El dato da pavor.
Discúlpeme que interrumpa su mañana con un tema tan menor, hoy que discernimos sobre cosas de tanta enjundia como la maternidad de una señora que ronda los setenta o las declaraciones abrasivas de nuestros exdirigentes políticos sobre la desunión de la izquierda.
Que mil millones de personas vivan en regiones con escasez de agua en este 2023 y que el dato se vaya a multiplicar por tres y medio (hasta los tres mil quinientos millones) en apenas dos años (2025), según el World Resources Institute, da pavor.
A casi nadie se le oculta que el asunto deriva en primer término de las consecuencias devastadoras del cambio climático y, para continuar, del uso irresponsable que hacemos del agua.
A casi nadie.
En este contexto mundial es imposible no recordar aquella sesuda reflexión de Mariano Rajoy que, citando a su primo el científico (se refería a José Javier Brey Abalo que es catedrático de Física Teórica de la Universidad de Sevilla), se preguntó que, si convocando a los diez científicos más importantes del mundo, no se podría predecir con el 100% de posibilidades de acierto el tiempo que haría al día siguiente en Sevilla ¿cómo alguien iba a predecir lo que sucedería dentro de 300 años en el globo terráqueo?
Esta suerte de negacionismo hizo fortuna, de tal manera que al conservadurismo de nuestro país (al conservadurismo neoliberal en el mundo, en realidad) le produce una sonrisa displicente cualquier manifestación al respecto, cualquier propuesta o ensayo de medida que pretenda racionalizar el uso del agua. No es asunto menor. O, como el propio Rajoy diría, es asunto mayor.
El caso es que el cambio climático ya vive aquí. Mirar para otro lado (hacerse un Rajoy) es simplemente una necedad.
La racionalización del agua del grifo, del agua de consumo humano tiene sus efectos, claro está. Pero el uso racional del agua en la industria y en la agricultura y los acuerdos a los que se trata de llegar en los foros que se ocupan del particular (piénsese en la Conferencia de la ONU sobre el Agua 2023, celebrada este marzo) acarrean consecuencias no queridas para la economía.
Y eso sí que no.
No generan titulares de telediario. Ni siquiera documentos jurídicamente vinculantes. Sabemos que estamos metidos en un lío de cojones, pero será mañana cuando abordemos el asunto con más seriedad. O pasado. Hoy no toca.
Y ahora viene lo de Moreno Bonilla. Porque en esta fecha, cuando abordamos las consecuencias del invierno más seco de cuántos años se guardan registros y nos encaminamos al verano más caliente previendo una primavera sin lluvias, el Gobierno de ultraderecha de Andalucía decide hacer un guiño a los agricultores de la comarca de Doñana promulgándoles una Ley de Regadíos que permitirá ampliar en más de 750 las hectáreas regables dedicadas al cultivo de frutos rojos (entre otros) y la legalización de las captaciones clandestinas que pinchan el acuífero 27 (la Unidad Hidrogeológica Almonte-Marismas), poniendo en riesgo el futuro del sistema de lagunas del Parque Nacional.
A Moreno Bonilla le importan un huevo las consecuencias de su ley, ya sean ambientales, jurídicas o disciplinarias (España se enfrenta a graves sanciones económicas por el descuido del Parque). Lo que realmente está sobre la mesa del Consejo de Gobierno que preside son 79 concejales de los municipios de Almonte, Bonares, Lucena del Puerto, Moguer y Rociana del Condado, que tienen la feísima costumbre de votar izquierda en las municipales. Y estas se acercan. Nótese que 79 concejales pueden hacer que se mueva hacia el Partido Popular el gobierno de la Diputación Provincial de Huelva.

Y lo del cambio climático… pues pa’qué.
Hay agua en el grifo. Este verano también vamos a llenar la piscina. El jardín… No es un problema: aún los nenúfares flotarán sobre la charca que lo adorna y la fuente cantarina amenizará las tardes. Todavía no es un problema. Cuando lleguemos a ese río y tratemos de cruzar ese puente, el puente ya no estará. Pero no importa demasiado, porque tampoco habrá tal río.
Usted y yo, de momento, tan contentos. Los regantes de Doñana, todavía más. Moreno Bonilla, exultante.
Y ahora hablemos otro rato de la señora esa mayor que se ha hecho parir un bebé.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.
Es bastante más importante hablar de esa señora mayor que es abuela y madre a la vez , el problema del agua es menor, la sequía que nos acompaña no es nada, cosa sin importancia, ruina en la agricultura, ruina en la ganadería, y de paso subidas importantes en los precios básicos para la compra diaria, una de dos o nos ponemos las pilas o aquel o aquella que puedan pagar el agua más cara que la gasolina podrán beber los demás tendremos que criar cactus para poder mojarnos los labios , ? Tendremos que sacar Los Santos en procesión?? O tendremos que bailar la danza ee la lluvia india?, estos dos métodos son los más económicos lo demás cuesta enterarse . Buen domingo
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Abogo por la danza india: al menos haremos lago de ejercicio.
Pasear santos es otra opción, claro. Porque hablar en serio del asunto parece que aún no es procedente.
Mucho tendremos que cambiar nuestra forma de estar en el mundo, muchos recursos naturales tendremos que dejar de esquilmar, mucho carbono tendremos que dejar de estampar contra la capa de ozono para que la situación revierta.
Y eso toca los cimientos mismos de la economía que conocemos y que nos van a dejar conocer.
Así que… Santos o danza de la lluvia. No queda otra.
GRACIAS, AMIGO
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Se lo resumo en modo PP-Vox: «Esto pasa por haber echado p’atrás el Trasvase del Ebro, un río que desperdicia el agua desembocando en el mar en vez de en Murcia, Almería y aledaños«. No falla. Cuando se habla de sequía siempre se vuelve a lo mismo. Cualquier cosa en vez de reconocer que los efectos del cambio climático y el uso abusivo de los acuíferos están causando estragos (y lo que te rondaré, Moreno Bonilla). Y me temo que encomendarse a la Virgen de la Cueva (Que llueva, que llueva!!) ha dejado de ser una opción. Para más inri, tampoco la pequeña Obregón ha llegado con un ejército de nubes adiposas bajo el brazo…
Salud, compañero.
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A la virgen de la Cueva el asunto le ha pillado de ‘moscosos’, por lo que se ve. Ya no quedan funcionarias como las de antes.
Desviar la atención para procastinar las decisiones siempre es una técnica, pero en este caso lo de la resiliancia va a sonar a broma.
¡Agua! Es cosa de Dios. Y lo que el hombre destroce, que nos lo repare la Divina Providencia, que para algo está (digo yo).
El paradigma Moreno Bonilla se estudiará en los libros de antropología cuando toque la lección de aberraciones humanas contra el planeta.
Será en el segundo ciclo, que para los niños es demasiado traumático.
Abrazo enorme.
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Por circunstancias familiares pasé dos años casi viviendo en el Jimenez Díaz. Allí en los baños había un modelo de inodoro y mochila de Roca (dama) que era el mismo que tenía en casa (1998). Esta mochila tiene un mecanismo de descarga para ahorrar agua. Pero tiene un fallo, no es de esas con el botón partido, la pulsas y descarga, vuelves a pulsar a los dos segundos y se para. Claro si no conoces ese modelo vacía toda la mochila. La gerencia del hospital no consideró importante poner una breve explicación del funcionamiento.
Pequeños detalles cono ese. ¿Llenar piscinas? para qué. El agua se analiza, se limpia y se trata.
Más detalles, hay montones de sistemas para usar el agua de forma adecuada. Por cierto, un estudio reciente decía que los barrios ricos consumen mas agua que los pobres. Se han herniado haciendo el estudio. Mis vecinos de la derecha, izquierda y enfrente, tienen piscina y césped. El de la derecha tiene unas preciosas arizónicas de tres metros que también chupan lo suyo.
Ya pagamos un euro o seguramente más por una botella de 33cc y no nos escandalizamos. En el Four Sesons cuesta once euros.
El agua es la que hay ni mas ni menos. Quizás en tu café de ésta malana está el agua con que limpiaban el caballo de Julio Cesar.
Aquella famosa cifra de ochenta y cuatro millones de turistas, imaginalos cepillándose los dientes cuatro veces al dia. El turismo está bien pero que sean muy guarros y no se bañen.
Éste planeta nuestro que mal llamamos tierra y deberíamos llamar agua. Bueno ahora ni una cosa ni la otra, se debería llamar plástico. Es el factor común que se encuentra en todo el planeta.
Gerras por el agua, creo que siempre ha habido, los altos del Golan es un buen ejemplo. El humano siempre se ha establecido al lado del agua, los animales también y siempre ha sido motivo de disputas.
A las empresas tecnológicas están empezando a darles un toque, sus grandes servidores refrigeran con agua dulce y consumen mucha nucha agua. La huella de carbono está llamsndo a su puerta, tranquilos, ésto también lo pagaremos todos.
Los portátiles ya usan discos duros
SSD, mas les vale ir ampliando esa tecnología. Aunque los procesadores no hay quien los salve. Mil grados centígrados, tiene que haber alguna forma de que sean útiles energéticamente.
El agua es sinónimo de riqueza. También es muy violenta cuando quiere, no hay fuerza que la supere. Viví una inundación en 2004 en la Costa Brava y aquello fué increible.
Recuerda el Catrina en Nueva Orleans o el maremoto de Japón.
Como escuché a un científico hace poco, tratar con cariño a los ríos, ese es el secreto.
Feliz domingo ¡¡ A disfrutar de la piscina !!
Ah… De Moreno Bonilla no digo nada, el, Bendodo, Díaz y Feijóo los tengo mas aborrecidos que los yogures.
No obstante el 42% de andaluces que por dos veces no fueron a votar qué esperaban ¿Gente honrada?
Abrazos.
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Y luego ya lo de los frutos rojos, que suponen una riqueza difícil de comprender y no hay que dejar escapar.
En fin, agua, agua, agua. No sé si la doméstica daña tanto. El ganado, las hortalizas, los frutales, la industria… Agua. Petróleo sin refinado, barata, gratis a veces. y… de ellos.
También de ellos.
Lástima.
Abrazo fuerte
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Se os olvida el mejor de los hechizos para que llueva: lavar el coche. Es infalible.
El negacionismo sobre todo aquello que no interesa a nuestro bolsillo o perturba nuestra intención de voto es el pan de cada día, máxime en la política pero no sólo en sus círculos, está en la calle. Burlas a los ecologistas (que se lo digan a la pobrecilla Greta Thunberg, lástima de chiquilla), gestos de desdén cada vez que surge un tema “verde” que nos incomoda, son tan frecuentes como la cervecita en la terraza del bar.
Y mira que la Tierra nos da señales, pero nada, seguimos erre que erre, consciente e incluso intencionadamente miopes. “Leemos mal el mundo y decimos luego que nos engaña” (Rabindranath Tagore).
Y siempre está la maldita pela por medio, la economía mal entendida, el capital por encima de todas las cosas y de todas las personas, el sacralizado y venerado negocio.
El 55% del abastecimiento de agua en España se encuentra en manos privadas. Dentro de ello, el 87% está gestionada por dos únicas multinacionales: Agbar, filial de la francesa Suez, y Aqualia, propiedad de FCC y de un fondo de inversión australiano.
(lamarea.com)
Pero esto no ocurre sólo en España. Ojalá. Tendría solución.
En Alemania y en Europa, las bonitas promesas relacionadas con la privatización del sector del agua no se han cumplido. La calidad de las canalizaciones no ha mejorado. El precio del agua y de las tasas para la eliminación de las aguas residuales suben paralelamente a los gastos de los hogares y al número de empleados del sector sin trabajo.
El precio del agua ha subido desmesuradamente desde que está en manos privadas, pero el servicio no es mejor.
(Made for minds)
Conclusión: El agua que tomamos no es un bien público.
Y esto, que es muy serio, en la terracita, con una caña en la mano, se tildaría, entre risitas, de palabrería verdiroja.
Todo nos lleva al mismo pensamiento: el sistema no funciona. Capitalismo sí, pero hay que domarlo. Como ciudadanos del mundo, al menos todo aquel que crea en la soberanía del pueblo, la de verdad aun con todas sus limitaciones, necesitamos que Doña Política mande sobre Don Dinero o que, al menos, no se deje revolcar por éste. Difícil tarea.
¿Qué ha sido del bien público? Se pregunta el filósofo Michael J. Sandel en su obra “La tiranía del mérito …”. Cuando nos lo preguntemos todos, quizá, comenzaremos a entender el problema y sólo entendiendo el problema puedes vislumbrar la solución.
En el camino, largo y angosto se me antoja, el oportunismo político (si es que no hay nada más) de los muchos Moreno Bonilla (Juanma Moreno parece ser que les gusta más a los populares) que hay por ahí nos pondrá la tarea más difícil todavía.
Y si a estos personajes, con tal falta de escrúpulos, añadimos la torpeza de otros, entre ellos nuestros legisladores, apañados estamos. Me refiero a la enorme torpeza de no haber incluido en la ley que protege nuestro patrimonio natural el mismo arma que se le concedió al Estado en la protección del bien cultural-artístico. Confiemos en Europa. Y, quién sabe,
en que los andaluces recobren el sentido común y manden al besavacas a hacer puñetas.
Saludos, amigos.
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La Ley lo señala. Y la Ley lo hace comercio. ¿Contradicción o misterios del Derecho?
Cuando la economía deje de serlo todo y dejemos de pensar con el ‘canut’ (con ese otro canut, digo), vano afán, a lo mejor podemos hacer del Derecho un bien común, como el agua.
Entre tanto es de ellos. Es de ellos. Hay poco más que decir.
Dentro de poco, de nadie. Y la que quede, más de ellos que nunca.
Va así, se ve.
¡¡Gracias, amigo!!
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