¿A cuántas personas trans conoce usted?
En realidad hay muy pocas ¿a cuántas conoce?
Y ¿ya sabe que todas ellas están en un error?
¿Todas? O ¿a lo mejor no todas, pero sí una inmensa mayoría?
Y si usted no conoce a ninguna persona trans, ni ha vivido sus complejidades, ni se ha enfrentado con el drama de una niña que se siente niño y que a los nueve años ya se ha dado cuenta de que ha nacido dentro de un cuerpo equivocado, ¿con qué derecho se siente para opinar sobre cómo debe ser su vida, su futuro?
¿Qué le pasa en la cabeza? ¿Cree de verdad que los designios del Señor son inescrutables y que la ciencia no puede intervenir sobre ellos? No debió operarse esa dolorosa apendicitis con la que el Señor le premió, ni permitir esa mastectomía que le salvó la vida.
¿Qué consagra la ley trans que tanto agrede a sus principios éticos?
En realidad nada que no hayan normalizado ya 15 de las 17 comunidades autónomas en el ámbito de sus competencias (sanidad y educación). Sí, también las de Murcia y Madrid. La libre elección de sexo.
La confrontación entre los socios de Gobierno tiene que ver con las condiciones en las que un nuevo derecho tiene que regularse: si ya puede elegirse libremente el sexo en la cartilla sanitaria o en el expediente escolar, ¿cómo ha de hacerse para que de igual manera se pueda elegir en el carné de identidad?
Las feministas clásicas (los sectores feministas del PSOE) han hablado del ‘borrado’ de las mujeres, molestas por la facilidad con la que cualquier mujer podría decidir constar como hombre a todos los efectos sin más requisito que su propia voluntad. Molestas también, supongo, porque cualquier hombre pueda, sin más que desearlo, convertirse en mujer sin determinadas garantías.
Razonable.

Pero ¿quién pretende, con esta ley, borrar a nadie? ¿No se podrá acaso continuar con la lucha por la igualdad efectiva entre hombres y mujeres (como brillantemente han hecho y siguen haciendo las feministas) conviviendo con un derecho más que afecta, precisamente, a minorías que desde que el mundo es mundo vienen sufriendo la intransigencia frontal de los segmentos más casposos de la sociedad?
Unidas Podemos (redactoras y ponentes de la ley) lucha por universalizar el derecho sin cuestionamientos morales y, sobre todo, sin requisitos médicos o científicos que lo cercenen.
También razonable. Más que razonable.
Piénsese que la OMS descolgó la disforia de su catálogo de enfermedades allá por el año 2018, en la comprensión de que nada de enfermizo había en la simple circunstancia de que una persona se sintiera en un cuerpo equivocado. Eso aleja de los requisitos para proceder a la elección del sexo sentido cualquier tipo de diagnóstico que certifique una patología que, en realidad, no existe. Y, partiendo de ahí, de la no necesidad de llevar un tiempo determinado hormonando el cuerpo para garantizar la ‘seguirdad’ de la decisión que ha tomado, solo falta definir qué requisitos han de acompañar la manifestación de la voluntad de la persona que quiere vivir ante la sociedad y ante sí misma con el sexo diferente a ese con el que nació.
Requisitos.
Mejor cuantos menos. Mejor cuanto más fácil, cuanto más útil, cuanto más directo, cuantas menos trabas administrativas tenga que sortear una persona de la que sabemos con certeza que ha tenido que superar ya demasiadas adversidades.
Las posiciones se van acercando porque, finalmente, el PSOE ha abandonado esa posición cerrada a la libertad de elegir.
Un juez tendrá que velar por los intereses de chicos y chicas de entre 12 y 14, o de entre 14 y 16, a partir de 18 ya nada. Se estudia a partir de qué edad el consentimiento de los padres no será preciso… (importa tener muy en cuenta que no todos los padres se avienen de buena gana a aceptar según que decisiones de los hijos so pretexto inmadurez o por simples prejuicios morales más propias de otro siglo). Se acabaron diagnósticos y tratamientos.
Habrá acuerdo.
Unidas Podemos habrá hecho un trabajo magnífico convenciendo, ampliando, abriendo. El PSOE habrá contenido algunas pretensiones para adecuar el derecho a vivir con el sexo sentido a los requerimientos de una sociedad que arrastra todavía algunas lacras religiosas y miedos al ‘qué dirán’, cuando no algún punto de transfobia, homofobia y otras patologías (estás sí que lo son) del estilo.

Y habrá derecho.
Uno más que sumar al del divorcio, al del aborto, al del matrimonio igualitario, al de la eutanasia, al del salario mínimo vital, al del soporte a la dependencia.
Y no va a pasar nada. No va a haber legiones de chiquillos queriéndose cortar la cola para entrar en el baño de las chicas, ni muchachas y muchachas impidiendo el crecimiento de sus mamas. No va a pasar, ni más ni menos, que las personas van a poder vivir de acuerdo consigo mimas. Nada más. Y nada menos.
¿No siente el orgullo de ser parte de una sociedad que avanza en dignidad?
Habrá derecho.
Los dibujos son de mi hermana Maripepa.