exclusividad, su ventaja. ¿Fraternidad? Jajajajajaja, qué cursi.
Los otros, los orgullosos fachillas, con más paciencia aún, han permanecido alerta, esperando su oportunidad. En España lo tienen más fácil que en ningún otro país, en España nunca se depuró el mal, todos sus crímenes, fechorías y suculentos provechos fueron perdonados, miramos para otro lado, mansos como nadie, en pro de la pacífica transición, ejemplo en el mundo. De aquellas aguas, estos lodos.
Ahora reaparecen, en realidad siempre estuvieron, siguieron ahí, camuflados entre liberales y conservadores o liberales-conservadores, engrosaron las listas de UCD, AP, CDS, PP (qué más da) y gracias a aquel perdón, gracias a aquella “modélica transición”, vuelven con fuerza, cuentan con muchos recursos para hacer su juego, maestros en el arte del populismo: patria, patria, patria. Malentendida, por supuesto, pero cuentan con el inestimable apoyo del paleto que no cree serlo, del paleto que se cree algo señorito. Entre el señorito Iván y Azarías o Paco “el bajo” hay mucho paleto que cautivar. Mucho, mucho, mucho.
Y el discurso es fácil: ¿Quiénes propusieron un país más igual? ¿Lo consiguieron? No. Pues ya está, eso no funciona. Lo impidieron ellos, unos y otros, pero la culpa será nuestra. Torpes hemos sido.
Y el «octavo» ángel derramó su copa sobre Hispania y le fue dado regresar las cosas a la oscuridad del pasado, al blanco y negro, a los grises, al bofetón del guardia civil, al palmetazo en el aula, a la universidad de señoritos, a la mujer en sus labores, al aprendiz sin sueldo, a caciques y serviles, a marquesados y miserias. (Mi Apocalipsis 1)
Primer domingo de primavera. Algo es algo.
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El octavo ángel hace muy bien su trabajo y la apocalipsis no puede estar mejor descrita.
Nuestro tanto de culpa encima la llevamos y su tanto de arrogancia de ahí nos viene. Nunca cortamos sus alas inmensas, lo dejamos estar, así fue.
Solo han tenido que esperar este momento tan propicio, tan entre zozobras, para activar sus redes internacionales y locales y hacerse presentes, ya sin máscaras, sin secretos. Y aquí están, Dispuestos a recuperar la pequeña parte de lo que es suyo que les arrebató la democracia: lo quieren todo. Y parecería que estamos dispuestos a devolvérselo de buen grado, porque no sé cuanta gente está verdaderamente en esta clave tenebrosa.
¡Gracias, amigo! Completamente de acuerdo contigo.
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Mi madrina tiene noventa y un años. En las elecciones de dos mil diecinueve me dijo: voy a votar a Sánchez porque me ha subido la pensión decentemente, no como el barbas ese de Rajoy. Íbamos los dos paseando por la calle, me lo dijo en voz baja. Su marido tenía un listado pulcramente escrito de los ciudadanos fusilados por los falangistas, incluido su hermano en su pueblo, repito: me lo dijo en un susurro.
En el transcurso de mi vida he sido testigo de dos, digamos variedades, del franquismo. Uno mis amistades, ocho hermanos, hijos de un héroe del Alcazar de Toledo con la laureada de San Fernando. No le fué nada mal en la vida todos sus hijos tienen carrera universitaria y son funcionarios del estado en el campo de la educación. Esos ocho hermanos a su vez han tenido hijos.
Mi trabajo; uno de mis jefes era el director del Montepio de funcionarios sindicales, combatiente como oficial en la división azul etc etc
Otro de mis jefes, el principal, siempre con el típico bigotito fino de alférez provisional, funcionario del INP, tres hijos, uno notario, otro economista del BBVA y una hija casadera, como debe ser. Un excelente jefe, por cierto. Si me dijeran que características debe tener un jefe, diria su nombre.
Mi trabajo ha transcurrido en dos Colegios Profesionales y una federación deportiva, los tres cortados por el mismo patrón.
Que quiero decir con todo esto; las raices son tan tan profundas que se necesitarían muchas generaciones para deshacernos de esos cruzados que mencionas.
Actualmente toda esa gente, sus herederos, han hecho reset, se han quitado aquellas famosas chaquetas de «demócratas de toda la vida» y vuelven el azul con el yugo y las flechas en «colorado» cuando rojo era una palabra prohibida. Donde se ha visto que esos «comunistas de mierda» lleguen al gobierno y tengan poder. Para eso «ellos» ganaron una guerra y pergreñaron una transición ejemplar en la que perdonaron a los rojos.
Mi jefe, por cierto, tenía mucha amistad con el inventor de la ley de Reforma Política que inició la transición. Era director general de registros y del notariado, he dicho que tenía un hijo notario. Ese era lo común, hijos de esos funcionarios que acapararon toda la administración durante la dictadura, que dieron acceso a la universidad a sus hijos y éstos opotaron a diferentes puestos de la administración, notarios, jueces, fiscales, abogados del estado, registradores y todo lo que hubiera.
Ten en cuenta que las ideas, en general, se maman en casa y que los hijos de los «rojos» no accedieron fácilmente a la universidad hasta la lkegada del primer gobierno socialista.
Esta semana he leido un libro: Donde nadie te encuentre de Alicia Giménez Bartlett. Dedicado a los maquis del segundo decenio de la postguerra española, el libro bueno, el tema una pena, no es spoiler decir que no acaba muy bien. El siguiente que he agarrado es Revolución de Pérez Reverte. He salido de la sartén para meterme en el fuego.
Los dos tienen un factor común, españoles que delante de su nombre llevan un título y apellidos compuestos y como agua que aglutina todo eso están, en el primer libro, esos que llevan uniforme verde oliva y en el otro incluso es mas complejo, criollos o españoles de Mèxico, españoles de España, explotación extrema, tiendas de línea y el que siempre se vende por diez pesos. La tropa de los cruzados que igual te pone una bomba en una revista satírica que te ssesina unos cuantos abogados «rojos».
Esa es nuestra historia vista desde mi propia experiencia vital. Ojo que los socialistas no le hacían ascos. Conocí a Rubalcaba cuando era director de Educación. Hizo buenas migas con uno de mis jefes, jefe de protocolo del CSD. Después éste se marchó con el equipo de la vicepresidenta econòmica del gobierno de Zapatero Maria Teresa Fernández de la Vega.
Aún es vicepresidente del Colegio.
Imagina un cuerpo con toda su fontanería, venas, arterias, nervios, médula. Extrapola eso a nuestro país. Imagina que y quién circula por esos conductos.
Feliz domingo, abrazos.
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Así lo imagino. Así lo conozco. Así lo sé. Hijos de los hijos con su prebenda en el bolsillo de la chaqueta cruzada, ocupando por derecho natural los lugares que les corresponden, sin necesidad de ascender en el escalafón social que, también por derecho, está en la cúspide.
Generaciones taponando la economía, la prelatura y la Administración, permitiendo al juego democrático hacer sus pequeñas tonterías para evitar el pánico y esperando su momento para ejercer lo que es su derecho. Ellos no ganaron la guerra: se la dieron ya ganada y heredan su posición para preservar su especie.
Son ellos. Están ahí. Metidos en el Yunque, en Hazte Oír (aunque es lo mismo), en Abogados Cristianos (aunque es lo mismo), en el PP y en Vox (que también son lo mismo). Nunca se fueron. El daño es inmenso. Y nunca dejaron de hacerlo. Pero ahora acarician la ocasión de recuperar lo poco que la democracia les hurtó.
Y la van a aprovechar.
¿Cómo logran engañar a tantos durante tanto tiempo? Ese es su valor. Y no tiene precio. O, por decirlo mejor, tiene un precio altísimo. Y lo vamos a pagar nosotros.
GRACIAS, AMIGO
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