Al momento de cerrar este comentario, Joe Biden se configura como el presidente electo de los Estados Unidos de América.
Si se logra que las instituciones funcionen correctamente, tomará posesión el 20 de enero de 2021, fecha esta que la Constitución más vieja de la democracia planetaria establece para tal evento.

Si es que se logra, porque a Donald Trump le quedan, a saber, al menos dos ‘derechos’ por ejercer: el derecho al pataleo (inocuo aunque molesto donde los haya), y el de emponzoñar al máximo posible el recuento electoral. El objetivo: llegar al 14 de diciembre sin los resultados confirmados a base de llenar de recursos los tribunales de Justicia de cada uno de los estados en denuncia de corrupción, de manipulación en el recuento, de fraude en el voto por correo.
Ha sido su principal eje de campaña: ‘el voto por correo va a ser un fraude’. Mi madre hubiera dicho que eso es ponerse la venda antes de la herida, pero Trump ha ido mucho más lejos. Ya se había ocupado de dejar al servicio postal sin la financiación adicional por la pandemia (25.000 millones de dólares) que necesitaba para gestionarlo y de anular la partida extraordinaria negociada con los demócratas para promover el voto por correo, que pretendía evitar a los estadounidenses ocasiones de contagio. También esto le importaba un huevo.
Ese 14 de diciembre es cuando ha de reunirse el Colegio Electoral. Lo forman los compromisarios elegidos en las votaciones del día 3 (el primer martes de noviembre de cada cuatro años). Se designa un número de compromisarios por cada estado, que va desde los 55 de California, hasta los 3 de los menos poblados, como Vermont, Wyoming, Montana o Alaska. Y es en cada estado donde se deciden las normas que rigen las elecciones: plazos, recuentos, validez de los sufragios… Y es el Tribunal Supremo de cada estado quien interpreta después en vía de recurso su correcta aplicación en un proceso que, aunque parezca mentira, culmina con la elección de un único presidente para todos ellos.
Si Trump logra que para el 14 de diciembre no estén confirmados la totalidad de los compromisarios, se iniciaría un tortuoso camino hacia la Presidencia con muchas posibilidades de reelegir al candidato que defiende el título. Así es el delirante sistema de elección del presidente del Estado más poderoso del mundo. (Baste para confirmar cuanto digo la controversia entre Al Gore, ganador de hecho de las elecciones de 2000, y George W. Bush, que fue declarado, sin embargo, ganador en la chapucera resolución de un recurso que interpuso ante el Tribunal Supremo del Estado de Florida.)
Así que Donald Trump clamaba ¡Parad de contar!, cuando la tendencia de las encuestas, que apostaba por Biden, empezaba a confirmarse por los datos del recuento. ¡Parad de contar!, cuando Joe Biden comenzaba a perfilarse como ganador no solo en votos directos (le saca esta mañana más de cuatro millones), sino en compromisarios de los estados que compondrán el Colegio Electoral. ¡Parad el recuento!, convencido de que las instituciones se plegarían a su mandato como han venido haciendo desde que en 2016 se impusiera a Hillary Clinton (a pesar de que esta le sacó tres millones de votos de ventaja).
Xenofobia, sexismo, machismo y ahora ya negacionismo. No de la pandemia, que también, sino del proceso electoral y del normal funcionamiento de las instituciones del país. ¿Le importa algo dejar en ridículo a su Administración? ¿Cuestionarla hasta ese punto? America… ¿first?
Donald Trump es un tipo muy malo (del verbo ser malvado).
Y la democracia más avanzada del mundo no tiene herramientas para combatirlo. Su viejísima Constitución está escrita cuando no había ordenadores, no existe un censo electoral estable (los ciudadanos tienen que ‘apuntarse’ para poder votar), en cada estado se tiran millones de votos a la basura, porque el que gana en cada uno se lleva a todos los compromisarios que tiene asignados, sin siquiera aplicar una suerte de regla D’Hondt (de la que tanto nos quejamos) para repartir proporcionalmente los votos electorales según los resultados.
En la democracia más avanzada del mundo tardarán aún días (y ya llevan cinco) en poder determinar quién ha ganado las elecciones presidenciales. Larga noche electoral.
En el país más poderoso del mundo, los comercios de las grandes urbes bunkerizan sus escaparates por miedo a revueltas callejeras ante el veredicto de las urnas, los partidarios de un candidato pueden acudir armados con fusiles de asalto a las sedes electorales, el presidente puede gritar a voz en cuello ¡Parad el recuento! Y nadie sabe detenerlo. Las televisiones interrumpen avergonzadas su intervención en directo: miente sin pudor, difama. Y se avergüenzan porque EEUU jugaba a ser el guardián de las esencias, el que interviene (incluso militarmente) países por falta de limpieza en sus procesos electorales, el que envía observadores que verifican resultados y sanciona a los estados que juzga poco democráticos. Y, de repente, el presidente lo presenta ante el mundo como una república bananera, cargándose en una noche toda la legitimidad de la que Washington, sin que nadie se lo hubiera pedido, se ha autoinvestido históricamente como mantenedor del orden democrático mundial.
El gran antiamericano dejará la Casa Blanca.
¡Parad el recuento!, bramaba. Y algunos dirán ¡pero no se paró! Y a mí se me ocurre… ¡mandaría cojones!
El dibujo es de mi hermana Maripepa.
Ojala y sea asi, que deje la casa blanca, que yo no lo tengo tan seguro, el señor trump es capaz de todo hasta mandar sicarios si hace falta , parece mentira que en el pais mas poderoso del mundo la democracia no exista es una dictadura encubierta, por que si ahora el loco de la colina va al tribunal supremo y el tribunal a sus ordenes dice que es un fraude, sin argumentos ni pruebas que asi lo demuestre lo seguimos teniendo de presidente y ahora con mas mala leche, espero que la cordura triunfe y no sea asi, creo que se deberian de pensar los americanos en una reforma de la constitucion para los momentos en que vivimos, por que si no locos de este calibre que ademas son los que mandan en la humanidad siguen, apañados estan los americanos y los demas por lo que nos salpique, que opinará nuestro amigo Abascal ¿ que es un fraude? me gustaria saber su opinion.
Espero que los reyes magos nombren presidente a el señor Biden.
Buen domingo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Lo reyes magos nos traerán a Biden, o eso parece que sería lo razonable.
Estos defensores a ultranza de las constituciones hacen más mal que bien a los pueblos. Las normas se quedan viejas porque las realidades cambian y las normas se tienen que saber adecuar a sus necesidades.
De todas formas, contra personajes de esta naturaleza no hay norma que se sepa defender. Nadie piensa en que alguien pueda llegar a los niveles de deslealtad que, por ejemplo, el PP… y por eso no se prevé que puedan hacer tanto daño. Es un buen ejemplo la paralización de la Justicia en manos de un desleal como Casado y otro mejor la destrucción del prestigio de un país en manos de un desleal como Tump.
En fin, algo ha funcionado y se va.
Se va el antipatriota más tremendo que ha pasado por los EEUU. Un triunfo para el mundo.
Un abrazo, Juan Carlos. Esperemos que cunda el ejemplo y los especímenes como él que siguen gobernando por ahí se vayan yendo a sus casas.
¡¡GRACIAS!!
Me gustaMe gusta
Y llega un rayo de esperanza…., casi cuando no se esperaba!!! El camino es seguramente, aún difícil epro al final algo de luz se vislumbra.
No creáis que pienso que un democráta en la Casa Blanca es el acabose del progresismo, pero si creo, y crucemos los dedos, que la presencia de esta nueva pareja en el gobierno de EEUU es un respaldarazo para la moderación, no sólo en ese país sino en el conjunto de las democracias, espaldarazo que buena falta estaba haciendo.
Alivía, también, no sólo a los conservadores americanos, por lo que de freno supone al populismo, al que, sin embargo, seguirán teniendo como perro presa, pero al que, al menos, le habrán acortado la cadena (eso sí con nudos para poder ir desatándolos).
En lo más visceral, alivía saber que ya no tendremos que, en primer lugar, ver ni oír ,por lo menos no continuamente, a esa especie de fantoche que ha gobernardo su país y ha pretendido (o lo ha hecho) al resto del mundo, con su boca de piñon, con ese tono rídulo de voz y ese peinado esperpéntico (¡que la imagen tambíen cuenta!), ni , por supuesto, leer toda su misogínia,su racismo, su soberbia, su egolatría,… Alguién que representa un río de ideas que se extienden por el mundo como el chapapote.
El problema en realidad no es él y sí quienes lo siguen y lo van a seguir haciendo. Los que se sienten representados por sus barreras aduaneras, con el levantamiento de un muro contra inmigrantes, a favor de la expulsión de los indocumentados o toleran sus agresiones sexuales a las mujeres y las burlas a los discapacitados, los negacionitas del covid y a los elegidos por su dios,
Hay, por tanto esperanza, quizás no mucha, pero la hay, setenta millones de votos y cfreciendo son muchos votos, ha consolidado su base, seguramente en ellas no importa el advenimiento de ideas reaccionarias, segregacionistas, racistas, que . visto de Europa, nos devuelve a la Edad Media, eso por lo que aquí ya pasamos de que siempre haya un otro en quien depositar nuestros temores (judíos, árabes,…) a partir de la cosmovisión que se tiene del mundo. Esa transferencia de las frustraciones Trump remachó el clavo sobre todo aquello que viene a robarles el trabajo a los estadounidenses. Le creyeron. Lo siguieron. Lo votaron. Y ganaron con él. Lo increíble es que enfrente se paralizaron las potenciales víctimas de la política que ha querido llevar adelante. Los inmigrantes con o sin papeles, los negros que no salieron a votar, los trabajadores desempleados, las mujeres…. . Algo de todo esto se ha revertido y, aunque tímido, es un comienzo.
La transición será dolorosa, primero porque el partido republicano no sabe aún que cartas jugar (seguramente tendrá mucho que ver como queda el juego de mayorías en el Senado), lo segundo, porque, Trump, no sólo se juega la presidencia sino su suerte en los tribunales y de lo que eso sigunidfica no tienen que contarnos nada que sabemos mucho en nuestro país.
Entre tanto da igual el sistema democrático, las instituciones, las garantía públicas, el derecho de los ciudadanos, el rídiculo como país que produce estupor por ser el que es y lo que todos nos estamos jugando.
El trumpismo seguirá pero los voceros, seguramente, irán poniendo los focos en otros lados, pèrdera imagen pública y cuatro años dan, sino para lavar si para darle un enjuague a esto, En eso tengo esperanza….
En tanto, crucemos los dedos, pongamosnos tapones en elos oidos y lleguemos al 14r de dieimbre que aún queda lejos.
Un abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Lo pensaras o no, otras veces uno no se cagaba en los negros, ni en los inmigrantes, ni en las personas con discapacidad. En las mujeres sí, pero esta es otra historia.
Seguramente, la esmerada educación religiosa que en cada parte del mundo, la humanidad había ido recibiendo, nos conducía a esa suerte de caridad íntima que nos permitía únicamente compadecernos de ellos y, sobre todo, de ellas.
Quienes verdaderamente creíamos en aquellas ideas básicas: igualdad, libertad, justicia social, cada una en la medida en que cada uno intelectualizábamos, no teníamos que soportar el odio manifiesto a las clases desfavorecidas, la aporofobia, que sabíamos que existía, pero estaba latente.
El tumpismo, la ‘derechita valiente’, ha venido a resolver ese silencio que tanto relajaba las relaciones sociales: ya se puede odiar a los negros y decirlo abiertamente, se puede detestar a los inmigrantes, se puede decir en alto ‘que se jodan los parados’, y se puede hacer bandera de toda aberración que subyaga en el pensamiento íntimo de cada cual. Ya se pueden utilizar como eslóganes las atrocidades más sangrantes, porque somos valientes y decimos lo que pensamos.
Horror: son muchos, muchísimos quienes lo piensan, 70.803.881norteamericanos lo avalan a esta hora de la mañana, hora peninsular.
El trumpismo, el ultraderechismo, ha hecho fortuna y, como el SARS-CoV-2, ha venido a quedarse en esta sociedad que no contaba con los medios para defenderse de él.
La ley que condena el franquismo es de 2020. Valga como resultado final de un proceso que nos lleva a defendernos de la ignominia, porque hasta aquí no hemos sabido.
¡Dios salve a Joe Binden! Un señor que solo era conservador y que, delante de la incoherencia del medio, parece un libertador. ¡Dios salve a Kamala Harris! Una negra de orígenes indios que nos llevará de la mano por el camino del entendimiento.
El trumpismo durará. Se ha blanqueado la ignominia en el mundo entero.
Pero queda la esperanza.
Muchísimas gracias por tu reflexión, José Ricardo.
Un abrazo fortísimo.
Me gustaMe gusta
Hay veces que llegar tarde aporta ventajas.
Trump ha recibido 71 millones de votos, a pesar de que republicanos como George Bush junior (que tambièn era fino) habrìa votado a una cabra antes que a Trump. No hay que perder de vista ese item.
A estas horas, segun titular de El Periódico, las demandas de Trump se desinflan.
No te preocupes, la Constitución también dice que el garante de la democracia es el ejército. Osea, si Trump se niega s abandonar la Casablanca el ejército lo saca de allí.
Quédate con esta imagen: dos vigardos con el uniforme de infantería de marina sacando cada uno de un brazo, en vilo, despelucado y agitando las piernas en el aire a tu querido «amigo».
También ayer llegó la primera noticia de que ya hay una vacuna casi lista. Una hecha, por cierto, con la colaboración de una star up alemana creada por una pareja de hijos de migrantes turcos, que cosas tiene la vida. Imagina a Mohamed (Jaime/Santiago) Abascal poniéndose las dos dosis junto a su amigo Salvini.
Feliz semana
Abrazos
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Paradojas de la vida! Dos turcos en Alemania salvando a la humanidad… No está nada mal.
Por cierto ¡que falta de todo! Se me había saltado tu comentario… no lo he visto hasta ayer, cuando preparaba el post de esta mañana. Mil perdones.
En fin, a estas horas el presidente del país más poderoso de la tierra (¿?) está soñando con que lleguen las 10:00 am hora local para irse a jugar al golf. Los hoyos presidenciales le esperan.
No sé si serán dos marines los que lo saquen a rastras de la Casa Blanca. Lo que sí me temo es que su destino será San Quintín, a juzgar por lo que se está jugando (de su vida privada) al abandonar la inmunidad de la que goza hasta el 20 de enero.
Gracias con mucho retraso, amigo. Seguro que hoy nos volvemos a ver…
Fuerte abrazo.
Me gustaMe gusta