He aprendido en los años que llevo dando vueltas por aquí que el mayor problema de cada uno es, ni más ni menos, que el mayor de sus problemas.
Me intento explicar: el cáncer de hígado de un vecino de la escalera, que es un problema de índole mayor pues cada día lo vemos desmejorar y cada noche escuchamos sus lamentos, siendo infinitamente más importante, nos ocupa menos que las malas notas que ha traído Angelete este trimestre. Menos que el maldito uñero que nos agobia desde hace semanas porque está en un dedo de estos que parece que no sirven para nada pero que, una vez inutilizado parcialmente, nos jode la vida.
¿Estoy comparando yo un cáncer con un uñero? ¡Claro que no! Pero los problemas genéricamente considerados no existen y la relevancia que cada uno atribuimos a los que soportamos convierte en enormes los que para otros son nimios, simplemente, porque los tienen más gordos. Así que, concluyo, la importancia de los problemas es subjetiva. Tremenda y cruelmente subjetiva.
Y ahora, rigurosamente ahora, el problema es la vivienda.
Y me niego.
En diciembre de 2022, el 4,1% de los españoles lo consideraba como uno de los problemas principales del país. Los problemas políticos en general preocupaban al 23,2%, la corrupción al 4%, el paro al 27,9%.
El acceso a la vivienda es un problema desde que el tiempo es tiempo. Yo lo padecí, usted lo padeció (firmando hipotecas al 18%, recuérdese), lo sufrieron nuestros padres y lo sufren nuestros jóvenes, como así está mandado. ¿Quiero con esto decir que no es un problema? ¡En absoluto! Lo que intento decir es que cuando la dificultad en el acceso a la vivienda aparece en los informativos como el más perentorio que nos acosa es porque no tenemos otro mayor. Porque no tenemos terrorismo (que eso sí que era un problema), porque las pensiones crecen de manera razonable y se atisba un futuro creíble para ellas, porque nos alcanza para salir de vacaciones (que ha quedado bien de manifiesto en esta Semana Santa), porque la corrupción política nos la ha empezado a pelar, bien sea por el uso torticero que se ha venido haciendo de su publicidad, bien porque los casos que ahora van apareciendo (no así los que arrastramos de atrás) son más de opereta que demostrativos de un sistema podrido en sus entrañas (el asunto de tito Berni, todo lo más, mueve a risa).
De manera que toca vivienda. Y es magnífico. Pero sin alarmas excesivas, que la cosa no viene de ayer.

El neoliberalismo feroz que padecemos en Europa ha alargado, qué duda cabe, la edad a la que nuestra juventud se puede emancipar y en ello influye notablemente la carestía de la vivienda, ya sea en compra, ya sea en alquiler. No olvidemos que la crisis de 2007 se llevó por delante los ahorros de las clases medias depreciando hasta la insignificancia el valor de las casas que nos habíamos comprado, que pasaron, en términos generales, a valer bastante menos de lo que restaba por pagar de la hipoteca en la que nos metimos para conseguirlas. Pero, pasado el chaparrón (aquel durante el que consiguieron convencernos de que la culpa era nuestra porque habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades –que ya manda cojones–), el mercado (¿quién será ese ser avariento y despiadado?) vuelve hambriento a por nuestro dinero y nos pone por las nubes la opción de vivir dignamente.
Y ya estamos aquí.
PSOE, UP, ERC y EH-BILDU, esto es, el pacto de investidura excluyendo a PNV de momento e incluyendo a Yolanda Díaz que aparece en la ecuación, han llegado a un acuerdo en el Anteproyecto de Ley Estatal por el Derecho a la Vivienda que viene a implicar más a los poderes públicos en la puesta a disposición de vivienda pública asequible (en realidad mucho más) y a poner coto, tanto al hambre de dinero de los grandes propietarios de viviendas privadas, como a la desvergüenza de quienes disponen la venta a ‘fondos buitre’ de las construidas con dinero de todos.
No importa este domingo por la mañana analizar pormenorizadamente las medidas que el borrador propone, aunque está bien darle una vuelta a tipos jurídicos que innova, como el de ‘grandes tenedores’ o el de ‘áreas tensionadas’, que sirven para tratar desigualmente las circunstancias que son desiguales. Debe comprenderse que, ni el problema es el mismo en el Campo de Calatrava (Ciudad Real) que en Ibiza (Baleares) o en el área metropolitana de Barcelona, por poner algún ejemplo, ni es lo mismo el matrimonio que alquila su pisito de 65 m2 en Fuenlabrada porque se fueron a vivir al pueblo cuando ambos estuvieron jubilados, que el fondo de inversión que mueve en el mercado inmobiliario cuarenta mil viviendas que antes fueron de promoción pública.
¿Es lícito poner límite a los precios del alquiler? ¡Pues claro! Lo mismo que es lícito limitar por debajo el salario mínimo interprofesional, o por encima el precio del gas.
Y ¿es normal que la derecha se rebele contra el proyecto de ley? ¡Pues claro! El modelo que proponen o, mejor dicho, el modelo que tratan de perpetuar, se fundamenta en el único paradigma del beneficio empresarial. Viven de eso. Y por eso la propuesta que se les ocurre para paliar el problema se limita a subvencionar con una única entrega de mil euros a las personas que se lancen a comprar o alquilar (Feijóo no da para mucho más que eso y ofrecerle al rey emérito acomodo vitalicio en La Zarzuela si gana las elecciones, que problema con la vivienda le dice que no va a tener). Mil euros de dinero público para crear la ilusión de que está preocupado por el asunto, explicándole simultáneamente al mercado inmobiliario que, de ninguna manera, se va a ver compelido a restringir sus beneficios, que para eso está él aquí aspirando al Gobierno.
Y ¿cómo de electoral es la medida? La gran pregunta. Pues es tan electoral como todas las que se anuncian en períodos de elecciones. Se diría que solo se pueden hacer cosas cuando las elecciones quedan lejos. La ley de eutanasia no fue electoral porque no había cerca convocatoria alguna. Ni parece que lo fuera el pacto por las pensiones.
Esta ley pretende ser el quinto pilar del estado del bienestar: sanidad, dependencia, educación y pensiones son los otros cuatro. Esta viene en año de elecciones… pues…
Bueno, pues ¡bienvenida!
El dibujo es de mi hermana Maripepa
Aunque parezca menor, no lo es la posibilidad de acceso a una vivienda, para esa pareja que la necesita es un mal mayor , pero solucionar la vivienda a esa pareja en en municipio con alta tasa de despoblación tiene doble beneficio uno a la pareja que la libera del problema y al municipio que poco a poco aumenta población, la muerte de esos pueblos si es muy importante y la salvación pasa por la vivienda , sin quitarle la importancia a lo más grave, guerras , canceres etc.
La corrupción? No preocupa , si fuese preocupante se le pondría solución, caso reciente, el señor despistado de Paco Nuñez que acusa a la administración de no darse cuenta de su despiste, por que como ese señor es una persona de bien, cumplía semanalmente con presentar su dietas y kilometraje, y ahora vamos y le acusamos de ladrón, ladrón=solución, lo mismo que a cualquier currito si se despista un día hacienda le aplica un 20% de recargo a este despistado señor por ser político se le aplica un 300 % y al día siguiente expulsado de la política de por vida , que se gane la vida como mejor pueda , seguro que si se hiciese así robarían con más cuidado.
Buen domingo de sequía
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A esto de la corrupción parece que nos hemos acostumbrado, por más que nos joda averiguar que algunos de los que nos gobiernan han venido a otra cosa, y no nos decidamos a poner coto, tal como dices, a prácticas tan deleznables.
Facilitar el acceso a la vivienda es un deber constitucional al que hasta ahora se había puesto poco interés por parte de las instituciones. Y ha llegado el momento.
Para los municipios en procesos de despoblación la cosa es mayor, porque es la solución al problema, una vez resuelta la movilidad: niños en la escuela, gente en la tienda y en el bar… vida.
Con un poco de inteligencia sabremos aprovechar esta ola y resolver dos problemas con la puesta a disposición de viviendas asequibles para nuestros jóvenes.
Es cuestión de ponerse y de que alguien más haga caso.
Un abrazo fuerte. Triste sequía… triste.
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Mundo inmobiliario, mi mundo. El rojo de mi sangre es polvo de ladrillo.
Franco lo usaba para convertir a los desertores del arado en «clase media conservadora». No hay nada como firmar una pila de letras para mantenerse bien callado y apretando los dientes.
Y no hay nada como la construcción para practicar el maletín y el bajo cuerda.
Mi padre fué gerente de una constructora, cualquiera que ande por Leganés en alguna calle con nombre de río, allí en la escritura de venta está su nombre. Mi jefe, un ex alférez provisional con bigotito fino y funcionario del INP, también relacionado con el mundo inmobiliario, tenía un amigo, un tipo importante del MOPU. Mi padre, rojeras, afiliado al PCE, tenía el mismo amigo, tan amigo como para ser capaz de «enchufar» a mi hermana en el MOPU con el: que venga mañana.
La «amistad» de mi padre era profesional. A qué nivel llegaría la capacidad de mi padre para llegar a eso. Lo de mi jefe seguro que eran camaradas. Vi la conexión porque mi jefe siempre le invitaba a las cenas de hermandad que organizábamos.
Profesionalmente he visto el mundo inmobiliario desde los dos lados, el que reclama los vicios ocultos del piso recien comprado al promotor a pasar a ser el promotor y terminar como mi padre, firmando escrituras en plena pre burbuja inmobiliaria, cuando Bancaja te daba una hipoteca de autoconstrucción con un plano dibujado en una servilleta.
Ésto me permitió ver desde dentro como se gestó o mejor dicho, se infló la burbuja inmobiliaria. Veía compraventas de hasta el 130% del precio al que yo estaba vendiendo. Tasaciones de Tinsa, empresa participada por bancos y cajas. Tasaciones que oh, milagro tan grande como el de la paloma, de repente los precios cayeron en picado y allí estaban los ínclitos tasadores certificando en el juzgado y facturando a costa del pringao lo que hiciera falta.
Ese día en que se acabó el dinero fácil, como pasa siempre… siempre, hay alguien que en la pobreza ve la oportunidad. Dejar que los pisos y sus hipotecas se cuezan a fuego lento hasta que metes el cuchillo y ves que todo está listo para que lleguen los fondos buitre y compren. Recuerda esos anuncios a toda página de hace unos años donde se compraban edificios enteros. No descartaria incluso, una planificación previa.
La «genialidad» de Feijóo de hacer mas pisos y dar mil euros a los jóvenes. No sé que pensará que puede pagar con eso, no le da ni para la factura de su colega M.Rajoy. Pero bueno escuchándole, dos veces, que Zapatero quitó las ayudas a la compra de vivienda cuando fué M.Rajoy en 2013 quien las suprimió. Dos veces lo ha dicho, hace falta tener jeta. 90.000 millones nos costó esa bromita. Daba para mucha, pero mucha vivienda social.
Y hablando de jeta lo del candidato del PP cobrando el kilometraje que no haces y con coche oficial. También me pregunto porqué tiene coche oficial. El «honrado» Casado cuando era diputado por Ávila, con los hijos estudiando en un colegio madrileño, viviendo en la calle Goya, cobraba los 1900€ mensuales, porque tenía derecho a ello y a los derechos no se renuncia. Las obligaciones ya…
El que aún es candidato del PP en Castilla la Mancha, aplaudía ayer el estropicio del «sonrisas» ese que en un canutazo evadía a una periodista, con muy malas formas, preguntando por un artículo del proyecto de ley que no existe, en Doñana y prometiendo que el haría lo mismo en Castilla la Mancha.
Dijo que lo del kilometraje es un error. Un error que firmó durante 200 semanas. Éstos son los políticos que tenemos. A los que incluso, no solamente votan, también los defienden a muerte (la nuestra).
En resumen, la vivienda es un problema cuando quieren que sea un problema.
Mi primera vivienda, la compré gracias a un curso al que asistí que dió la Gerencia de Urbanismo. Salí de allí con esa idea, o compro ahora o ya no podré. Compré en marzo, cuatro millones mas quinientas mil de intereses (pesetas), en octubre el precio estaba en el doble. La persona que me lo vendió me lo quería recomprar.
Perdón por tantas referencias personales, pero en el mundo inmobiliario me siento algo así como un privilegiado, para bien o para mal.
Feliz domingo, abrazos.
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Se nota que lo tienes vivido, sí.
Como todos los mundos, con su ciencia, su terminología y su oportunismo político y empresarial, ajeno por completo a los intereses de una ciudadanía que se tiene que plegar a él si quiere subsistir fuera del nido familiar.
No está nada mal que haya llegado el momento de ordenarlo. Y será para bien.
Bienvenido este quinto pilar del estado del bienestar. Un avance más y, aunque el ‘problema’ no se extinga, una razón más para sentir que avanzamos.
Gracias, amigo. Fuerte abrazo.
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Franco ya tenía su ley de la vivienda. La LAU de 1955 y su prórroga forzosa que depreciaba el valor del inmueble y favorecía a determinada parte de la sociedad qué, llegado el momento, tuvieron la oportunidad de comprar, con la capitalización de sus rentas de arrendamiento ridículas y el derecho de tanteo y retracto.
Curiosamente quien comenzó a derrumbar aquello fué la ley Boyer, una ley socialista.
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La enorme ventaja de los monopolios. La estafa infinita de la infraconstrucción. El lucro incesante de las grandes adjudicatarias de la obra pública.
Sí que estaba la Ley, sí. Y la trampa.
El valor de lo que finalmente pudimos adquirir era tan irrisorios como el precio. Y Vivienda se ahorraba el penoso ejercicio del deber de mantener lo que era inmantenible. La aluminosis hizo el resto.
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